sábado, 24 de octubre de 2020

Gandul y tres villas romanas

 

Gandul, punto de encuentro para comenzar esta ruta / Fotos: Antonio y Francisco Gavira

La ruta propuesta tiene siete kilómetros y una duración de tres horas, contando con las paradas. Es de dificultad baja.

Desde Alcalá de Guadaíra nos dirigiremos al despoblado de Gandul. El coche podemos dejarlo a la sombra de dos imponentes moreras; el lugar donde estuvo la conocida como venta de El Puli, al pie de la antigua carretera Sevilla-Málaga.

Iniciaremos nuestro camino por la vía pecuaria vereda de Gandul, que en el despoblado toma el nombre de calle Real. Detrás hemos dejado el molino de Enmedio, el palacio, con el molino de Arriba; el nacimiento del arroyo de La Madre y la casa del guarda.

Pasaremos por la puerta del cortijo de Los Llanos de Gandul. Inmediatamente, a la derecha, pasaremos junto a los paredones del cementerio, la casa consistorial, que también tuvo las funciones de pósito, calabozo y escribanía; y a la izquierda, la iglesia, dedicada a San Juan Evangelista; y ya al final de la aldea, la posada.

Luego la vía pecuaria gira a la derecha, entre chumberas, dejando a su izquierda los restos de la estación de Gandul. Continuaremos hasta el cruce con la antigua vía del ferrocarril, que nosotros tomaremos en dirección a Mairena del Alcor. Al fondo, a nuestra izquierda, la cárcel de mujeres rodeada de un eucaliptal; y, cuando este finaliza, estaremos en el punto por donde accederemos al campamento de Las Canteras.

Eucaliptal del campamento de Las Canteras.

En el campamento podemos encontrar numerosas aves: pitos reales, abejarucos, oropéndolas, carracas, abubillas, pico picapinos, estorninos, verderones, cucos, mochuelos comunes, lechuzas comunes…

En lo que respecta a la fauna, merece especial mención, por los pocos ejemplares existentes, el lagarto ocelado. También pueden encontrarse la culebra bastarda, la culebra de escalera, la lagartija ibérica, la salamanquesa común, el erizo común o la jineta.

También podemos encontrar una gran variedad de plantas, entre las que destacan orquídeas como la Orchis collina Banks & Sol. Ex Russell, Ophrys Tenthredinifera Willd, Ophrys bombyliflora Link., Ophrys Intea Cav., Ophrys bombyliflora Link., Ophrys speculum Link., Ophrys bombyliflora var. Blanca…

Orquídea Fusca

Una vez dentro del campamento continuaremos nuestra marcha, dejando los eucaliptos a nuestra izquierda. Cuando lleguemos a un cruce de caminos, giraremos a la izquierda. Al pasar unas pequeñas construcciones, que en su día fueron gallineros, tomamos a la derecha internándonos unos metros en el eucaliptal para visitar los restos de una villa romana, que conocemos como Villa Emilia.

En 1982 tuvo lugar una intervención arqueológica dirigida por Víctor Hurtado y Fernando Amores, auspiciada por la Universidad de Sevilla, donde se excavaron dos villas romanas: Villa Emilia y Gandul II, además del mausoleo circular, que se restauró.

En Villa Emilia podemos apreciar diferentes dependencias, destacando sobre todas ellas los baños. Hasta hace poco una imponente piedra de molino permanecía a la vista de sus visitantes.

Dependencias de Villa Emilia
Baños de Villa Emilia
Piedra de molino en Villa Emilia

Desde allí, regresaremos al cruce de caminos, que esta vez continuaremos de frente. El camino se irá apartando del eucaliptal y de unos naranjos. Entre los eucaliptos podemos ver una antigua cantera romana de donde se extraía material para la construcción de edificios.

Seguiremos caminando hasta dar con un pozo abrevadero, vestigio de un cerrado de reses bravas que existió en el lugar. Desde ese punto, a la derecha, en dirección a la vía del ferrocarril, se encuentran los restos de otra villa romana, a la que Víctor Hurtado y Fernando Amores bautizaron con el nombre de Gandul II. También aquí se aprecia la zona de los baños, donde se constata el empleo de revestimiento con mortero hidráulico.

Abrevadero del antiguo cerrado de toros
Baños de la Villa Gandul II
Atarjea de una antigua huerta

Regresaremos al camino para continuar la ruta. En una atarjea, torceremos a la izquierda, en dirección a la villa romana que hemos denominado de Martín Navarro, por su cercanía a la hacienda del mismo nombre, donde una vez pudimos apreciar restos de muros y un suelo de pequeños ladrillos dispuestos en forma de espigas de trigo.

Suelo de la villa Martín Navarro

Sobre nuestros pasos, partimos del lugar con una desagradable sensación de impotencia ante los expoliadores de nuestro patrimonio.

Por el camino, las chumberas, palmas, pitas y esparragueras nos acompañarán a tramos, hasta divisar una construcción circular en lo alto de una loma, se trata de un mausoleo romano. Este monumento es del siglo I d.C. Podemos ver que la única parte conservada es la primera hilera de sillares, el resto es producto de una restauración. En su interior todavía se conservan unos nichos funerarios, columbarios, pertenecientes a enterramientos de incineración. 

Ya que estamos cerca de la zona dolménica merece la pena andar unos metros para ver el denominado Tolos de Las Canteras y el dolmen de Los Vaqueros.

Mausoleo circular

Desde el mausoleo circular bajaremos a la zona de chumberas para intentar descubrir una cuarta villa romana a escasos cincuenta metros de la vía del ferrocarril. Son muros casi imperceptibles que se prolongarían hasta la zona con más potencia de sedimentos. 

Regresaremos por la antigua vía del tren comentando lo que hemos visto: la importancia que tiene la formación de Los Alcores desde diferentes puntos de vista (geológico, paleontológico, paisajístico, medioambiental, arqueológico…) y el abandono que sufre por parte de las diferentes administraciones, y la necesidad de rescatar y dignificar los bienes patrimoniales por parte de los ayuntamientos y la administración autonómica, con la finalidad de que sea utilizado por la sociedad.

Antigua vía del ferrocarril

La parte de la ruta que corresponde al campamento de Las Canteras no la podemos hacer en la actualidad, debido al vallado perimetral que, de facto, ha privatizado los terrenos en beneficio de la multinacional estadounidense General Dynamics.

Mapa de la ruta


sábado, 10 de octubre de 2020

Miradores de La Retama

 

Ruta: Antonio Gavira Albarrán / Fotos: Antonio y Francisco Gavira Albarrán

La ruta de hoy tiene unos seis kilómetros. Es circular y de una duración de tres o cuatro horas, dependiendo de las paradas para disfrutar de las vistas. La dificultad es baja.

Saldremos de la plaza de El Perejil para cruzar el río Guadaíra a través del puente de Jesús Nazareno, conocido popularmente como “puente romano”. Luego giraremos a la derecha para tomar el camino de La Retama. Este es un camino amplio y cómodo de andar, que nos irá llevando –entre olivos, naranjos, pinos, encinas, etcétera–hacia los cerros que vamos a visitar.

Dejaremos atrás la antigua estación de bombeo, construida por la compañía de aguas inglesa a finales del siglo XIX, y el arroyo de El Negro. Frente a nosotros se encuentra el cerro de Las Pedreras. El camino gira a la derecha y posteriormente a la izquierda, y, al poco, ya entre eucaliptos, nos encontramos con un cruce.


Estación de bombeo de La Retama

Giramos a la derecha y vemos delante de nosotros el cerro de La Fuensanta, el más bajo de los tres que vamos a visitar. Avanzamos unos metros y abandonamos el camino, tomando una pequeña senda que va acompañando al cerro por la izquierda, el sur. Pronto llegamos a una valla, tras la cual se encuentra un pequeño olivar. En este punto giraremos a la derecha y comenzaremos un suave ascenso hasta coronar el cerro. Aunque se trata del mirador con menor altura, las vistas del Castillo y la Torre Gorda, las cuevas trogloditas, que se están ocupando nuevamente, y del río, no dejan de ser interesantes.

Subida al cerro de La Fuensanta.

Depósito subterráneo de La Fuensanta.

Vistas del Castillo de Alcalá desde el cerro de La Fuensanta.

Continuamos con la ruta bajando por la zona norte. Un carril nos lleva hacia la rotonda del puente del Dragón. Cruzamos en dirección al cerro de Villalba [i] y lo rodeamos, dejando a la derecha la fuente de La Judía –una bóveda sobre el suelo– y los molinos de Vadalejos, algo más abajo. Entramos en un corredor con un gran farallón a la izquierda, donde podemos ver helechos –cosentinia vellea subsp.–, y a la derecha almeces. Al salir aparece frente a nosotros el molino de Realaje y el edificio de El Adufe. Tomamos el camino que asciende a nuestra izquierda [ii]. Este camino tiene un pequeño repecho en mal estado. Al poco de pasarlo, debemos tomar a la izquierda, dejando el camino, y comenzamos la suave subida hacia el mirador del cerro de Villalba.

Cerro Villalba desde el molino de El Realaje o Pie Alegre.
Galería en el cerro de Villalba.

El cerro de Villalba ofrece una nueva perspectiva del Castillo, el río y el puente del Dragón. Si avanzamos un poco hacia el suroeste podemos ver cómo este cerro baja en forma de talud hacia una llanura que lo separa del cerro de La Fuensanta y el de Los Ángeles. Se trata en realidad de un antiguo meandro del río Guadaíra abandonado por este hace miles de años.

El cerro de Villalba está recorrido por un camino que discurre en dirección oeste que nos irá llevando hacia la zona más elevada de nuestro recorrido, unos 72 m.s.n.m., si nos desviamos del camino hacia la derecha, como si fuésemos en dirección a Sevilla, iremos descendiendo suavemente hasta toparnos con la valla que separa a la finca de Los Ángeles. Desde este lugar tendremos unas magníficas vistas de la ciudad de Sevilla, los polígonos industriales, olivares y tierras de labor que se extienden hasta Torrequinto, El Acebuchal y el río Guadaíra, con sus aguas y arboledas, y en cuyo margen derecho podemos ver los restos del molino de Pelay Correa.

Vista del camino a Los Ángeles desde el cerro de Villalba
Vistas de Sevilla.

Junto a la valla podemos ver una pequeña senda. Nosotros la tomamos en dirección sur e iremos junto a esta, hasta tener nuevamente a nuestros pies el meandro abandonado del río. Vemos que junto a la valla aparece una empinada cuesta destrozada por las motocicletas y los quads. Subimos la pendiente que nos llevará hasta el cerro de Los Ángeles.

Pronto, el camino comienza un ligero descenso hacia una carretera. Para poder sortear el obstáculo podemos aprovechar un paso de aguas de unos 1,80 m. de altura que atraviesa esta vía y así salimos junto a un olivar. Rodeamos el olivar y llegaremos a un pozo, cuyas escaleras de bajada están esculpidas en la roca de albero. Si avanzamos junto a los restos de un seto, llegaremos a unas pequeñas encinas, Quercus rotundifolia. Una pequeña senda discurre por el eucaliptal, desembocando en un camino. Lo cruzamos e iniciamos el ascenso al último cerro que visitaremos hoy, el de Las Pedreras.

Eucaliptal en el camino al cerro de Las Pedreras.

Este mirador excepcional nos permitirá tener una panorámica del meandro del río Guadaíra, la Puerta de La Barqueta, el puente de Jesús Nazareno o puente romano, el Calvario y, especialmente, El Arrabal y el Castillo de Alcalá, con las corachas, la Torre Gorda y el santuario de Nuestra Señora del Águila coronando el conjunto.

Últimas vistas de esta ruta.
Calvario y ermita de San Roque, a lo lejos.
Castillo de Alcalá, ermita Ntra Señora del Águila y barriada desde el Cerro de Las Piedras.

Tras un merecido descanso, disfrutando del entorno, tomamos a la izquierda y bajamos nuevamente por una pequeña senda que nos dejará en el camino de La Retama y nos conducirá hasta nuestro punto de partida.

Mapa de la ruta: Antonio Gavira Albarrán.

[i] En este punto se encuentra el depósito subterráneo de La Fuensanta.

[ii] En la zona se localiza una de las galerías que existen en la zona de la Retama.


jueves, 1 de octubre de 2020

La Mesa de Gandul y subida a El Toruño

 

La Mesa de Gandul desde Rompe Costales / Fotos: Francisco y Antonio Gavira

La ruta de hoy tiene seis kilómetros, es circular y no presenta ningún tipo de dificultad. Podríamos realizarla en unas tres horas, dependiendo de las paradas que realicemos para disfrutar de un espectacular y sorprendente paraje.

Partiremos desde el campamento de Las Canteras por la vía del ferrocarril en dirección Mairena del Alcor. Una vez lleguemos a una antigua casilla del tren apeadero situada en el cruce con el camino de Gandul a Mairena, hoy usurpado [i] y dado que no será posible proseguir por allí, continuaremos unos metros hasta que la valla desaparezca para seguir, una vez dentro, en dirección contraria a nuestra marcha hasta situarnos nuevamente a la altura de la casilla. A continuación, tomaremos a la izquierda para acercarnos –entre una frondosa vegetación, donde las higueras y las zarzasmoras prevalecen– a la conocida como fuente romana de Cañada Honda o de Gandul, distante unos cien metros bajando por la vaguada [ii].

La antigua vía del ferrocarril Sevilla, Alcalá y Carmona, con el mausoleo circular romano al fondo


Punto desde donde partirá nuestra ruta. Cañada Honda y La Mesa de Gandul, al fondo.

Punto desde donde partirá nuestra ruta. Cañada Honda y La Mesa de Gandul, al fondo.

Si hemos visitado la fuente, tendremos que volver sobre nuestros pasos y seguir en dirección a El Toruño por el camino público flanqueado siempre por chumberas, acebuches, lentiscos, retamas, palmitos…

En todo el recorrido podemos observar numerosos restos de cerámica y muros. Al llegar a un cruce de caminos veremos a la izquierda un olivar y El Toruño en la parte más alta de este. El Toruño es el punto geodésico más elevado de Alcalá. Nosotros continuaremos de frente para dirigirnos hacia el camino público de Rompe Costales [iii], para desde allí girar a la izquierda y tomar un sendero que se encuentra cubierto de acebuches. Llegaremos así a una zanja en el camino, la acompañaremos hacia arriba y haremos nuestra entrada en La Mesa.

El palmar de Gandul con El Toruño al fondo.

El Toruño es el punto geodésico más elevado de Alcalá.

La Mesa de Gandul presenta una superposición de ciudades de distintas épocas. Son abundantes los restos de la Edad del Cobre, también llamada Calcolítico, de la Edad del Bronce, tartésicos, íberos, cartagineses, romanos, etcétera.

Las excavaciones han permitido demostrar la ocupación continuada del poblado desde el Calcolítico hasta el mundo romano. Comienza a poblarse a fines del III milenio a.C., localizándose restos de viviendas con base de piedra dispuesta entorno a un hogar. Se encontraron restos cerámicos y molinos de piedra e idolillos calcolíticos de grandes ojos similar al encontrado en el “tholos” de Las Canteras.

La ciudad romana se superpone al poblado ibero y calcolítico extendiéndose por toda La Mesa, permaneciendo en buena medida sin estudiar. Una de las teorías es que puedo tratarse de Irippo [iv].

En La Mesa podemos encontrar abundante cerámica republicana e imperial –especialmente significativa es la terra sigilata–, monedas, fragmentos de estatuas y mosaicos; construcciones urbanas, como cisternas, muros de casas y templos, capiteles; restos de una fuente en la vaguada norte; un posible anfiteatro situado al noroeste, entre la ciudad y el mausoleo circular, que se encuentra dentro del campamento de Las Canteras. Esta ciudad romana se encontraba coronada por numerosas villas de explotación agraria de gran entidad que estuvieron ocupadas desde época de Augusto hasta el siglo IV [v].

Restos de muros en la zona de La Mesa.

Las excavaciones han permitido demostrar la ocupación continuada del poblado desde el Calcolítico hasta el mundo romano.


Potencia del yacimiento arqueológico.


Olivar de La Mesa con abundante cerámica.

Nosotros tomaremos a la derecha e iremos rodeando La Mesa. Desde numerosos lugares tendremos una perspectiva inmejorable de la vega del Guadaíra, el Salado y de la Sierra de Espartero. Si somos buenos observadores podremos ver cómo las construcciones se distribuían a lo largo y ancho de toda la elevación e incluso podremos ver aún en pie restos de edificios.

Una vez que hayamos recorrido todo el perímetro de La Mesa llegaremos a la base de El Toruño, una antigua torre o bastión del bronce final. Subiremos al Toruño y desde él dominaremos toda la zona. Si miramos en dirección a Sevilla, podremos ver la necrópolis de Gandul. Está constituida por siete sepulcros bastante próximos, a los que habría que añadir el de la Cañada del Carrascal situado en el término de Mairena del Alcor. Corresponden al modelo de “tholos”, con cámara circular y galería estrecha, salvo el sepulcro de la Casilla, que responde al modelo de galería, formado por un gran pasillo amplio sin diferenciación de cámara alguna. Sus tamaños oscilan entre los siete metros y medio del pequeño “tholos” de Las Canteras hasta los 16 metros y medio del dolmen de La Casilla. Todos están recubiertos en su interior, bien de pizarra –en mampostería, como en El Vaquero, o grandes lajas como en Las Canteras o Cañada Honda– o con ortostatos, como en el Pedrejón. Tres de ellos –Vaquero, Cañada Honda G y Término– presentan una cámara secundaria adosada a la principal. El túmulo de tierra sirve de masa de compactación y equilibrio de presión para evitar el hundimiento del muro.

Aunque en principio es un enterramiento colectivo, a veces se entierra solo una pareja. Se reutilizan posteriormente para enterramientos sucesivos. También encontramos enterramientos más modestos en las proximidades y en la tierra del propio túmulo. La orientación de casi todos los dólmenes de Gandul es Este o Sudeste.

El mausoleo romano fue descubierto por Fernando Amores y Víctor Hurtado en una campaña de excavación realizada en 1982. Se trata de un columbario del siglo I, un enterramiento cilíndrico. Tiene 8,20 metros de diámetro, compuesto por sillares trabajados en cuña rodeando una fosa circular excavada con una escalera de acceso y dos hileras de nichos.

A su alrededor, al igual que en los dólmenes, se localizan tumbas “satélite”, cubiertas estas con tégulas dispuestas a dos aguas, una de las cuales sobresale del suelo al pie del muro circular.

Algo a la derecha se encuentra el dolmen llamado la Cueva del Vaquero. Presenta un pasillo excavado en el suelo, de doce metros de largo, que se abre a una cámara circular a la que se adosa una más pequeña y baja. Es un dolmen del campaniforme 2400-2000 a.C. El pasillo tiene 1,30 metros de alto y la cámara alcanza los 2, 30 metros de alto. El pasillo está excavado en el terreno, compuesto de mampostería y cubierto con lajas de piedra. Presenta en la cámara un pequeño poyete al fondo a la derecha, frente a la segunda cámara pequeña.

A la izquierda de la Cueva del Vaquero se encuentra el Tholos de Las Canteras. Fue excavado por Víctor Hurtado y Fernando Amores en 1982. La cámara es circular y tiene unos dos metros de diámetro; y las paredes, también excavadas en la roca alberiza, se inclinan cerrándose desde el suelo, recubierto con pizarra el pasillo y el techo.

A la derecha sobre el horizonte quedan los túmulos de Bencarrón. En la finca de olivos que tenemos delante se encuentra el Dolmen de La Casilla y al fondo, en dirección a Mairena, el dolmen del Término, que recibe este nombre por estar situado junto al camino de linde entre los términos de Mairena y Alcalá. Este túmulo es de los pocos que no lo excavó Bonsor. En 1971, Collantes y Sánchez lo excavan, abriéndolo desde arriba y rompiéndolo. Fue reconstruido completamente [vi].

Girando a la izquierda se aprecia al fondo la iglesia de la aldea de Gandul. Bajamos de El Toruño, y saliendo por la abertura que hay en la muralla volveremos sobre nuestros pasos al campamento de Las Canteras.

Sierra Sur, desde La Mesa de Gandul.

Desde el Toruño, palmar de Gandul con el campamento de Las Canteras al fondo.


[i] El camino público de Gandul a Mairena, según el PGOU, el Inventario de caminos del término municipal de Alcalá de Guadaíra y el plano del Instituto Geográfico y Catastral de 1945, tiene su comienzo en el despoblado de Gandul. Hoy se encuentra cortado por un vallado. El camino cruza las tierras del marquesado de Gandul, cruza la antigua vía del ferrocarril Sevilla, Alcalá y Carmona, justo a la altura de una casilla apeadero, pasa junto al dolmen neolítico “Del Término”, para finalizar en el también llamado camino a Mairena del Alcor.


Plano del Instituto Geográfico y Catastral de 1945.

[ii] Es necesario obtener autorización para acceder a las zonas que no son de dominio público. Los bienes de dominio público son “inalienables, inembargables e imprescriptibles”, es el caso de los que se citan en el texto. Constitución Española, Código Civil, Ley de Bases del Régimen Local… Los bienes de dominio público son “inalienables, inembargables e imprescriptibles”. También recoge, la LBRL, en su artículo 25.2 d), que el Municipio ejercerá competencias en conservación de caminos y vías rurales.

[iii] El camino de Rompe Costales, según cuentan los más mayores, debe su nombre a que por él transitaban carros con costales de grano que solían romperse con las ramas de los acebuches que sobresalían al camino.

[iv] Joaquín Pascual Barea, Congreso Internacional Fortificaciones en el entorno del Bajo Guadalquivir (Alcalá de Guadaíra, 2002), págs. 169-177. https://rodin.uca.es/xmlui/handle/10498/16338

[v] En los lugares recónditos, como este, se ocultaron algunos republicanos después del golpe de estado.

[vi] Debido a la privatización de facto del campamento de Las Canteras, a favor de la multinacional estadounidense General Dynamics.

Mapa de la ruta.