Ruta: Antonio Gavira Albarrán / Fotos: Antonio y
Francisco Gavira Albarrán
Comienza nuestro recorrido en la plaza del
Perejil, desde donde partiremos para pasar y cruzar el puente viejo. Una
vez cruzado el puente, tomamos el camino de La Retama, que queda a
su derecha. Este camino cruza un pequeño manantial denominado El Negro,
dando una brusca curva a la derecha, y poco más adelante a la izquierda.
Si subimos el cerro que nos queda a la izquierda
tendremos unas magníficas panorámicas de este tramo del río. En esta orilla, el
río muestra cierta vegetación: álamos, olmos, cañas, carrizos, etcétera. Al
otro lado podemos ver restos de lo que fuera la puerta de La Barqueta,
y algo más adelante restos de la antigua muralla y las ruinas del molino
del Arrabal, molino harinero de origen árabe, cuya azuda fue destruida en
los años setenta. Si miramos más arriba, veremos las torres del castillo, el
santuario del Águila y la de San Miguel, y a lo lejos la ermita de San Roque. A
nuestra espalda podemos ver un enorme eucaliptal, que parece perderse a lo
lejos.
Al
volver al camino nos internaremos en Torrondo, entre eucaliptos y
un pequeño olivar. Al pasar este olivar, merece la pena volver la vista atrás y
admirar el castillo de Alcalá sobresaliendo entre los altos eucaliptos,
evocándonos épocas pasadas. El camino continúa ascendiendo
suavemente [1], hasta llegar
a la vía pecuaria denominada Cordel de Pelay Correa. Esta vía
pecuaria tiene un total de 18,5 kilómetros de longitud, y debería tener una
anchura mínima de 45 varas, lo que equivale a 37,6. Al incorporarnos a dicho
cordel tomaremos un camino que sale justo delante de nosotros, entre fincas de
olivares, para muy pronto encontrarnos con el arroyo de Los Sastres,
pequeño arroyo de unos dos kilómetros de longitud, que, naciendo en una casilla
próxima a este lugar, va a morir al río Guadaíra.
Vía pecuaria cordel de Pelay Correa, con
el arroyo de Los Sastres a la izquierda
Desde aquí el camino comienza un suave ascenso que nos
llevará hasta el cerro de la Torrecilla (83 msnm)[2],
para lo cual tendremos que tomar a la derecha, en el primer desvío que veamos,
junto a las ruinas de un antiguo cortijo llamado de San Ramón.
Desde el cerro de la Torrecilla tendremos unas panorámicas excelentes desde
Alcalá a Sevilla: el río, los polígonos industriales, la hacienda del
Acebuchal, la ciudad de Sevilla con la Giralda, el puente de La Barqueta, el
del Quinto Centenario, el Aljarafe…
Paisaje de la zona
Desde este lugar iniciaremos un descenso que nos
llevará hasta el río Guadaíra. Primero nos iremos acercando a la hacienda
del Acebuchal, para lo cual cogeremos a la izquierda en el siguiente cruce
hasta llegar al arroyo de la Torrecilla [3]. Este arroyo,
que nace al pie de la urbanización de Torrequinto, está prácticamente
deforestado en todo su recorrido. Lo cruzaremos, y desde aquí lo acompañaremos
durante más de un kilómetro hasta el río Guadaíra. La zona que estamos
recorriendo es una inmensa gravera que se extiende desde el arroyo de Los
Sastres hasta la antigua Universidad Laboral, hoy Pablo de Olavide, e incluso
para al otro lado del río.
Desde la desembocadura del Torrecilla hasta el molino
de Cerrajas solo quedan unos metros. Desde aquí podemos ver que la
estampa que muestra este molino es aún muy bella. Si queremos acercarnos,
tendremos que cruzar, con mucho cuidado, su maltrecha azuda.
Este molino es el último de los que se encuentran en
el término de Alcalá en dirección a Sevilla. Como casi todos, es de origen
árabe y estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo pasado.
De él destacan, sobre todo, su torre, aún en pie, de
unos doce metros de altura; y la nave de las piedras, donde aún permanecen enterradas
en el lodo, que, años tras año, depositan las riadas, algunas de las piedras
que sirvieron para moler el grano.
Desde aquí tomaremos río arriba en dirección a Alcalá
por un tramo de río pobre en vegetación, donde únicamente merecen ser
resaltados un gran cañaveral en la margen izquierda del río, y en ésta un pequeño
arroyo que mantiene algunos olmos en su tramo final.
Así llegamos a los molinos de Pelay-Correa,
que se encuentran, sobre todo el más antiguo, en un estado de conservación
lamentable, al igual que la azuda.
Ahora nos incorporamos a la vía pecuaria denominada
colada o vereda de Zacatín, siguiendo la cual podremos ver a
nuestra izquierda unos restos de muros de una antigua villa romana y los campos
de alrededor numerosos restos. Algo más adelante, a la derecha, nos
encontraremos con la hacienda de La Piñera, edificio del siglo
XVII.
Hacienda de La Piñera
En la vereda se encuentra enseguida la fuente
del Mal Nombre, antiguo abrevadero para el ganado, prácticamente destruido
y sin agua tras haber perdido su verdadera función. Algo más abajo vemos una
construcción que fue en otro tiempo molino harinero, el del Águila.
Seguimos el camino dejando a la izquierda el edificio
del Adufe, antigua estación de bombeo, y a la derecha el molino
de Realaje, que, como podemos ver, se encuentra en bastante buen estado,
aunque su azuda ha sido agrandada con respecto a la original. En este lugar
desemboca el arroyo de El Zacatín en el río Guadaíra, el cual
tendremos que cruzar algo más adelante, para así seguir paralelos a la antigua
vía del tren de los panaderos hasta acercarnos al antiguo túnel que atraviesa
el cerro del castillo.
Al
llegar a este punto giraremos a la izquierda en dirección a la calle Orellana,
la plaza de El Derribo, la plaza de El Duque y vuelta al Perejil, lugar donde
pondremos punto y final a nuestro recorrido.
Mapa
de la ruta: Antonio Gavira
1. Con la construcción de la A-8033, hay que continuar
la ruta pasando por el túnel que la atraviesa.
2. Hoy el camino pasa por debajo de la SE-40.
3. Antonio Gavira nos dice que, opcionalmente desde aquí, subiremos el camino que atraviesa la vereda en dirección a Sevilla y que bordea lo que fue el gran vertedero metropolitano del Acebuchal. Pronto llegaremos a un cruce de caminos, junto a una cantera de gravas. Nosotros tomaremos a la derecha. Algo más adelante nos encontraremos una laguna donde se pueden observar ánades, fochas, polluelas, etcétera; y a la izquierda, el canal del Bajo Guadalquivir, que salva el río mediante un acueducto transitable para vehículos y personas. Desde él podemos ver una bonita panorámica de Sevilla y un interesante meandro con cierta cubierta arbórea, ya en el último tramo del río Guadaíra antes de abandonar nuestro término municipal. Igualmente, podemos ver Alcalá desde esta elevación, teniendo delante de nosotros, a la izquierda, el molino de Cerrajas y a la derecha, sobre una pequeña loma, la hacienda del Acebuchal. Al atravesar el acueducto, seguiremos la margen derecha del río hasta Cerrajas.
4. Hemos recibido una nota de Francisco Candon informándonos de que el molino de Cerrajas lo tuvieron en explotación sus familiares entre 1915 y 1964 por un contrato de 50 años. Se destinaba a explotación agrícola y ganadera de la finca y no a la molienda del molino. Que dejó de moler en 1914, si bien conservó los aperos hasta última hora. Su abandono se produjo en 1965.
Antonio Gavira Albarrán
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