lunes, 13 de julio de 2020

8ª Marchenilla: castillo, fuentes y molinos


Castillo de Marchenilla

El recorrido es de unos ocho kilómetros, y el tiempo estimado es de unas tres horas y media, con dificultad baja.
A un kilómetro de Alcalá de Guadaíra se encuentra Marchenilla. Su gran riqueza en aguas, hicieron posible que, ya en época árabe, floreciera una importante industria molinera que perduró hasta mediados del siglo pasado. Gracias a ello podemos, aún hoy, contemplar los restos de nueve molinos: Tragahierro, Pared Alta, Cañiveralejos, Pasadilla, Granadillo, Hornillo, San José, La Boca y el noveno, el molino Nuevo [1], que se encuentra junto a San Juan de Dios.
Este recorrido comienza en el hotel Oromana, lugar desde el que tendremos unas panorámicas magníficas del río y de algunos molinos. La ruta nos lleva hacia el río, para ello descenderemos hasta la parte baja del parque y nos dirigiremos hacia el molino de Las Aceñas. En esta zona, el río presenta, en general, buena cubierta vegetal, entre la que destacan los álamos blancos y los carrizos, aunque también se pueden observar algunos sauces, tarajes, olmos…, así como adelfas, zarzas, zarzaparrillas, rosales, espinos majoletos, mirtos, etcétera.
El molino de Las Aceñas (Reha Aben Ocba) es uno de los molinos harineros de época árabe que existen en la cuenca del río Guadaíra. Junto a él se encuentra el molino de Cajul (Alcaxur[2], que era movido por las aguas de un arroyo, y el edificio mayor que era una posada [3].
Molino de Las Aceñas y el de Cajul al fondo
Quinta de Nuestra Señora de Regla
Desde aquí nos dirigiremos hacia el camino de Los Cercadillos, que tomaremos a la derecha. En lo alto de un cerro veremos el Centro Polivalente San Francisco de Paula, edificio regionalista construido en los años veinte del siglo pasado. Pasaremos, entre otras, por la huerta de la Joaquinita, una cochinera y un pequeño olivar, dejando la urbanización de cerro Clavijo a nuestra izquierda, para así llegar a una bifurcación en el camino. Nosotros continuaremos hacia el río, dejando a nuestra izquierda el camino de los molinos de Marchenilla y un imponente plátano. Desde el portillo continuaremos en dirección al río, dejando a nuestra izquierda el molino de San José o Pared Blanca. De él podemos destacar su larga atarjea, muy deteriorada, y la parte trasera del molino, relativamente bien conservada gracias a la dedicación de sus propietarios. Junto al molino de San José, y más pegado al río Guadaíra, existe otro molino, el de La Boca o La Fortuna. Este se encuentra en un estado de deterioro muy avanzado. A pesar de ello conserva su impresionante atarjea, que fue construida como defensa contra las frecuentes riadas del Guadaíra. Podemos subir a ella y veremos cómo esta tenía cuatro cubos por donde caía el agua para poder moler. No en vano, este molino era uno de los más rentables de Marchenilla [4].
Molino de San José o Pared Blanca
Molino de la Boca o La Fortuna
A pocos metros del molino de La Boca, y siguiendo el río Guadaíra aguas arriba, entre un eucaliptal, nos encontraremos con un arroyo de aguas limpias que es la unión de varios: El Fontanal, El Junco, El Escurridero y Cañiveralejos. Si continuamos por el eucaliptal, pronto nos encontraremos con otro arroyo, el denominado de Marchenilla, por brotar sus aguas justo detrás del castillo [5].
Ya que estamos aquí nos podemos acercar hasta el molino Hundido, molino de origen árabe (Reha Luet), que podemos ver sobre el río Guadaíra algo más adelante. Este se encuentra en un estado lamentable, conservándose, a duras penas, una pequeña nave del molino que fue [6].
Tramo del río Guadaíra en dirección al molino Hundido
Molino Hundido o del Rincón
Desde aquí sale un camino a la izquierda, que, pasando por detrás de una cochinera, nos llevará hasta la carretera de Morón. Justo al terminar la valla de esta cochinera, sale a la izquierda otro camino bordeado de chumberas que nos llevará a la trasera del castillo, donde podremos ver el nacimiento del arroyo de Marchenilla [7].
Si nos metemos por un portillo que existe entre las chumberas podremos rodear el castillo, al que se accede por una terraza que se encuentra en la parte que da a la carretera de Morón [8]. Al entrar en el recinto damos a un patio con pozo árabe, pues árabe es el origen del castillo, rodeado de edificios: capilla, granero, habitaciones… Todo ello defendido por una gran torre denominada del Homenaje. La torre parece del siglo XIV, con agregaciones posteriores, tiene 27 metros de altura, con dos plantas y azotea, desde donde tendremos unas magníficas vistas de toda Marchenilla y podremos admirar el vuelo de gran número de cernícalos primillas, pues no hay que olvidar que este lugar es uno de los más importantes refugios del cernícalo primilla de toda España.
Castillo de Marchenilla
Desde el castillo nos dirigiremos, caminando junto a la carretera de Morón, hasta la fuente de Cañiveralejos, y desde aquí hasta el molino de Pared Alta. Este molino, al estar habitado, se ha conservado en bastante buen estado, pudiéndose ver tanto la atarjea como la casa del molinero. Aquí nos encontramos con un pequeño arroyo (unión de las aguas de El Fontanal, Escurridero y Junco), cuyas aguas eran utilizadas como fuente de energía para moler [9].
Restos del molino de Tragahierros
Si tomamos a la izquierda, bordeando la valla de una fábrica, pronto llegaremos a un pequeño saucedal (salixfragilis). Podemos ver los restos de una atarjea, que es todo lo que queda del molino de Cañiveralejos [10], que era movido por las aguas de nuestro pequeño arroyo, al cual se le han unido ya las aguas del arroyo de Cañiveralejos, que nace, como hemos visto, al pie de la carretera de Morón.
Molino de Cañiveralejos
Al continuar la ruta y salir de este pequeño saucedal, observamos cómo el arroyo se desvía hacia la izquierda, y aunque no vemos sus escasas aguas, sí apreciamos la abundante vegetación que sobrevive en sus márgenes e interior: lirios amarillos, colocasias, cañas, aneas, juncos, mentas, juncias, zarzas, madreselva, vid silvestre, salicarias… ocupan este tramo del arroyo dando cobijo a multitud de aves.
Algo más adelante está el molino de Pasadilla [11], del cual se pueden ver la antigua atarjea en pie, mientras el resto del molino está dedicado a naves para el ganado. A esta altura el arroyo vuelve a acercarse al camino y al otro lado vemos unas extensas tierras de labor que están delimitadas por el río Guadaíra y la carretera de Morón.
Molino de Pasadilla
A pocos metros nos encontramos, entre árboles, el molino de Granadillo. Este molino, como todos los que hoy día están habitados, ha sido ampliado según las necesidades, quedando poco visible la parte antigua, salvo desde atrás.
Molino de Granadillo
El arroyo toma rumbo hacia el río Guadaíra, justo detrás de este molino. Antiguamente se desviaba su curso para mover el molino de Hornillo [12], que es el que se encuentra algo más adelante. El molino está literalmente hundido en el terreno, provocando que surja un nuevo manantial a sus pies.
Molino de Hornillo
Una vez llegado a este punto volveremos de nuevo hasta el hotel Oromana, donde podremos descansar un poco y, tomándonos unos refrescos, conversar sobre todo lo visto durante la jornada [13].
Mapa de la ruta

Antonio Gavira Albarrán
[1] El molino Nuevo fue destruido por completo el 19 de abril de 2005, en el marco de unas obras de ampliación de la Ciudad de San Juan de Dios. Situado en la cabecera de la cuenca de Marchenilla, y muy próximo al alumbramiento de aguas conocido como El Fontanal, podría datarse en el siglo XVII. Los hechos fueron denunciados por diferentes colectivos, entre ellos Alwadi-ira-Ecologistas en Acción.
[2] El molino de Cajul, cuando se publicó esta ruta por primera vez, se encontraba en muy buenas condiciones para, con un mínimo presupuesto, ser restaurado. Durante estos años se ha ido deteriorando sin que exista ningún plan municipal para rescatarlo.
[3] La aparición de sillares de una atarjea que conectaba el molino de Cajul con el de Las Aceñas, durante una remodelación de la zona, no tuvieron el correspondiente estudio y necesaria puesta en valor de esta última. La Quinta de Nuestra Señora de Regla se encuentra en ruinas, y el conjunto, donde se localiza también el nacimiento de los Caños de Carmona o la ermita de Santa Lucía, continúa sin un plan para su recuperación, a pesar de denuncias, propuestas y proyectos impulsados por la sociedad civil.
[4] El molino de la Boca o de la Fortuna ha continuado deteriorándose durante todos estos años. Las únicas intervenciones llevadas a cabo han corrido a cargo de la Sociedad Ecologista Alwadi-ira, consistentes en la limpieza arbustos, maleza y basuras acumuladas en su entorno y estructura.
[5] Las captaciones de aguas, legales e ilegales, posiblemente de las explotaciones mineras de Los Salgueros y Las Majadillas, son las causas de que los arroyos de la zona no lleven agua prácticamente en ningún momento del año. Las administraciones públicas (Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra) no actúan.
[6] El molino Hundido o del Rincón es otro de los molinos que se ha visto afectado por el paso del tiempo y por la nefasta actuación llevada a cabo a principios de los años ochenta, consistente en la construcción de una presa que, supuestamente, regularía el cauce del río; pero que nunca cumplió con su cometido, ya que la dinámica del río la evitó, consiguiendo deteriorar más aún el molino y su entorno. Alwadi-ira ha solicitado una actuación urgente, adjuntando un proyecto donde se concretan una serie de medidas.
[7] Hoy sin agua prácticamente durante todo el año.
[8] En la actualidad no es posible entrar por el portillo. Una vez lleguemos a la carretera de Morón, continuaremos por su margen. Estamos en la vía pecuaria Vereda de Marchenilla, hasta la entrada que observaremos junto a la terraza que se cita en el texto.
[9]Del molino de Tragahierros, que hemos dejado al otro lado de la carretera de Morón, quedan algunos restos de la atarjea, y de la nave molinera, aunque enterrados en los escombros que se depositaron sobre él tras las obras del colector del Centro Penitenciario de Mujeres.
[10] Del molino de Cañaveralejos solo nos queda parte de la atarjea y cubos soterrados cubiertos de maleza.
[11]Del molino de Pasadilla permanece la atarjea. El resto se ha destruido o se ha convertido en cobertizos para ganado.
[12] El molino de Hornillo, a pesar de un proyecto privado y de la promesa del Ayuntamiento de contribuir a su recuperación, ha continuado deteriorándose durante todos estos años.
[13] Como podemos comprobar, desde que se publica por primera vez la ruta, en 2003, hemos visto el desordenado desmantelamiento de la fábrica de Tableros del Sur, la acumulación de placas de amianto, neumáticos, escombros y basuras en sus instalaciones, construcciones legales o ilegales, más canteras, más pozos, incendios y, sobre todo, la ausencia del gobierno municipal; circunstancias que han contribuido a la pérdida de patrimonio histórico y natural en la cuenca del Marchenilla.


jueves, 2 de julio de 2020

Éxito de la sociedad civil contra la incineración.

Posible pinchazo del acuífero en la cantera de la cementera.


La Plataforma Contra la Incineración de Residuos en Los Alcores presentó, el pasado 26 de junio, en el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, más de 9.000 firmas ciudadanas exigiendo la modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para impedir la quema de residuos en la cementera Portland o en cualquier otra instalación de la localidad.

La ciudadanía muestra, de esa forma, una vez más, su rotunda oposición a la incineración de 292.000 toneladas/año de residuos en la cementera Portland de Alcalá de Guadaíra, entre los que, previsiblemente, estarán los del vertedero de Nerva (Huelva), según se desprende de su proyecto de ampliación.

Ante la lógica de la rentabilidad y el beneficio, esgrimida por la empresa desde hace años, con sus planes para quemar residuos en el horno de clinker, a fin de utilizarlos como combustibles alternativos, se reivindica su reducción, reutilización, reciclaje, compostaje…, minimizando, de esta manera, los efectos sobre la salud, la contaminación del entorno y la extracción de materia prima de la naturaleza.

El resultado de esta campaña es fruto del trabajo informativo desarrollado en la calle por la Plataforma, que está logrando desmontar los argumentos de la cementera, a pesar de los recursos que invierte en hacernos ver lo afortunados que somos por tenerla justo al lado de nuestra casa.  

La cementera es la industria que más contribuye al calentamiento global por emisiones de CO2 en la provincia de Sevilla, 598.000.000 kg/año vertidas a la atmósfera en 2018, últimos datos oficiales. Ha batido sus propios récords por emisiones de materia particulada (PM10) 4.780 kg/año, partículas totales en suspensión (PST) 54.100 kg/año, aumentado sus emisiones de metales pesados, como el cadmio, cromo, cobre, níquel, plomo, talio, cobalto, zinc, manganeso o vanadio. También los semimetálicos como el antimonio. Igualmente han aumentado las dioxinas y furanos, los policlorobifenilos, el benceno, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, el cloro, etc., según un informe elaborado por la Plataforma.

También estamos ante la industria que más suelo ha devorado en nuestro término municipal, aproximadamente, 300 hectáreas. El suelo es, además de un recurso natural no renovable, un elemento clave del sistema climático, ya que tiene el potencial de capturar enormes cantidades de carbono. En nuestro caso, también, es un suelo muy rico en patrimonio paleontológico y arqueológico, su eliminación afecta seriamente al acuífero Sevilla-Carmona y deteriora un paisaje genuino, como es el de Los Alcores, en una zona fuertemente humanizada y donde el objetivo de la Agenda 2030 “lograr un mundo con efecto neutro en la degradación del suelo”, se encuentra más que justificado.

Tampoco nos habla la cementera de los puestos de trabajo que se pueden estar perdiendo por estar ubicada en un punto estratégico dentro del área metropolitana de Sevilla y de que forma parte de un sector sobredimensionado, diseñado sobre un hipotético crecimiento ilimitado del monocultivo del ladrillo en Andalucía.

Es alentador presenciar otro éxito de la sociedad civil organizada entorno a una plataforma unitaria de funcionamiento asambleario, que exige con estas firmas, a nuestros responsables políticos, no arrodillarse ante los intereses económicos de unos pocos, tomando medidas que protejan la salud de las personas, el medio ambiente y nuestro futuro.

Francisco Gavira Albarrán