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miércoles, 15 de abril de 2020

RUTA: EL CORDEL DE LA CAMORRA


Cordel de la Camorra
La ruta que proponemos tiene una longitud de 11 kilómetros (ida y vuelta) y su tiempo estimado son tres horas.

El sendero comienza en la urbanización de Las Encinas o El Torreón. Cuando estemos en la entrada de la urbanización tenemos que coger por la primera calle a la derecha, de nombre Orégano. Cuando lleguemos al final torceremos a la izquierda por la calle Clavo, donde dejaremos el coche lo más al fondo que podamos.

Ya estamos paseando por una vía pecuaria, en este caso un cordel, que delimita los términos municipales entre Mairena del Alcor y Alcalá de Guadaíra. Los cordeles pueden tener un máximo de 37,5 metros de anchura. Otros tipos de vías pecuarias son: las cañadas, 75 metros, las veredas, 20 metros y las coladas, que son cualquier vía de menor anchura que las anteriores. Estas, junto a los abrevaderos, descansaderos y majadas, constituían los caminos de paso y lugares de parada y descanso del ganado en la llamada trashumancia. Estos espacios de dominio público se han visto fuertemente intrusados por actividades de todo tipo, también ha ocurrido con el cordel que conoceremos hoy. [1]

Cordel de la Camorra
Si es la primera vez que caminas por el cordel de la Camorra, buscando liberarte del estrés o como actividad deportiva, con seguridad conservarás un grato recuerdo y verás cumplidas tus expectativas. En todo caso, ya que cualquier camino ha sido testigo de acontecimientos a lo largo del tiempo, a pie de página señalo algunos vividos en primera persona o que me han transmitido. Unas pinceladas de vida que ilustran el recorrido y que pretenden conseguir su permanencia en la memoria.

El primer tramo, hasta la carretera de Sevilla a Mairena del Alcor, tiene un kilómetro y medio. A nuestra izquierda, durante todo el tramo, disfrutaremos de la dehesa Nueva o de Martín Navarro. En ocasiones las panorámicas de las encinas, acebuches, lentiscos y otras especies arbóreas son extraordinarias. El avistamiento de aves rapaces: ratonero, milano, águila culebrera, cernícalo común y primilla se encuentra garantizado.[2] En la parte derecha marcharemos junto a un eucaliptal, al que le sigue una amplia zona de pastizal. Las vistas, en dirección a Alcalá, son únicas. [3]

Cordel de la Camorra
Mientras disfrutamos de la naturaleza podemos poner en orden las ideas, conocer nuestro entorno y reflexionar sobre el por qué los caminos atraen tanto a las personas o sobre el sentido del camino del que nos habla el poeta Antonio Machado, caminante son tus huellas el camino y nada más… Así, disfrutando del camino y el paisaje, con nuestros pensamientos, llegaremos al cruce de la vía pecuaria con la carretera Sevilla – Mairena del Alcor. Estamos en una zona con historial de bandolerismo, que tenía a la cuesta de La Ligera, que le precede, como el epicentro de su actividad. Uno de los hechos que más repercusión tuvo fue un robo perpetrado  en la Hacienda Nueva o Soledad en la en 1897. [4]

Ya hemos cruzado la carretera y a un kilómetro de distancia, a nuestra derecha, encontraremos la hacienda de San Agustín. En el libro Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla se describe como una de las más importantes haciendas del término municipal de Mairena del Alcor y se dice que su estado de conservación es bueno, aunque acusa diversas reformas y considerables añadidos para adaptarla a su nueva funcionalidad, fundamentalmente residencial y dedicada a la cría de caballos, y que responde a las pautas que definen la tipología de la hacienda, aunque en este caso se articula de forma anárquica en torno a un patio principal irregular. En esta ocasión no cuenta con una sola almazara sino con dos, de las que sobresalen las macizas torres de contrapeso, que son los elementos más significativos del edificio histórico. [5]
Hacienda de San Agustín. Foto: En "Cortijos, haciendas
y lagares de la provincia de Sevilla" 


Una vez que hemos pasado la hacienda de San Agustín, a nuestra izquierda finalizaba el camino de Pero Migo o de San Agustín, que nace en el de Matatoros, cerca de la conocida como Cruz de Otivar, y que cuenta con más de tres kilómetros trescientos metros de longitud. Este camino aparece en el Inventario de Caminos de Alcalá de Guadaíra, pero no lo podemos recorrer en su totalidad, ya que se encuentra cortado. [6]

Continuaremos de frente y a unos quinientos metros nos saldrá un camino a nuestra derecha que inmediatamente se divide en dos, cogeremos el de la izquierda para visitar las ruinas de la Ermita de Belén. [7] La zona también se conoce como la alamea Belén.  Se encuentra dentro del término municipal de Carmona, a unos doscientos metros del cordel de la Camorra por el que venimos transitando. El Padre Flores, en sus memorias, al referirse a las capillas con culto en los alrededores de la hacienda del Lavadero, que veremos más adelante, la nombra.
Ermita de Belén. Foto: Enrique J. Cuevas, agosto de 2016.
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Devuelta sobre nuestros pasos, continuaremos por el cordel de la Camorra, unos quinientos metros, hasta enlazar con la Cañada Real de Pero Mingo y Palmete, que cogeremos a la izquierda. Quinientos metros más adelante nos encontraremos con el camino de Matallana, que cruza la cañada, y que lo tomaremos a la izquierda. Hay que tener cuidado, ya que se encuentra asfaltado, aunque el tráfico es mínimo. A doscientos metros de allí estaremos ante la entrada a la hacienda de San José. Edificio del siglo XVIII, que se desamortizó durante el Trienio Liberal (1820-1823) y que hasta entonces había perteneció al sevillano convento de San Basilio el Magno.


Hacienda de San José. Foto: En "Cortijos, haciendas y lagares
de la provincia de Sevilla."
A doscientos cincuenta metros de la hacienda de San José, a nuestra derecha, continuando por el camino de Matallana, encontraremos la hacienda de El Lavadero de Santa Teresa. El Padre Flores nos habla en sus memorias de la hacienda del Lavadero de Santa Bárbara, conocida como el Tonelero, de D. Antonio Blomaert.[8]

Desde allí regresaremos sobre nuestros pasos al punto de partida, tal vez, con una mirada diferente sobre los caminos, en todo caso, ya verás cómo la jornada se te hace corta y con ganas de emprender una nueva ruta para conocer nuestro patrimonio histórico y natural.



Mapa de la ruta




 Francisco José Gavira Albarrán



[1] En 2007, Alwadi-ira – Ecologistas en Acción denunció, en apoyo de los vecinos de la urbanización, la ausencia de un paso elevado o subterráneo que diese continuidad a la vía pecuaria. En el proyecto de desdoble de la carretera A-398., se olvidaron de facilitar el paso y continuidad del cordel. En 2013 se puso en conocimiento del SEPRONA, Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra y Delegación de Agricultura, Pesca y Medioambiente de Cultura de la Junta de Andalucía la usurpación del cordel, junto a la misma urbanización, donde se había intrusado con la instalación un campo de futbito.

[2] En 2017, en respuesta a una llamada de los vecinos de la zona, el grupo ecologista denunció una corta de árboles en la dehesa Nueva. Estuvimos en el cordel, como atalaya para intentar comprobar la corta de árboles en el interior de la dehesa y recibir a los agentes del Seprona.

[3] Mi padre me cuenta que, en 1945, en plena posguerra, con doce años, junto con mi abuelo y una burra, estuvieron haciendo cisco al lado del eucaliptal. Mi abuelo que había perdido su medio de vida, una calera, tenía que buscarse las habichuelas como podía. Como almuerzo llevaban hojas de coles esparragadas elaboradas con pimiento molido, aceite y ajos. El hambre perduró en amplios sectores de la población durante mucho tiempo después del golpe de estado perpetrado contra la república.

[4] En el Diario de Córdoba, de fecha 27 de agosto de 1897, entre otros medios, se hizo eco de la siguiente noticia: Robo escandaloso.- En la Hacienda Nueva, término de Alcalá de Guadaíra, se ha cometido un robo que recuerda á aquellos que hicieron tristemente célebres á los Juan Palomo y José María, terribles habitantes de Sierra Morena. En las primeras horas de la noche se presentaron en la finca referida cuatro hombres pobremente vestidos, pidiendo agua al capataz para calmar la sed. El capataz, sin sospechar nada de aquellos hombres, fue á darles de beber, cuando repentinamente uno de ellos le colocó un revólver junto al pecho, amenazando con disparar si profería la menor palabra ó articulaba un grito. Sorprendido el capataz por tan brusca é inesperada agresión, nada pudo hacer en su defensa, y otro tanto ocurrió á su mujer, á quien amenazaron con un puñal los ladrones. Estos les intimidaron para que entregaran cuanto dinero tuvieran consigo, recibiendo la llave de un mueble donde los colonos guardaban 8.000 reales, dispuestos para pagar los jornales de los operarios de la finca. Después de apoderarse del dinero, los ladrones cerraron la puerta de la casa para impedir que los robados pudieran perseguirlos, y se pusieron en precipitada fuga.

[5] En Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla. Tomo 1, pg. 860 y 861. Junta de Andalucía. Consejería de Obras Públicas.

[6] El corte del camino de Matatoros fue denunciado por la Sociedad Ecologista Alwadi-ira.

[7] Según me cuentan, la ermita se encontraba habitada a mediados del siglo pasado por un guarda de nombre Juan de Dios, al que llamaban Pata Palo, por su minusvalía, que ejercía la guardería para varias fincas de los alrededores.

[8] Memorias históricas de la villa de Alcalá de Guadaíra. D. Leandro José de Flores. Sevilla, 1833. Cuaderno 5º pg. 9



sábado, 28 de marzo de 2020

Ruta por el camino de Matatoros: una aproximación a las haciendas de Pie Solo, La Soledad o Nueva, Los Jiménez y la Cruz de Otivar.


Hacienda de Pie Solo
     Nuestro recorrido, de 7.2 kilómetros. Comienza en los aparcamientos que existen junto al cementerio. Allí dejaremos el coche. También podemos iniciar la ruta a pie, desde la zona urbana, cruzando por la pasarela que sirve para acceder al lugar. A continuación, por la vía de servicio, en dirección a Sevilla, tomaremos la primera perpendicular bautizada, en su primer tramo, como Calle de Cuchipanda Cuatro. Un nombre desafortunado, ya que siempre se ha conocido como camino de Matatoros.


   El primer tramo se encuentra completamente transformado. La presencia de varias actividades empresariales en una urbanización con deficiencias llamativas pone de manifiesto la ausencia del gobierno local en el área. Cincuenta años atrás al cruzar la carretera nacional, hoy A92, se mostraba ante nosotros una inmensa vaguada. A nuestra izquierda nos encontrábamos con un olivar que había pertenecido a Gavira. A continuación, el cerro de El Rubio Tetitas y el olivar de Vicente la Prieta.  Más adelante, sobre el alcor, la hacienda almenada de Pie Solo.[1]

   En la cornisa, la presencia de acebuches, carrascas, lentiscos, cornicab
Humilladero conocido como la Cruz de Otivar
ras, pitas, esparragueras y una importante fauna, donde el lagarto ocelado y las serpientes campeaban junto a los conejos, mostraba una estampa muy atractiva y sugerente, especialmente para los niños que pateábamos la zona con nuestro padre en busca de espárragos, caracoles o el “bicho toba”, que utilizábamos para cazar pajaritos con las costillas. También existían varias cuevas. En una de ellas vivió un personaje llamado El Maleno.[2]

   Continuando nuestro camino nos encontrábamos con un eucaliptal. Allí, con mi hermano Antonio y mi padre acudíamos para hacer cisco que se vendía o utilizaba para calentarnos en casa. Le seguía una huerta de naranjos. Eucaliptal y huerta pertenecían a la hacienda de Pie Solo. En la máxima cota prosperaba el maíz, los tomates y los melones de secano. Hoy sería imposible que prosperasen debido a la pérdida de nivel freático.

   En la margen derecha de la vaguada, una vez que cruzábamos la carretera, teníamos el olivar de Los Leones, seguido del olivar del Pelao Churralá y los naranjos de Enrique Gutierrez, conocidos como la huerta El Chicho, que era su casero. Al fondo de la margen derecha, los cerros de Piedra Hincada. Un paisaje devorado por la maquinaria extractiva de la cementera y que solo permanece en la retina de unos pocos.

Hacienda de La Soledad o Nueva
   Sin dejar el camino, el olivar de Manuel Campos y otro de Berruguete, donde se encuentra hoy la chatarrería de Riquito.[3] A continuación, los naranjos de la huerta de El Negro, desde donde parte el Camino de las huertas de Chuchal. Continuando llegaremos a la bifurcación desde donde parte el camino de Pero Mingo. Nosotros seguiremos de frente dejando atrás el olivar de El Capitán, hoy de Calabozo, el de Los Palomos y el de Chacón.

   Al pie del camino se yergue la Cruz de Otivar. Cuenta la leyenda que la mujer de la Hacienda de Los Jiménez mandó a su hijo a por pimientos y otras hortalizas que sembraban en un pequeño huerto que existió allí. Al ver que el niño tardaba demasiado lo buscaron y lo encontraron ahogado en el pozo. En su memoria se levantó la cruz. Aún recuerdo el agua manando al pie del monolito, las zarzas, el mastranto, los carrizos y otras plantas, que le daban al lugar un encanto especial.

   Continuando nuestra ruta, a pocos metros de la cruz, un camino perpendicular a la derecha nos dejará en la misma entrada de la Hacienda de la Soledad o Nueva. Nosotros siempre la conocimos como la Hacienda Nueva. En la puerta se apostaban unos respetables perros encadenados que disuadía la curiosidad del caminante.

Hacienda de Los Jiménez
   Estamos ante una de las haciendas de olivar más imponentes de la provincia de Sevilla, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, según investigación de las doctoras María Parias y Mercedes Gamero. [4] Posiblemente, constituye la continuidad de la presencia humana en la zona, al menos desde época romana. Los restos cerámicos esparcidos por las inmediaciones así lo atestiguan. [5]

   A pocos metros, pasa la carretera A8026. La cogeremos en dirección a Mairena del Alcor. A unos 450 metros, tomaremos de regreso el camino de Pero Mingo, no sin antes pararnos en la Hacienda de Los Jiménez, que en tiempos fue un lagar, una venta y el epicentro de otra leyenda, la de Tío Bigotes, narrada por Antonio Gavira Albarrán en un estupendo artículo publicado en el blog Los Alcores Parque Cultural Ya. [6]

   Estamos ante una hacienda que se organiza en torno a un patio central y un pozo. A la izquierda de la entrada cuenta con una torre almenada seguida de una dependencia en la que, aún hoy, enterradas, se conservan grandes tinajas empotradas en el suelo.  A destacar, varios arcos que dividían el espacio en dos naves. A la derecha, las dependencias destinadas a las labores agrícolas. Al fondo, la vivienda que disponía de su propia entrada, que la comunicaba con el camino de Pero Mingo.

   Una vez dejemos la hacienda de los Jiménez, continuaremos por el camino que nos conducirá nuevamente al de Matatoros para regresar al punto de partida.


Francisco Gavira Albarrán




[1]  El alcor y la hacienda de “Pie Solo” hace tiempo que desaparecieron debido a la extracción de albero para la fabricación de cemento. Algunos de los pequeños olivareros de la zona le llevaban la aceituna para su molienda y prensado a cambio de una parte del preciado líquido. Según cuentan los mayores, a la persona encargada de tales menesteres, en el molino, le llamaban "Manolito erre erre", ya que su trabajo consistía en arrear a las bestias en dicha labor. La finca perteneció a la familia Troncoso.

[2] Según cuenta la leyenda, se trataba de un camorrista que tenía atemorizados a muchos.

[3] Frente de la chatarrería se han instalado otras actividades conformando un escenario dantesco fruto del desgobierno que hemos denunciado con anterioridad.

[5] Yacimiento “EL CARMEN” ARQL 067. Prospecciones: M. Camacho, A. Jiménez, B. Martínez. Bibliografía. Buero Martínes, M.S. y Florido Navarro, C. (1999): Arqueología de Alcalá de Guadaíra (Sevilla). En PGOU Alcalá de Guadaíra.


martes, 11 de septiembre de 2018

La leyenda de El Bigotes en Alcalá de Guadaíra.

Conocida es la leyenda  de El Bigotes en muchos pueblos de Andalucía y Extremadura, sin  excluir otros lugares de España  e incluso en  Cuba, leyenda  que ha dejado el  dicho “llueve, llovió o va a llover más  que cuando o que el día que, enterraron a El Bigotes o Zafra”.

Es curioso que las distintas leyendas de El Bigotes parecen tener siempre su origen en un hecho real, alguno de los cuales, como en Zafra y Granada, se alejan en el tiempo hasta el siglo XV. En el pueblo de Zafra sería un tal conde de Zafra o gobernador llamado Don Mendo Méndez Peláez, apodado Bigotes, el que, en una época de gran sequía negó el agua a una gitana, rompiendo el cántaro que esta llevaba y azotándola tantas veces como trozos quedó reducido el cántaro. La gitana lo maldijo con una pronta muerte y una gran inundación; en Granada sería un caballero, Cesar de Zafra, cuyo hijo se enamoró de una joven gitana a la que cortaría el suministro de agua sufriendo, igualmente, la maldición, por lo que a su muerte las lluvias fueron fortísimas, sufriendo el río Darro una enorme crecida llevándose el ataúd del caballero; en Cádiz el dicho se remonta a principios del siglo XX con la muerte de su alcalde Fermín Salvoechea, conocido como El Bigotes, día que coincidió con importantes lluvias o a la muerte de un zapatero apellidado o apodado Bigotes y en Cuba a fines del siglo XIX, con la muerte del joyero Fermín Botino, apodado Bigotes, en 1890.

Panorámica de la Dehesa Nueva
Época en la que se origina la leyenda de El Bigotes en Alcalá de Guadaíra.

La leyenda de El Bigotes en Alcalá de Guadaíra también se remonta a finales del siglo XIX, que es el siglo en el que se populariza el mencionado dicho, siendo actualmente posible reconocer los lugares principales donde discurrieron los hechos. Pero pongámonos en situación, describamos el lugar y los personajes y narremos la historia que ha llegado a nuestros días.

Nos encontramos por tanto a finales del siglo XIX, un tiempo en el que el mundo rural era peligroso, donde abundaban todo tipo de malhechores, cazadores furtivos, contrabandistas, cuatreros, asaltadores de caminos… y donde las ventas jugaban un papel esencial en la vida cotidiana del campesinado convirtiéndose en el lugar perfecto para que circularan historias y leyendas de boca en boca. Por eso no es de extrañar que uno de los lugares centrales de la leyenda alcalareña se sitúe en la venta de Los Jiménez, siendo la Dehesa Nueva el otro gran eje de la historia. Los personajes principales serían El Bigotes, cazador furtivo, y el guarda de la Dehesa Nueva, objeto de las burlas del cazador.


La leyenda de El Bigotes, tal como la contó Francisco Gavira Márquez (Joselito Gavira), nacido en 1932, que asegura haberla oído de su padre José Gavira Márquez, nacido en 1887.

Ruinas de la venta de Los Jiménez
El Bigotes, como gran cazador furtivo, se dedicaba a introducirse por la noche en la dehesa Nueva para cazar. Allí pasaba la noche poniendo lazos, cepos y utilizando hurones y a la mañana, muy temprano, abandonaba la escena de sus fechorías antes de que el guarda o guardas de la finca pudieran dar con él. Tras sus andanzas nocturnas, y haber puesto a buen recaudo el botín de las piezas cazadas, acudía regularmente a la venta de Los Jiménez para, además de tomarse un buen anís, narrar diariamente a los contertulios todos los pormenores de la cacería y, de camino, ridiculizar al guarda de la dehesa. El guarda, otro asiduo de Los Jiménez, enterado de que El Bigotes acudía regularmente, muy temprano, a la venta, decidió coincidir con el furtivo y escuchar las peripecias del malhechor. Así, día tras día, oía cómo El Bigotes presumía de cazar los conejos, las liebres o desvalijar los nidos de las perdices en la dehesa, de cómo se jactaba de que no había cerca que le impidiese el paso, de conocer todos los recovecos y portillos de la finca y los mejores lugares para cazar.

El guarda, después de escuchar estas historietas, diariamente, junto a su ayudante, buscaba las posibles entradas, arreglaba las roturas en el vallado de espinos y, todas las noches, se apostaba en el lugar que creía sería el mejor para que El Bigotes entrase a cazar, pero éste siempre tenía una alternativa. Un día, mientras El Bigotes se encontraba en la venta con un numeroso grupo de parroquianos vitoreando sus fechorías, el guarda se levantó y juró delante de todos ellos que no pararía hasta pillarlo cazando y en ese momento le pegaría un tiro. Pasaban los días y El Bigotes siempre conseguía entrar en la finca y salir con el botín. Pero el guarda no cejó en su empeño y un buen día, en el interior de un enorme lentisco, de los muchos que cubrían la cerca de la finca, descubrió un pequeño portillo, casi imperceptible, allí acudió durante muchas noches esperando que apareciera el malandrín. Una tarde-noche, quizás de un día de finales de verano, que barruntaba tormenta, apareció El Bigotes cargado con un saco donde llevaría los lazos, los hurones y los cepos con los que cometería sus tropelías. El guarda lo dejó pasar y lo estuvo siguiendo incansable, a pesar de la ligera llovizna que empezó a caer, y que fue en aumento a lo largo de toda la noche.

Cuando El Bigotes dio por finalizada la cacería, comenzó el camino de vuelta hacia su escondida salida. Ya se encontraba cerca del lentisco cuando se topó con el guarda de la Dehesa Nueva el cual, tras recordarle el juramento que le había hecho en la venta, le dio un tiro en el pecho. El guarda, junto a su ayudante, trasladó el cadáver fuera de la finca, depositándolo al pie de un olivo cercano a la venta de Los Jiménez.

Cuz de Otivar
En aquel entonces los caminos rurales tenían más tránsito que hoy día y rápidamente el cadáver fue encontrado por unos trabajadores que, mientras se acercaban a la venta a refugiarse de la intensa lluvia, vieron un bulto tirado en el suelo y al acercarse descubrieron los restos de El Bigotes.

Tras la venida desde Alcalá de la Guardia Civil y el médico, que certificó la defunción, se preparó la caballería que transportaría al difunto hacia su última morada. Se dice que mientras la escasa comitiva transportaba los restos del muerto hacia Alcalá de Guadaíra, la lluvia, que no había dejado de caer con fuerza durante toda la mañana, provocó que el paso del arroyo de la Cañotiva, allí donde durante siglos estuviera la Cruz de Otívar, se hiciera prácticamente imposible, negándose las bestias a pasar en varias ocasiones, hasta tal punto que, en un último intento, los restos de El Bigotes cayeron al arroyo y allá fueron, desapareciendo entre sus aguas. Igualmente se comenta que en el olivo en el que fue hallado muerto El Bigotes alguien grabó una cruz en su recuerdo y que dicha cruz permaneció hasta los años ochenta del siglo veinte, momento en el que el antiguo olivar fue arrancado y replantado con nuevos garrotes.

Leyenda e historia real. Las noticias en la prensa decimonónica.

Como hemos comentado, esta leyenda parece fundarse en un hecho real acaecido en septiembre de 1894.

La noticia aparecerá los días 16, 17 y 18 de septiembre de 1894 en “El Liberal”, “La época” y “La Correspondencia de España”. En estos medios se recoge la noticia de la muerte de un vecino del pueblo de un tiro en el pecho y puñaladas, así “El Liberal”, de 16 de septiembre de 1894 comenta:





Al día siguiente, el mismo periódico comunica que la Guardia Civil ha hecho preso al guarda de la Dehesa Nueva como autor del asesinato, publicándolo en los siguientes términos:
















El diario “La Época”, de 17 de septiembre de 1894, mucho más escueto dice:




“La Correspondencia de España” de 16 septiembre de 1894, igualmente escueto publicó:






Los días 17 y 18 amplían la noticia con la detención del autor del crimen:











Y, por último, el “Diario de Córdoba”, de 20 de septiembre de 1894, daría algún dato más:





ANEXOS:


- Camino de Pero Mingo: partía desde el camino de Pero Mingo, entre olivares, dejando la venta de Los Jiménez a la izquierda y olivares de La Soledad a la derecha que conectaban con la Dehesa Nueva, antes de llegar al cordel de Mairena se bifurcaba en dos, el camino de San Agustín a la derecha y el de Pero Mingo a la izquierda, el primero pasaba junto a las haciendas de la Viuda y de Las Beatas hasta conectar con el cordel de Pero Mingo cerca ya de la ermita de Belén y hacienda de San Agustín y el segundo dejando la huerta de los notarios y la hacienda del lavadero a la izquierda y a la derecha la hacienda de San José, cruzaba el cordel de Pero Mingo y penetraba en tierras de la hacienda de Torrepalma.

- Camino de Matatoros: Salía de Alcalá desde el cordel de Marchenilla, en lo que hoy día es el final de la calle de Las Malasmañanas, cruzaba el cordel de Gandul y se dirigía hacia la Cruz de OtÍvar, atravesando huertas y olivares. Antes de llegar a la Cruz se bifurcaba, a la derecha nacía el camino de Pero Mingo y el de Matamoros seguía a la izquierda entre olivares, pasando junto a la Cruz y dejando la Venta de Los Jiménez a la derecha, a la que se accedía por un carril que pasaba por la puerta de la venta y por la hacienda de La Soledad hasta dar al cordel de Mairena a Sevilla.

El camino de Matatoros seguía hasta el cordel de Mairena a Sevilla dejando el Toledillo a la izquierda y La soledad a la derecha, cruzaba el cordel de Mairena y entre olivares conectaba con el cordel de Pero Mingo, cercano a la venta de Las Escaleras y continuando en término de Sevilla y San José de la Rinconada.

- Cañotiva. Arroyada que recogía las aguas que circulaban en época de lluvias por la Dehesa Nueva, Cañada del Chochar, Piedra Hincada y parte de Pie Solo. Las aguas subterráneas aparecían en forma de manantial junto a la Cruz de Otivar. Las aguas de la C añada del Chocar fueron captadas por la “Compañía de Aguas de Los Ingleses” en 1903 pasa el suministro de Sevilla.

- Cruz de Otívar. Humilladero que marcaba el nacimiento de un manantial de aguas. En la parte derecha del mismo había un pozo labrado en piedra con brocal en el que se cuenta falleció un hijo del casero de Los Jiménez.

- Cuesta de la Ligera. Tramo de la antigua vía pecuaria que unía Mairena del Alcor con Torreblanca y Sevilla famoso por que en este lugar los viandantes aligeraban el paso para evitar ser asaltados.

- Dehesa Nueva. Llamada también El Cercado o dehesa de Martín Navarro, se encontraba delimitada por la carretera de Madrid por el sureste, la dehesa de Piedra Hincada por el suroeste, olivares por el oeste que la separaban de la Venta de Los Jiménez y la cuesta de la Ligera por el norte que la separaban de olivares y dehesas de Las Beatas. La finca se encontraba rodeada de un vallado de espinos, pero en aquel entonces era normal que estos vallados estuvieran, a su vez, cubiertos de un espeso matorral de lentiscos, cornicabras, espinos, coscojas, acebuches y encinas, que dificultaban su vigilancia y facilitaban la entrada a los amigos de lo ajeno.

Venta de Los Jiménez. Antiguo lagar que pertenecía y pertenece a la hacienda de la Soledad o Hacienda Nueva y que tras la epidemia de filoxera que sufrió España durante la década de 1870, se reconvirtió hasta principios del siglo XX en venta. Ubicada estratégicamente en medio de un olivar, entre el camino de Pero Mingo al oeste,  el Camino de Matatoros y un olivar que la separaba de la dehesa Nueva hacia el este, la hacienda Nueva y el inicio de la Cuesta de La ligera al norte. Un camino de servidumbre unía el camino de Matatoros con La Soledad y vía pecuaria de Mairena del Alcor a Torreblanca.

CARTOGRAFÍA DE LA ZONA:
TRABAJOS TOPOGRÁFICOS 1872
PLANO CAÑADA DE OTIVAR THE SEVILLE WATER WORKS COMPANY LIMITED
PLANOS CATASTRALES 1944-48
Antonio Gavira Albarrán
Licenciado en Geografía História (rama Geografía)