Desde el punto de vista geomorfológico, se trata de un extenso territorio compuesto de una sucesión de serrezuelas y lomas, de las que podríamos destacar la sierra de Barbas, la sierra de la Sanguijuela o la Sierra de Pozo Amargo, que a duras penas consiguen elevarse por encima de los 400 m.s.n.m. con honrosas excepciones, como ocurre en el cerro de la Plata, el cerro del Juncoso, el Tranqueo o el cerro de la Pelusa. En este espacio destaca claramente uno de sus elementos, la sierra de Esparteros, no sólo por ser un conjunto monolítico que se eleva sobre las demás sierras adyacentes, sino que por su ubicación en el límite Norte de la Cuenca Alta del río Guadaíra es uno de los hitos paisajísticos más sobresalientes de la provincia de Sevilla.
Los materiales que forman estas pequeñas sierras pertenecen, en general, al denominado subbético indiferenciado, subbético medio septentrional y formaciones paraautóctonas*(* Mapa Geológico de España 1/50.000. Instituto Geológico y Minero de España. 1981), destacando las arcillas, margas, areniscas y yesos, así como las calizas, dolomías y ofitas, todos ellos materiales del Trias, las dolomías, calizas y calizas oolíticas del jurásico, así como las margas, calizas, margocalizas, calcoarenitas, areniscas y moronitas del triásico.
Dominan el Sureste del territorio, que
comprende la Cuenca Alta del Guadaíra, materiales calizas, dolomías y
corniolas, así como arcillas, margas, areniscas y yesos, materiales más
plásticos y deleznables pertenecientes al Trias; en la zona central, en una
amplia franja con dirección Noreste-Suroeste, además de los materiales
mencionados destacan, sobre todo, los afloramientos de calizas, margocalizas, calcoarenitas
y moronitas del terciario, así como dolomías y calizas del jurásico y todo se
encuentra recorrido por materiales aluviales más modernos limos, arenas y
cantos del holoceno.
No es el Guadaíra un río que destaque por sus importantes nacimientos de agua, aunque en su cuenca alta éstos sean numerosos como el ya mencionado de Pozo Amargo, el nacimiento de Gaena, el de arroyo Navarrete o el pozo del Salado en Las Panduras. Estos manantiales son los que, poco a poco, irán dando cuerpo a la red de arroyos que, tributando sus escasas aguas, dan origen al río Guadaíra.
Estas escasas aguas permiten la presencia de fauna silvestre: peces, reptiles, aves y mamíferos, alguno de los cuales, jabalíes, cabra montesa... son la base de una de la importante actividad cinegética, así como la abundante cabaña vacuna, porcina, ovina y caprina. Igualmente han permitido que desde antiguo el hombre haya entrado en contacto con estas tierras, explotado sus recursos y dejado su impronta en el Alto Guadaíra.
El agua y el hombre han sido los elementos que han modelado y modificado el territorio que actualmente es posible observar. Como resultado de la intervención de ambos factores podemos encontrar una interesante variedad de paisajes que van desde cultivos de cereales y plantaciones de olivares, que dominan las zonas más cercanas al núcleo urbano de Morón de la Frontera, así como algunas elevaciones del centro de la Cuenca Alta y pequeñas vegas y vegetas que acompañan a los arroyos y al propio Guadaíra; plantaciones de pinar como las existentes en La Semilla, Las Beatas o Navacerrada; formaciones de pastizal-matorral donde domina el lentisco, el matagallo y la aulaga dedicados a la ganadería vacuna y caprina como en El Santo; formaciones de monte alto que se desarrollan en las laderas de más difícil acceso de numerosos montes y serrezuelas como cerro Gordo, cerro del Juncoso, cerro de La Plata o cerros de Huerta Gaena; amplias zonas donde se mantienen aun importantes espacios de encinares adehesados donde aún es posible ver ganado bravo o formaciones riparias, muchas veces reducidas a duro espinar, que acompaña a los numerosos arroyos y al propio río Guadaíra.
Antonio Gavira Albarrán
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