El
viernes de feria de Alcalá salimos de ruta para conocer un tramo de la cañada
real de Pero Mingo y Palmete. El coche lo estacionamos junto a la hacienda de
San Agustín, en el cordel de La Camorra; llamado también del Término o ramal de
Pero-Mingo. En esta zona desembocaba el camino de San Agustín, una hijuela de otro
camino bautizado con el nombre de Pero-Mingo, que a su vez nace en el de
Matatoros, inmediatamente que se pasa la huerta de El Negro, si venimos a esta
parte desde Alcalá.
El
camino de San Agustín, nada más nacer, cruza la carretera de Torreblanca a
Mairena entre la hacienda de la Soledad o Nueva y lo que se conoce popularmente
como «cuesta la ligera». Allí lo veremos cortado con una verja y aquí lo vimos con
una alambrada. Entre ambos puntos tenemos dos haciendas de interés: Las Viudas
y las Beatas; de esta última dice el Padre Flores, en sus memorias, que
«pertenece a Doña Nicolasa Montero, viuda de D. Juan de Saavedra».
Con
este pensamiento anduvimos los primeros seiscientos metros de la ruta
escoltados por una gavia con presencia de olmos, higueras, acebuches,
lentiscos, palmas y vitis silvestre, entre acantos, y un padrón cargado de hinojos (Foeniculum
vulgare), que resguardaba una tierra calma recién cosechada. Este
sector, al igual que el olivar que habíamos dejado atrás, lo veremos muy pronto
cubierto con un manto de placas fotovoltaicas.
En
la primera bifurcación, dejamos a la derecha el cordel de Sevilla a El Viso del
Alcor y a la izquierda intuíamos el desaparecido carril de la Raya, que
delimitaba los términos municipales entre Alcalá y Carmona. Las fuentes orales dicen
que existió allí una gran piedra testigo de delimitación de términos municipales
y que se podía acceder hasta la hacienda de El Lavadero, lo que hoy es
imposible.
Desde
donde estábamos divisábamos los higuerones que cubren la ermita de Belén y un
solitario olmo superviviente de una frondosa olmeda, que fue conocida con el
mismo nombre que la ermita, alamea de Belén, y que fue talada en los
años ochenta.
La
gavia cambió de margen, haciéndose más profunda, frondosa y ancha. Ya transitábamos
por la cañada real de Pero Mingo.
Seiscientos metros más adelante, dejábamos a la derecha la vereda de Ronquera o de Sevilla a Carmona y, al poco, otra vereda nombrada del Término, que pasa muy próxima a la hacienda de Torrepalma, que la divisábamos a lo lejos. En esta zona confluyen los términos municipales de Alcalá, Carmona y Sevilla.
En
el arroyo comprobamos la presencia de abundante zarzamora (rubus ulmifolius),
higueras bravías, olmos, lentiscos y cardos borriqueros, posiblemente Onopordum
nervosum Boiss, que nos acompañaría durante toda la ruta.
Cuando
llegamos al camino de Pero Mingo, que como hemos dicho nace en el de Matatoros,
tuvimos cuidado en cruzarlo. Se encuentra asfaltado, aunque el tráfico es
mínimo. Hubiésemos
podido acercarnos a las haciendas de San José y el Lavadero de Santa Teresa,
dado que se encuentran a doscientos metros a la izquierda del camino, pero
continuamos de frente.
La hacienda de San José es un edificio del
siglo XVIII, que se desamortizó durante el Trienio Liberal (1820-1823) y que
hasta entonces había perteneció al sevillano convento de San Basilio el Magno.
La
hacienda el Lavadero de Santa Teresa se la nombra de Pero Mingo en algunos
mapas topográficos y en la publicación de la Junta de Andalucía Cortijos,
haciendas y lagares de la provincia de Sevilla, donde se dice de ella lo
siguiente:
Lo más
interesante de ella es la portada, que mantiene su original decoración
esgrafiada y una inscripción que la fecha en 1761. Como referencia histórica
diremos que, Pero Mingo fue comprada en 1741 por don Francisco Gómez de
Barreda, del Consejo de Su Majestad y superintendente de las Reales Fábricas de
Tabacos de Sevilla. Este importante personaje, que compró en la zona otras
fincas, cabe identificarlo con el propietario de la hacienda de la Soledad,
también en Alcalá de Guadaíra.
Nuestro
Padre Flores, en sus memorias, la denomina de otra forma:
El
Lavadero de Santa Bárbara, conocida como el Tonelero, de D. Antonio Blomaert
tuvo capilla en lo antiguo, y en 1797 construyó otra dicho D. Antonio con altar
a la romana, y un lavadero de lanas: se visitó dicha capilla por el Vicario
comisionado por el Sr Arzobispo en 6 de abril, y en atención a estar cuasi a
una legua de Alcalá, más de un cuarto de la capilla pública de Belén y oratorio
de Torre-palma, término de Carmona, más de media de la capilla pública de San
Bartolomé del Monte, término de La Rinconada, y como un cuarto del oratorio de
la hacienda de la Soledad, todos los cuales cuatro oratorios y capillas estaban
en uso; informó ser de urgente necesidad se concediese licencia para celebrar
Misa los días festivos para los trabajadores de ella, las ventas y haciendas
inmediatas, y los muchos pasajeros y transeúntes.
En
otro mapa topográfico, levantado por el topógrafo Manuel González, en 1872, aparece
otra hacienda con el nombre de Pero Mingo junto a la vía pecuaria, distinta a
la de San José o El Lavadero, de la que hoy no quedaría ni rastro. En otros se
añade una cuarta, la hacienda de Santa Teresa, por detrás de El Lavadero, junto
a una olmeda desaparecida en los años ochenta del pasado siglo, y de la que sí
aparece algún vestigio en fotos aéreas de los años cincuenta. Sobre esta
hacienda dice Padre Flores en sus memorias lo siguiente:
La de
Santa Teresa con heredad de viñas en Peromingo Bajo; la vendió Agustín Farfan
al convento de este título junto a la Cruz del Campo de Sevilla (que hoy está
en los Humeros) ante Domingo de Castro en 10 de agosto de 1665. Después fue de
Doña María Josefa Rodríguez.
En
este punto conviene recordar que en el término municipal de Carmona,
relativamente cerca de donde estamos, tenemos las haciendas de Pero Mingo Alto
y la de Pero Mingo Bajo.
La
concentración de haciendas en tan poco espacio merecería una investigación en
profundidad; en todo caso, se constata la presencia de edificaciones desde el
siglo XVII, continuos cambios de propiedad, la utilización del nombre de Pero
Mingo como comodín y posibles errores en la cartografía.
Continuamos nuestra marcha flanqueados por olivares, en general de goteo. Tres pinos se sucedieron, que nos permitimos calificarlos como pinos testigos de término. Un milano negro hizo acto de presencia.
En
algún punto desembocaba el camino de Matatoros, en dirección a la hacienda del
Hoyo, que, desde la carretera hasta donde nos encontramos, también ha quedado privatizado.
En
el último tramo, unos restos cerámicos señalaban la presencia de un yacimiento
arqueológico, posiblemente de origen romano. En la parte derecha de la vía
pecuaria sobrevive un importante núcleo arbóreo compuesto por coscojas,
lentiscos, alguna encina, cornicabras, higueras y abundantes herbáceas y a la
izquierda olivos. Luego tierra calma y la cárcel Sevilla 2, y frente a nosotros
divisábamos la hacienda de Guadalupe.
En
Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla se dice que: «en
1730 la finca era propiedad de los hermanos Juan Bautista y Francisco van der
Wilde, seguramente mercaderes flamencos…»; el Padre Flores dice que la hacienda
de Guadalupe es conocida como Buque, «que fue de D. Juan de Ochoa, y después de
Doña María del Carmen Morera». En la información que facilita la propia hacienda
en su página web se dice lo siguiente:
«La
hacienda de nuestra señora de Guadalupe perteneció a una familia mexicana
asentada en Sevilla que principalmente se dedicaba al cultivo del olivar. Hace
tres generaciones que la hacienda llegó a nuestras manos y quisimos conservar
su nombre y la devoción por la Virgen de Guadalupe de México».
En las proximidades de la hacienda existió un famoso pino, conocido como el pino de los Buques, del que se dice pudo ser el de mayor tamaño de Alcalá, y puede que sea así, el tamaño de su copa parece confirmarlo, si consultamos las fotografías aéreas de los años ochenta, década en la que fue cortado.
Detrás de la hacienda, en el camino de Las Caleras, se encontraba la casilla de Los Barrios. En algún mapa se la confunde con la hacienda de Guadalupe. Frente a la hacienda aún se conserva la venta de Las Caleras, de la que el Padre Flores dice lo siguiente: «las ventas de las Caleras y de Peromingo de Don Gaspar Ponze». En sus memorias, señala como posible origen del prolífico topónimo, Pero Mingo, al momento del repartimiento, segunda mitad del siglo XIII, donde «se habla de Mingo Neguillo, Pero y Domingo Juan de Agreda…».
Regresamos
a nuestro coche comentando lo fácil que sería la recuperación de esta
importante vía pecuaria para el uso y disfrute de la ciudadanía y la vida
natural, de la poca voluntad política al respecto y lo desconocida que es esta parte de
nuestro municipio para la inmensa mayoría de los alcalareños.
Francisco
José Gavira Albarrán
La ruta es apta
para todos los públicos. Tiene diez kilómetros, entre ida y vuelta.
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