Con motivo de las obras de
construcción de un depósito que EMASESA está ejecutando en la zona de El Adufe,
se ha puesto al descubierto un significativo afloramiento de toba
calcárea. El descubrimiento fue comunicado a la Sociedad
Espeleológica GEOS, que actuó como intermediaria para notificar formalmente
el hallazgo tanto a la empresa constructora como a la Universidad de
Sevilla, a fin de valorar la pertinencia de su estudio científico.
La toba calcárea, al igual que
el travertino, es una roca sedimentaria de naturaleza carbonatada,
caracterizada por su elevada porosidad y, en consecuencia, su baja densidad. Su
génesis se produce típicamente a temperatura ambiente en ambientes de descarga
de aguas subterráneas, como manantiales o cursos fluviales someros con pequeños
saltos de agua, formando estructuras conocidas morfológicamente como
"barrages" o "tufas". En el caso que nos ocupa, la
hipótesis más plausible es su formación en un entorno de surgencia, dada la
proximidad del yacimiento al antiguo cauce del Arroyo del Zacatín, área donde
está documentada la existencia de importantes manantiales subterráneos.
El proceso litogenético de esta roca es de naturaleza biogeoquímica, involucrando tanto componentes inorgánicos como orgánicos. Inicialmente, el agua meteórica, con una mineralización baja y escaso contenido en dióxido de carbono (CO₂), se enriquece con este gas durante su percolación a través del suelo, como resultado de la actividad biológica de la microbiota edáfica y la rizosfera de la vegetación. Esta solución acidificada (ácido carbónico, H₂CO₃), al circular a través de formaciones calcáreas —en este caso, los depósitos de calcoarenitas de Los Alcores—, disuelve el carbonato cálcico (CaCO₃) de la roca, incorporando a la disolución iones calcio (Ca²⁺) y bicarbonato (HCO₃⁻).
Posteriormente, en el momento
del afloramiento de estas aguas al exterior, se produce un cambio en las
condiciones físico-químicas. La desgasificación del CO₂ disuelto,
favorecida por la turbulencia del flujo o por la actividad metabólica de
macrófitos, altera el equilibrio del sistema, provocando la precipitación del
carbonato cálcico en forma de calcita. Este mineral se deposita formando una
costra sobre los sustratos disponibles, que frecuentemente incluyen elementos
biogénicos como hojas, tallos, briófitos o restos de microfauna, como se ha
podido constatar in situ. La acreción sucesiva de estas láminas de
carbonato configura la roca conocida como toba. Con el tiempo, la
descomposición de la materia orgánica incluida genera un sistema de poros y
oquedades que confieren a la roca su textura cavernosa característica.
El estudio pormenorizado de esta formación, incluyendo su datación absoluta y el análisis de los microfósiles e impresiones vegetales atrapados en su matriz, podría proporcionar información de gran valor paleoambiental. Dicha investigación permitiría no solo reconstruir la composición de la flora y fauna del lugar durante el periodo de su formación, sino también inferir los procesos paleogeomorfológicos y las transformaciones ambientales que han modelado este sector de Los Alcores y la llanura aluvial del río Guadaíra a lo largo del tiempo.
Antonio Gavira Albarrán
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