La ruta tiene 9 kilómetros y no presenta ninguna dificultad técnica. Por tanto, es poco exigente para aquellas personas que quieran hacerla a su ritmo. A finales de noviembre empeñamos casi cuatro horas en recorrerla disfrutando de las vistas, la vegetación, la fauna y el patrimonio histórico de la zona.
Desde Alcalá de Guadaíra tomaremos la A-360, en dirección Morón de la Frontera. Antes de salir de nuestro término municipal se encuentra el Caserío de San Francisco o de Los Garrotales, punto donde cruza la cañada de Piedra Hincada o vereda de Los Puertos,[1] que tomaremos a la derecha para dejar el coche a los pocos metros.
El paseo comienza dejando el cortijo a nuestra izquierda. Este se dedica a la cría de caballos y dándonos la oportunidad de tirar la primera foto de interés. A nuestra derecha algunas encinas y lentiscos se intercalan entre chumberas muertas por los efectos de la cochinita del carmín.
Muy pronto cruzaremos la vía del ferrocarril que unía las localidades de Utrera y Morón de la Frontera, donde en época no muy lejana se podían ver pasar los convoyes cargado de cal.[2] Estamos en un punto con abundante arboleda. Hasta aquí han llegado los ailantos invasores.
Continuaremos por la cañada de Piedra
Hincada entre olivos. A la nuestra izquierda, variedades italianas y griegas,
con goteo, y a la derecha cultivados de modo superintensivo.
Al llegar al arroyo de Guadairilla, distante doscientos metros, merece la pena parar unos instantes. Cuando estuvimos allí, nos llamó la atención una planta con ramitas plagadas de florecillas y pequeñas hojas, conocida como Hierba de la sangre, centinodia…, nombre científico, Poligonum equisetiforme Sm., perteneciente a la familia de las Poligonáceas, que se encuentra incluida en la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía.[3]
Entre palmas, algún espino blanco y alguna acacia, cruzamos el arroyo de San Julián, que lo hemos visto completamente seco, dadas las escasas precipitaciones de este año.
Un suave repecho nos situará entre dos yacimientos arqueológicos: el ARQL. _09 y ARQL_10, que se extienden a ambos lados de la vía pecuaria.
Entre unos olivos tradicionales y unos superintensivos abunda el pepinillo del diablo, cohombrillo amargo, o elatrio, nombre científico- Ecballium elaterium., perteneciente a la Familia de las Cucurbitáceas.
La cañada es una de las mejores conservadas de Alcalá, ya que dispone de una anchura decente en la mayor parte de su recorrido.
Pronto veremos a lo lejos un bosque de
eucaliptos que se encuentra situado dentro del término municipal de Utrera. A nuestra
izquierda se divisa, majestuosa, la Sierra de Esparteros con el bocado que le
ha perpetrado la cantera de áridos. A nuestra derecha, a lo lejos, podemos
distinguir el cortijo del Algarabejo.
Llegaremos a un cruce de vías pecuarias donde sobrevive un importante núcleo de palmas. De frente, continúa la cañada real de Pajarero o de Piedra Hincada,[4] a nuestra derecha el Cordel de Gallegos y a la izquierda la Cañada Real de Morón a Sevilla.
Proponemos continuar de frente hasta el
eucaliptal que hemos estado divisando. En esta amplia zona, que se extiende
entre los términos municipales de Los Molares y Utrera, conocida como los Pagos
de Piedrahincá, tiene lugar la romería Los Molares, en honor a Nuestra Señora
de Fátima, que se celebra en torno al 13 de mayo. [5]
Podríamos retroceder hasta el cruce de
vías pecuarias, para luego tomar el cordel de Gallegos, pero nosotros cruzamos
el eucaliptal hasta llegar a su extremo izquierdo, donde tomamos un padrón que
nos conectaría con el cordel de Gallegos, en un tramo con un interesante núcleo
de encinas.
Estamos en la zona conocida como
Sorbitos. Aquí se encuentran los cortijos de Consolación de Sorbitos y Santa María
de Sorbitos. Tierras que fueron dehesas dedicadas a la ganadería de reses
bravas. Hemos podido comprobar la presencia de dos abrevaderos que debieron
cumplir con la finalidad de saciar al ganado de los condes de Villahermosa,
regidores de Utrera, que las tuvieron arrendadas durante el siglo XVIII y
principios del XIX. [6]
Desde el cortijo de Santa María de
Sorbitos regresaremos por el cordel de Gallegos hasta la cañada real de Piedra
Hincada y a nuestro coche.
Durante el recorrido hemos visto o escuchado numerosas aves: cernícalos, avefrías, picapinos, mochuelos, milano real, petirrojo, lavandera, buitre leonado, etcétera.
Francisco José Gavira Albarrán
[1] En el topográfico y parcelario del Instituto Geográfico y Catastral de
1944 aparece nombrada vereda de Los Puertos. Este tramo es nombrado hoy Cañada
de Piedra Hincada.
[2]Se cerro al tráfico de viajeros en 1967 y su clausura total en 1999 con el
levante de las vías. http://www.trensim.com/lib/msts/index.php?act=view&id=779
[3]https://wastemagazine.es/polygonumequisetiforme.htm,
https://wastemagazine.es/listarojaandalucia.htm
[4] Según el topográfico que utilicemos. El topónimo pajarero es utilizado en
un camino que parte desde la cañada de Piedra Hincada hasta el cordel de Gallegos,
al que también se le nombra camino de Mairena.
[5] Al
parecer se trata de una finca de propiedad municipal, pero situada en parte
dentro del término de Utrera y a un tiro de piedra del de Alcalá.
[6] López Martínez, Antonio Luis. La
ganadería de lidia en España. Historia, Geografía y Empresa. Sevilla, 2018.
“Ulloa Halcón de Cala, Benito, II Conde de Vistahermosa. Utrera, 1736-17.9.1800
y regidor de Utrera. No tiene
descendencia y sus bienes pasan a su hermana, Mª. Luisa Ulloa Halcón de Cala.
“...hay un poder de la condesa de Vistahermosa para tomar en
arrendamiento las fincas que llevaba su hermano Pedro Luis de Ulloa, que eran
las siguientes: cortijos Salvador Díaz, Valcargado, Ventosilla y Villar del
Puerco y la dehesa Gómez Cardeña, todos en Utrera y el cortijo Sorbitos en
Alcalá de Guadaira. Al menos desde finales del XVII a principios del XIX,
fueron arrendadas por la familia Ulloa. En total
suponían una superficie superior a las 3.000 hectáreas.” p.312.
Una ruta fantástica para dar una agradable paseo y la observación de las aves que viven en nuestro término municipal. Repleta de curiosidades para aquellos que les guste experimentar el sentido del asombro.
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