miércoles, 9 de mayo de 2018

Los Anillos de Los Alcores Descubrimiento Arqueológico


Orto solar en el solsticio de invierno desde el centro de la elipse

“Es difícil describir la maravillosa sensación que se experimenta cuando se tienen la certeza y convicción de que se está ante un importante descubrimiento arqueológico que ha permanecido olvidado durante milenios. Y es común el noble deseo de darlo a conocer y compartirlo. Lo que no podía imaginar Manuel Ruiz, el descubridor de las estructuras que aquí se exponen, es el largo camino que tendría que recorrer para que se reconociese su descubrimiento, ante las críticas y el rechazo que el mismo suscitó ante la administración y la comunidad académica, que consideró que se trataba de unas estructuras geológicas, que no de factura humana.

Es entonces cuando el descubridor se queda en la más absoluta soledad con su descubrimiento, y, cuando verdaderamente se reencuentra con él. Es entonces cuando, y pese a no pertenecer al mundo académico, decide estudiarlo e interpretarlo con la esperanza de que un día se reconozca. Se inicia así un apasionante viaje a la vida de nuestros ancestros en una época dorada de Los Alcores.

No es nuestra intención describir la odisea y las vicisitudes pasadas para que se reconociera el descubrimiento y para que se diera a conocer. Sólo comentaremos que, tras concluir un primer trabajo con un estudio e interpretación de las estructuras, el que fue presentado en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucia ante la incredulidad y apatía de sus funcionarios, llegó el rechazo académico amparado en el mismo motivo: el origen geológico de las estructuras. Huelga decir que ni siquiera nadie las visitó.

Por fin “nuestro azaroso viaje ha terminado; el barco capeó los temporales, el premio que buscamos se ha ganado”. Con toda la satisfacción de haber realizado un extraordinario viaje y haber cruzado un océano de tiempo”.

            Introducción del artículo “Los Anillos de Los Alcores. Descubrimiento Arqueológico. Estudio        e Interpretación” publicado en la revista nacional D&M Magazine y firmado por:

                                   Juan Antonio Morales Catedrático de Estratigrafía
                                   Manuel Ruiz Pineda Licenciado en Derecho y descubridor del yacimiento.


Efectivamente, tras haber descubierto el monumento en 2016, procedí a remitir una Nota junto con un amplio reportaje fotográfico a profesores de Arqueología y de Astrofísica. Y en Octubre de 2016, y tras recibir contestación del profesor Martín Bartelheim de la Universidad de Tübingen mostrando su interés por el yacimiento, decidí darlo a conocer con muy poco éxito.

Sólo destacar la noticia que apareció en el periódico local “La Voz de El Viso” y que tuvo más de 30.000 visitas, todo un record para un medio local(1). Dicha noticia fue copiada por la revista de la Asociación Andaluza Hespérides y otra más de Arqueología. Pensé que seria suficiente para que otros se interesaran y siguieran el camino; pensé que había terminado con Los Anillos. Me equivoqué. No hubo interés por parte de autoridades e instituciones, como tampoco ningún arqueólogo, ni siquiera local, se interesó. Y para colmo llegaron duras críticas a mi persona.

A pesar de todo, con el apoyo y la compañía de mi mujer, continué visitando y escudriñando el yacimiento. Las visitas y exploraciones se hicieron habituales todos los fines de semana, con frio, lluvia o calor, algo que compartíamos con nuestros hijos. La decisión de estudiar e interpretar el monumento con la esperanza de que un día se reconociera iba tomando forma al tiempo que sentía la llamada del mismo e infinidad de preguntas buscaban su respuesta.

Un primer trabajo fue presentado en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucia el 14 de Febrero de 2017. No sin incidencias, pues el “arqueólogo de despacho”, sin ver el trabajo y sin ni siquiera saber de que trataba (tampoco le interesaba), y quizás molesto porque le habían pasado la visita -ya nos advirtieron en otra Sección de la Delegación que no creían que los arqueólogos quisieran recibirnos-, se negaba a aceptar la más remota posibilidad de un descubrimiento arqueológico. ¿Cual? o ¿qué descubrimiento? No importaba. A punto estuve de irme del lugar sin más, hasta que escuche la voz de mi mujer decir: “Bueno, enséñale lo que traes”. Todo cambió.

Al día siguiente, me esperaban en el Departamento de Arqueología de la Universidad de Sevilla su Director y otros arqueólogos, incluido el visitado el día anterior. Todo fue sorpresa, estupefacción y alegría por el descubrimiento, y, aún cuando se quería consultar con geólogo para constatar sin sombra de duda el origen humano, se creía en la certeza del mismo.

Por segunda vez pensé que había terminado con Los Anillos, que el objetivo de su reconocimiento caería sin duda. También erré en mi pronóstico, pues tiempo después se consultó con un geógrafo -que no geólogo-, el que ante la sola exhibición de las fotografías rechazó el origen humano del monumento. El Director del Departamento me comunicó por correo la noticia expresando que el geógrafo consultado excluyó el origen humano de las estructuras y disculpando su error sobre las mismas con la frase: “La verdad es que aparentemente pueden engañar al más experto”. Nadie visitó el yacimiento.





Y no sé porque, pero cuanto más fracasos cosechaba mas sentía la llamada del monumento. Un segundo trabajo menos extenso que el primero se realizó en el que destacaba, además del monumento, su maravilloso e inmediato entorno en el que había otras estructuras arqueológicas: una impresionante Media Luna excavada en plena linde de la cornisa del Alcor a modo de puerto artificial de la que parte una todavía visible escalinata labrada en la roca que une las tierras altas de la
cornisa con las tierras bajas de La Vega, así como dos necrópolis con tumbas de inhumación excavadas en la roca, todo  en una zona en la que en el Catalogo de Yacimientos sólo constan unas viejas canteras. Se presentó el 11/Oct/2017 en el Ayuntamiento de Carmona y el 16/Oct/2017 en la Delegación de Cultura de la Junta, además de publicitarse en este Blog. A partir de ahí, visita a arqueólogo de Carmona, reuniones con el Consejal de Cultura.... y más y más incredulidad y apatía.

Sin embargo, después de requerimientos por escrito al Ayuntamiento de Carmona para que por el Servicio de Arqueología se me de una respuesta sin recibir contestación alguna, y después de meses desde que se presentara el trabajo, ante mi insistencia por boca de arqueólogo del Servicio de Arqueología de Carmona se me informa: “Lo estamos viendo”. Era todo cuanto quería saber. Por primera vez observo que no hay un atrevimiento a descartar el yacimiento arqueológico y que, aún cuando han pasado meses desde que lo conocieran, no hay una negación del mismo y se despachan con la citada frase de que todavía lo estaban viendo.

Decido dar un nuevo impulso. Era necesario un estudio interdisciplinar con participación de alguien de reconocido prestigio en el mundo de la Geología. Los Anillos, aún cuando otros expertos como el geólogo Vicente Maestre o el paleontólogo Idelfonso Bajo habían afirmado su origen humano (aprovecho para agradecer su ayuda desinteresada), no habían pasado un examen geológico ante la Administración que definitivamente reconociese su origen humano y, por ende, su reconocimiento como seguro yacimiento arqueológico. Era necesario alguien de peso en la disciplina de la Geología y, además, con conocimiento y participación en la Arqueología.

Por capricho del destino oigo hablar de un Catedrático de Estratigrafía de la Universidad de Huelva muy vinculado a proyectos arqueológicos que han requerido de su especialidad. El Catedrático resulta ser Vicepresidente de la Sociedad Geológica de España y su extenso curriculum impresiona. Se trata de Juan Antonio Morales González, a quién muestro aquí mi gratitud por su dedicación y esfuerzo desinteresado. Me pongo en contacto con él y consigo su implicación. Le mando el material que examina y estudia, visita junto con un arqueólogo el yacimiento sobre el que se realizan pruebas y....Conclusión: Los Anillos son de factura humana. Su alineación e implicaciones con la Astronomía puestas de manifiesto en anteriores trabajos hacen que nos encontremos ante un impresionante observatorio astronómico de la antigüedad. Los restos dispersos encontrados confirman su antigüedad: cerámica tosca hecha a mano, escorias de fundición, percutores y lascas... Una obra mastodóntica por su envergadura y con claros fines astronómicos. Y se decide enviar artículo a diversas publicaciones con la idea de llamar la atención de autoridades y académicos sobre el descubrimiento para su estudio y protección.

No quiero concluir sin agradecer a mi esposa el apoyo recibido. Puedo decir que mi tercer hijo ha visitado infinidad de veces el yacimiento: primero en el vientre de su madre y después a cuestas en una mochila con tan sólo días de edad; cuando su padre pretendía presentar su trabajo en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucia, allí entre despachos estaba el pequeño junto a su madre; como también estaba presente entre vitrinas colmadas de restos arqueológicos cuando su padre acudía a la llamada del Departamento de Arqueología de la Universidad de Sevilla, y, en tantas otras situaciones. Por ello tengo que decir que ha sido un extraordinario viaje con la mejor compañía.

                                                                                                                      A mi esposa Carina.  

                                                                                                                     Manuel Ruiz Pineda



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