viernes, 5 de junio de 2020

6ª Ruta: Sendero de los molinos.


Ruta: Antonio Gavira / Fotos: Antonio y Francisco Gavira
Este recorrido es de unos 5,5 kilómetros. El tiempo estimado es de 2,5 horas y la dificultad es baja. Tres elementos destacan en él: el castillo, que observarás durante la primera parte de nuestro itinerario; los molinos harineros y el río, que nos acompañará hasta el final de este agradable paseo.

Comienza esta propuesta en la plaza de El Derribo, que está flanqueada por la iglesia de Santiago, que data de los siglos XV y XVI. Nos dirigiremos por la calle Orellana hacia el Punto buscando la vía del tren.
Iglesia de Santiago desde la plaza de El Derribo

A nuestra izquierda, si elevamos nuestra vista, veremos el majestuoso castillo árabe (almohade), pero que sin embargo conserva numerosos restos de los siglos XIV y XV. A los pies del castillo veremos un túnel que no hace muchos años era camino obligatorio del famoso “tren de los panaderos”, aunque nuestro camino nos lleva en dirección contraria y paralela a la antigua vía. Algo más arriba, a la derecha discurre la carretera antigua de Alcalá a Sevilla.
Túnel del ferrocarril

Antes de llegar al molino de Realaje, tendremos que cruzar un pequeño arroyo, denominado de El Zacatín. Si lo cruzamos tendremos en frente el edificio del Adufe y a nuestra izquierda el molino de Realaje. Este molino, como casi todos los del río, es de origen árabe, aunque fue fuertemente reformado en el siglo XVII.
Molino de Realaje o Pie Alegre

Cruzar el río por esta zona puede resultar difícil, sobre todo en época de lluvias y puede ser peligroso. Regresaremos para cruzar por el puente del Dragón. Una vez que hemos cruzado el puente, si tomamos el camino de la derecha nos conducirá a la fuente de la Judía y los molinos de Vadalejos, fuente que, aunque hoy se encuentra seca, en otra época ayudaba con sus aguas a mover las piedras de los molinos, de los que aún hoy podemos contemplar uno de ellos.
Fuente de la Judía y molinos de Vadalejos

A la izquierda del puente del Dragón, el camino se introduce un trecho en un eucaliptal. Al dar una brusca curva a la izquierda, vemos de frente una impresionante panorámica del castillo, y en el centro, el santuario de Nuestra Señora del Águila, edificio mudéjar del siglo XIV; a la izquierda del castillo, la “Torre Gorda”, unida mediante un arco de medio punto a la muralla; a la derecha y bajando en altura se encuentra la iglesia de San Miguel, edificio mudéjar del siglo XIV muy reformado; y ya junto al río, en la otra orilla, podemos ver los restos del molino del Arrabal, cuya azuda fue destruida a principio de los años setenta.
Castillo, con la “Torre Gorda” en primer término
Panorámica, con San Miguel en el centro.

De nuevo en el camino, a nuestra izquierda nos encontramos con antiguas huertas de naranjos y olivares que han sido convertidos en parque, y un pequeño manantial, el de El Negro, que lo cruza.

Este primer tramo del camino se termina a la altura del puente, que algunos le atribuyen un origen romano, que fue restaurado en época de Carlos III.

Cruzaremos la carretera y veremos al otro lado el molino de La Tapada, del cual se conserva en bastante buen estado la atarjea.
Molino de La Tapada

De frente, el camino está flanqueado a su izquierda por unos impresionantes plátanos. En la otra orilla del río se encuentra el parque de San Francisco. Podemos ver una pequeña construcción que fue otro molino harinero, el de Las Eras, de 1605.

A la derecha del camino nos encontramos una altísima pared de albero, en cuya cornisa aparecen unos pequeños árboles y arbustos: encinas, almeces, acebuches, lentiscos, cornicabras, retamas, tamujales, etcétera. Más arriba, aunque no la podamos ver está la bella ermita de San Roque, construida en 1570.
Continuaremos el itinerario, y algo más adelante a la derecha del camino, vemos un pequeño bosquecillo de almeces de gran porte que han dado nombre a este bello rincón de Oromana, El Bosque.
El Bosque

Al salir del El Bosque entramos en un huerto de naranjos agrios que parece estar abandonado. Al salir de esta huerta, vemos enfrente el molino de El Algarrobo, que se conserva en bastante buen estado al igual que su azuda.
Molino del Algarrobo

Nuestro camino continúa por la Comba. Si miramos a la otra orilla del río, podremos ver un verdadero vergel: plátanos, paraísos, eucaliptos, álamos, olmos, adelfas, ricinos, zarzas, zarzaparrilla, rosales, cañas, carrizos… Se trata de la huerta de la Pañuela o antiguo vivero municipal, en cuyo recinto podemos observar gran diversidad de especies de aves, algunas de las cuales están protegidas: martín pescador, martinete común, garceta común, garcilla bueyera, polluelas, fochas, zampullines, mochuelos, lechuzas, mirlos, carboneros, carriceros, currucas capirotadas, petirrojos, jilgueros, verderones, herrerillos, etcétera.

Nuestro camino continúa por la Comba. Si miramos a la otra orilla del río, podremos ver un verdadero vergel: plátanos, paraísos, eucaliptos, álamos, olmos, adelfas, ricinos, zarzas, zarzaparrilla, rosales, cañas, carrizos… Se trata de la huerta de la Pañuela o antiguo vivero municipal, en cuyo recinto podemos observar gran diversidad de especies de aves, algunas de las cuales están protegidas: martín pescador, martinete común, garceta común, garcilla bueyera, polluelas, fochas, zampullines, mochuelos, lechuzas, mirlos, carboneros, carriceros, currucas capirotadas, petirrojos, jilgueros, verderones, herrerillos, etcétera.

Siguiendo nuestro recorrido, llegaremos a un pequeño puentecito encalado, restos de la atarjea del antiguo molino de Oromana, veremos a la izquierda sobre el río el molino de San Juan, y algo más adelante el molino de Benarosa embelleciendo el río con su imagen.
Molino de Oromana
Molino de San Juan
Molino de Benarosa

El camino se bifurca en dos. Nosotros tomaremos el que queda a la izquierda, llegando así a uno de los más bellos parajes del parque de Oromana, donde podemos encontrar gran variedad de árboles y arbustos: pinos piñoneros, cipreses, plátanos, paraísos, aligustres, olmos, almeces, eucaliptos, moreras, acacias de tres espinas, falsas acacias, encinas, quejigos, laureles, lentiscos, cornicabras, acebuches, tamujales, zarzas, rosales, etcétera. Pero no nos podemos quedar en él, tenemos que dejarlo atrás y adentrarnos en un camino que sigue paralelo al río, el cual en este tramo presenta una abundante cubierta vegetal compuesta de almeces, álamos, sauces, tarajes, adelfas, mirtos, zarzas, rosa mosqueta, cañas…; mientras que a la derecha discurre un cercado, la hacienda de Oromana.

Pronto el camino baja hacia el río, encontrándonos con unas vistas, que, aunque muestran el deterioro que ha sufrido todo este conjunto, no dejan de ser realmente impresionantes.

El río discurre a nuestra izquierda y a nuestra derecha aparece un enorme barranco coronado de pinos y eucaliptos, y en cuya pared aparecen el madroño, el mirto, el lentisco, la cornicabra, el espino blanco, el sauce, la madre selva, el matagallo, la zarza, el rosal, la adelfa, la higuera, el olmo… Si nos acercamos a esta pared de roca veremos que en algunos tramos está cubierta de culantrillo y que la misma pared deja caer gotitas de agua.

A nuestra izquierda se encuentra el molino de Las Aceñas, que, como casi todos los que embellecen este río, es de época árabe, aunque posteriormente en 1605 sufrió ampliaciones y reformas. Este rincón de Alcalá fue un lugar privilegiado para el baño y el recreo de muchos sevillanos y alcalareños en la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. Como nota curiosa, el caminante puede observar en la pared de la torre del molino un pequeño azulejo conmemorativo de la impresionante crecida de las aguas del Guadaíra en el año 1784.
Molino de Las Aceñas

En el entorno del molino aparecen unas construcciones medio derruidas, una de las cuales, la más pequeña, es el molino de Cajul, cuyas piedras eran movidas por las aguas de un magnífico manantial. Sus aguas limpias y transparentes, tras discurrir unos pocos metros entre juncias y mastrantos, vienen a alimentar el caudal del río Guadaíra.
Molino de Cajul

Con estas magníficas vistas, damos por terminado nuestro recorrido. Desde aquí hasta el recinto ferial solo nos separan unos metros, y allí podremos descansar en algunos de sus bares tomando unos refrescos, mientras conversamos sobre todo lo que hemos contemplado durante este día, del pasado, del presente y del futuro, de la riqueza natural, histórico-cultural, etcétera, de este pueblo que es Alcalá.
Mapa de la ruta: Antonio Gavira





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