martes, 21 de noviembre de 2023

Rutas por el río Guadaíra: El descubrimiento del Molino de "Ojea"

Restos del Molino de Ojeda o Ojea

El 8 de septiembre salimos de Beca a las cinco de la tarde con treinta y dos grados centígrados. Tomamos la carretera de Morón, la A-360. Una vez que dejamos atrás la urbanización de La Ramira, en la arruinada venta de San José de Campanilla, cogimos a la derecha por la vía pecuaria Cordel o Colada de Pilares y Mancera hasta alcanzar el río Guadaíra. Aparcamos los coches junto a la pasá del río, a la sombra de unos imponentes eucaliptos. Serían las cinco cuarenta de la tarde. 

Iniciamos la ruta siguiendo lo que parecía una canalización flanqueada por eucaliptos, muy deteriorados por el fuego y las plagas, hasta que dimos con los restos del molino de Ojeda o Ojea, como se le nombra en la cartografía histórica. La canalización presenta alguna compuerta en su recorrido. Posiblemente sirvieron para regular el caudal que llegaba al molino y para el riego de las tierras comprendidas entre el ingenio hidráulico y el río. 

Posible esquema

El punto donde estuvo el rodezno se encuentra colmatado. De la sala molinera no ha quedado nada, salvo los michinales donde quedaban encastradas las vigas que sustentaban el piso y que separaba esta dependencia del cárcabo. 

Foto aérea años setenta del pasado siglo donde se puede apreciar aún el molino.

Sobreviven tres almenas decorando uno de los laterales de la atarjea, el más próxima a la sala de piedras. En esta parte pudo existir una fuente y abrevadero. Pasado el molino, el canal continuaba conduciendo el agua durante doscientos metros hasta su desembocadura en el río Guadaíra.
 

Después de tirar numerosas fotos retornamos al punto de partida. Allí comprobamos que el sistema de conducción de aguas traspasaba la vía pecuaria y que, en el río, se construyó una presa con compuertas para regular el caudal. Lo que permitiría cierta molienda y riego en cualquier época del año. 

Proseguimos nuestra ruta por la margen derecha, corriente arriba. Sorteamos el aliviadero de unas balsas situadas a nuestra izquierda que, según se dice, almacenan las aguas tratadas de la depuradora de Morón. En este tramo, el cauce del río se encuentra completamente cerrado por la vegetación: cañas, acebuches, aladiernos, fresnos, eucaliptos, zarzas, palmas, lentiscos... Aquí, un lentiscos singular nos sorprendió por su altura, el grosor de su tronco y el perímetro de cobertura de la corona. 

Un poco más adelante nos internarnos en el cauce, gracias a una mayor presencia de eucaliptos. En este tramo, seco, subsistían pequeños charcones y algunas minúsculas ranas. También aquí constatamos la presencia de jabalíes por sus pisadas y el movimiento de tierras. Muy pronto el cañaveral lo ocupó todo, complicando nuestro transitar por el lecho del río y abandonamos el cauce escalando por la margen izquierda, algo que algunos conseguimos con bastante dificultad. 

Reanudamos nuestra marcha por la ribera entre olivos y tierra calma. Un granado y unos restos cerámicos nos señalaron el lugar donde alguna vez hubo un cortijo o un rancho. A su alrededor, la tierra, sedienta, recién roturada, reclamaba un suministro normal de precipitaciones que no ha llegado a caer en los últimos cinco años. 

Al llegar a una segunda pasá decidimos regresar. Tomamos el camino que, perpendicular al río, partía a nuestra derecha, hasta cruzar la Vereda de Las Tinajas que, en este tramo, se encuentra completamente usurpada. Luego, continuamos por un camino de servidumbre, entre olivos en superintensivos y tradicionales. Según algunas fuentes, en España se concentra el 50% del total mundial y se prevé que para 2030 el 30% del olivar mundial sea superintensivo. 

En un punto, sin percatarnos, cruzarnos la Vereda de Los Molinos o de Mancera, que también ha desaparecido. Luego saltamos una valla para acceder al Cordel o Colada de Pilares y Mancera. Desde allí, nos restaba algo menos de un kilómetro al lugar donde teníamos estacionados los coches. Este último tramo de la ruta cuenta con algunas encinas, coscojas, acebuches, lentiscos, palmas y retamas. 

Dimos dar por concluida la jornada haciendo planes para la próxima escapada.

 

Mapa de la ruta

 Francisco José Gavira Albarrán