jueves, 11 de diciembre de 2025

Las Murallas del Castillo de Alcalá: Un Testimonio Fotográfico de las Décadas de 1920–1930

 


Entre las imágenes documentales más evocadoras del patrimonio arquitectónico de Alcalá de Guadaíra del primer tercio del siglo XX destaca esta fotografía monocroma en tonos azules, perteneciente al archivo de la Compañía de Tarjetas Postales Nacionales, más conocida por su sello comercial “Cliché COTÁN”, con sede en Sevilla. Este sello editorial se especializó en la reproducción masiva de postales y vistas urbanas, convirtiéndose en uno de los principales difusores visuales del paisaje monumental de la época.

Datada entre 1920 y 1930, la imagen muestra la imponente silueta del Castillo de Alcalá, una fortificación medieval entonces sumida en un acusado estado de ruina. El característico virado azulado —propio de ciertas técnicas fotográficas y de copias preparadas para imprenta— envuelve la escena con una atmósfera casi onírica, reforzando la impresión de antigüedad, deterioro y grandeza perdida.

Las murallas, robustas y almenadas, se despliegan de forma irregular sobre un terreno pedregoso. Sus muros, erosionados por siglos de intemperie, conservan las huellas de los sucesivos usos defensivos del enclave. Varias torres cuadrangulares, parcialmente derruidas, mantienen aún arcos y vanos que permiten imaginar cómo fue su estructura original.

En la zona central de la imagen se distinguen varias figuras humanas que caminan por la muralla, proporcionando una valiosa referencia de escala. En primer plano, la tierra labrada sugiere la existencia de pequeños huertos adosados al castillo, entre los que destacan grupos de chumberas que completan el carácter rural del entorno.

Esta fotografía no solo documenta el estado del monumento en las primeras décadas del siglo XX, sino que constituye también un fragmento esencial de la memoria visual de Alcalá de Guadaíra. Gracias al trabajo de “Cliché COTÁN” y a su intensa producción de postales, hoy es posible conocer y reconstruir la apariencia de estas estructuras antes de las restauraciones posteriores. Se trata, en definitiva, de un documento histórico de primer orden que preserva, en un evocador azul, la silueta desgarrada pero majestuosa de un pasado fortificado. Foto digital en la colección de Antonio Gavira Albarrán.

 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

El Castillo de Marchenilla en la Revista ALGO, 1935: una foto de Martínez.

 

La fotografía muestra el Castillo de Marchenilla tal y como lo habría visto cualquier vecino en los años treinta del siglo pasado: sobrio, dominante sobre la ladera y con claros signos del paso del tiempo. Sin restauraciones ni intervenciones modernas, la imagen revela una fortaleza que todavía conservaba su esencia defensiva medieval.

El encuadre, amplio, resalta la silueta del castillo sobre un terreno despejado. No aparecen personas ni elementos que distraigan: la protagonista absoluta es la arquitectura.

¿Quién tomó la fotografía?

En la revista ALGO, año VII – 23 de noviembre de 1935, número 328, aparece firmada por el fotógrafo “Martínez”.

En 1935 España vivía un momento de profundos cambios: la Segunda República impulsaba proyectos culturales, se comenzaban a catalogar monumentos con criterios modernos y la fotografía adquiría un papel central como herramienta de documentación y difusión.

En ese ambiente también aparecieron publicaciones ilustradas como la revista ALGO, un “semanario de buen humor” cuya historia acaba de reescribirse gracias a una investigación reciente. Todo formaba parte de la misma energía cultural: la voluntad de registrar, difundir y compartir el patrimonio y la vida cotidiana del país.

El Castillo de Marchenilla sigue en pie. Pero gracias a imágenes como esta, también tenemos datos sobre su pasado. En archivo digital de Antonio Gavira Albarrán la revista ALGO.


sábado, 22 de noviembre de 2025

Panorámica de Alcalá Ramón Almela 1890


La panorámica de Alcalá de Guadaíra captada por Ramón Almela (Sevilla, 1870-1925) alrededor de 1890 es una ventana a un pasado rural. Tomada desde la Cuesta del Águila, la actual calle Santa María, la imagen muestra un caserío blanco y compacto, surcado por calles estrechas donde la campiña se funde de forma natural con el núcleo urbano.

En el corazón de esta estampa sobresale la Iglesia de Santiago, cuya silueta, aún sin las transformaciones que experimentaría su torre años después, domina un paisaje donde todavía no existían edificios emblemáticos como la Casa Ibarra o Villa Esperanza.

El autor de este valioso testimonio visual fue un nombre esencial en la fotografía andaluza de su tiempo. Hijo del también fotógrafo Francisco Almela, Ramón se incorporó joven al negocio familiar. A partir de 1891, la firma "Almela, Fco. e Hijo" quedó bajo su dirección y orientación artística (Yáñez Polo, 1997: 226-227). Como fotógrafo itinerante y editor de postales, dedicó su carrera a documentar ciudades y monumentos de Sevilla y su provincia, empleando técnicas como la albúmina tardía o el gelatinobromuro, que otorgaban a sus imágenes el característico y cálido tono sepia.

Hoy, esta fotografía no solo es un documento histórico de incalculable valor para comprender la fisonomía de Alcalá a comienzos del siglo XX, sino también el legado de uno de los grandes documentalistas gráficos de Andalucía.

Fuente: Archivo digital de Antonio Gavira Albarrán.

sábado, 15 de noviembre de 2025

Kurt Hielscher en Alcalá de Guadaíra: un testimonio visual de 1922 que todavía nos interpela

 

Foto digital en el archivo de Antonio Gavira Albarrán. En 1922, el fotógrafo alemán Kurt Hielscher inmortalizó una escena que hoy forma parte del imaginario visual de Alcalá de Guadaíra. En la imagen, dos niñas caminan por un sendero de tierra, rodeadas de margaritas, cargando un gran cántaro. Al fondo se recorta la poderosa silueta del castillo de Alcalá, cuyos muros centenarios dominan el paisaje. La fotografía, incluida en su célebre libro Das unbekannte Spanien, no solo retrata un monumento; captura un modo de vida, un ritmo rural y humano que entonces definía la esencia de gran parte del municipio.

Hielscher llegó a España en 1914, y la guerra europea que estalló poco después lo mantuvo en la península durante años. Ese inesperado arraigo se convirtió para él en una oportunidad: recorrer el país a fondo, conocer pueblos y ciudades más allá de los circuitos consagrados y descubrir una España que, como su propio título afirmaba, permanecía “desconocida” para buena parte de Europa. Su mirada se caracterizó por un equilibrio poco común entre la intención documental y una sensibilidad estética casi poética. En Andalucía encontró un territorio fértil para esa combinación, y Alcalá de Guadaíra no pasó desapercibida ante su objetivo.

La fotografía tomada junto al castillo resume el estilo y las inquietudes del autor. Para Hielscher, los monumentos importaban tanto como las personas que vivían en su entorno. Nunca se limitó a registrar fachadas o panorámicas; buscó, ante todo, mostrar cómo los seres humanos habitaban los paisajes que habían heredado. Por eso las protagonistas no son solo las torres de piedra, sino también esas dos niñas que, con sus vestidos sencillos y su cántaro de barro, encarnan la cotidianidad del Alcalá de principios del siglo XX.

La relación entre la población y el castillo aparece en esta foto sin artificios. El sendero que asciende hacia la fortaleza, los márgenes con margaritas, la naturalidad de las niñas avanzando, revelan una convivencia orgánica entre monumento y comunidad. La imagen es a la vez un documento histórico y una composición de gran belleza: las líneas del camino conducen la mirada hasta las murallas, mientras la presencia humana aporta escala, vida y emoción.

Esta fotografía también tiene valor como registro social. En aquellos años, el transporte del agua seguía siendo una tarea habitual en la vida rural, y el cántaro que cargan las niñas remite a un modo de subsistencia que desaparecería con la modernización del siglo XX. La escena, espontánea y tranquila, condensa un mundo que ya no existe, pero que forma parte de la memoria cultural de la ciudad.

La obra de Hielscher ha sido recuperada en las últimas décadas por investigadores y aficionados que buscan revisitar los lugares que él retrató. Proyectos como In the Footsteps of Kurt Hielscher muestran el impacto duradero de sus imágenes y el interés por comparar los paisajes actuales con los que él fotografió hace un siglo. En Alcalá de Guadaíra, ese ejercicio de cotejo revela cuánto ha cambiado el entorno del castillo, pero también cuánto permanece de su identidad.

Más allá de lo puramente visual, la presencia de Hielscher en Alcalá forma parte de una historia mayor: la de un fotógrafo que, atrapado por la guerra lejos de su país, encontró en España un vasto territorio de descubrimiento. Su paso por la localidad quedó fijado en una fotografía que reúne arquitectura, naturaleza y vida cotidiana. Una imagen que, cien años después, nos recuerda que cada monumento es también un cruce de caminos humanos.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Molino de San Juan

 


Entre las antiguas imágenes que rescatan la memoria del río Guadaíra destaca el conocido “Cliché Cotán”, una serie de fotografías tomadas entre los años veinte del siglo XX. La que hoy mostramos fue tomada desde la margen derecha del río, donde se alza uno de los molinos más emblemáticos de la ribera alcalareña: el molino de San Juan, que por entonces pertenecía a la familia de La Portilla.

La instantánea, de tono azulado y marcada por el estilo fotográfico de la época, captura un instante de la vida cotidiana en torno al cauce. En primer plano, el edificio se refleja en la lámina tranquila del río, cuyas aguas fluyen hacia el espectador. Posiblemente estemos en verano, dada la escasez de agua en el río.

En la base del molino, tres hombres descansan sentados a la entrada, junto a unos aparejos de labor que sugieren tareas molineras o quizás labores de mantenimiento. La construcción, de muros encalados y cubierta a cuatro aguas, muestra claramente el paso del tiempo: la fachada presenta desconchados, manchas de humedad y vegetación trepando, posiblemente una higuera, signos inequívocos del abandono progresivo que comenzaban a sufrir muchos de estos ingenios hidráulicos.

Al fondo, sobre los cerros, se distingue una masa de pinares recortada con nitidez contra el cielo. Este detalle no es casual: los pinares del entorno de Alcalá de Guadaíra fueron objeto de repoblaciones a finales del siglo XIX y principios del XX, dentro de proyectos de regeneración forestal destinados a proteger el suelo y embellecer el paisaje.

Más allá de su valor estético, la imagen constituye un testimonio documental de un modo de vida y de trabajo ligado al agua. Los molinos del Guadaíra —harineros, de rodezno o de cubo, como el que aquí aparece— fueron durante siglos el motor económico de la comarca y conformaron un paisaje cultural de enorme riqueza, hoy en gran parte desaparecido o transformado.

Esta fotografía forma parte de la colección digital de Antonio Gavira Albarrán.

El “Cliché Cotán”, por tanto, no es solo una fotografía antigua: es un fragmento de historia. Nos permite leer el territorio desde la mirada de quien, hace un siglo, supo detener el tiempo con su cámara.


martes, 11 de noviembre de 2025

El Castillo de Alcalá de Guadaíra

El Castillo de Alcalá de Guadaíra, capturado por el emblemático cliché COTÁN.

Esta notable fotografía, que se encuentra en la colección de Antonio Gavira Albarrán, nos transporta a la Alcalá de Guadaíra de los años 20. La imagen, posiblemente tomada por el reconocido fotógrafo José Demaría López bajo su sello "Cliché COTÁN", muestra una escena llena de vida: al menos diez niños se agrupan sobre la muralla del castillo, mientras que, en un plano inferior, dos mulos descansan acompañados posiblemente por su cuidador.
La mención "Cliché COTÁN" identifica esta obra como parte del archivo de la Compañía de Tarjetas Postales Nacionales, activa entre 1910 y 1936. Lejos de ser una simple imprenta, COTÁN representó el trabajo de un fotógrafo que supo capturar con excepcional calidad tanto el patrimonio monumental como la esencia de la vida cotidiana andaluza.
Hoy, postales como esta han trascendido su función original para convertirse en documentos históricos de incalculable valor, permitiéndonos estudiar la evolución del patrimonio y la sociedad andaluza de principios del siglo XX.

 

Nicolás Jiménez Caballero Alpériz


 Posiblemente Nicolás Alpériz: El Pintor de la Escuela de Alcalá de Guadaíra

Nicolás Jiménez Caballero Alpériz (Sevilla, 1865 – Sevilla, 23 de noviembre de 1928) fue un destacado pintor costumbrista.
Alpériz no fue solo un visitante ocasional; vivió en Alcalá de Guadaíra y encontró en su entorno una fuente inagotable de inspiración. La localidad se convirtió en el protagonista de gran parte de su obra. Con su paleta, capturó la luz y los paisajes de la ribera del Guadaíra, los molinos harineros, las calles blancas y, sobre todo, las escenas cotidianas de sus gentes. Esta profunda conexión le valió ser considerado uno de los máximos representantes de la colonia de pintores que, a finales del siglo XIX y principios del XX, convirtió a Alcalá en un referente del paisajismo andaluz.
Cristal. En la colección de Antonio Gavira Albarrán.

Arco de San Miguel

 


Arco de San Miguel. Francisco Hohenleiter y Castro (Cádiz, 24 de febrero de 1889 – Sevilla, 1968) fue un destacado pintor e ilustrador, cuya trayectoria artística mantuvo una relación significativa con la localidad de Alcalá de Guadaíra. Este vínculo se forjó principalmente a través de su participación en el grupo de pintores al aire libre que, durante las primeras décadas del siglo XX, se dio cita en la localidad, atraído por la singularidad de su paisaje, sus molinos
harineros y el curso del río Guadaíra. Hohenleiter, junto a otros artistas, contribuyó a plasmar la esencia de Alcalá, capturando en sus lienzos la luz, los rincones y la atmósfera que caracterizan nuestra localidad. En la colección de Antonio Gavira Albarrán.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

El Castillo de Marchenilla en La Bética (1915)

La fotografía publicada en 1915 por la revista La Bética representa el Castillo de Marchenilla. Esta revista cultural sevillana, activa entre 1913 y 1917, se distinguió por su labor de divulgación artística y patrimonial, impulsando a comienzos del siglo XX una corriente de revalorización del patrimonio histórico andaluz y de afirmación de la identidad regional a través del arte y la historia.¹

En la imagen se aprecia la sólida estructura del castillo, con murallas almenadas y torres cilíndricas rematadas por matacanes, rasgos característicos de la arquitectura militar bajomedieval. Su origen se remonta a la época almohade (siglo XII), aunque fue reformado tras la conquista cristiana, desempeñando una importante función defensiva en el control de los caminos entre Sevilla y Morón de la Frontera. Con el paso del tiempo, la fortaleza perdió su carácter militar para transformarse en residencia señorial, integrándose plenamente en el paisaje agrícola de la campiña sevillana.

Cuando La Bética difundió esta imagen, el castillo ya mostraba signos de deterioro, aunque conservaba su imponente presencia sobre el terreno. La publicación de documentos gráficos de este tipo respondía al propósito de la revista de preservar la memoria visual de los monumentos andaluces, en un contexto de creciente conciencia sobre la conservación del patrimonio. Estas iniciativas contribuyeron a configurar un imaginario colectivo en torno al valor histórico y simbólico de la arquitectura medieval andaluza.

Notas
1. La Bética fue una revista ilustrada sevillana fundada en 1913, dedicada a la divulgación de temas artísticos, arqueológicos y literarios andaluces. Publicó numerosos artículos y fotografías sobre monumentos históricos, convirtiéndose en un referente del regionalismo cultural de principios del siglo XX. El 20 de noviembre de 1913 apareció el primer número de La Bética, una revista artística ilustrada nacida al calor de una corriente intelectual que aspiraba a la regeneración de Andalucía mediante la reivindicación de su cultura e identidad. Difusora de un andalucismo incipiente, en sus páginas participaron destacados pensadores de la época, vinculados al Ateneo de Sevilla, como Blas Infante, Alejandro Guichot, Mario Méndez Bejarano, José Gastalver, Alfonso Grosso, Martínez de León, José María Izquierdo, José Gestoso Pérez, Felipe Cortínez Murube, Javier Lasso de la Vega, Joaquín Hazañas y la Rúa y Rafael Laffón.
2. La fotografía Castillo de Marchenilla (1915) forma parte del archivo digital que coleccionaba Antonio Gavira Albarrán.

domingo, 26 de octubre de 2025

George Edward Bonsor

 


La lámina presenta dos representaciones de piezas cerámicas procedentes de los Alcores, área de notable importancia arqueológica por su continuidad de ocupación desde la Prehistoria reciente hasta la Antigüedad.

A la izquierda se muestra un vaso campaniforme atribuido al Neolítico final o Edad del Cobre (ca. 2500–2000 a.C.), caracterizado por su perfil troncocónico invertido y su decoración incisa en bandas horizontales con motivos geométricos en zigzag. La inscripción “George Bonsor, 1899” identifica al arqueólogo franco-británico George Edward Bonsor Saint Martin (1855–1930), pionero en la documentación gráfica de materiales arqueológicos andaluces.

A la derecha se observa un dibujo de ánfora de época púnica (siglos VIII–III a.C.), decorada con círculos concéntricos y provista de asas laterales. Este tipo de recipiente ilustra la influencia fenicia y cartaginesa en la región, reflejo de los contactos comerciales y culturales del sur peninsular con el Mediterráneo oriental.

El conjunto constituye un testimonio visual de la evolución tecnológica y estilística de la cerámica en el territorio de los Alcores, desde la producción doméstica neolítica hasta las manufacturas coloniales púnicas. La comparación de ambos ejemplares en una misma lámina evidencia la intención de Bonsor de establecer una secuencia cultural regional basada en la tipología cerámica.

Procedencia y autoría:

- Procedencia: los Alcores
- Autor de la lámina: George Edward Bonsor
- Fecha: 1899
- Técnica: Fotografía y dibujo sobre soporte de papel con rotulación manuscrita

Valor patrimonial:

El documento constituye una fuente primaria de gran relevancia para la historia de la arqueología andaluza, tanto por su valor gráfico como por el papel de Bonsor en la consolidación de los métodos de documentación científica a finales del siglo XIX. En la colección digital de Antonio Gavira Albarrán.