Subida a Gandul viniendo
desde Osuna, por Richard Ford (1830)
Desde su juventud, el VI marqués de Gandul, al
igual que su familia, se alineó con el absolutismo encarnado por Fernando VII.
Este vínculo se remontaba a la relación de su padre con el monarca, quien fue
acogido en dos ocasiones en la residencia veraniega de Alcalá de Guadaíra,
ubicada en La Cañá, número 16. Aunque su residencia habitual estaba en Sevilla,
este antecedente familiar lo situó como una figura clave del movimiento
absolutista en la vida política y social de la ciudad.
Ascenso político y estrategias electorales
(1844-1851): La Década Moderada.
En 1844, el marqués participó en la formación de
la candidatura Monárquico Constitucional para el Senado, aunque no fue elegio. Este revés no menguó su
determinación. El 21 de agosto de 1850, los electores monárquicos reunidos en
la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Sevilla lo nombraron presidente
de un comité encargado de decidir sobre la participación en las elecciones
municipales y otros procesos electorales que se vislumbraban en el horizonte,
como por ejemplo las elecciones a Cortes. En abril de 1851, el comité celebró
varias reuniones, destacando una el día 28, presidida en su ausencia por
Lorenzo García Pego, vicepresidente y decano del colegio de abogados. Con más de quinientos
asistentes, tantos que algunos permanecieron en la calle, se acordó respaldar a
los candidatos designados el año anterior y delegar en el «comité central» la
selección de representantes para los distritos sevillanos. Esta reunión estuvo
precedida de otra presidida por el propio marqués, también con el tema
electoral como punto fundamental del orden del día. Los
“monárquicos puros”, como se denominan, se presentarán únicamente en Valencia,
encabezados por el marqués de Cáceres, y en Sevilla con el marqués de Gandul. El
marqués fue designado candidato por el primer distrito, pero los resultados de
la primera vuelta electoral fueron desfavorables para los monárquicos.
Primer distrito, 1.ª sección, votos
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D. Manuel Cortina, 43
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D. Luis Alcón, 44
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Marqués de Gandul, 4
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Primer distrito, 2.ª sección, votos
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D. Manuel Cortina, 64
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D. Luis Alcón, 52
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Marqués de Gandul, 17
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Segundo distrito, única sección, votos
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D. Miguel Ruiz Martínez, 82
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D. Cornelio Cipriano Sánchez, 84
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D. Antonio Valderrama, 4
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Tercer distrito, 1.ª sección, votos
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D. Manuel Moreno López, 100
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D. Pedro Luis Huidobro, 24
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D. José María Ibarra, 22
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D. Francisco María Abaurrea,10
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Tercer distrito, 2.ª sección, votos
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D. Manuel Moreno López, 37
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D. Pedro Luis Huidobro, 49
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D. José María Ibarra, 9
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D. Francisco María Abaurrea, 15
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Ante el fracaso, el comité publicó una carta el
12 de mayo de 1851, firmada por el marqués, instando a la abstención en la
segunda vuelta:
«Los monárquicos que han
votado las candidaturas de nuestro partido, han desempeñado una obligación
sagrada: Vd., que es uno de ellos, tiene la gloria de haber contribuido digna y
valerosamente a su engrandecimiento.
Pero no basta esto; nuestra
presencia en las urnas ha inutilizado la primera elección: nuestra completa
retirada, ya que no tenemos ningún candidato propio que pueda competir con los
otros, debe dejar la segunda a las solas fuerzas de los interesados.
En nombre, pues, del honor,
de la moralidad y de las altas consideraciones de organización, está Vd.
obligado a no votar en la segunda elección, y a ser tan monárquico, tan honrado
y tan decidido, resistiendo las sugestiones de los demás partidos para no
darles su apoyo ahora, como lo ha sido antes para sostener a sus hombres, y así
lo espera el comité.
Sevilla, 12 de mayo de
1851. – El marqués de Gandul, presidente. (Siguen las demás firmas).»
«En Sevilla se creía en
el triunfo de los señores Cortina, Ruiz Martínez y Moreno López».
Consolidación en la política local (1853-1857):
El Bienio Progresista y la resistencia tradicionalista.
Dos años después de los hechos mencionados, el 13
de octubre de 1853, tuvo lugar una asamblea decisiva en la residencia de José
María Benjumea, con el objetivo de conformar la candidatura para las elecciones
bienales al Ayuntamiento de Sevilla. Para el cuarto distrito, se designó a
figuras destacadas como el conde de Montelirio, Agustín Pruna, Sebastián Prieto
y el marqués de Gandul. Posteriormente, el 30 del mismo mes, se hizo pública
una lista de dieciocho nombres propuestos como ideales para
ocupar los cargos municipales, encabezada por el mismo marqués de Gandul.
Paralelamente, la prensa afín al realismo difundió un manifiesto en el que se
especificaban las cualidades morales, perfil público y conducta exigida a los
futuros representantes:
«...deben ser hombres de
gran posición; de suficiente arraigo, de prestigio entre todas las clases de la
población: deben ser hombres de pocos negocios, para que puedan trabajar en el
procomunal, y jamás de aquellos que tienen que abandonar un arte o profesión
con menoscabo de sus intereses, para asistir al ayuntamiento. Deben ser
elegidos entre aquellos que no buscarán destinos municipales para sí, ni para
sus parientes dentro del décimo grado; que no pedirán mejoras para las calles
en donde viven; que, desechando ridículas teorías económicas, harán lo posible
por evitar el monopolio de los artículos de primera necesidad; de los que
procuren llevar a cabo las muchas economías que pueden hacerse en los gastos
municipales...»
En enero de 1857, el Partido Monárquico nombrará
una nueva junta directiva a la que se le encarga la reorganización de los
realistas en la provincia de Sevilla, con miras a participar en las elecciones
municipales. Dicha junta, nuevamente
presidida por el marqués de Gandul,
enfrentó un obstáculo inicial: al haberse formado fuera del plazo legal, sus
miembros intentaron negociar con el gobernador civil un acuerdo que legitimara
su situación. Ante esta gestión, el gobernador accedió a reunirse con el
marqués y le ofreció ocupar cuatro de las ocho plazas reservadas para la
reelección en el nuevo Ayuntamiento. Sin embargo, la propuesta conciliadora fue
rechazada de forma categórica por los monárquicos, quienes la tildaron de limosna
indigna.
El desencuentro escaló rápidamente. Los realistas
acusaron al gobernador de obstruir la creación de una junta general y
denunciaron en la prensa irregularidades en el proceso electoral, señalando
como principales adversarios a los falsos realistas, término con el
que aludían a sectores moderados acusados de traicionar los principios
doctrinarios y denunciarán las ilegalidades cometidas en el proceso electoral. .
Pese a las tensiones, continuaron fortaleciendo su estructura en Sevilla y su
provincia, donde encontraron apoyo
clave en municipios gobernados por alcaldes corregidores,
figura tradicional cuestionada públicamente por el propio gobernador en medios
influyentes:
«Estos señores viven
tranquilamente reclinados sobre el presupuesto municipal, preparando las
elecciones como Dios les da a entender. El de Écija se ha empeñado en que los
curas párrocos son empleados del gobierno, puesto que cobran sueldo del estado,
y como tales deben votar lo que el gobierno diga. El alcalde-corregidor de
Marchena se ha instalado en dos tiempos: primero fue nombrado alcalde
constitucional, y después alcalde-corregidor.
Compromiso carlista y represión (1870-1875): La
Tercera Guerra Carlista y la clandestinidad.
El 20 de enero de 1870 será nombrado presidente
de la junta directiva del bando carlista en Sevilla, con la misión de preparar
las candidaturas a las próximas elecciones. La noticia la recoge ampliamente la
prensa. El Oriente califica la asamblea de «admirable espectáculo que
ofrecen los hombres de ideas católicas y monárquicas, que velan por los
intereses de la gran comunión católico-monárquica de aquella provincia en
cuanto se refiere a las elecciones de diputados a Cortes, diputados
provinciales e individuos del ayuntamiento». A la reunión asistieron más de
quinientas personas. De un ambiente de euforia saldrá un manifiesto instando a
la reorganización y a la constitución de juntas en los diferentes municipios de
la provincia, a la par que se daban directrices a los partidarios. Como
nota de humor, el periódico El Universal, citado en La Época,
dirá que «solo un gandul puede ponerse al frente de una junta carlista». El
apellido continuará siendo utilizado por los adversarios para mofarse del
marqués. Por contra, sus partidarios lo defendieron siempre a capa y espada. La
Junta carlista estará formada por:
Señor marqués de Gandul,
presidente.
Sr. D. Francisco Pagés
del Corro, vicepresidente.
Sr. D. José Ignacio Borrás y Corro.
Señor marqués de Esquivel.
Sr. D. Antonio Quintanilla Torres.
Sr. D. Manuel Gómez de Barreda y Varona.
Sr. D. Ignacio de Rodrigo Zaldarriaga.
Sr. Conde de Mejorada.
Sr. D. Miguel de Neira y de la Puente.
Sr. D. Luis Carlos Tirado.
Sr. D. Eduardo García Pérez.
Sr. D. Ventura Camacho.
Sr. D. Joaquín Álvarez.
Sr. D. Bonifacio García Pego e Inzunsa,
secretario.
Sr. D. Evaristo Hue y Gutiérrez, secretario.
Los medios afines resaltarán que los carlistas no
solo cuentan con guerrilleros; también integran sus filas escritores, hombres
públicos, oradores y grandes títulos, entre ellos el marqués de Gandul.
El 11 de junio de 1870, con motivo de la
celebración de la fiesta de Santa Margarita, se publicará en La Esperanza,
periódico monárquico y carlista, una carta de la Junta de Sevilla, y de los
distritos de ella dependientes, firmada por el marqués de Gandul, felicitando a
la “reina” y renovando la adhesión a Carlos VII, al tiempo que «se suspira por
la llegada del día en que, por el derecho que le corresponde, ocupe el trono». El
30 de junio se publicará otra nota donde se felicita el natalicio del Príncipe
de Asturias D. Jaime y «ruega a Dios por que se cumplan las esperanzas que
abrigan muchos españoles por la salvación de la patria».
En 1871, Carlos VII, profundamente afectado por
las divisiones y enfrentamientos entre sus partidarios, nombrará a varios
comisionados para que trasladasen sus instrucciones a las capitales. Entre los
nombres de reconocido prestigio designados se encuentran los marqueses de Esquivel,
en Cádiz, Valdeflores, en Córdoba, Tous, en Granada, Peraleja, en Madrid, y el
Gandul en Sevilla. En
febrero de 1872, la Junta provincial católico-monárquica de Sevilla, por sí y
en nombre de las de distrito y locales dependientes de la misma, presidida por
el marqués de Gandul, se adhiere al mensaje que la central dirigió al Duque de
Madrid protestando su sumisión al principio de autoridad. En
enero de 1873, el periódico La Esperanza será el primero en dar la
noticia de la detención de la Junta Municipal católica-monárquica de Sevilla,
en suspenso desde abril, como todas las que llevan este nombre en España, desde
que estalló el movimiento carlista de abril del año anterior. La prensa
monárquica dirá:
«Conociendo como
conocemos a las personas, nos permitimos dudar de que fuera cierto lo que ha
llegado a nuestros oídos; pero hoy ya es cosa averiguada que los señores
marqueses de Gandul y de Esquivel, Pagés del Corso, Gómez de la Barreda,
Camacho, Pineda, Goyeneta, García Pego, todos amigos nuestros, y algunos de
ellos muy queridos, vocales de la que fue Junta provincial de Sevilla,
estuvieron por lo menos detenidos en el gobierno civil. El Constitucional, periódico de aquella ciudad y nada carlista, por
cierto, promete ocuparse del asunto. Mientras tanto, séanos al menos permitido
lamentarnos de la facilidad con que en los tiempos actuales, a pesar del
respeto a los derechos individuales, se detiene a las personas honradas y
pacíficas, las más veces a consecuencia de una falsa delación, produciendo la
consiguiente alarma en las familias».
En enero de 1873, por orden de los jueces de los
diferentes distritos de Sevilla, se registraron las casas de los marqueses de
Gandul y de Esquivel y de los Sres. Pagés del Corro, Camacho, Pineda, Gómez de
la Berreda y García Pego, con el objetivo de localizar pruebas de su
implicación en la conspiración carlista. También fue registrada la casa de Joaquín
de Goyeneta, que fue conducido al gobierno civil como sospechoso de
complicidad. Entre la documentación incautada apareció un documento firmado por
D. Carlos y evidencias de que preparaban la organización de partidas, al frente
de las cuales se pondría un general carlista, para crear el ejército del Sur. En
septiembre tuvieron lugar nuevos registros, incautándose algunas armas. En la
casa palacio del marqués de Gandul fueron «recogidas varias escopetas y otras
armas.». El
marqués sería detenido junto a Ventura Camacho «sin haber encontrado
absolutamente nada que los comprometiera lo más mínimo», se publicaría en el
diario La Esperanza:
«Únicamente se hallaron
en casa del Sr. de Camacho seis Corazones de Jesús hechos por la hija de dicho
señor con objeto de darlos a los pobres. Este ha sido el pretexto que se ha
tomado para hacer dichas prisiones, que han llenado de indignación a todas las
personas sensatas, sin distinción de partido, pues da la casualidad de que son
dos respetables señores, muy queridos y relacionados con la buena sociedad
sevillana; porque si bien el Sr. de Camacho pertenece a una distinguida familia
de Extremadura, hace más de veinte años que está establecido en esta ciudad,
muy apreciado por todos. Los han tenido incomunicados hasta el miércoles, que
les permitieron los que vieran sus familias y numerosos amigos, que en esta
ocasión les han dado una prueba de verdadero cariño, pues no han estado un
momento solos. Ayer domingo salieron para sus respectivos destierros: el
marqués para Cádiz, y Camacho para Antequera. Ellos deseaban ir al mismo punto
por la antigua y estrecha amistad que los une; pero el gobernador no lo ha
permitido por más empeño que para ello hubo. A todo esto, se han ido sin que
les tomen declaración, porque no tenía sobre qué recaer».
En 1873 se publican los nombres de la junta
directiva de la Liga Nacional de Sevilla. Está integrada por personas de todos
los partidos y respaldada por buena parte de la prensa: La Revista
Hispano-Ultramarina, El Porvenir, El Oriente, La Legitimidad, La Revolución
Española y Las Constituciones. Sus directores también forman parte de la junta
directiva. La preside Joaquín Goyeneta. El marqués es uno de sus vocales.
En julio de 1874 son detenidos: «D. Antonio
Quintanilla y Torrez, D. Miguel Neira, D. Nicolás Pineda, D. Nicolás M.
Maestre, D. N. Moreno Saldarriaga, el marqués de Gandul, D. Rafael Guajardo, D.
Antonio Morales Contreras, un presbítero apellidado Lobo y otros dos sujetos
poco conocidos. Parece que también se halla detenido, aunque en su casa por
estar enfermo, el marqués de la Reunión, y que fue preso por un error
inconcebible un catedrático de derecho, que es notorio no figuraba en las filas
carlistas y que nunca se ha mezclado en política».
Los detenidos, entre los que figuraban varios
sacerdotes, fueron conducidos a la fábrica de tabacos, habilitada como cárcel. El gobernador
de Sevilla, a primeros de 1875, levantaría el destierro del marqués de Gandul y
de Nicolás Maestre. No
obstante, en marzo de ese año, la prensa publicará que se le ha retenido una
carta por falta de franqueo, hecho que pudiera tener que ver con un seguimiento
a sus movimientos políticos.
Compromiso político hasta
sus últimos días.
En 1882, el marqués aún formará parte de la Junta
Católica Monárquica de Sevilla, de la
que es propuesto como presidente honorario el Arzobispo, y estaban designados
presidentes el Obispo auxiliar y Juan María Maestre; como vicepresidentes Antonio
Rodríguez Montero, Canónigo Magistral, y Digo Benjumea, labrador y propietario;
como vocales Miguel Torres Daza, Canónigo; Manuel Torices y Pedrosa, Cura de
San Miguel; José María Camacho y Torres, Cura de San Lorenzo; marques de
Gandul; marques de Santa Cruz de Inguanzo; marques del Castillo: marqués de
Casa Ulloa; Segundo del Camino, comerciante; Exequiel Pérez, comerciante; Francisco
Javier Barroso, abogado, y Francisco Pacheco y Núñez de Prado, propietario;
como tesorero, Félix de Olazabal, comerciante, y como secretario, Juan Romero,
abogado, Manuel de Burgos y Adolfo Balbotín».[32]
Francisco José Gavira Albarrán
La Esperanza (Madrid), 11-6-1870, p.1
La Esperanza (Madrid) 4-10-1873, p.1.