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martes, 1 de septiembre de 2020

HEMEROTECA: "Adufe: Hechos son amores y no buenas intenciones."

 “La estación de bombeo del Adufe, futuro museo del agua de Alcalá de Guadaíra”.[1] Hechos son amores y no buenas intenciones Sr Alcalde.

Nadie pone en duda que el agua es un componente destacado de nuestra identidad local. La estrecha relación se remonta a los primeros asentamientos humanos, hacia 4500 a.C, pues la cercanía del “Lago Ligur”, junto a la existencia de extensos humedales cercanos, permitió que en la elevación de Los Alcores se desarrollasen civilizaciones estrechamente vinculadas con el agua. 

En época romana se construye una extensa red de galerías subterráneas para conducir el agua desde Alcalá a la "Colonia Iulia Romula Hispalis".  Son los denominados “Caños de Carmona”. En el siglo XII, el segundo califa de la dinastía Almohade, Abu Yacub Yusuf lo repara. El acueducto estuvo en uso hasta mediados del siglo XIX, demoliéndose en 1912. En 1882 la conocida como Compañía de Aguas de Sevilla o “The Seville Water Works Company” se hace cargo del suministro de aguas a la capital Hispalense, ampliando las captaciones de agua de Los Alcores.
La estación de bombeo de Adufe se inaugura en 1883, aunque actualmente no cuenta con el mantenimiento necesario para su conservación. De este insigne edificio ha desaparecido la maquinaria elevadora original y presenta importantes déficits estructurales. El resto de las conducciones construidas por los ingleses también han desaparecido o están muy deterioradas. En este contexto, es lamentable que el Sr Alcalde se acuerde en plena época electoral –aún en precampaña- de una de nuestras señas de identidad que ha sido continuamente abandonada a su suerte por los diferentes gobiernos que ha ido configurando en sus 20 años de mandato.
Desde Andaluces de Alcalá queremos recordar al Sr Alcalde que el resto de nuestro patrimonio histórico ligado al agua, que ha condicionado la vida de nuestra ciudad durante generaciones, no se encuentra en mejores condiciones que las descritas para la estación de Adufe. Así, de los más de cuarenta molinos que, sobre el río Guadaíra y sus arroyos, atestiguan la importancia del agua como fuente de energía para la producción de harina –materia prima con la que se elaboraba el famoso pan de Alcalá[2]-. Cabe recordar que la mayoría han desaparecido o se encuentran en estado ruinoso y que a ninguno de los restaurados se les ha dado uso alguno, convirtiéndose en una constante asignatura pendiente, tantas veces exigida por la sociedad civil, representada en su amplia mayoría por la “Plataforma Salvemos el Guadaíra”.[3]
Nuestras fuentes, manantiales, arroyos, norias y otros elementos relacionados con el agua en Alcalá, que en los primeros años de los gobiernos postfranquistas aún podían dar testimonio de ese patrimonio alcalareño ligado al agua, en la actualidad se encuentran en peores condiciones. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nunca han recibido la más mínima atención municipal. La mayoría de las fuentes y abrevaderos han dejado de existir antes de que se realizase, no ya un estudio de las mismas, sino tan siguiera un catálogo exhaustivo. Los manantiales han desaparecido en su inmensa mayoría, algunos como el “Fontanal”, debido a la extracción de albero de una cantera cercana. No hemos sido capaces de conservar ni una sola noria; otros elementos como albercas, canalizaciones, lumbreras, etc. han corrido la misma suerte.
Por otra parte, la masa de agua subterránea (MAS) Sevilla-Carmona (05.47), denominada así en el Catálogo de unidades hidrogeológicas[4], se encuentra sobreexplotada y altamente contaminada por nitratos y nitritos. Durante todos estos años, hemos visto como proliferaban los pozos ilegales a lo largo de nuestro término municipal afectándola de una manera muy grave, se advirtió de su problemática y se denunció sin éxito. Para Andaluces de Alcalá y gran parte de la ciudadanía alcalareña, es fundamental que nuestro Ayuntamiento proteja activamente el valioso acuífero Sevilla-Carmona, pues de la consecución de dicho objetivo va a depender, en gran medida, la recuperación de un patrimonio natural muy importante para nuestra identidad colectiva, como son los arroyos y fuentes hoy desaparecidos.
En Andaluces de Alcalá defendemos la Cultura del Agua como parte indisoluble de nuestra memoria, tanto individual como colectiva. El uso de forma racional y eficiente del agua, ya que contribuye a la protección de nuestro entorno natural y, consecuentemente, a nosotros mismos. En nuestro ámbito, una de las claves sigue siendo la recuperación del río Guadaíra mediante la ejecución completa del Programa Coordinado, eso sí, actualizado. Y, es evidente, que hay que preservar el patrimonio que aún nos queda. Estas, entre otras, serán las exigencias de nuestro colectivo a los que finalmente gobiernen tras las próximas elecciones locales.
Alcalá de Guadaíra, a 4 de abril de 2015.
Andaluces de Alcalá.




[1] http://www.ciudadalcala.org/noticias/noticia/2805/el-alcalde-propone-a-emasesa-convertir-la-antigua-estacion-de-bombeo-del-adufe-bajo-en-el-museo--del-agua-de-alcala-de-guadaira150#.VRfOsvysX0Q
[2] Entre los siglos XV y XVI existen en Alcalá 40 molinos. En el siglo XIX, el Padre Flores nos habla de 36 molinos de cubo, sin contar los de río y los de sangre. http://andalucesdealcala.blogspot.com.es/2010/02/los-molinos-harineros-de-alcala-de.html
[3] Un ejemplo fue la III fiesta del agua. https://sostenibilidadurbana.files.wordpress.com/2008/12/programa.pdf
[4] Mapa de Reconocimiento Hidrogeológico de España Peninsular, Baleares y Canarias http://idechg.chguadalquivir.es/DocumentosCHG/Hiperlink/GWB/0547.pdf

lunes, 25 de mayo de 2020

5ª Ruta: Camino de La Retama y Pelay Correa


Esta ruta tiene una longitud de unos ocho kilómetros y es de baja dificultad. El tiempo estimado para hacerla es de tres horas.

Molinos de Pelay Correa

Comienza nuestro recorrido en la Plaza del Perejil, desde donde partiremos para pasar bajo el antiguo paso elevado del tren de los panaderos y cruzar el puente viejo, de posible origen romano, que fue restaurado en época de Carlos III (segunda mitad del siglo XVIII). Una vez cruzado el puente, tomaremos el camino de La Retama, que queda a su derecha.
Plaza del Perejil, con el viaducto del tren al fondo


Puente de Carlos III

Este camino atraviesa por un pequeño olivar, dejando el río a la derecha, al otro lado del río podemos observar el arco de la calle Ancha o de San Fernando, al final de una coracha.
Siguiendo esta ruta llegaremos a la altura de unos naranjos, donde se encuentra una antigua estación de bombeo de agua hacia el depósito del castillo. El camino, que sigue el curso del río, cruza un pequeño manantial, denominado El Negro, dando una brusca curva a la derecha. En esta orilla, el río muestra cierta vegetación: álamos, olmos, cañas, carrizos, etcétera. Al otro lado del río podemos ver restos de lo que fue la puerta de la Barqueta, y algo más adelante restos de la antigua muralla y las ruinas del molino del Arrabal, molino harinero de origen árabe, cuya azuda fue destruida en los años setenta.
Antigua estación de bombeo
Restos del molino del Arrabal
Algo más adelante, el camino gira a la izquierda y nosotros lo tomaremos internándonos en Torrondo, entre eucaliptos y un pequeño olivar (al pasar este olivar, merece la pena volver la vista atrás y admirar el castillo de Alcalá sobresaliendo entre los altos eucaliptos), hasta llegar a la vía pecuaria Cordel de Pelay Correa.
Castillo
Vía pecuaria cordel de Pelay Correa, con el arroyo de Los Sastres a la izquierda
Al incorporarnos a dicho cordel, tomaremos a la derecha e iremos descendiendo aproximadamente un kilómetro, teniendo a nuestra derecha el olivar de la hacienda de Los Ángeles, y a nuestra izquierda unas naves de ganado y tierras de cultivo.Pronto nos encontraremos con un pequeño arroyo casi seco que seguiremos hasta su desembocadura en el río Guadaíra. Se trata del arroyo de Los Sastres, el cual presenta poca vegetación y, solo en su tramo final, podemos ver algunas cañas, adelfas y olmos. Es aquí donde el cordel que seguimos muestra mayor anchura y vegetación: algún acebuche, coscojas, zarzas, rosales, majuelos, palmitos, aulagas, retamas, esparragueras…
Al llegar al río veremos al otro lado la barriada Venta de la Liebre y, a la derecha, a unos doscientos metros río arriba, los dos molinos de Pelay Correa. El más antiguo, de origen árabe, es el que se encuentra en la margen derecha del río; mientras que el que tenemos en nuestra margen es bastante más moderno.
Molinos de Pelay Correa
Al igual que la azuda del molino del Arrabal, esta fue destruida en los años setenta para evitar el estancamiento de las pestilentes e insalubres aguas del río Guadaíra.
Nuestro camino sigue por este margen, donde podemos ver cómo se desarrolla cierta vegetación de ribera: olmos, álamos, algún fresno, adelfas, juncos, etcétera. También podremos observar algunas aves acuáticas: ánades reales, garzas reales, garceta común, garcilla bueyera, polluela, zampullín chico, e incluso con suerte el martín pescador, hasta penetrar de nuevo en el eucaliptal. Al otro lado del río tenemos la finca de La Piñera, el abrevadero y el manantial del Mal Nombre, el molino del Águila… A nuestra derecha se eleva el cerro de Villalba, desde el cual tendremos unas inmejorables vistas del castillo, del río Guadaíra y de Sevilla.
Molino del Realaje con la estación de bombeo del Adufe al fondo.
Pasando estos eucaliptos veremos el molino del Realaje con su exagerada azuda, y a su izquierda el edificio del Adufe, antigua estación de bombeo construida sobre un antiguo molino. El camino continúa bordeando el cerro de Villalba, encontrándonos al pie del camino con una pequeña bóveda. Se trata de la fuente de la Judía, hoy seca, pero cuyas aguas movían antiguamente los molinos de Vadalejos o Guadalejos, pequeño edificio colindante. Desde esta parte del camino tendremos unas espectaculares vistas del castillo de Alcalá y de la Torre Gorda.
Molinos de Vadalejos con la fuente de La Judía a la izquierda
De nuevo llegamos a Torrondo y, más adelante, al puente romano, dando por finalizado este recorrido.
Antonio Gavira Albarrán

Mapa de la ruta, por Antonio Gavira
Fotos: Francisco y Antonio Gavira