Entre las imágenes documentales
más evocadoras del patrimonio arquitectónico de Alcalá de Guadaíra del primer
tercio del siglo XX destaca esta fotografía monocroma en tonos azules,
perteneciente al archivo de la Compañía de Tarjetas Postales Nacionales, más
conocida por su sello comercial “Cliché COTÁN”, con sede en Sevilla. Este sello
editorial se especializó en la reproducción masiva de postales y vistas
urbanas, convirtiéndose en uno de los principales difusores visuales del
paisaje monumental de la época.
Datada entre 1920 y 1930, la
imagen muestra la imponente silueta del Castillo de Alcalá, una fortificación
medieval entonces sumida en un acusado estado de ruina. El característico
virado azulado —propio de ciertas técnicas fotográficas y de copias preparadas
para imprenta— envuelve la escena con una atmósfera casi onírica, reforzando la
impresión de antigüedad, deterioro y grandeza perdida.
Las murallas, robustas y
almenadas, se despliegan de forma irregular sobre un terreno pedregoso. Sus
muros, erosionados por siglos de intemperie, conservan las huellas de los
sucesivos usos defensivos del enclave. Varias torres cuadrangulares, parcialmente
derruidas, mantienen aún arcos y vanos que permiten imaginar cómo fue su
estructura original.
En la zona central de la imagen
se distinguen varias figuras humanas que caminan por la muralla, proporcionando
una valiosa referencia de escala. En primer plano, la tierra labrada sugiere la
existencia de pequeños huertos adosados al castillo, entre los que destacan
grupos de chumberas que completan el carácter rural del entorno.
Esta fotografía no solo documenta
el estado del monumento en las primeras décadas del siglo XX, sino que
constituye también un fragmento esencial de la memoria visual de Alcalá de
Guadaíra. Gracias al trabajo de “Cliché COTÁN” y a su intensa producción de
postales, hoy es posible conocer y reconstruir la apariencia de estas
estructuras antes de las restauraciones posteriores. Se trata, en definitiva,
de un documento histórico de primer orden que preserva, en un evocador azul, la
silueta desgarrada pero majestuosa de un pasado fortificado. Foto digital en la colección de Antonio Gavira Albarrán.









