Textos: Antonio Gavira Albarrán / Fotos: Antonio y
Francisco Gavira Albarrán
La ruta tiene unos 7 kilómetros, es circular y de una duración de dos a tres horas, dependiendo de las paradas. El objetivo de hoy es aproximarnos a la rica biodiversidad vegetal existente en una zona mágica del Monumento Natural Ribera del Guadaíra.
Se inicia este itinerario en el hotel Oromana. El edificio es de estilo regionalista, construido por el arquitecto sevillano Juan de Talavera a finales de los años veinte del siglo pasado, al calor de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Desde sus bellas terrazas vamos a tener unas magníficas panorámicas del río Guadaíra, los molinos de San Juan y Benarosa, el recinto ferial, la hacienda Oromana y, a lo lejos, también, podremos apreciar el castillo de Marchenilla. Sobre todo, es de destacar la exuberante vegetación que envuelve el cauce del río y su entorno.
Panorámica desde el hotel Oromana.
Desde
el hotel bajaremos por el margen izquierdo de la carretera, hasta situarnos
junto a un panel informativo, al lado de una de las puertas de
entrada al parque. A la izquierda, veremos un pequeño sendero que penetra en la
cornisa, que tomaremos para ir descendiendo hasta llegar junto al río.
En
este primer tramo vamos a poder observar una gran variedad de vegetación
arbustiva y arbórea, donde se entremezclan las especies típicamente
mediterráneas: pinos piñoneros y carrascas, almeces, moreras, acebuches,
coscojas, lentiscos, cornicabras, espinos, retamas, madreselvas, hiedras,
aristoloquias, zarzaparrillas, etcétera; con una gran variedad de plantas
que han sido introducidas en este parque: plátanos, paraísos,
eucaliptos, acacias de tres espinas, falsas acacias, cipreses, tuyas,
casuarinas, pestosos, etcétera; y junto al río, alguna vegetación de
ribera: álamos, olmos, fresnos, alguna adelfa, carrizos, zarzas, etcétera.
Descenso desde el cartel informativo hacia el río por
el alcor.
Teniendo
el río a nuestra izquierda, continuaremos nuestro recorrido en sentido
contrario al descenso. Pronto divisaremos un pequeño puentecito encalado que
forma parte de la atarjea del molino de Oromana, flanqueado por
unos pestosos o ailantos¹. Una vez que lo pasemos, dos eucaliptos (Eucalyptus
camaldulensis Dehnh.), catalogados como árboles singulares, ya
que poseen una altura de algo más de 30 metros, con una copa ovalada de más de
20 metros de longitud, y una casuarina, unos metros más arriba de
una fuente aneja, merecerán nuestra atención. Un poco más adelante, junto al
río, se ha catalogado otro ejemplar de eucalipto².
Eucaliptos y casuarina junto al molino de Oromana.
Continuaremos
por la margen del río, hacia el molino de Las Aceñas.
Inmediatamente podremos ver, a nuestra izquierda, el molino de San Juan,
y algo más adelante, el molino de Benarosa, embelleciendo el
Guadaíra con sus imágenes. Un poco antes de llegar a este último molino, entre
un estrecho sendero que baja al pie de la azuda y el sentido de nuestra marcha,
encontraremos el tocón de un lentisco (Pistacia lentiscus
l.) que había sido catalogado como árbol singular y que han cortado, aunque
podemos observar que han brotado algunas ramas.
Unos
metros más adelante, el camino se bifurca en dos. Nosotros tomaremos el que
queda a la izquierda, llegando así a uno de los parajes más bonitos del Parque
de Oromana, donde podemos encontrar gran variedad de árboles y arbustos: pinos
piñoneros, cipreses, plátanos, paraísos, aligustres, olmos, almeces,
eucaliptos, moreras, acacias de tres espinas, falsas acacias, encinas,
quejigos, laureles, lentiscos, cornicabras, durillos, acebuches, tamujales,
zarzas, rosales, etcétera. Subiendo unas escaleras, situadas a nuestra derecha,
daremos con un camino interior donde se encuentra un pino carrasco (Pinus
halepensis Mill.), de más de 31 metros de altura; próximo a él, una casuarina (Casuarina
equisetifolia l.), de 27 metros de altura, y un ciprés de
casi 30 metros (Cupressus sempervirens l.), también calificados como
árboles singulares, sin duda, dignos de admiración.
Descenderemos
al camino que traíamos, donde se localiza otro árbol singular, en este caso
un almez (Celtis australis L.). Al salir del parque de
Oromana, continúa el camino, presentando este tramo una abundante cubierta
vegetal compuesta de almeces, álamos, sauces, tarajes, adelfas, mirtos, zarzas,
rosa mosqueta, cañas, carrizos, yezgo, moreras, adelfas, pinos de repoblación,
etcétera.
Pronto
el camino se convierte en sendero que baja hacia el río, encontrándonos con
unas vistas que, aunque muestran el deterioro que ha sufrido todo este
conjunto, no dejan de ser realmente impresionantes³. El río discurre a nuestra
izquierda y, a nuestra derecha, aparece un enorme barranco coronado de
pinos y eucaliptos, y en cuya pared podemos encontrar: el madroño, el
mirto, el lentisco, la cornicabra, el espino majoleto, el espino negro, el
sauce, la madreselva, el matagallo, la zarza, el rosal, la adelfa, la higuera,
la carrasca, el olmo, etcétera. Si nos acercamos a esta pared veremos que
las margas azules están cubiertas de una especie de helecho,
el culantrillo, y que la misma pared deja caer gotitas de agua. En
este punto tenemos la única colonia de fresas silvestres conocida en
Alcalá.
A nuestra izquierda se encuentra el molino de Las Aceñas, que, como casi todos los que embellecen este río, es de época árabe, aunque posteriormente, en 1605, sufrió ampliaciones y reformas. En el entorno del molino aparecen unas construcciones medio derruidas, unas de las cuales, la más pequeña es el molino de Cajul o Cajús, para el que reclamamos una pronta recuperación, de cuyas entrañas parece manar un torrente de aguas cristalinas.
Dejamos atrás Las Aceñas y continuamos por lo que fue la antigua huerta de La Alegría, una de las últimas huertas que se han incorporado a los parques, con discutible acierto, pues un terreno eminentemente húmedo ha sido reforestado con pinos, encinas, alcornoques, etcétera. Un lugar donde los numerosos manantiales permiten la proliferación de especies como el berro, el poleo o el mastranto, que inunda el lugar con su agradable aroma, si se dejan prosperar.
Continuando nuestro recorrido hacia el parque de San Juan, veremos junto al río los restos de unos fuertes muros que pertenecieron al llamado molino de Rabo de Zorra.
Cruzaremos el cuidado parque de San Juan (junto al polideportivo, un olmo de Siberia, Ulmus pumila L.), creado sobre antiguas huertas que han sido reforestadas con numerosas especies autóctonas: madroños, durillos, olivillas, romero, lavandas, quejigos, encinas, alcornoques, pinos, almeces, algarrobos, etc., en un intento de recrear el bosque original termomediterráneo y en algunas zonas más húmedas y adecuadas: álamos, sauces, chopos, olmos, tarajes, etc.
Así, llegaremos al polideportivo, en cuyas puertas nos encontraremos con un ciprés de los pantanos, o taxodium, una cupresácea (Taxudium distichum), que, entre sus características, destaca el ser de hoja caduca, catalogado como árbol singular. Este nos dará paso a la huerta de La Pañuela, antiguo vivero municipal, donde podremos ver un verdadero vergel: cipreses, taxodium (también catalogados), tuyas, acacia de Constantinopla, transparentes, almeces, plátanos, paraísos, eucaliptos, palmeras, moreras, azufaifos, acebuches, álamos, olmos, adelfa, ricinos, granados, zarzas, zarzaparrillas, ipomeas, rosales, cañas, carrizos, etc.; y junto a la alberca y el manantial, culantrillos, juncos, falso te (Bidens aurea) o mastranto, entre otros.
Ciprés de los pantanos, junto al polideportivo.
Al salir de este recinto llegaremos a uno de los rincones más bonitos de Alcalá, el parque de San Francisco, parque creado sobre las huertas y jardines del que fue monasterio del mismo nombre, verdadero jardín botánico donde podemos apreciar especies arbóreas de diversas partes del mundo, especialmente americanas, pino Wisconsin, árbol del amor, algarrobo loco o árbol de Judea, jacarandas, palmeras, parkinsonia o palo verde, falsa pimienta, acacia de tres espinas, grivillea, tuya gigante, buganvillas, etc., y otros como álamos blancos, almeces, tarajes, aligustres, paraísos, olivos, naranjos, rosales, etc.
Este parque, debido a las especies que posee, su origen y antigüedad, los elementos arquitectónicos, el molino de Las Eras, construcción de 1605, y el lugar en el que se encuentra enclavado, merecería, por sí mismo, ser declarado jardín histórico.
Desde aquí, regresando sobre nuestros pasos, hacia el molino de El Algarrobo, conocido también como de Hilario. Para ello, tendremos que pasar su azuda, pero antes podemos observar cómo el agua que cae por la pared, a nuestra izquierda, permite que se desarrolle el culantrillo de pozo.
El molino de El Algarrobo fue sometido a restauración en el año 2003, por lo que muestra un aspecto renovado. Si pasamos por su puerta, podremos seguir nuestra ruta por un camino que se encuentra junto a una charca, lugar de ocio para pescadores y donde es posible ver, además de patos, alguna polluela de agua. Este camino se adentra en un naranjal de naranjas agrias. Se trata de una antigua huerta donde aún se pueden encontrar los restos de una noria y albercas; y, junto a la casa, numerosos árboles frutales, limoneros, granados, nísperos, moreras, laureles, etcétera. Uno de esos laureles (Laurus nobilis L.), un azofaifo (Ziziphus zizyphus L.) y un níspero (Eriobotrya japónica Thunb. Lindl.) también se encuentran catalogados como árboles singulares.
Huerta con naranjos agrios junto al molino de El
Algarrobo.
Si
seguimos nuestro camino, llegaremos al lugar conocido como El Bosque,
donde destacan, sobre todo, los almeces, que aparecen a nuestra
izquierda, y unos enormes plátanos en la margen del río.
También podemos encontrar, en sus escarpadas paredes, diversas especies de
helechos, la doradilla, el culantrillo, la filicínea, pero destacan sobre todo
el polipodio (Polypodium cambricum ssp.) y el ruscus
aculeatus, por ser especies ya desaparecidas de estos contornos, que ya
solo podemos encontrarlas en las sierras. Sobre el escarpe, que se aproxima al
cerro de San Roque, tenemos el que quizás sea el mayor pino piñonero
del parque de Oromana, con 29 metros de altura y un perímetro en la base de
4,15 m. Junto al río, unos plátanos de sombra. Uno destaca con sus
37,50 metros de altura y un perímetro en la base de 11,73 m.
Algo
más adelante veremos el molino de La Tapada. En este rincón se
desarrolla parte de la obra del conocido escritor alcalareño Gutiérrez de
Alba, La Tapada. Desde el molino de La Tapada, el camino sigue
hacia la izquierda. Ascenderemos por un pequeño sendero, al denominado cerro
de El Calvario, que nos conducirá hasta la ermita de San Roque, edificio de
1570, reedificado en 1886, donde se guarda una talla de Nuestra Señora de Belén
de 1570.
Carrascas en dirección a la ermita de San Roque.
En una pequeña explanada, que se encuentra a media ladera, se desarrolla todos los años, en el amanecer del Viernes Santo, uno de los episodios más emotivos de la Semana Santa alcalareña. Tras el prendimiento de Jesús, en el puente, la Hermandad sube hasta este cerro de El Calvario, donde San Juan comunica la noticia a la Virgen María. Desde este privilegiado lugar podremos disfrutar de unas magníficas vistas de la ciudad, del castillo, del santuario del Águila, de la iglesia de Santiago, el puente, el parque de San Francisco, la Retama, etcétera.
Si rodeamos la ermita, veremos cómo el camino se adentra en los pinares de Oromana, donde se puede disfrutar durante todo el año, especialmente en otoño y primavera, de gran diversidad de especies de plantas, liliáceas, iridáceas, borragináceas, escrofulariáceas, leguminosas, cruciferáceas, compuestas, gramíneas, umbelíferas, malváceas, plantagináceas, ranunculáceas, papaveráceas… Estos pinos son de la especie pinus pinea (pino piñonero), y nos acompañarán hasta el final de nuestra ruta, de vuelta al hotel Oromana.
¹El
pestoso o ailanto, es una especie alóctona, invasora, cada vez más extendida
por la ribera. Es urgente una actuación municipal que la erradique.
² Árboles
y arbustos singulares del T.M. de Alcalá de Guadaíra. Dirección Científica:
David Cristel Gómez Montblanch. Edita: Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra,
enero 2014. He mencionado y situado en la ruta algunos ejemplares. Animamos a
conocerlos todos. Algunos de los que aparecen en el libro han sufrido podas
irregulares, por llamarlas de alguna manera.
³
El lamentable estado del molino de Cajul o Cajús, la Quinta de Regla o los
vertidos de un posible emisario, comprometen una zona de gran valor natural e
histórico. En todo caso, la existencia del Monumento Natural Riberas del
Guadaíra y la conservación del conjunto tiene mucho que ver con la lucha de la
Plataforma Salvemos el Guadaíra y la Asociación Ecologista Alwadi-Ira.
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