sábado, 27 de junio de 2020

Piedra Hincada y la Cañada del Chochar.


Panorámica del Cerro Gordo / Fotos de la ruta: Antonio García Mora, Félix Ventero, Antonio Gavira y Francisco Gavira.
La ruta de hoy tiene 9,4 kilómetros de longitud, es circular y la podemos realizar en tres horas y media con tranquilidad [1]. El punto de partida lo hemos situado en la calle Polisol ocho. En coche, una vez que hemos pasado el cruce de Montecarmelo, dirección Mairena del Alcor, en la primera rotonda torceremos a la izquierda para aparcar inmediatamente. Andando, desde Alcalá, tendríamos que cruzar por el paso subterráneo de la A-92, para luego callejear hasta el lugar antes señalado.
Estamos en plena dehesa de Piedra Hincada, topónimo con el que se conoce una amplia zona de unas 300 hectáreas. Comenzaremos a andar en paralelo a la A-398. A unos 350 metros, al otro lado de la carretera, veremos una edificación encalada con un portón verde flanqueado por palmeras. Es una antigua casa de postas, conocida con el nombre del El Villón o Parador de Buenavista [2], un lugar de parada para las diligencias que transitaban por la carretera Sevilla-Madrid, conocida hoy como Cortijo de Piedra Hincada. Se dice de él, que, con posterioridad a su función de casa de postas, fue convertido en explotación de carácter fundamentalmente ganadero, y que su geométrico caserío, bien conservado, se articula en torno a un patio cuadrado. En la fachada, además de la portada, se localiza el señorío, de doble altura. El resto de las dependencias son de una sola planta, a excepción de la nave que cierra el fondo del patio, que cuenta con un soberado y un palomar [3].
Cortijo de Piedra Hincada
Continuando nuestra ruta, a unos 300 metros divisaremos, a nuestra izquierda, una antigua cantera. Merece la pena visitarla. Es un auténtico laberinto tallado en la calcarenita. En este lugar, nuestra imaginación echará a volar sobre si lo que contemplamos tiene un origen romano o medieval. En todo caso, conviene recordar que Piedra Hincada, durante siglos, suministró sillares con los que se levantaron muchas construcciones de importancia en nuestra comarca. Se encuentra perfectamente documentado el empleo de sillares de Alcalá en la construcción de la Catedral de Sevilla [4]; una labor ingente, sobre todo teniendo en cuenta que las técnicas y las herramientas de trabajo eran realmente rudimentarias. Aún hoy podemos ver, claramente, los cortes realizados e incluso algunos sillares o trozos de piedra no cortada [5].
Cantera con cortijo de Piedra Hincada al fondo
La zona donde nos encontramos conserva un número importante de encinas (quercus rotundifolia), pertenecientes a una dehesa que antaño estuvo mucho más densamente poblada, pero que, aún hoy, dado su aislamiento, constituye un refugio importante para la vida vegetal y animal.
El siguiente tramo de la ruta discurre en paralelo a las traseras de unas huertas, hasta situarnos a los pies del conocido como Cerro Gordo. En las faldas del cerro podremos ver encinas, algarrobos, acebuches, coscojas, retamas, tomillos, palmitos, etcétera. Merece la pena subir para contemplar unas magníficas vistas de la Dehesa Nueva, que nos darán una ligera idea de cómo fueron los alcores en otras épocas y, como contrapunto, en la cara sureste, la inmensa cantera de la cementera devorando nuestro patrimonio natural.
Donde estuvo el cerro del Relojero
En la base del Cerro Gordo se encuentra lo que en su día fue la Huerta de El Mohíno, que luego pasaría a llamarse Huerta de Camisón y hoy es propiedad de la cementera. En este punto existió uno de los registros de la conducción construida por The Seville Water Works Company Limited (SWW), que traía las aguas captadas en la Hacienda de Clavinque, en Mairena del Alcor, para abastecer a Sevilla.
Granjas desde el carril de Martín Navarro
Desde la Huerta de Camisón entraremos, brevemente, en la Cañada del Chochar, para continuar, a lo largo de 900 metros, por el carril de Martín Navarro. A nuestra derecha se encontraba el Cerro del Relojero, que también ha desaparecido por las extracciones de albero de la cementera. Según cuentan, entre los olivos del cerro, allá por los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, un tal Romerito aún sembraba tomates. El olivar contaba con pozo y casilla nombrada de la misma manera, del Relojero. Con anterioridad había pertenecido a la Dehesa Nueva. A la izquierda del carril, por donde transitamos, huertas y alguna explotación ganadera. En esta zona se encuentra el segundo de los registros de la SWW, dentro de una haza que fue de Joaquín Mora [6].
El siguiente tramo es de subida, hasta situarnos en lo alto de un cerro, donde, quizás, tengamos los mejores atardeceres con Sevilla como telón de fondo; un lugar donde se experimenta una sensación de altura que no se corresponde con la cota en la que nos encontramos. Desde allí, el alcor se hunde en las terrazas del Guadalquivir entre olivares que pertenecen a la Hacienda de la Soledad o Nueva.
Desde este cerro se pueden disfrutar de magníficas vistas de Sevilla
La zona donde nos encontramos estuvo completamente cubierta de olivares hasta donde se perdía la vista. Las propiedades eran divididas por grandes vallados de setos vivos en los que proliferaban el acebuche, la coscoja, el lentisco, la cornicabra, el espino majoleto, rosales silvestres, torviscos, etcétera. Hoy día podemos ver numerosos claros, como consecuencia del arranque de olivos buscando la explotación de otros cultivos más rentables, lo que a su vez ha provocado la desaparición de la mayoría de los vallados.
Descenderemos el cerro entre setos vivos y olivos. Cruzaremos el camino de Pero Mingo, reducido en este punto a la mínima expresión, para aproximarnos a la Hacienda de Los Jiménez, que aparecerá justo enfrente a nosotros, entre olivos. De la hacienda destacamos las crujías con alineamiento de arcos de medio punto, ya sin la cubierta, que aún conservan en su interior los restos de más de veinte tinajas de vino que nos proporcionan una idea del cultivo predominante en esta zona durante el siglo XVIII. La gañanía, la torre de contrapeso, el patio con pozo y las dependencias que sirvieron de vivienda son dignas de un estudio en profundidad. Esta hacienda, hasta mediados del siglo XX, fue una venta y escenario de la leyenda de Bigote [7]. La Hacienda de la Soledad o Nueva nos queda a la derecha, a unos 400 metros, en un estado de conservación excelente [8].
Torre de contrapeso y entrada de la Hacienda de Los Jiménez

Tinajas en la Hacienda de Los Jiménez

Abandonaremos Los Jiménez para dirigirnos al camino de Matatoros, también llamado de la Hacienda Nueva, dejando a nuestra espalda la torre de contrapeso, rematada por almenas y una cruz humilladero que jalona el espacio delante de la fachada [9]. Andamos sobre un gran yacimiento arqueológico catalogado en el PGOU.
Una vez en el camino, lo tomaremos a la izquierda hasta llegar a la Cruz de Otivar. En esta zona se ubica otro de los registros de la SWW. Desde allí hasta la cañada del Chochar, que nos saldrá perpendicular a la izquierda, hay 400 metros flanqueados por huertas y olivares.
Cruz de Otivar
La Cañada del Chochar tiene 3,2 kilómetros hasta la A-398. La margen derecha formaba parte de la dehesa de Piedra Hincada y fue propiedad de Vicente Belloc, entre otros, hoy de la cementera. A la izquierda se suceden las huertas, comenzando con la del Negro, conocida también como el Huerto de Tejeringo, Huerta de la Cañada o la Huerta de Capita. Le seguían la huerta del Huertita, la huerta de Lunares o de Camacho y el olivar de Pérez, un panadero de campo que recaló en aquel lugar.
Cañada del Chochar con la cantera a la derecha
Cuando lleguemos nuevamente a la Huerta de Camisón, las huertas pasarán a estar en la margen derecha de la vía pecuaria y la Dehesa Nueva a nuestra izquierda. Estamos ante el más importante encinar de la comarca de Los Alcores. Allí, junto a la encina podemos encontrar acebuches, coscojas, lentiscos, cornicabras, jaras, retamas, matagallos, majuelos, espinos negros, hediondos, jaguarzo negro, cantuesos, palmitos o tomillos y un largo etcétera de herbáceas.
Cañada del Chochar en la Dehesa Nueva
La fauna presenta, entre otras, las siguientes especies: ratonero, milano, águila culebrera, cernícalo común y primilla, cuervo, lechuza, mochuelo… Zorros, liebres, conejos, meloncillos, ginetas, erizos… Culebra de escalera, lagarto ocelado, etcétera.
De esa forma llegaremos a la A-398, donde pararemos unos instantes para hablar de la Hacienda de Martín Navarro, distante de nosotros 400 metros en línea recta. Al comienzo de la ruta la pudimos ver, a lo lejos, entre naranjos. Esta imponente construcción de principios del siglo XVIII se atribuye a Alonso Jiménez, por encargo de la orden de La Merced. Se quiere ver en ella un híbrido entre hacienda y convento, articulado en torno a un gran patio rectangular porticado con una sobresaliente fachada, de orden dórico. Cuenta con capilla y molino bien conservado, con solera, rulos y viga de la prensa [10]; un edificio que ha sido testigo de numerosas historias y escenario de la serie La peste.
Hacienda de Martín Navarro
La última etapa, de un kilómetro cuatrocientos metros, discurre por la carretera de servicio y arcén hasta llegar al punto de partida.
Mapa de la ruta.
[1] Antonio Gavira Albarrán, para la ruta del 18 de enero de 2003, organizada por Alwadi-ira.
[2] Mapa topográfico elaborado por el Instituto Geográfico en 1873. En el mapa topográfico elaborado por el Instituto Geográfico y Estadístico en 1918, conserva el nombre de Parador de Buenavista. En el mapa topográfico y parcelario elaborado por el Instituto Geográfico y Catastral en 1945 aparece ya con el nombre de Hacienda de Piedra Hincada. En la actualidad se le reconoce como cortijo.
[3] Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio: Cortijos, haciendas y lagares de la Provincia de Sevilla. Junta de Andalucía, 2009, pág. 915. Se le nombra cortijo de Piedra Hincada.
[4] Alfonso Jiménez Martín: La catedral gótica de Sevilla: fundación y fábrica de la “obra nueva”. Universidad de Sevilla, 2007, págs. 171-172.
[5] Antonio Gavira Albarrán, para la ruta del 18 de enero de 2003, organizada por Alwadi-ira.
[6] Plano parcelario, Cañada de Otivar, 1942.
[7] Antonio Gavira Albarrán nos cuenta: “Bigote, un cazador furtivo, acudía asiduamente a la venta de Los Jiménez (junto a la Hacienda Nueva) donde, tras tomar algunos vasos de vino, alardeaba de las piezas que cazaba en la dehesa cercana. El guarda de la citada propiedad, igualmente asiduo de la venta, harto de la actitud de Bigote, y después de conminarle en multitud de ocasiones que cejase en su actividad, amenazó con matarlo si volvía a verlo cazando en la propiedad que vigilaba. Un día de fuertes lluvias, Bigote aprovechó para volver a ir de caza pensando que nadie estaría vigilando la finca estando el tiempo tan malo, pero el guarda, conociendo los lugares preferidos por Bigote para la caza ya hacía tiempo que lo acechaba. Al salir Bigote de la finca con las piezas cobradas, éste, que le esperaba escondido, disparó y dio muerte a este personaje. Ese día las lluvias no cesaron e incluso llegaron a ser copiosísimas, de manera que quedó en la memoria colectiva, de ahí el dicho ‘llueve más que cuando enterraron a Bigote’. Y se dice que hasta hace muy pocos años aún se podía ver en un olivo cercano a la dehesa una señal que indicaría el lugar exacto donde se produjo esta muerte”.
[9] Ídem.
[10] Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio: Cortijos, haciendas y lagares de la Provincia de Sevilla. Junta de Andalucía., 2009, págs. 360, 361 y 362.

Francisco Gavira Albarrán

jueves, 18 de junio de 2020

RECUPERAR LA ICTIOFAUNA DEL RÍO GUADAÍRA.

Molino de Las Aceñas


En enero de 2018 la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir elaboró un proyecto con la finalidad de “recuperar” los peces autóctonos del río Guadaíra, su ictiofauna, dándole continuidad longitudinal al cauce con diez actuaciones, en otras tantas “barreras”, que, supuestamente, lo impiden.

Dado que la CHG sigue siendo un organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, un anacronismo que persiste a pesar de que más del 90% de la cuenca se encuentra dentro del territorio andaluz, el proyecto fue remitido a Madrid con el objeto de conseguir el Informe de Impacto Ambiental, siguiendo la tramitación simplificada en aplicación de la Ley 21/2013, de 9 de diciembre, de evaluación ambiental, elaborada por el primer gobierno de Rajoy.

Resulta chocante que la CHG utilice el procedimiento simplificado cuando la mayoría de las actuaciones tendrán lugar en un área incluida en la lista de Lugares de Importancia Comunitaria de la Red Natura 2000, por albergar especies como la pardilla (Rutilus Lemmingii) o el calandino (Rutilus alburnoides), entre otras, y con una extensión de 227,10 ha., lo que, sin duda, aconsejaría utilizar uno más garantista, como es la Evaluación de Impacto Ambiental ordinaria, marcando así distancia con la Junta de Andalucía, que mediante decreto ley 2/2020, de 9 de marzo, ha eliminado garantías ambientales y menospreciado la participación de la ciudanía escusándose en el “fomento de la actividad productiva”, pero no ha sido así.

En Madrid se procedió a cumplir con el trámite de información pública, notificándose a todos los ayuntamientos afectados, entre ellos al nuestro, Alcalá de Guadaíra, también a la Diputación Provincial, a las delegaciones con competencia de la Junta de Andalucía y los grupos ecologistas. Sorprendentemente, ningún ayuntamiento de la cuenca planteó alegaciones, ni tan siquiera respondieron a la misiva. El informe favorable se ha publicado en el BOE el 27 de abril, de este año, lo que ha motivado la personación de la Sociedad Ecologista Alwadi-ira en el procedimiento.

El impacto derivado de las obras que se proyectan en el cauce del río, consistentes en la sustitución de vados por otros de igual o superior envergadura, la demolición del azud de El Morillo, la eliminación de restos de un azud en Alcalá de Guadaíra, que pudieran ser los del desaparecido molino de La Torrecilla y la construcción de una “escala para peces” en el molino de San Pedro tendrán, necesariamente, unas repercusiones desastrosas en las escasas láminas y sus ecosistemas asociados, lo que de facto nos distancia de las recomendaciones de la Directiva Marco de Agua. La CHG no entiende que no todos los ríos se comportan de la misma forma o están asociados a un rico patrimonio, como es el caso del Guadaíra.  

A estas alturas la CHG debería tener claro que lo más urgente para el río es recuperar un caudal con suficiente calidad química, eliminando los salideros de los colectores, las captaciones de aguas para riego, estableciendo controles eficaces sobre la industria contaminante, evitando la erosión que genera la agricultura, reforestando las riberas con especies autóctonas…, todo ello combinado con medidas que eviten la propagación de especies invasoras y recuperando el riquísimo patrimonio hidráulico de los molinos y zúas. La continuidad longitudinal de paso para la ictiofauna en el río Guadaíra se garantiza manteniendo limpios los cubos de los molinos y durante las crecidas del río, como ha venido sucediendo a lo largo de los últimos 1000 años.

Francisco Gavira Albarrán


miércoles, 17 de junio de 2020

7ª El arroyo de Guadairilla.

Arroyo de Guadaírilla

Cuando hablamos de bosques, a todos se nos viene a la mente grandes extensiones arboladas de alcornoques, de pinsapos, impresionantes hayedos y robledales, donde se pierde la vista y se echa a volar la imaginación. Pero no nos podemos esperar que a menos de cinco kilómetros del núcleo urbano de Alcalá de Guadaíra tengamos uno de los mejores ejemplos de bosque de galería o de ribera mejor conservados hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta de toda Andalucía, el bosque de galería del arroyo de Guadairilla o Maestre (por discurrir su último tramo por esta finca).

Se trata de un paraje que comprende los dos últimos kilómetros del arroyo de Guadairilla y que no hace más de cuarenta años ocupaba una extensión mucho mayor. Pero la actividad agrícola, los incendios y la grafiosis están provocando un grave deterioro sobre este tipo de formaciones.

A él podemos llegar fácilmente desde los Pinares de Oromana por dos vías:

1ª.- Camino de Maestre. Se trata de un camino que tiene unos 2,5 km. y que comienza en el Club de Tenis Oromana. Se dirige hacia el antiguo camping, pasa por la Hacienda Oromana y la Hacienda Olivera, llega al Cortijo de Maestre, que se encuentra en lo más elevado de estos alcores, y desde allí el camino desciende una pequeña pendiente de unos 500-600 m., desde donde podremos tener unas magníficas panorámicas del arroyo y de la vega del Guadairilla.

Hacienda Oromana



Cortijo de Maestre

Camino de Maestre.

Algo más adelante nos encontraremos con el arroyo, que es cruzado por este camino. Desde este punto hacia el Guadaíra, donde desemboca, hay poco más de un kilómetro. Una vez allí nos podemos acercar al famoso Molinillo Hundido, uno de los innumerables molinos harineros que funcionaron sobre el Guadaíra.

 

Arroyo Guadairilla.


El Guadairilla en invierno.

Ejemplan de eucalipto en el Guadairilla.

2ª.- Por el antiguo camino vecinal que iba de Alcalá a Utrera. Se parte desde el mismo punto, pero esta vez por la puerta del Club de Tenis Oromana, siguiendo por detrás del antiguo camping, Club de Tiro, pinares de la Boticaria hacia Cuesta Carretilla. Hasta este punto habremos recorrido un camino de unos 3 kilómetros en suave pendiente, y desde allí también podremos disfrutar de buenas panorámicas de toda la Vega y del curso del Guadairilla.

Cuesta Carretilla.

Panorámica desde Maestre.

En este cerro podemos encontrar restos de cerámica romana correspondientes al Alto y Bajo Imperio. Desde aquí se baja una cuesta de unos 200 m. de bastante pendiente, por la que transcurre una pequeña fuente que fluye hacia el arroyo, encontrándonos a menos de 100 m. a la izquierda uno de los ramales del Guadairilla.

¿Qué es un bosque de galería?

Se trata de una formación vegetal que se desarrolla gracias a la humedad de las riberas de los ríos y arroyos. La vegetación que encontramos se denomina riparia o ribereña, y se caracteriza por un tipo de bosque caducifolio, en nuestro caso fundamentalmente de olmos (Olmusminor), sobre todo en su parte alta. Pero también existe una gran variedad de plantas riparias entre ellas: álamo blanco (Populus alba), fresno (Fraxinus angustifolia), etcétera.

En el estrato arbustivo nos podemos encontrar con especies como: sauces (SalixtriandraSalixatrocineraSalixpedicelata…); tarajes (Tamarix gálica y Tamarix africana), adelfas (Neriumoleander); y una gran variedad de herbáceas: lirio amarillo (Iris Pseudacorus), menta poleo (Menthapolegium), mastranto (Mentharotumdifolia), junco común (Scirpusholoschoenus), caña (Arundodonax), carrizo común (Phragmitescommunis), unciana (Dorycniumrecdtum), salicaria o arroyuela (Lythrum salicaria), hierba de San Antonio (Epilobiumhirsutum), persicaria (Polygonum persicaria), enea (Typha angustifolia), hierba vaquera (Scruphulariasambucifolia), celidonia menor (Ranunculusficaria), botón de oro (Ranunculusacris), narciso blanco (Narcisuspapiraceus), etcétera, y otras muchas plantas que sin ser propiamente de ribera han encontrado aquí un terreno favorable para su desarrollo: espino majuelo (Crataegusmonagyna), mirto o arrayán (Mirtuscommunis), la rosa mosqueta (Rosa sempervirens), la zarza (Rubusulmifolius), zarzaparrilla (Smilaxaspera), retama loca (Osiris alba), etcétera.

Bosque de galería en el arroyo de Guadairilla.

Estos bosques tienen un enorme valor ecológico, no sólo por su riqueza vegetal, sino porque se trata de ecosistemas en franco retroceso, pequeños oasis que sirven de refugios a gran variedad de aves, mamíferos y reptiles.

A medida que nos vamos acercando a la desembocadura del arroyo podremos apreciar un aumento de las especies arbóreas y arbustivas.

Molino Hundido fuertemente intrusado por eucaliptos.

Interior del Molino Hundido o del Rincón.

La vuelta podemos hacerla por los mismos caminos o, si es posible y seguro, cruzando el río por el molino Hundido nos llevaría a la zona de Marchenilla. Desde este lugar podemos caminar, por entre los eucaliptos de este margen del Guadaíra hasta el molino de La Boca, San José y Hornillo, para dirigirnos desde aquí, por el camino de Los Cercadillos, hasta el recinto ferial y, finalmente, ascender hasta el hotel Oromana.

La época del año más apropiada para hacer el recorrido es, sin duda, el inicio de la primavera, desde principios de marzo a mayo, durante este tiempo podremos ver como las distintas especies comienzan a florecer y a desarrollar brotes nuevos, dando una variada gama de colores verdes impregnándolo todo de un agradable aroma a flores de rosales y majoletos.

 

Antonio Gavira Albarrán

Mapa de la ruta.


viernes, 5 de junio de 2020

6ª Ruta: Sendero de los molinos.


Ruta: Antonio Gavira / Fotos: Antonio y Francisco Gavira
Este recorrido es de unos 5,5 kilómetros. El tiempo estimado es de 2,5 horas y la dificultad es baja. Tres elementos destacan en él: el castillo, que observarás durante la primera parte de nuestro itinerario; los molinos harineros y el río, que nos acompañará hasta el final de este agradable paseo.

Comienza esta propuesta en la plaza de El Derribo, que está flanqueada por la iglesia de Santiago, que data de los siglos XV y XVI. Nos dirigiremos por la calle Orellana hacia el Punto buscando la vía del tren.
Iglesia de Santiago desde la plaza de El Derribo

A nuestra izquierda, si elevamos nuestra vista, veremos el majestuoso castillo árabe (almohade), pero que sin embargo conserva numerosos restos de los siglos XIV y XV. A los pies del castillo veremos un túnel que no hace muchos años era camino obligatorio del famoso “tren de los panaderos”, aunque nuestro camino nos lleva en dirección contraria y paralela a la antigua vía. Algo más arriba, a la derecha discurre la carretera antigua de Alcalá a Sevilla.
Túnel del ferrocarril

Antes de llegar al molino de Realaje, tendremos que cruzar un pequeño arroyo, denominado de El Zacatín. Si lo cruzamos tendremos en frente el edificio del Adufe y a nuestra izquierda el molino de Realaje. Este molino, como casi todos los del río, es de origen árabe, aunque fue fuertemente reformado en el siglo XVII.
Molino de Realaje o Pie Alegre

Cruzar el río por esta zona puede resultar difícil, sobre todo en época de lluvias y puede ser peligroso. Regresaremos para cruzar por el puente del Dragón. Una vez que hemos cruzado el puente, si tomamos el camino de la derecha nos conducirá a la fuente de la Judía y los molinos de Vadalejos, fuente que, aunque hoy se encuentra seca, en otra época ayudaba con sus aguas a mover las piedras de los molinos, de los que aún hoy podemos contemplar uno de ellos.
Fuente de la Judía y molinos de Vadalejos

A la izquierda del puente del Dragón, el camino se introduce un trecho en un eucaliptal. Al dar una brusca curva a la izquierda, vemos de frente una impresionante panorámica del castillo, y en el centro, el santuario de Nuestra Señora del Águila, edificio mudéjar del siglo XIV; a la izquierda del castillo, la “Torre Gorda”, unida mediante un arco de medio punto a la muralla; a la derecha y bajando en altura se encuentra la iglesia de San Miguel, edificio mudéjar del siglo XIV muy reformado; y ya junto al río, en la otra orilla, podemos ver los restos del molino del Arrabal, cuya azuda fue destruida a principio de los años setenta.
Castillo, con la “Torre Gorda” en primer término
Panorámica, con San Miguel en el centro.

De nuevo en el camino, a nuestra izquierda nos encontramos con antiguas huertas de naranjos y olivares que han sido convertidos en parque, y un pequeño manantial, el de El Negro, que lo cruza.

Este primer tramo del camino se termina a la altura del puente, que algunos le atribuyen un origen romano, que fue restaurado en época de Carlos III.

Cruzaremos la carretera y veremos al otro lado el molino de La Tapada, del cual se conserva en bastante buen estado la atarjea.
Molino de La Tapada

De frente, el camino está flanqueado a su izquierda por unos impresionantes plátanos. En la otra orilla del río se encuentra el parque de San Francisco. Podemos ver una pequeña construcción que fue otro molino harinero, el de Las Eras, de 1605.

A la derecha del camino nos encontramos una altísima pared de albero, en cuya cornisa aparecen unos pequeños árboles y arbustos: encinas, almeces, acebuches, lentiscos, cornicabras, retamas, tamujales, etcétera. Más arriba, aunque no la podamos ver está la bella ermita de San Roque, construida en 1570.
Continuaremos el itinerario, y algo más adelante a la derecha del camino, vemos un pequeño bosquecillo de almeces de gran porte que han dado nombre a este bello rincón de Oromana, El Bosque.
El Bosque

Al salir del El Bosque entramos en un huerto de naranjos agrios que parece estar abandonado. Al salir de esta huerta, vemos enfrente el molino de El Algarrobo, que se conserva en bastante buen estado al igual que su azuda.
Molino del Algarrobo

Nuestro camino continúa por la Comba. Si miramos a la otra orilla del río, podremos ver un verdadero vergel: plátanos, paraísos, eucaliptos, álamos, olmos, adelfas, ricinos, zarzas, zarzaparrilla, rosales, cañas, carrizos… Se trata de la huerta de la Pañuela o antiguo vivero municipal, en cuyo recinto podemos observar gran diversidad de especies de aves, algunas de las cuales están protegidas: martín pescador, martinete común, garceta común, garcilla bueyera, polluelas, fochas, zampullines, mochuelos, lechuzas, mirlos, carboneros, carriceros, currucas capirotadas, petirrojos, jilgueros, verderones, herrerillos, etcétera.

Nuestro camino continúa por la Comba. Si miramos a la otra orilla del río, podremos ver un verdadero vergel: plátanos, paraísos, eucaliptos, álamos, olmos, adelfas, ricinos, zarzas, zarzaparrilla, rosales, cañas, carrizos… Se trata de la huerta de la Pañuela o antiguo vivero municipal, en cuyo recinto podemos observar gran diversidad de especies de aves, algunas de las cuales están protegidas: martín pescador, martinete común, garceta común, garcilla bueyera, polluelas, fochas, zampullines, mochuelos, lechuzas, mirlos, carboneros, carriceros, currucas capirotadas, petirrojos, jilgueros, verderones, herrerillos, etcétera.

Siguiendo nuestro recorrido, llegaremos a un pequeño puentecito encalado, restos de la atarjea del antiguo molino de Oromana, veremos a la izquierda sobre el río el molino de San Juan, y algo más adelante el molino de Benarosa embelleciendo el río con su imagen.
Molino de Oromana
Molino de San Juan
Molino de Benarosa

El camino se bifurca en dos. Nosotros tomaremos el que queda a la izquierda, llegando así a uno de los más bellos parajes del parque de Oromana, donde podemos encontrar gran variedad de árboles y arbustos: pinos piñoneros, cipreses, plátanos, paraísos, aligustres, olmos, almeces, eucaliptos, moreras, acacias de tres espinas, falsas acacias, encinas, quejigos, laureles, lentiscos, cornicabras, acebuches, tamujales, zarzas, rosales, etcétera. Pero no nos podemos quedar en él, tenemos que dejarlo atrás y adentrarnos en un camino que sigue paralelo al río, el cual en este tramo presenta una abundante cubierta vegetal compuesta de almeces, álamos, sauces, tarajes, adelfas, mirtos, zarzas, rosa mosqueta, cañas…; mientras que a la derecha discurre un cercado, la hacienda de Oromana.

Pronto el camino baja hacia el río, encontrándonos con unas vistas, que, aunque muestran el deterioro que ha sufrido todo este conjunto, no dejan de ser realmente impresionantes.

El río discurre a nuestra izquierda y a nuestra derecha aparece un enorme barranco coronado de pinos y eucaliptos, y en cuya pared aparecen el madroño, el mirto, el lentisco, la cornicabra, el espino blanco, el sauce, la madre selva, el matagallo, la zarza, el rosal, la adelfa, la higuera, el olmo… Si nos acercamos a esta pared de roca veremos que en algunos tramos está cubierta de culantrillo y que la misma pared deja caer gotitas de agua.

A nuestra izquierda se encuentra el molino de Las Aceñas, que, como casi todos los que embellecen este río, es de época árabe, aunque posteriormente en 1605 sufrió ampliaciones y reformas. Este rincón de Alcalá fue un lugar privilegiado para el baño y el recreo de muchos sevillanos y alcalareños en la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. Como nota curiosa, el caminante puede observar en la pared de la torre del molino un pequeño azulejo conmemorativo de la impresionante crecida de las aguas del Guadaíra en el año 1784.
Molino de Las Aceñas

En el entorno del molino aparecen unas construcciones medio derruidas, una de las cuales, la más pequeña, es el molino de Cajul, cuyas piedras eran movidas por las aguas de un magnífico manantial. Sus aguas limpias y transparentes, tras discurrir unos pocos metros entre juncias y mastrantos, vienen a alimentar el caudal del río Guadaíra.
Molino de Cajul

Con estas magníficas vistas, damos por terminado nuestro recorrido. Desde aquí hasta el recinto ferial solo nos separan unos metros, y allí podremos descansar en algunos de sus bares tomando unos refrescos, mientras conversamos sobre todo lo que hemos contemplado durante este día, del pasado, del presente y del futuro, de la riqueza natural, histórico-cultural, etcétera, de este pueblo que es Alcalá.
Mapa de la ruta: Antonio Gavira