Orto solar en el solsticio de invierno 2017 |
Manuel
Ruiz Pineda Abogado y descubridor del yacimiento.
Juan
Antonio Morales González Catedrático de Estratigrafía UHU.
Es difícil describir la
maravillosa sensación que se experimenta cuando se tienen la certeza y
convicción de que se está ante un importante descubrimiento arqueológico que ha
permanecido olvidado durante milenios. Y es común el noble deseo de darlo a
conocer y compartirlo. Lo que no podía imaginar Manuel Ruiz Pineda, el
descubridor de las estructuras que aquí se exponen, es el largo camino que
tendría que recorrer para que se reconociese su descubrimiento, ante las
críticas y el rechazo que el mismo suscitó ante la administración y la
comunidad académica, que consideró que se trataba de unas estructuras
geológicas, que no de factura humana.
Es entonces cuando el
descubridor se queda en la más absoluta soledad con su descubrimiento, y,
cuando verdaderamente se reencuentra con él. Es entonces cuando, y pese a no
pertenecer al mundo académico, decide estudiarlo e interpretarlo con la
esperanza de que un día se reconozca. Se inicia así un apasionante viaje a la
vida de nuestros ancestros en una época dorada de Los Alcores.
No es nuestra intención
describir la odisea y las vicisitudes pasadas para que se reconociera el
descubrimiento y para que se diera a conocer.
Sólo comentaremos que, tras concluir un primer trabajo con un estudio e interpretación
de las estructuras, éste fue presentado en la Delegación de Cultura de la Junta
de Andalucía ante la incredulidad y apatía de sus funcionarios, llegó el
rechazo académico amparado en el mismo motivo: el origen geológico de las
estructuras. Huelga decir que ni siquiera nadie las visitó.
Por fin “nuestro azaroso viaje ha terminado; el barco capeó los
temporales, el premio que buscamos se ha ganado”. Con toda la satisfacción de
haber realizado un extraordinario viaje y haber cruzado un océano de tiempo.
Descripción de las estructuras
En
las inmediaciones de Carmona, al Sur del núcleo
urbano, a los N 37º 27’17”, O 5º 39’24”, sobre la cornisa de Los Alcores,
afloran en superficie unas amplias estructuras rocosas que forman una serie de
anillos perfectos y concéntricos así como una elipse perfecta que engloba y
rodea a los anillos a la misma distancia por los dos lados de la elipse.
La perfección de las figuras geométricas descritas formadas por
los afloramientos de la roca es nítidamente apreciable en fotografías aéreas y
de satélite, y precisamente esto es lo que llamó la atención de su descubridor,
el autor de este artículo, que comprobó que las estructuras son apreciables
igualmente, a pie sobre el terreno. En este último caso, pueden observarse
además los afloramientos de roca calcárea que emerge más de un palmo sobre el
nivel del terreno formando las figuras.
El Yacimiento se ubica sobre Los Alcores, encontrándose el centro
de los anillos a unos 240 metros de la linde del talud que se asoma hacía La
Vega y el borde de la elipse a sólo unos 80 metros del límite de la cornisa del
Alcor.
El yacimiento se encuentra limitado por un segundo talud que da
hacia el Oeste. Este talud ha ido siendo erosionado a través de los años, y el
terreno ha sufrido un fuerte rebaje al haber sido aprovechado como cantera y
para la explanación previa a la construcción de naves industriales. Este hecho
ha causado que sólo se conserve aproximadamente un 45% de la estructura
arqueológica. La parte conservada es la que mira a la cornisa del Alcor en
dirección Sureste.
En la parte interior de la figura geométrica se suceden 8 anillos
concéntricos de diferentes anchuras. El anillo exterior tiene un diámetro de
136 metros perfectamente medible en la mitad conservada, mientras que el anillo
más interno presenta un diámetro de sólo 53 metros. El eje mayor de la elipse,
suponiendo que en su momento existiría de forma completa, sería de 312 metros
(la mitad que se aprecia tiene una longitud de 156 metros), siendo su eje menor
de 180 metros.
En las fotografías aéreas del vuelo americano de 1956 puede
apreciarse que los afloramientos de la roca formaban en el pasado figuras
geométricas completas.
Los anillos están constituidos por la roca del sustrato aflorante,
mientras que cada uno de ellos está separado del resto por surcos labrados en
la roca, que se encuentran rellenos de sedimento y colonizados por la
vegetación.
Localización de la zona del yacimiento al Sur de Carmona. |
La orientación de la
elipse
La dirección del eje mayor de la elipse es de 132º hacia el Este,
es decir, apunta hacia el Sureste, hacía el borde de la cornisa del Alcor. Esto
es, si trazamos una recta desde el centro de los anillos que divida exactamente
en dos mitades la parte apreciable de la elipse, tenemos la orientación indicada.
Llama la atención la inclinación del terreno sobre el que se
asientan las estructuras, que puede ser determinante para su interpretación.
Así, la superficie presenta una pendiente ascendente desde el centro de los
anillos (zona más baja) hacia el anillo exterior y la elipse (zona alta).
Es un hecho constatado que la parte apreciable de la elipse se
encuentra orientada hacia el orto solar en el solsticio de invierno, es decir,
la salida del sol por el horizonte de la cornisa del Alcor en el solsticio de
invierno. Así el orto solar en el solsticio de invierno aparece en el punto
exacto al que apunta el sentido Sureste del eje mayor de la elipse.
En la latitud en la que se ubica el yacimiento (37º), y a medida
que avanza el otoño, las salidas del sol tienden a desplazarse hacia el Sur
hasta que el 21 de Diciembre llega el solsticio de invierno. En el solsticio de
invierno la salida del sol alcanza su punto más cercano al Sur, a los 120º en
el horizonte de La Vega visto desde la linde de la cornisa del Alcor. Estos
120º podrían parecer una inexactitud, ya que el eje mayor de la elipse tiene
una orientación de 132º. Sin embargo, pensemos que si el día del solsticio de
invierno nos ubicamos en el centro de los anillos a la espera de ver aparecer
el sol en el horizonte, tenemos que tener en cuenta que éste se encuentra
elevado debido a la pendiente ascendente desde el centro de los anillos hasta
el borde de la cornisa. Entonces, si bien, el sol visto desde el borde de la
cornisa del Alcor aparece en el horizonte a los 120º, para verlo aparecer desde
el centro de los anillos el astro rey debe elevarse aún más, recorriendo
durante ese tiempo unos grados hacia el Sur, los suficientes como para que el
día del solsticio de invierno el sol aparezca exactamente en la misma dirección
en la que apunta la elipse, es decir, 132º.
Como en Astronomía el punto por el que tiene lugar la salida del
sol en el solsticio de invierno es exacta y matemáticamente opuesto al punto
por el que tiene lugar el ocaso en el solsticio de verano, tenemos que el otro
extremo del eje mayor de la elipse estaría orientado hacia el ocaso solar en el
solsticio de verano.
Un descubrimiento reciente realizado por el equipo del Dr. Martin
Bartelheim en el entorno arqueológico de La Loma del Real Tesoro, describe unos
círculos concéntricos muy similares, aunque de dimensiones mucho menores, en un
emplazamiento también situado sobre un alcor de este municipio. Este yacimiento
se localiza a unos trece kilómetros al norte del yacimiento que aquí se
describe y, en este caso, la presencia de cerámica ha permitido datarlo entre
el 2600 y el 2200 a.C., en pleno periodo Calcolítico (Edad del Cobre).
Este tipo de estructuras en forma de círculos concéntricos
excavados en el terreno, únicamente había sido descrito hasta ahora en la mitad
norte de Europa y la coexistencia en unos pocos kilómetros de dos de estas
estructuras sugiere un origen y una funcionalidad similar.
Interpretación del yacimiento
En el entendimiento de que nos encontrábamos ante unas estructuras
creadas por la mano del hombre y, por ende, ante un yacimiento arqueológico de
importancia, siempre me llamó la atención la clara y enigmática elipse que de
forma perfecta engloba a los anillos, a la misma distancia por sus lados, que
se aprecia en su mitad y cuyo arco apunta hacia un punto determinado del
horizonte formado por la cornisa de Los Alcores que se asoma a La Vega. Tras
comentar el hallazgo con uno de los responsables del Instituto de Astrofísica
de Canarias éste sugirió que los círculos y la elipse necesariamente debían
guardar relación con la Astronomía. Sorprende que el número de círculos
coincida con el número de planetas del sistema solar.
Constatada tras infinidad de visitas al yacimiento y de diferentes
mediciones la orientación del eje de la elipse hacia el orto solar en el
solsticio de invierno, ha de considerarse la relación del monumento con otros
que mantienen una orientación preferencial relacionada con la Astronomía.
Resulta que todos ellos están datados en
la Edad del Cobre y del Bronce Inicial, lo que reforzaría su relación
con los círculos de la Loma del Real Tesoro.
Ha sido una constante en la antigüedad la necesidad del hombre de
marcar las estaciones del año y de conocer el momento adecuado para la siembra.
Como también lo ha sido la atribución al astro rey de connotaciones religiosas
y la celebración de rituales en torno al mismo; y es en este contexto en el que
debemos entender el monumento.
La elipse está orientada hacia la salida del sol en el
solsticio de invierno, el día solar más corto del año a partir del cual, el día
solar y el tiempo de luz solar, se van agrandando. Todo un acontecimiento
simbólico que se corresponde con el nacimiento de un nuevo ciclo en el que el
día solar nace para crecer diariamente, aumentando así el tiempo que tenemos de
luz.
Igualmente, el otro extremo del eje mayor de la elipse que no mira
hacia la cornisa del Alcor, estaría orientado hacia el ocaso solar en el
solsticio de verano, el día solar más largo del año a partir del cual cada día
que pasa se van acortando las horas de luz. Otro acontecimiento simbólico que
se corresponde con la muerte del día más largo, que a partir de entonces irá decreciendo junto con el tiempo de luz. De esta forma se
estaría apuntando a dos momentos que marcarían el nacimiento de dos ciclos
distintos en la duración del día solar: Un ciclo creciente y otro ciclo
decreciente.
Podemos observar que el contorno de la elipse no es continuo, sino
que está constituido por una serie de puntos en su perímetro. Este hecho podría
significar la existencia de marcadores del paso del sol y con ellos del tiempo.
Entre otros, en fotografías satélite, y siguiendo la línea de la elipse llaman
poderosamente la atención cuatro puntos equidistantes en su zona central a modo
de arandelas, difícil de detectar sobre el terreno.
Lo que sí podemos afirmar categóricamente es que dichos puntos
apreciables en fotografías satélite están exactamente equidistantes unos de
otros, aproximadamente 20,6 metros. Y ante la asombrosa equidistancia, debemos
medirla en una unidad aplicable en el pasado. Decir que, como es conocido en la
antigüedad, la unidad de medida era el codo cuya longitud aproximada ronda los
52 cm, por lo que la distancia de un punto a otro equivaldría a 40 codos.
Puntos
equidistantes en el perímetro de la elipse
|
A modo de conclusión
De acuerdo con todas estas observaciones,
la llanura situada al Sur del Alcor de Carmona se ha destapado como un
yacimiento arqueológico de primera magnitud. La presencia de anillos
concéntricos perfectos, rodeados por una elipse cuyo eje mayor apunta
exactamente al orto solar, junto con la demostración por parte de profesionales
de la Geología de que estas estructuras tienen un origen antrópico, sugiere que
este emplazamiento fue usado como observatorio astronómico por alguno de los
pueblos que en la antigüedad poblaron el lugar. Por similitud con otros
monumentos destinados a marcar el inicio de las estaciones se podría sugerir un
origen Calcolítico o del Bronce Antiguo. El material arqueológico disperso por
el yacimiento, así como la presencia de tumbas excavadas en la roca sugiere el
empleo de este emplazamiento con diferentes fines a lo largo de los siglos.
La consulta de los inventarios de bienes patrimoniales a niveles
local y autonómico demuestra que el yacimiento no se encuentra descrito ni
catalogado, cuando cualquiera de los elementos que lo componen recomienda su
estudio y catalogación. Sirva este artículo como reclamo para que
investigadores y organismos cualificados pongan manos a la obra para que su
conocimiento y estudio contribuyan a tomar las medidas más adecuadas para su protección.
El origen humano del Monumento (Texto de apoyo 1)
El Alcor de Carmona se encuentra elevado al estar constituido por
una roca de arenas carbonatadas denominada calcarenita que es más resistente
que las arcillas que constituyen La Vega. Esta formación de calcarenitas es de
edad Mioceno Superior y se depositó en antiguas playas entre unos 5 y 10
millones de años, encontrándose también representada en otras localidades del
entorno, como Alcalá de Guadaira, así como fuera de la provincia de Sevilla, en
lugares como Niebla (Huelva) y los pueblos blancos de Cádiz (Vejer y Arcos de
la Frontera o Setenil de las Bodegas). La formación calcarenítica realmente
consta de numerosos estratos de arenas conchíferas de diferente resistencia,
conociéndose localmente como “albero” la arena que resulta de su disgregación
por medios artificiales. El estrato que culmina la formación, es el que
presenta una resistencia mayor al contener un mayor porcentaje de cemento
carbonatado.
Aunque suele considerarse que los estratos son horizontales,
realmente en el Alcor se encuentran levemente alabeados y es precisamente la
superficie superior de uno de estos estratos más consolidados sobre la que se
han labrado los círculos y la elipse.
La presencia de círculos concéntricos en la superficie del terreno
puede suceder de forma natural debido a diferentes fenómenos, por lo que en un
principio, un origen geológico no era descartable. Diferentes profesionales de
la Geología han visitado la zona y todos han coincidido en descartar estos
posibles orígenes geológicos.
Por un lado, el carácter sedimentario de los materiales de la zona
descarta totalmente la posibilidad de que se trate de círculos creados por la
erosión de un estratovolcán. Por otro, al tratarse de materiales no plegados,
tampoco podría tratarse de la erosión del núcleo de un pliegue en domo.
Precisamente por tratarse de materiales calcáreos, una posibilidad que se
presentaba para su origen natural era que se tratase del relleno de una dolina
excavada kársticamente en la roca calcarenítica por procesos de disolución
relacionados con un colapso de una cavidad en los estratos inferiores. En este
caso, la presencia del talud que ha erosionado la parte oeste de la estructura
muestra claramente la horizontalidad de los estratos inferiores, así pues, esta
cubeta no existe ni tampoco la cavidad que la habría generado.
Descartadas todas las posibilidades de origen geológico, se
procedió a testar transversalmente algunos de los surcos existentes entre
anillos a fin de observar la profundidad de los mismos y la naturaleza de su
relleno. Así se pudo observar que el límite entre los anillos y el surco es un
escalón neto excavado en la roca con unos 30 centímetros de profundidad. Los
surcos están rellenos de una arena arcillosa roja con cantos centimétricos de
cuarcita muy bien redondeados. La superficie de la roca que aún continúa
expuesta en el anillo, así como la superficie interior del surco que
actualmente se encuentra relleno de sedimentos, presentan evidencias de erosión
por disolución kárstica superficial. Esto indica que la superficie del surco
permaneció expuesta el tiempo suficiente para ser afectada por estos procesos
antes de ser rellena de sedimentos.
En definitiva, la observación geológica puede concluir que se
trata con certeza de una estructura de factura humana.
El entorno del Monumento (Texto de apoyo 2)
En la planicie del Alcor sobre la que se asienta la parte
conservada de los anillos, y en las inmediaciones de éstos, pueden observarse
otras antiguas estructuras arqueológicas. Por otra parte, en toda la planicie
aparecen infinidad de restos. Percutores, lascas, núcleos trabajados y otros
útiles de piedra tallada; cerámica tosca hecha a mano o escorias de fundición
son algunos ejemplos.
Útiles encontrados en el entorno |
Sobre los propios anillos se observa un muro de unos 60
centímetros de espesor que emerge un palmo del suelo, construido con pequeñas
piedras y que los corta tangencialmente a escasos metros de su centro.
Muro que corta a los anillos |
Tumba de adulto |
Tumba de niño |
Llama poderosamente la atención la loma situada inmediatamente al
Oeste de los anillos, cuya altitud prácticamente coincide con el punto más alto
de los Alcores, en la que aparecen visibles restos por doquier. Precisamente al
pie de esta loma, en el borde de la cornisa, existe una impresionante media
luna perfecta excavada en la roca. Esta media luna se abre a la inmensidad del
espacio con La Vega al fondo y de ella parte una clara y visible escalinata
tallada, aunque erosionada con el tiempo, que baja hasta La Vega, de tal forma
que hace de puerto artificial comunicando las tierras altas del Alcor con las tierras bajas de La
Vega.
Media
Luna excavada en la roca
Los yacimientos arqueológicos más cercanos al que aquí se describe
serían Santa Marina, al Oeste, y Brenes, al Este, ambos ubicados sobre La
Cornisa del Alcor. Un tercer yacimiento cercano sería El Acebuchal, que queda
un poco más al Oeste. Por último, el ya comentado de los círculos descubiertos
en la Loma del Real Tesoro, unos 13 kilómetros al Norte de este yacimiento. En
todos ellos se atestigua la presencia humana desde el Eneolítico.
Este lugar no se encuentra formalmente considerado como yacimiento
arqueológico y por lo tanto no está bajo ninguna de las figuras de protección
patrimonial consideradas por la ley. Se da además la circunstancia de que, ni
el yacimiento ni ninguno de los elementos que lo componen, se mencionan
siquiera en el Inventario de bienes
patrimoniales de Andalucía ni en las fichas del Catálogo de yacimientos arqueológicos de Carmona.
Bibliografía consultada.
Fernando
Amores Carredano (1982). Carta Arqueológica de
Los Alcores.
George
Bonsor (1899). Las Colonias Agrícolas
Prerromanas del Valle del Guadalquivir.
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