Hacienda de Pie Solo |
Nuestro recorrido, de 7.2 kilómetros. Comienza en los
aparcamientos que existen junto al cementerio. Allí dejaremos el coche. También
podemos iniciar la ruta a pie, desde la zona urbana, cruzando por la pasarela
que sirve para acceder al lugar. A continuación, por la vía de servicio, en
dirección a Sevilla, tomaremos la primera perpendicular bautizada, en su
primer tramo, como Calle de Cuchipanda Cuatro. Un nombre desafortunado,
ya que siempre se ha conocido como camino de Matatoros.
El primer tramo se encuentra completamente transformado.
La presencia de varias actividades empresariales en una urbanización con
deficiencias llamativas pone de manifiesto la ausencia del gobierno local en
el área. Cincuenta años atrás al cruzar la carretera nacional, hoy A92, se
mostraba ante nosotros una inmensa vaguada. A nuestra izquierda nos
encontrábamos con un olivar que había pertenecido a Gavira. A
continuación, el cerro de El Rubio Tetitas y el olivar de Vicente
la Prieta. Más adelante, sobre el
alcor, la hacienda almenada de Pie Solo.[1]
En la cornisa, la
presencia de acebuches, carrascas, lentiscos, cornicab
Humilladero conocido como la Cruz de Otivar |
ras, pitas,
esparragueras y una importante fauna, donde el lagarto ocelado y las
serpientes campeaban junto a los conejos, mostraba una estampa
muy atractiva y sugerente, especialmente para los niños que pateábamos la zona
con nuestro padre en busca de espárragos, caracoles o el “bicho toba”,
que utilizábamos para cazar pajaritos con las costillas. También existían
varias cuevas. En una de ellas vivió un personaje llamado El Maleno.[2]
Continuando nuestro camino nos encontrábamos con un
eucaliptal. Allí, con mi hermano Antonio y mi padre acudíamos para hacer cisco
que se vendía o utilizaba para calentarnos en casa. Le seguía una huerta de
naranjos. Eucaliptal y huerta pertenecían a la hacienda de Pie Solo. En
la máxima cota prosperaba el maíz, los tomates y los melones
de secano. Hoy sería imposible que prosperasen debido a la pérdida de nivel freático.
En la margen derecha de la vaguada, una vez que cruzábamos
la carretera, teníamos el olivar de Los Leones, seguido del olivar
del Pelao Churralá y los naranjos de Enrique Gutierrez, conocidos
como la huerta El Chicho, que era su casero. Al fondo de la margen
derecha, los cerros de Piedra Hincada. Un paisaje devorado por la
maquinaria extractiva de la cementera y que solo permanece en la retina de unos
pocos.
Hacienda de La Soledad o Nueva |
Sin dejar el camino, el olivar de Manuel Campos y
otro de Berruguete, donde se encuentra hoy la chatarrería de Riquito.[3]
A continuación, los naranjos de la huerta de El Negro, desde donde parte
el Camino de las huertas de Chuchal. Continuando llegaremos a la
bifurcación desde donde parte el camino de Pero Mingo. Nosotros
seguiremos de frente dejando atrás el olivar de El Capitán, hoy de Calabozo,
el de Los Palomos y el de Chacón.
Al pie del camino se yergue la Cruz de Otivar.
Cuenta la leyenda que la mujer de la Hacienda de Los Jiménez mandó a su
hijo a por pimientos y otras hortalizas que sembraban en un pequeño huerto
que existió allí. Al ver que el niño tardaba demasiado lo buscaron y lo
encontraron ahogado en el pozo. En su memoria se levantó la cruz. Aún recuerdo
el agua manando al pie del monolito, las zarzas, el mastranto, los carrizos y
otras plantas, que le daban al lugar un encanto especial.
Continuando nuestra ruta, a pocos metros de la cruz, un
camino perpendicular a la derecha nos dejará en la misma entrada de la Hacienda de la
Soledad o Nueva. Nosotros siempre la conocimos como la Hacienda Nueva.
En la puerta se apostaban unos respetables perros encadenados que disuadía la
curiosidad del caminante.
Hacienda de Los Jiménez |
Estamos ante una de las haciendas de olivar más imponentes de la provincia de Sevilla, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI,
según investigación de las doctoras María Parias y Mercedes Gamero. [4]
Posiblemente, constituye la continuidad de la presencia humana en la zona, al
menos desde época romana. Los restos cerámicos esparcidos por las inmediaciones
así lo atestiguan. [5]
A pocos metros, pasa la carretera A8026. La cogeremos en
dirección a Mairena del Alcor. A unos 450 metros, tomaremos de regreso el camino
de Pero Mingo, no sin antes pararnos en la Hacienda de Los Jiménez,
que en tiempos fue un lagar, una venta y el epicentro de otra leyenda, la de Tío
Bigotes, narrada por Antonio Gavira Albarrán en un estupendo
artículo publicado en el blog Los Alcores Parque Cultural Ya. [6]
Estamos ante una hacienda que se organiza en torno a un
patio central y un pozo. A la izquierda de la entrada cuenta con una torre
almenada seguida de una dependencia en la que, aún hoy, enterradas, se
conservan grandes tinajas empotradas en el suelo. A destacar, varios arcos que dividían el
espacio en dos naves. A la derecha, las dependencias destinadas a las labores
agrícolas. Al fondo, la vivienda que disponía de su propia entrada, que la
comunicaba con el camino de Pero Mingo.
Una vez dejemos la hacienda de los Jiménez,
continuaremos por el camino que nos conducirá nuevamente al de Matatoros para regresar al
punto de partida.
Francisco Gavira Albarrán
[1]
El alcor y la hacienda de “Pie Solo” hace tiempo que desaparecieron
debido a la extracción de albero para la fabricación de cemento. Algunos de los pequeños olivareros de la zona le llevaban la aceituna para su molienda y prensado a cambio de una parte del preciado líquido. Según cuentan los mayores, a la persona encargada de tales menesteres, en el molino, le llamaban "Manolito erre erre", ya que su trabajo consistía en arrear a las bestias en dicha labor. La finca perteneció a la familia Troncoso.
[3] Frente de la chatarrería se han instalado otras actividades conformando un escenario dantesco fruto del
desgobierno que hemos denunciado con anterioridad.
[5] Yacimiento “EL CARMEN” ARQL 067.
Prospecciones: M. Camacho, A. Jiménez, B. Martínez. Bibliografía. Buero
Martínes, M.S. y Florido Navarro, C. (1999): Arqueología de Alcalá de Guadaíra
(Sevilla). En PGOU Alcalá de Guadaíra.
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