lunes, 5 de junio de 2023

Rutas por el río Guadaíra. Una aproximación al Puente de Hornillo desde el Paso de la Nena.

 


21 de abril de 2023

La ruta comienza en el cruce de la antigua línea del ferrocarril Utrera a Morón y Osuna [i] - que discurre en parte paralela a la A-360-, con la Cañada Real de Villamartín -hoy carretera SE 5204-, un lugar que suele elegir el movimiento pacifista para el inicio de las marchas anti OTAN y contra las bases USA en Andalucía, popularmente conocido como el Paso de la Nena. 

Dejamos estacionados los coches junto a unos ailantos. Este árbol, nombrado pestoso, árbol del cielo o de los dioses, es de origen chino y se ha propagado con gran facilidad por todo tipo de terrenos y hábitats.    

El primer tramo de la ruta, de unos ochocientos metros, discurre por la vía del ferrocarril. Los raíles y las traviesas han desaparecido, permaneciendo el duro balastro[ii] y una señal herrumbrosa donde se puede leer “P.N. Km.24/713 a 500m”. 

La línea férrea se encuentra invadida por lentiscos, pitas, aladiernos, acebuches, almendros, esparragueras, palmas … A ambos lados prospera una repoblación con alcornoques, que sufren los efectos de la sequía y lo inapropiado del suelo. En este punto, un compañero nos mostró un hinojo común con un “bicho” entre espumarajos, el Philaenius spumarius, que, según nos dijo, está propagando una bacteria que afecta a los olivos de forma bastante efectiva. 

Sortear la vegetación resultó difícil. Los lentiscos han prosperado de forma exponencial, hasta el punto de conseguir expulsarnos del carril. Continuamos en paralelo a la vía durante doscientos metros. Entramos nuevamente en la línea férrea a pocos metros de nuestro primer contacto con el río Guadaíra. 

Otra de las novedades de la ruta a la que tuvimos que hacer frente fueron las alambradas. Cuando estuvimos aquí, en 2018, de regreso de una ruta por el alto Guadaíra no existían, hoy lo invaden todo: el dominio público hidráulico, la zona de servidumbre del río y la línea del ferrocarril. 

El ferrocarril salva el accidente geográfico del río Guadaíra con un puente de piedra y metal conocido con el nombre de Hornillo, una obra de ingeniería que destaca por su grandiosidad. Desde esta atalaya se disfruta de unas bonitas vistas de la Sierra de Esparteros y de la serpenteante ribera, apreciándose en ella un pequeño salto de agua generado en el conglomerado[iii] que sobresale del cauce. Un lugar mágico donde estuvimos en modo contemplativo unos minutos tirando fotos. Después de escudriñar la estructura y los elementos constructivos del puente, sin encontrar señal alguna que nos proporcionara información sobre esta obra, proseguimos nuestra marcha. 

El río se encuentra encajonado en el tramo que anduvimos, unos tres kilómetros. El cauce se sitúa a varios metros de profundidad de la ribera, dificultando o imposibilitando el acceso. Una circunstancia que le da al río un halo de misterio, una frontera aún por traspasar. En la maraña selvática abundan los fresnos, tarajes y cañas. En los bordes las palmas, rosales, esparragueras y la trepadora bryonia alba, llamada también uva de lobo, cuyas bayas son tóxicas. Constatamos la presencia de galápagos, cangrejos, nutrias y jabalís. En los taludes que se forman en las “pasás” pudimos ver nidos de abejarucos.  Los ruiseñores amenizaron la ruta en todo el recorrido. Los insectos se hicieron notar, entre ellos el “curita” o aceitera común Berberomeloe majalis. 

En el último tramo tomaron protagonismo los eucaliptos y unos moribundos álamos que nos permitieron acceder de forma puntual al cauce. Desaparecieron los alcornoques, sustituidos por un sembrado de Vicia faba, comúnmente conocida como haba o “jaba”, en andaluz, luego un sembrado de girasoles. En la margen opuesta del río, aparentemente en desuso, divisamos un intrigante y gigantesco pozo. 

Regresamos por la Cañada Real de Villamartín, que, como hemos dicho, hoy discurre por ella la carretera SE 5204. Nos alumbraron las últimas luces del día con el objetivo cumplido.





[i]La desaparecida vía férrea entró en servicio el 12 de septiembre de 1864, en ese momento propiedad de la compañía de capital británico The Utrera and Moron Railway.

[ii]El balasto surgió como solución a un problema determinado (el hundimiento de la plataforma), actualmente sus funciones van más allá y, aunque la trasmisión de cargas quizás sigue siendo la más importante, otras también tienen una gran importancia para el correcto funcionamiento del ferrocarril.

[iii]“En geología, un conglomerado o rudita es una roca sedimentaria de tipo detrítico formada mayoritariamente por clastos redondeados de tamaño grava o mayor.”

 


Francisco José Gavira Albarrán

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