viernes, 11 de diciembre de 2020

Del Descansadero de Trujillo a la “pasá” de Utrera.

 

Azud del molino de San Pedro / Textos y fotos de Antonio y Francisco Gavira Albarrán

Esta ruta es circular, de unos 11,5 kilómetros y de dificultad media-baja. Por tanto, es poco exigente, salvo por la distancia para los menos andarines. El itinerario no puede ser más bonito, sobre todo, en primavera.

Comienza en el Descansadero de Trujillo, continúa por la Cañada Real de Morón, hasta llegar a la “pasá” de Utrera; y desde allí, se vuelve por el río Guadaíra, con una parada en el molino de San Pedro y otra en el arroyo de Las Desgreñá, que tomaremos hasta conectar, nuevamente, con la vía pecuaria por la que hemos venido transitando, hasta regresar al punto de partida.

Descansadero de Trujillo

Estamos en un espacio de dominio público, un descansadero. Estos forman parte de la extensa red de vías pecuarias heredadas de la trashumancia, hoy muy intrusadas por las actividades agrícolas. En este lugar, aconsejamos detenernos unos minutos para conocerlo. Lo primero a destacar es la presencia del río Guadaíra, que lo divide en dos. También dos puentes forman parte de su paisaje. El más antiguo es conocido como el puente de La Vega o de Trujillo [i]. Con anterioridad se vadeaba el río por la zapata del molino de La Torrecilla, anejo al descansadero, y cuyos restos desaparecieron con la construcción del puente nuevo, allá por los años cincuenta del siglo pasado. El descansadero cuenta con una fuente llamada, popularmente, de El Perro [ii].

Fuente de El Perro

Estamos en un espacio que, en un pasado reciente, tuvo mucha vida, no solo por ser punto de paso obligado y lugar de descanso del ganado, sino que también, a su alrededor, se establecieron cortijos, ranchos, chozas o sombrajos. Los más mayores nos hablan de la choza de La Manca, lugar obligado de parada para tomar una copa de aguardiente o un café de puchero antes de iniciar las faenas del campo [iii] y que desapareció a mediados del siglo pasado.

En el Descansadero de Trujillo nacen o mueren tres vías pecuarias: la Cañada Real de Morón, la Vereda de Benagila y la Vereda de Marchenilla, nosotros tomaremos la primera.

Cañada Real de Morón.

Para acceder a la Cañada Real de Morón, cruzaremos la carretera de Alcalá a Morón de la Frontera, A-360, dirección Este-Sureste, dejando a la izquierda el rancho de Bulnes [iv], unos eucaliptos y un pequeño arroyo, por lo general seco, que presenta en su tramo final un interesante bosquete de olmos.


Rancho de Bulnes.

Algo más adelante dejaremos a nuestra derecha el rancho de El Minero, también denominado cortijo de Rodrigo, del Refugio, de El Lichi y más recientemente Hacienda El Chaparrejo. En este punto existe un pequeño manantial, que, en época de fuertes lluvias, puede hacer complicado su paso [v].

A continuación, a la derecha, algo más apartado de la cañada, se encuentra el conocido como rancho de El Lío o cortijo de Santa Teresa. Continuando nuestra marcha, cruzaremos el arroyo de Las Desgreñá o de Matallana, que, hasta este punto, lo han convertido en simple canal de drenaje, pero que desde aquí hasta el río Guadaíra mantiene cierta cubierta vegetal de interés, sirviendo de refugio a numerosas especies de aves y mamíferos.

Seguidamente, a nuestra izquierda sale un camino que, si lo tomamos, nos conducirá a las ruinas del cortijo de las Desgreñadas o de Beca. Y desde allí, torciendo a la derecha, al molino de San Pedro, que ya nos quedaría muy cerca [vi]. No obstante, nosotros continuaremos por la Cañada Real de Morón [vii].

Rancho de Las Desgreñá o Beca.

Al llegar al cruce con el Cordel de Mairena, un cartel señala los nombres de las vías pecuarias. Tomaremos a la izquierda, por el cordel del Término y de La Camorra, en dirección al río Guadaíra, que cruzaremos por la conocida como “pasá” de Utrera, zona de baños para no pocos maireneros, hasta que las aguas dejaron de estar en condiciones.

Cartel con las distintas direcciones de los cordeles.

La “pasá” de Utrera.

Una vez que crucemos el río Guadaíra, lo acompañaremos durante 2,2 km. hasta llegar al molino de San Pedro, dejando a nuestra derecha el cortijo mairenero de Juan Guarín El Viejo.

Cortijo de Juan Guarín El Viejo.

Es un tramo poco conocido, que se encuentra en el término municipal de Mairena del Alcor, donde podremos ver chopos, sauces, tarajes, olmos, fresnos, etcétera [xi], y sobre todo eucaliptos. También numerosas aves acuáticas, entre las que se encuentran la garza real, el martín pescador, ánade azulón y el avetoro.

El río Guadaíra a su paso por el término municipal de Mairena del Alcor a principios de octubre.

El tramo que nos ocupa tiene una luz especial, debido a la abundancia de eucaliptos, sobre todo en los atardeceres. Sobre la presencia de los eucaliptos en las riberas de los ríos de nuestra campiña existe un debate. Por una parte, quienes plantean que contribuyen a disminuir la diversidad de la vegetación autóctona, consumen una gran cantidad de agua, sus hojas tienen peores propiedades, afectando a la diversidad de los ecosistemas, incluida la presencia de los peces. Y, por otra parte, dada la eliminación de las dehesas, constituyen, al menos, en nuestra zona, un refugio imprescindible para un buen número de aves.

El Guadaíra, con predominio de eucaliptos.
Nido con langosta en la ribera del río Guadaíra.

Del molino de San Pedro aún se pueden ver su impresionante azud, que permite la existencia de una gran lámina de agua, la nave de las piedras, aunque su interior está cubierto por los sedimentos que año tras año han ido dejando las crecidas de nuestro río y unos impresionantes cubos. La casa del molinero, que queda apartada, se encuentra totalmente en ruinas.

Molino de San Pedro.


Desde el molino de San Pedro tenemos dos opciones, cruzar el río por su azud o por la “pasá”, si esta lo permite. Ya, en la otra margen, de los dos caminos que podemos encontrar, el camino de la derecha nos llevará hasta las ruinas del cortijo de La Desgreñáno sin antes pasar por la desembocadura del arroyo del Salado, en la margen opuesta, zona donde también predominan los eucaliptos. A partir de aquí, los olmos, sauces, álamos, fresnos, tarajes, espinos…, aparecen con mayor regularidad.

Una vez lleguemos a las ruinas del cortijo de La Desgreñá, nos acercaremos al arroyo, cuyo curso acompañaremos hasta la Cañada Real de Morón, y, desde allí, al punto de partida, el Descansadero de Trujillo.

Mapa de la ruta.

[i] El Espectador, de 10 de enero de 1842 (Madrid), en la sección dedicada a obras públicas, hace referencia en el apartado “Obras que se tratan para más adelante”, a la necesidad de construir un puente “sobre el río Guadaíra, en el camino de Morón a Sevilla”. También otro sobre el arroyo Salado. La desamortización de Guadalperal y Matallana tuvo que incrementar el tránsito de personas, ya existente, debido a que se adjudicaron en pequeños lotes o parcelas. Por otra parte, ya constituía la vía de comunicación con Morón, El Coronil, Los Molares, etcétera.

[ii] En Manantiales y fuentes de Andalucía se la denomina “Fuente de Los Perros”. http://www.conocetusfuentes.com/ficha_detalle.php?id_fuente=11329

[iii] Como hemos señalado, la desamortización de Matallana y Guadalperal contribuyó a que prosperasen los ranchos. En el mismo descansadero nos consta un chocín, donde vivió una familia mairenera que sembraba en la zona unas hazas, el desaparecido cortijo de La Polaca o el rancho Bulnes.

[iv] En el mapa elaborado por el Instituto Geográfico, de fecha 7 de febrero de 1873, se le denomina “rancho de Trujillo”, del que tomaría nombre el descansadero. En el mapa editado en 1918 por el Instituto Geográfico y Estadístico se nombra a una zona próxima al cortijo como “Trujillo”. El Mapa Nacional Topográfico y Parcelario, elaborado por el Instituto Geográfico y Catastral, con fecha 30 de mayo de 1945, señala que la parcela pertenece a los herederos de Fernando Bulnes del Trigo. Aparecen dos nombres: María del Carmen Bulnes del Trigo y José Luis Bulnes del Trigo. Junto al cortijo, hay referencias a un erial, una era y un pozo abrevadero.

[v] En los años sesenta, mi padre y mis tíos sembraron algunas hazas de melones en las tierras del rancho de El Minero.

[vi] En esta zona y en el olivar junto al molino, es posible observar restos de materiales cerámicos de época romana.

[vii] En estos campos ocurrió un lamentable hecho. En el mes de mayo de 1966, dos alcalareños, Francisco Laureano y su hijo Rafael, de la familia “Mohino”, mientras regabinaban un melonar, fueron sorprendidos por una tormenta, refugiándose en un chocín, que tenían construido, donde perecieron ambos fulminados por un rayo.

[viii] Los Burgos, familia alcalareña que se dedicaban al pastoreo en la zona, vivían en una choza muy bien hecha con muros de material y cubierta vegetal. De allí fueron desalojados, al parecer, por ocupar unos terrenos que pasaron a pertenecer al rancho de El Comandante. No obstante, se desplazaron a la Barranca Alta, distante un kilómetro, en dirección a Morón, donde construyeron otra choza y continuaron con su actividad.

[ix] Según hemos calculado sobre el mapa Instituto Geográfico y Estadístico de 1918, las dehesas en la zona de Matallana suponían 24,22 kilómetros cuadrados. El vuelo americano de 1956 las deja en 11,21 kilómetros cuadrados, ya muy deterioradas. En 1977 solo quedaban 280.000 metros cuadrados. Hoy han desaparecido por completo.

[x] Javier Jiménez Rodríguez dice que la “dehesa concejil de Matallana” contaba “con 262 ha 440 fanegas de pastos” y “que se arrendaba, como si fuese un bien de propios, previo permiso de la Real Junta de Granos”. Eran las llamadas “tierras arbitradas”, que desempeñaron un importante papel en la hacienda local. Por otra parte, José Manuel Navarro Domínguez dice que “en 1815 se repartió en suertes el baldío de Matallana, que ejercía como dehesa boyar”. No obstante, el Ayuntamiento mantuvo un pleito sobre dichas tierras, al menos hasta 1841. En Actas II Congreso de Historia y Cultura de Alcalá de Guadaíra, 18-21 de febrero de 2020, págs. 94 y 384.

[xi] En el estrato arbustivo podemos encontrar especies como sauces (SalixtriandraSalixatrocineraSalixpedicelata…), tarajes (Tamarix gálica y Tamarix africana), adelfas (Neriumoleander) y una gran variedad de herbáceas: lirio amarillo (Iris Pseudacorus), menta poleo (Menthapolegium), mastranto (Mentharotumdifolia), junco común (Scirpusholoschoenus), caña (Arundodonax), carrizo común (Phragmitescommunis), unciana (Dorycniumrecdtum), salicaria o arroyuela (Lythrum salicaria), hierba de San Antonio (Epilobiumhirsutum), persicaria (Polygonum persicaria), enea (Typha angustifolia), hierba vaquera (Scruphulariasambucifolia), celidonia menor (Ranunculusficaria), botón de oro (Ranunculusacris), narciso blanco (Narcisuspapiraceus), etcétera, y otras muchas plantas que, sin ser propiamente de ribera, han encontrado aquí un terreno favorable para su desarrollo: espino majuelo (Crataegusmonagyna), mirto o arrayán (Mirtuscommunis), la rosa mosqueta (Rosa sempervirens), la zarza (Rubusulmifolius), zarzaparrilla (Smilaxaspera), retama loca (Osiris alba), etcétera.

 






ALWADI-IRA DENUNCIA LA CONSTRUCCIÓN DE BALSAS EN PLENA CORNISA DE LOS ALCORES

 


NOTA DE PRENSA

 

Alwadi-ira –Ecologistas en Acción- ha puesto en conocimiento del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), el Ayuntamiento de Mairena del Alcor y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que se han construido unas balsas en plena cornisa de Los Alcores.

 

Las balsas se encuentran en término municipal de Mairena del Alcor y en ellas se vierten aguas residuales provenientes de alguna actividad industrial o agropecuaria. Desde Alwadi-ira se considera que pudieran estar atentando contra la ordenación del territorio, contaminando el acuífero Sevilla-Carmona y poniendo en riesgo la cuenca del Guadaíra, ante una rotura o desbordamiento.

 

Los ecologistas indican igualmente que debe tenerse en cuenta el Decreto 267/2009, de 9 de junio, por el que se aprueba el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla (POTAUS), que protege el escarpe de Los Alcores “ya que constituye un recurso paisajístico de primer orden.”, recogiendo y actualizando la protección establecida en el Plan Especial de Protección del Medio Físico de la Provincia de Sevilla, donde la cornisa de Los Alcores aparece como suelo no urbanizable especialmente protegido, que debe ser incorporada al planeamiento urbanístico general en base a dos cuestiones: su significación y relevancia paisajística y la existencia de riesgos de erosión y deslizamiento. 

Alwadi-ira intuye que las balsas construidas y el resto de las instalaciones necesarias carecen del correspondiente proyecto y licencia municipal; informe de Confederación Hidrográfica del Guadalquivir; informe de patrimonio de la Junta de Andalucía, etc… dado que no se trata de una actuación de interés público que por otra parte requeriría una Autorización Ambiental Unificada. 

La asociación ecologista finaliza sus escritos solicitando que se comprueben los hechos denunciados y, en su caso, se tomen las medidas necesarias para que cesen los vertidos, se restaure el daño causado y se depuren responsabilidades.

En Alcalá de Guadaíra a 10 de diciembre de 2020. 

Sociedad Ecologista Teléfono: 722398525 E-mail: alwadi.ira@gmail.com.
Web: www.alwadi-ira.es Alwadi-ira - Ecologistas en Acción. Apartado de Correos 226. 

 

 

PLANTACIÓN DE BELLOTAS EN CARMONA, JUNTO AL PARADOR


 

viernes, 6 de noviembre de 2020

Desde la Dehesa de Los Garrotales al Cortijo del Algarbejo o Algarabejo

 

Cortijo Algarvejo / Fotos: Antonio y Francisco Gavira

Hoy nos desplazamos a uno de los lugares más remotos y desconocidos de nuestro término municipal, aunque no por ello menos atractivo. El recorrido es de siete kilómetros, fáciles de realizar.

Desde Alcalá de Guadaíra tomaremos la A-360, en dirección a Morón de la Frontera. En el punto donde cruza la Cañada de Piedra Hincada, usurpada en todo su trazado [i], giraremos a la izquierda para dejar allí estacionado el coche. En la parte derecha de la carretera, al pie de la vía pecuaria, se encuentra el Caserío de Los Garrotales o de San Francisco, que lo veremos desde el lugar donde hemos aparcado.

Inicio de la ruta, en la cañada de Piedra Hincada.

Los primeros 280 metros transcurren por la cañada. En la margen izquierda prosperan chumberas, encinas, acebuches y lentiscos junto a unas piedras de acarreo procedentes de una cantera aneja, hoy sin actividad. El conjunto forma un perfecto refugio para la fauna que, posiblemente, ya la empecemos a ver. En la margen derecha, unos travesaños de ferrocarril la separan de unas hazas que, habitualmente, se siembran de cereal. Según los mapas topográficos, hasta 1918, también formaban parte de una gran dehesa que, desde el cortijo del Algarvejo, se prolongaba por el término municipal de Los Molares [ii].

Subiendo por la vaguada. Restos de un incendio.

Continuaremos al pie del interesante padrón, hasta llegar a una cancela que traspasaremos si contamos con el permiso de la propiedad. Los siguientes 400 metros transcurren por la referida cantera, que ha vuelto a ser colonizada por la vegetación. Allí, lo primero que nos encontramos, a nuestra derecha, son unos olivos y, a continuación, un pequeño talud de arranque de material. Al salir de lo que fue una cantera, la senda va girando a la derecha, a veces imperceptible, en busca de una suave vaguada. A 300 metros, a la izquierda, nos saldrá un camino que no debemos tomar, ya que conduce a unas casillas que veremos en lo alto de una loma, se trata de la Casilla de San Allén, según el mapa topográfico de 1945, o Casilla de San Alberto, como se le nombra en la planimetría actual y así lo atestiguan los azulejos de su fachada.

Casilla de San Allén o de San Alberto.

Nosotros continuaremos ascendiendo entre lentiscos, retamas, carrascas –coscojas– y gran variedad de herbáceas. Es de destacar, por su tamaño y buena salud, la que quizás sea el mejor ejemplar de coscoja, quercuscoccifera, de Alcalá.

Imponente coscoja.

A lo lejos, en dirección a las casillas, unos eucaliptos sirven de posadero al águila imperial, que la hemos visto compartir rama con unos cuervos [iii]. Tenemos que resaltar, cómo no, que estamos en uno de los pocos lugares de avistamiento de la rapaz en nuestro término municipal. Dos factores pueden haber influido: por una parte, lo apartado del lugar y, por otro, la abundancia de conejos que, sin duda, nos saldrán al paso.

Continuaremos subiendo y, casi sin darnos cuenta, vamos a internarnos en un núcleo de encinas dispersas, recuerdo de lo que fueron, con seguridad, mejores tiempos para la dehesa, que es nombrada en la cartografía como de Los Garrotales y El Coto, este último nombre utilizado para la zona donde ya nos encontramos.

Encinar.

De esta manera, y después de unos 800 metros desde que dejamos la cantera, daremos con un imponente lentiscar que, sin duda, también es el mejor conservado en Alcalá. A lo largo del tramo recorrido se aprecian los efectos de un importante incendio, que la vegetación restaura al recuperarse. Poco a poco, continuamos avanzando, dejando el lentiscar a nuestra izquierda y unos olivos nuevos a la derecha, un territorio que, hasta hace muy pocos años, formaba parte de la dehesa, como así lo atestiguan algunas encinas sobrevivientes entre los garrotes.

Imponente lentiscar.
Vista parcial del lentiscar y el encinar desde Google Earth.
Vista atrás: encinar a la izquierda, lentiscar a la derecha y, a continuación, la casilla de San Alberto.

Cuando salgamos a un camino de servidumbre, lo tomaremos a la derecha. Durante 700 metros, de casi imperceptible ascenso, estaremos flanqueados por tierra calma a la izquierda y un olivar a nuestra derecha. En este punto, merece la pena volver la vista atrás para tener una visión del perfil del lentiscar y la sierra de Espartero como telón de fondo. De este modo, entraremos en una pequeña dehesa, en lo que se denomina haza de la Higuera. La dehesa la iremos bordeando durante 600 metros, hasta conectar con el paso sobre la vía del ferrocarril Utrera-Marchena, que no traspasaremos.

Nosotros continuaremos, durante un kilómetro, dejando la vía del tren a nuestra derecha. Desde allí podemos divisar, al otro lado de la vía, el cortijo de San Jorge del Algarvejo, en cuyo entorno tenemos tres topónimos de interés: Los PajaresTorrecilla y Palomar Alto, que nos motivan para seguir investigando sobre el lugar.

Pequeño encinar de camino al cortijo del Algarvejo.

                                                        Cortijo del Algarvejo desde la vía del ferrocarril.

Estamos ante un cortijo donde sobresalen, su inusual arquitectura, que lo asemeja a las haciendas de olivar y una capilla que cuenta con un retablo realizado por Luis de Vilches en 1740 y dos pinturas de Bernardo Lorente Germán [ix].

Si contásemos con la autorización para visitar el cortijo, cruzaríamos el primer paso de la vía del ferrocarril, y tomaríamos, a la izquierda, un camino que conduce hasta el mismo caserío. Después de la visita, regresaríamos por el segundo paso, ya por el camino de El Coronil. 

El cortijo de San Jorge del Algarvejo –nosotros lo llamamos del Algarabejo [iv]– tiene su origen a principios del siglo XVI, como así lo muestra unos “contratos de segadores de 1519, de lo que entonces se denominaba donadío del Algarvejo” [v]. No obstante, fue tierra de propios, “subastada y rematada, en 1586, a favor de Martínez de Jáuregui en 23.350 ducados. La finca no acaba de perfilarse como una gran explotación agrícola y es vendida en 1612, en 18.000 ducados, a Inés Dávila, quién, por incitación de su marido, el mismo año de la compra, la dona a los jesuitas de Sevilla”[vi]. Luego pasaría a Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII Duque de Alba, que intervino en la expulsión de los jesuitas, adquiriendo un buen número propiedades de la compañía. En ese momento, “tenía algo más de mil cuatrocientas hectáreas, costando la enorme suma de casi millón y medio de maravedís” [vii]. En 1905 era propiedad de don Francisco de los Ríos Jiménez, y hoy es de don Carlos Aguilar, conde de Aguilar [viii].

Cortijo del Algarvejo desde el Camino de Alcalá a Los Molares y El Coronil.

Estamos en el camino público que unía las localidades de Alcalá de Guadaíra, Los Molares y El Coronil. En el primer tramo tenemos tierra calma a ambos lados, luego nos acompañarán los olivos a la margen derecha, hasta un cruce [x]. Nosotros continuaremos de frente, dejando la casilla de San Alberto a la izquierda, siguiendo un padrón de unos 700 metros, catalogado como elemento del paisaje en el Sistema de Información Geográfica de Parcelas Agrícolas, ya que conserva lentiscos, palmas, encinas, retamas… visibles desde la carretera. Así, llegaremos nuevamente a la antigua cantera, que la cruzaremos, para salir por la misma cancela, hasta llegar a la vía pecuaria Cañada de Piedra Hincada y a nuestro coche.

De regreso al punto de partida. Encinar al fondo, con la casilla de San Alberto a nuestra izquierda.

[i] Se deslinda por Resolución de 12 de noviembre de 2003, de la Secretaría General Técnica, de la consejería actual de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible.

[ii] En 1918, la dehesa, ya muy menguada, contaba, en nuestro término municipal, con más de 320 ha. Hoy conserva 83 ha, muy deterioradas y amenazadas por la agricultura.

[iii] El día de la ruta pudimos ver: águila imperial A adalberti, perdiz roja A rufa, ratonero B buteo, aguilucho lagunero C aeruginosus, pardillo C cannabina, jilguero C carduelis, verderón C chloris, buitrón C juncidis, paloma torcaz C palumbus, triguero E calandra, cernícalo vulgar F tinnunculus, cogujada común G cristata, golondrina H rustica, alcaudón común L senator, collalba gris O oenanthe, carbonero común P major, colirrojo real P phoenicurus, pito real   P viridis, tórtola turca S decaocto, curruca cabecinegra S melanocephala, tarabilla común S rubicola, tórtola europea S turtur, mirlo T merula, lagarto ocelado T lepidus, zorro V vulpes, conejo O cuniculus.

[iv] Hemos tomado el nombre de San Jorge del Algarvejo, que es el utilizado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, en base a la documentación histórica del cortijo; Álvaro Recio Mir, lo nombra Algarbejo; lo mismo que el mapa del Instituto Geográfico de 1872 y el mapa topográfico de 1945; en las Memorias Históricas de la Villa de Alcalá de Guadaíra, el Padre Flores lo nombra como Algaravejo y Algarabejo. En el Catálogo de Caminos del Término de Alcalá de Guadaíra, aparece como Algarabejo; el Sigpac utiliza Algarvejo y Algarbejo; Miguel Artola, lo nombra como Algarabejo y Algarabejos; Pascual Madoz, lo nombra Algarbe; Cuando lo adquiere el XII duque de Alba se le nombra como Algaraviejo…

[v] Guía digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico.

[vi] Artola, Miguel y otros: El Latifundio. Propiedad y explotación. Siglos XVIII-XX. Series Estudios. Ministerio de Agricultura. Secretaría General Técnica, 1978, pág. 96. Que, erróneamente, sitúa el cortijo en el término municipal de Utrera, con toda probabilidad debido a la pertenencia de Alcalá a su partido judicial hasta hace muy pocos años.

[vii] Recio Mir, Álvaro: “Notas Sobre el Cortijo del Algarbejo de Alcalá de Guadaira y el Retablo de su Capilla”En: Laboratorio de Arte. 2002. Núm. 14. Págs. 85-106.

[viii] Cortijos, Haciendas y lagares. Provincia de Sevilla. Tomo 1, pág. 330.

[ix] Recio Mir, Álvaro: “Notas Sobre el Cortijo del Algarbejo de Alcalá de Guadaira y el Retablo de su Capilla”. En: Laboratorio de Arte. 2002. Núm. 14. Págs. 85-106.

[x] Catálogo de caminos de Alcalá de Guadaíra y cartografía histórica. En el cruce, cuando finalizan los olivos de la derecha, el camino continuaba de frente hasta desembocar en Casa de Los Garrotales o de San Francisco. Hoy gira a la derecha, formando un ángulo recto, para desembocar en la carretera A-360.

Mapa de la ruta.




sábado, 24 de octubre de 2020

Gandul y tres villas romanas

 

Gandul, punto de encuentro para comenzar esta ruta / Fotos: Antonio y Francisco Gavira

La ruta propuesta tiene siete kilómetros y una duración de tres horas, contando con las paradas. Es de dificultad baja.

Desde Alcalá de Guadaíra nos dirigiremos al despoblado de Gandul. El coche podemos dejarlo a la sombra de dos imponentes moreras; el lugar donde estuvo la conocida como venta de El Puli, al pie de la antigua carretera Sevilla-Málaga.

Iniciaremos nuestro camino por la vía pecuaria vereda de Gandul, que en el despoblado toma el nombre de calle Real. Detrás hemos dejado el molino de Enmedio, el palacio, con el molino de Arriba; el nacimiento del arroyo de La Madre y la casa del guarda.

Pasaremos por la puerta del cortijo de Los Llanos de Gandul. Inmediatamente, a la derecha, pasaremos junto a los paredones del cementerio, la casa consistorial, que también tuvo las funciones de pósito, calabozo y escribanía; y a la izquierda, la iglesia, dedicada a San Juan Evangelista; y ya al final de la aldea, la posada.

Luego la vía pecuaria gira a la derecha, entre chumberas, dejando a su izquierda los restos de la estación de Gandul. Continuaremos hasta el cruce con la antigua vía del ferrocarril, que nosotros tomaremos en dirección a Mairena del Alcor. Al fondo, a nuestra izquierda, la cárcel de mujeres rodeada de un eucaliptal; y, cuando este finaliza, estaremos en el punto por donde accederemos al campamento de Las Canteras.

Eucaliptal del campamento de Las Canteras.

En el campamento podemos encontrar numerosas aves: pitos reales, abejarucos, oropéndolas, carracas, abubillas, pico picapinos, estorninos, verderones, cucos, mochuelos comunes, lechuzas comunes…

En lo que respecta a la fauna, merece especial mención, por los pocos ejemplares existentes, el lagarto ocelado. También pueden encontrarse la culebra bastarda, la culebra de escalera, la lagartija ibérica, la salamanquesa común, el erizo común o la jineta.

También podemos encontrar una gran variedad de plantas, entre las que destacan orquídeas como la Orchis collina Banks & Sol. Ex Russell, Ophrys Tenthredinifera Willd, Ophrys bombyliflora Link., Ophrys Intea Cav., Ophrys bombyliflora Link., Ophrys speculum Link., Ophrys bombyliflora var. Blanca…

Orquídea Fusca

Una vez dentro del campamento continuaremos nuestra marcha, dejando los eucaliptos a nuestra izquierda. Cuando lleguemos a un cruce de caminos, giraremos a la izquierda. Al pasar unas pequeñas construcciones, que en su día fueron gallineros, tomamos a la derecha internándonos unos metros en el eucaliptal para visitar los restos de una villa romana, que conocemos como Villa Emilia.

En 1982 tuvo lugar una intervención arqueológica dirigida por Víctor Hurtado y Fernando Amores, auspiciada por la Universidad de Sevilla, donde se excavaron dos villas romanas: Villa Emilia y Gandul II, además del mausoleo circular, que se restauró.

En Villa Emilia podemos apreciar diferentes dependencias, destacando sobre todas ellas los baños. Hasta hace poco una imponente piedra de molino permanecía a la vista de sus visitantes.

Dependencias de Villa Emilia
Baños de Villa Emilia
Piedra de molino en Villa Emilia

Desde allí, regresaremos al cruce de caminos, que esta vez continuaremos de frente. El camino se irá apartando del eucaliptal y de unos naranjos. Entre los eucaliptos podemos ver una antigua cantera romana de donde se extraía material para la construcción de edificios.

Seguiremos caminando hasta dar con un pozo abrevadero, vestigio de un cerrado de reses bravas que existió en el lugar. Desde ese punto, a la derecha, en dirección a la vía del ferrocarril, se encuentran los restos de otra villa romana, a la que Víctor Hurtado y Fernando Amores bautizaron con el nombre de Gandul II. También aquí se aprecia la zona de los baños, donde se constata el empleo de revestimiento con mortero hidráulico.

Abrevadero del antiguo cerrado de toros
Baños de la Villa Gandul II
Atarjea de una antigua huerta

Regresaremos al camino para continuar la ruta. En una atarjea, torceremos a la izquierda, en dirección a la villa romana que hemos denominado de Martín Navarro, por su cercanía a la hacienda del mismo nombre, donde una vez pudimos apreciar restos de muros y un suelo de pequeños ladrillos dispuestos en forma de espigas de trigo.

Suelo de la villa Martín Navarro

Sobre nuestros pasos, partimos del lugar con una desagradable sensación de impotencia ante los expoliadores de nuestro patrimonio.

Por el camino, las chumberas, palmas, pitas y esparragueras nos acompañarán a tramos, hasta divisar una construcción circular en lo alto de una loma, se trata de un mausoleo romano. Este monumento es del siglo I d.C. Podemos ver que la única parte conservada es la primera hilera de sillares, el resto es producto de una restauración. En su interior todavía se conservan unos nichos funerarios, columbarios, pertenecientes a enterramientos de incineración. 

Ya que estamos cerca de la zona dolménica merece la pena andar unos metros para ver el denominado Tolos de Las Canteras y el dolmen de Los Vaqueros.

Mausoleo circular

Desde el mausoleo circular bajaremos a la zona de chumberas para intentar descubrir una cuarta villa romana a escasos cincuenta metros de la vía del ferrocarril. Son muros casi imperceptibles que se prolongarían hasta la zona con más potencia de sedimentos. 

Regresaremos por la antigua vía del tren comentando lo que hemos visto: la importancia que tiene la formación de Los Alcores desde diferentes puntos de vista (geológico, paleontológico, paisajístico, medioambiental, arqueológico…) y el abandono que sufre por parte de las diferentes administraciones, y la necesidad de rescatar y dignificar los bienes patrimoniales por parte de los ayuntamientos y la administración autonómica, con la finalidad de que sea utilizado por la sociedad.

Antigua vía del ferrocarril

La parte de la ruta que corresponde al campamento de Las Canteras no la podemos hacer en la actualidad, debido al vallado perimetral que, de facto, ha privatizado los terrenos en beneficio de la multinacional estadounidense General Dynamics.

Mapa de la ruta