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miércoles, 12 de julio de 2023

Rutas por el río Guadaíra: Desde el Molino del Boticario hasta el Cortijo de Cabeza Sordo


La tarde del 14 de abril, fecha en la que se conmemora la proclamación de la Segunda República española, nos lanzamos a explorar otro tramo del río Guadaíra, en esta ocasión el que va desde el Molino del Boticario al cerrado del Cortijo de Cabeza Sordo. La ruta fue de unos ocho kilómetros.

Dejamos un par de coches en la Cañada Real de Morón y nos dirigimos en otro al molino, que fue desde donde partimos, haciendo uso del ofrecimiento que disponíamos de los propietarios. No era la primera vez y, posiblemente, no será la última que lo visitemos. Después de los saludos de cortesía, partimos en dirección a la antigua vereda de Arahal a Utrera, hoy carretera A-394. Nada más cruzarla nos dirigimos al río, distante de allí poco más de cincuenta metros. Junto al puente, que permite salvar el cauce, antaño Vado de Herradura[i], se ha instalado un medidor para controlar la calidad físico-química y microbiológica de las aguas, en cumplimiento de la Directiva Marco de Agua[ii]. 

Proseguimos nuestro recorrido por la margen izquierda del río entre olivos y la ribera, este año muy afectada por la escasez de precipitaciones. 

En algunos mapas consultados, entre olivos, se encuentra el cortijo Dehesa del Conde (antiguo Gamero), edificación que no pudimos ver. Sin embargo, en los mapas topográficos de 1873 y 1918, a este cortijo se le ubica en la margen derecha, junto al río, aguas abajo. También hemos comprobado que se nombra Arroyo Manzano al Arroyo de Martinazo, un error a nuestro modo de ver[iii]. 

En algunos tramos de la ruta, el río se encuentra embovedado con una maraña vegetal compuesta por zarzales, rosales, fresnos, olmos, tarajes y cañas. En otros segmentos, las brozas y troncos muertos acompañan a los Eucalyptus, protagonistas por excelencia de la mayor parte de lo que anduvimos ese día. 

Dado su encajonamiento, acceder al cauce resultó todo un reto, que en mi caso fue mucho más que eso. En el escuchimizado curso de agua escasea la fauna acuática, formada casi en exclusividad por galápagos y cangrejos, estos últimos los dimos por presentes dadas las características que mostraban los excrementos de nutria. Aun así, este corredor verde sirve de refugio a otro tipo de fauna: jabalíes, nutrias, meloncillos, rata de agua… y una importante variedad de aves. 

Sorteamos el arroyo seco de Martinazo, con cierta dificultad, para adentrarnos en una zona húmeda donde aún verdeaban los trigales y prosperaban las acelguillas, verdolagas, achicorias, tacarninas…, Luego pasamos junto a un padrón que contenía algunas chumberas muertas, víctimas de la cochinilla del carmín[iv].   

Accedimos a un cerrado donde dimos por hecho que habían pastado reses bravas, aunque no detectamos su presencia. Allí nos dispersamos. La voz de alarma la dio uno de los compañeros que encabezaba la marcha. Creyó escuchar el gruñido de jabalíes en el rio. Lógicamente, salimos como pudimos de la empalizada y continuamos nuestra marcha hasta llegar a los dominios del cortijo de Cabeza Sordo.[v] Allí pudimos observar las reses bravas junto a sus comederos, mientras ellas también nos miraban extrañadas, preguntándose que hacíamos en un lugar tan apartado interrumpiéndoles su paz y su merecido reposo crepuscular. 

Desde el cerrado nos encaminamos a la Cañada Real de Morón entre un olivar en superintensivo y un sembrado de girasoles. 

La arboleda que se plantó en la cañada se conserva en un estado bastante aceptable, aunque no se recuperó su anchura …[vi] Este último tramo, nos conduciría de nuevo a los coches y luego al molino, y lo aprovechamos para diseñar nuevos objetivos e intercambiar impresiones y opiniones sobre temas relacionados con el medio ambiente. 


[i] Instituto Geográfico, 21 de marzo de 1873. En esa fecha no existía la carretera ni el puente y se nombra el paso del río como “Vado de Herradura”.

[ii] La Directiva marco del agua (DMA) es una norma del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea por la que se establece un marco de actuación comunitario en el ámbito de la política de aguas. Nace con la vocación de garantizar la protección de las aguas y promover un uso sostenible que garantice la disponibilidad del recurso natural a largo plazo.

[iii] En Google Maps es nombrado Arroyo Martinazo.

[iv] Cuyo depredador podría ser el Cryptolaemus montrouzieri. https://www.ideal.es/granada/salvar-chumberas-acabar-20180827144550-nt.html

[v] La zona de Cabeza Sordo fue víctima de la usurpación de tierras y derechos comunales. Mª Antonia Carmona Ruiz. Usurpación de tierras y derechos comunales en Sevilla y su “tierra” durante el siglo XV. p.165. En el siglo XVIII el cortijo pertenecía al Marqués de Paradas. En 1853 es propiedad del Conde del Águila. En 1872 de la Marquesa viuda de Villaseca. En 1976 es de Manuel Cañaveral Valdés. Con una superficie de algo más de 1000 fanegas o 680 hectáreas, estas tierras solían ser arrendadas por sus propietarios que vivían de las rentas, dedicándose fundamentalmente al cultivo de cereal y pastos. El latifundio: propiedad y explotación: ss. XVIII-XX. AUTOR/ES: M. Artola, A.M. Bernal, J. Contreras. 1978. Ministerio de Agricultura Secretaría General Técnica. pp.193-194. El marques de Paradas formó parte de la “Santa Casa de la Misericordia de Sevilla” institución que reportaba poder y prestigio a la nobleza, capitulares y maestrantes y otras personas de “distinción” de la ciudad que formaban parte de ella. XI JORNADAS DE HISTORIA Y PATRIMONIO SOBRE LA PROVINCIA DE SEVILLA. “La nobleza en el Reino de Sevilla durante el Antiguo Régimen (siglos XIII – XVIII). OSUNA. 25 de octubre de 2014. p.122. En relación con su caserío podemos consultar en Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla. Junta de Andalucía. Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio, págs. 738 y 739. 

[vi] El Decreto 155/1998, de 21 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de vías pecuarias de Andalucía en su artículo 5º, las cañadas reales tienen 75 metros de anchura.



Francisco José Gavira Albarrán

sábado, 10 de septiembre de 2022

El río Guadaíra entre la pasá de Martinazo y Cabeza Sordo.

 


El día 26 de junio tomamos la A-92 para dejarla en el cambio de sentido de la vereda de Martinazo; vía pecuaria por la que continuamos hasta estacionar el coche a unos cien metros del río Guadaíra. 

Estamos en los dominios del cortijo de Cabeza Sordo[1], que, enclavado en el término municipal de Alcalá de Guadaíra se extiende por el de Arahal. El río discurre en esta zona dando varios giros y requiebros. 

En los primeros metros tuvimos que luchar con una vegetación, seca y punzante, que sobrepasaba nuestra cintura; el abundante Galium aparine, conocido como amor del hortelano, azotalenguas o lapa, nos puso perdidos con sus semillas adhesivas. 

Dado que no existe ningún sendero paralelo al serpenteante cauce, nuestro transitar discurrió entre olivos, tierra calma y un bosque de ribera compuesto, en su mayor parte, por olmos; una tupida y desconocida olmeda, donde los rayos de luz que logran posarse en los charcones supervivientes de un mes de junio especialmente caluroso forman arcoíris de una infinita gama de tonalidades verdes. Entre los olmos pudimos ver fresnos, zarzamoras, acebuches, abundante cervaria rivini y un par de eucaliptos; estamos en un tramo de nuestro río donde esta especie casi no existe. 



El cauce contiene algunos conglomerados de rocas sedimentarias de tipo detrítico formados mayoritariamente por clastos redondeados tamaño grava o mayor. 

Entre los olivos y el bosque de galería, dimos con un par de ejemplares de altramuz hediondo: Anagyris foetida L., cuyas vainas lograron confundirnos por unos instantes debido a su similitud con las del algarrobo. Es una planta tóxica y de distribución mediterránea. 


La usurpación del dominio público hidráulico se hizo patente muy pronto. Podemos decir que anduvimos por un tramo privatizado del río Guadaíra, donde las reses bravas se desplazan con total libertad y sin ningún pudor a ambos lados del cauce. Sin duda estamos ante un tramo poco recomendable, debido al peligro que supone la presencia de estos animales; dado que el riesgo se encuentra en cualquier lugar, convendría recordar la célebre frase atribuida a Ignacio Sánchez Mejías «El mundo entero es una enorme plaza de toros, donde el que no torea, embiste.» 


La última parte de nuestro recorrido transcurrió por tierras que estuvieron un tiempo en barbecho y que este año se han sembrado de trigo, posiblemente en aplicación de la nueva Política Agraria Común de la UE, implementada en esta época de crisis.

Abrimos varios portillos y cruzamos el río por cuatro puntos; en el último vado, un galápago de gran tamaño guardaba una imponente lámina de agua y sobre las piedras colocadas para cruzarlo las nutrias habían dejado sus inconfundibles excrementos. 



Bajo la mirada de la manada de vacas con sus becerritos, tomamos un camino perpendicular al río que nos condujo a la cañada real de Morón, entre girasoles, tomateras y un trigal recién cosechado. 

Ya en la vía pecuaria, unos morlacos montaban guardia a la entrada del camino de acceso al cortijo, donde se podían divisar algunos nidos habitados de cigüeña blanca. 

La cañada nos condujo a un imponente cipo o menhir, con estrella de ocho puntas, al que uno de los amigos de la expedición la relaciona con venus y la madre tierra. 



De regreso al coche, entre olivos, por la vereda de Martinazo, el ratonero común, la perdiz roja, el abejaruco, el cernícalo primilla, el mirlo común, entre otras muchas aves, nos despidieron de las fuertes emociones experimentadas ese día. Una vez cruzado el río, nos separaban cien metros de los coches. 

Francisco José Gavira Albarrán


[1] Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla. Junta de Andalucía. Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio, págs. 738 y 739.  «En cuanto a la historia de la explotación, sabemos que sus orígenes se remontan al siglo XVI. En 1741 era propiedad del marqués de Paradas y en el siglo XIX lo fue del conde del Águila. Por último, sabemos que en 1905 su dueño era don Ignacio Oliva y Huerta. El núcleo original del caserío es en la actualidad el gran señorío de la finca, que se articula en torno a un patio y que se encuentra perfectamente ajardinado. Junto a él todavía se conservan los antiguos graneros, el guadarnés y las cuadras, estas últimas aún en servicio. A unos pocos cientos de metros del caserío, ya en término municipal de Arahal, se encuentra uno de los elementos más interesantes del conjunto, la plaza de tientas, que cuenta con tribunas, corrales, cercados y mangas, lo que pone en evidencia el carácter de dehesa de ganadería brava con la que contó esta explotación.»

 


domingo, 13 de septiembre de 2020

Por el Cañada Real de Morón: la Torre de la Membrilla y el río Guadaíra.

Ruta: Antonio Gavira Albarrán / Fotos: Antonio Gavira, David Cristel, Félix Ventero, Antonio García y Francisco Gavira

La ruta propuesta tiene unos once kilómetros, es de dificultad baja, circular o lineal, dependiendo de la situación de los cultivos; y de una duración de tres o cuatro horas, en función de las paradas y el estado de la ribera del río Guadaíra.

Si salimos en dirección a Morón de la Frontera por la carretera A-360, justo antes de llegar a la finca de Bucaré, tomaremos a la izquierda por la A-8100, que va de Utrera a Carmona. A nuestra izquierda dejaremos el Cortijo de Torre del Abad [i] y el Cortijo de Torre Estampío. A unos 4,8 kilómetros, la carretera es cruzada por la Cañada Real de Morón. Accederemos a la vía pecuaria a la derecha para dejar allí los vehículos.

También podemos coger la autovía Sevilla-Málaga (A-92). A la altura del Km. 27 nos encontramos con un cambio de sentido, donde tendremos que dejarla para tomar a la derecha, en dirección al río Guadaíra, por lo que fue el cordel de Utrera a Carmona, hoy la carretera A-8100. Dejaremos a la derecha el Cortijo de La Alameda y, tras cruzar el río, un amplio camino aparecerá a ambos lados de la carretera. Se trata de la Cañada Real de Morón. Dejaremos el coche en el cruce con la vía pecuaria, a la izquierda.

Cañada Real de Morón, con el Cortijo de Cabrera al fondo.

Tomaremos la Cañada en dirección este-sureste, dirección Morón de la Frontera. A unos quinientos metros, a nuestra derecha, se encuentra el Cortijo de Cabrera. A unos dos kilómetros, tras un pequeño olivar, podemos ver los restos de una pequeña torre sobre un montículo cubierto de hinojos. Este lugar, abrazado por el cauce seco (la mayor parte del año) del arroyo de la Montera, es conocido como la Torre de la Membrilla.

La Torre de la Membrilla en una tarde de agosto.

La Torre de la Membrilla es parte de una fortificación de finales del siglo XIII y principios del XIV, aunque en el lugar se han datado restos de época romana [ii]. Esta fortificación pertenece a la denominada “banda morisca” que defendía los reinos cristianos de las razias musulmanas del Reino de Granada, y está en relación con otras fortificaciones de la zona, como la Torre del Cincho, la Torre del Bado, el castillo de Cote, la Torre del Águila, etcétera. Los Reyes Católicos mandaron destruir la fortaleza a finales del siglo XV, quedando en pie la torre. Ya a principios del siglo XIX, en 1821, se mandó destruir definitivamente, quedando su aspecto tal como la conocemos hoy día [iii].

Cañada Real de Morón.

Desde aquí nos reincorporaremos a la vía pecuaria Cañada Real de Morón, uno de los pocos ejemplos de vías pecuarias bien conservadas de toda la cuenca del río Guadaíra, que en este tramo delimita los términos municipales de Carmona, Arahal y Alcalá de Guadaíra. En este punto parece más un camino que otra cosa, pero, tras atravesar el arroyo de la Montera y entrar en las tierras de Cabeza Sordo, empieza a mostrar toda su riqueza. Al principio recorreremos un enorme palmar. El palmito (chamaerops humilis) es la única palmera europea. Poco más adelante, y a pesar de los continuos incendios y agresivas roturaciones, podemos ver la cañada en todo su esplendor. Penetramos en una zona de monte noble donde aún sobrevive una gran variedad de arbustos de clima mediterráneo: coscojas, lentiscos, acebuches, torviscos, retamas, jaras, majuelos, rosales, encinas, etcétera.

Paisaje de la vega.

Junto a la vía pecuaria se irán sucediendo terrenos de labor a la derecha y olivares a la izquierda. Así llegaremos hasta un vallado que nos indica la existencia de un cerrado de reses bravas, justo al terminar los olivares. El cortijo de Cabeza del Sordo nos queda a pocos metros [iv]. En este punto tomaremos un camino entre olivos, se trata de la vereda de Mejillán [v], que nos conducirá en dirección al río Guadaíra, dejando a la derecha el cerrado de toros.

Cañada Real de Morón, con el cortijo de Cabeza Sordo al fondo.

Miliario en la vereda de Mejillán.

Estado del cartel que señala el río Guadaíra en la pasada de la vereda de Mejillán.

Cerrado de toros bravos desde el miliario romano.

Es de interés, que una vez que dejemos la Cañada Real de Morón, a unos doscientos metros, junto al vallado que delimita el olivar del cerrado de toros, pararse para ver un miliario que aún se yergue centinela de lo que posiblemente fue una de las vías de comunicación más transitadas en época romana.

Continuando entre olivos llegaremos al tramo medio del río Guadaíra, que en este lugar se  encuentra en un excepcional estado de conservación, presentando retazos de bosque en galería, donde destacan, sobre todo, los olmos, álamos, fresnos, sauces, tarajes, que están acompañados de un estrato arbustivo de adelfas, zarzas, espinos majoletos, rosal silvestre (rosa mosqueta y rosa canina), mirto, zarzaparrillas…

Bosque de galería en el tramo medio del río Guadaíra en agosto.

Tomaremos la margen izquierda para ir acompañándolo en su marcha hacia el Guadalquivir. Podemos ver las distintas especies arbóreas que en algunos casos forman olmedas y fresnedas, siendo más escasas otras formaciones.

Cruzaremos primero un olivar y a continuación, tras salvar una gran cárcava, unos terrenos cultivados de trigo o girasol, para, a continuación, internarnos en otro olivar, todo lo cual formaba el denominado olivar de Benamalillo [vi]. En este tramo encontraremos varios caminos que vadean el río en dirección al cortijo del Cerradillo. Es interesante bajar por ellos para comprender el significado de bosque de galería, para comprobar, desde el propio cauce del río, cómo la vegetación se distribuye en bandas paralelas cubriendo, en no pocas ocasiones, con su sombra sus aguas.

Paisaje en agosto, a doscientos metros de la pasada de la vereda de Mejillán.

Abandonamos el olivar y seguimos nuestro recorrido para divisar de nuevo, a lo lejos, los restos de la Torre de la Membrilla. Subimos un momento a ella para disfrutar del entorno. Miremos hacia la Cañada, que se aleja en dirección a Cabeza del Sordo, y, más allá, la vista se pierde en la vega del Guadaíra hasta divisar la sierra de Esparteros. Desde aquí volveremos a la Cañada Real de Morón y a nuestro punto de partida.

Cauce del río Guadaíra en el tramo medio en agosto.

La época del año más adecuada para realizar esta ruta es el inicio de la primavera, finales de marzo y principios de abril, para ello existen varias razones:

– Es la estación en la que los árboles de ribera comienzan a cubrirse nuevamente de hojas de distintas tonalidades, en la vía pecuaria florecen innumerables herbáceas, que acompañan a todo un compendio de arbustos en flor, el verde de los cereales inunda los campos de labor… Todo lo cual nos ofrece un magnífico espectáculo de color.

– Por otro lado, más avanzada la primavera, los trigales y los girasoles nos impedirán el paso o lo harán más incómodo, a lo cual se puede unir las temperaturas que ya en estas épocas del año pueden complicarnos una bonita jornada de senderismo.

Cauce del río Guadaíra en marzo.


Cauce del río Guadaíra. Tramo medio en el mes de agosto.


Mapa de la ruta: Francisco Gavira.

[i] Junto al cortijo destaca el Eucalipto de Torre del Abad, catalogado como uno de los árboles singulares de Andalucía.

[ii] Algunas fuentes nos hablan de enterramientos de época musulmana y hallazgos de cerámica campaniforme, que relacionan con la “motilla”, el lugar donde se levanta la torre y alguna otra elevación próxima.

[iii] El Padre Flores nos dice en sus Memorias, entre otros datos de interés, que “la Membrilla, cuyo donadío cerrado tuvo iglesia, aunque no se descubren rastros de su fábrica, en los años 1477 ú 87 se mandó desmantelar el castillo por mandado de los Reyes católicos y en 1821 se derribó la torre que había quedado por el jefe político de Sevilla á petición de los alcaldes de Arahal”. Y que “su sitio y nombre nos recuerdan a Alonso González de Medina, que fundando mayorazgo en 1445 era Sr. del lugar de la Membrilla con su castillo y otros vasallos; y en 1410 lo era su padre Ruy González de Medina, despensero mayor del Rey D. Enrique…”. También que sufrió los azotes de la peste de 1348 y 1350, despoblándola. También que “en el rural de la Membrilla, dice el citado plan de curatos, hay dos medias prestameras que se unen á la fábrica de S. Sebastián, y á la de Santiago el beneficio del mismo rural”. Lo que ha llevado a pensar que, en algún momento, perteneció al término municipal de Alcalá. No obstante, Manuel Fernando, en su blog “La Casa de la Tercia. Sobre castillos y cuestiones relacionales”, dice que “en el Libro del Repartimiento de Carmona figura como San Andrés de la Membrilla, un lugar que ya estaba despoblado desde la segunda mitad del siglo XIV, cuando era propiedad de los Fernández Marmolejo, señores de la Membrilla y Alcalá Tejada”. Esteban Mira Caballos, en La segregación de La Campana de la jurisdicción de Carmona (1558), dice que en 1371 Carmona pierde la jurisdicción de varios lugares, entre ellos la Torre de la Membrilla, este a favor de Alonso Fernández de Marmolejo, citando como fuente a González Jiménez: De la Edad Media a la Edad Moderna, Op. Cit., pág. 544, y Campillo de los Santos, José Ángel: “Señoríos en el término de Carmona: El Viso del Alcor”, Actas del III Congreso de Historia de Carmona, 2003, págs. 155-159.

[iv] Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla. Junta de Andalucía. Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio, págs. 738 y 739. Nos dice que el Cortijo de Cabeza del Sordo “se encuentra en el extremo este del término municipal de Alcalá de Guadaíra y muy próximo a los de Carmona y Arahal. Merece la pena ser destacado, además, por la riqueza paisajística de la finca, que está regada por el arroyo de Montera. Su amplio y complejo caserío responde a las pautas de los cortijos ganaderos, siendo en este caso su estructura abierta. Se conserva en perfecto estado, pero acusa diversos añadidos y transformaciones, fundamentalmente para su conversión en residencia, aunque no ha perdido del todo sus funciones originarias. En cuanto a la historia de la explotación, sabemos que sus orígenes se remontan al siglo XVI. En 1741 era propiedad del marqués de Paradas y en el siglo XIX lo fue del conde del Águila. Por último, sabemos que en 1905 su dueño era don Ignacio Oliva y Huerta. El núcleo original del caserío es en la actualidad el gran señorío de la finca, que se articula entorno a un patio y que se encuentra perfectamente ajardinado. Junto a él todavía se conservan los antiguos graneros, el guadarnés y las cuadras, estas últimas aún en servicio. A unos pocos cientos de metros del caserío, ya en término municipal de Arahal, se encuentra uno de los elementos más interesantes del conjunto, la plaza de tientas, que cuenta con tribunas, corrales, cercados y mangas, lo que pone en evidencia el carácter de dehesa de ganadería brava con la que contó esta explotación”.

[v] También nombrada Cordel del Rio Tinto en el Mapa de Vías Pecuarias de Andalucía.

[vi] El Padre Flores dice que “las tierras y cortijos junto a la Membrilla se llaman Benamalillo”