La ruta tiene 7-8 km., es de dificultad media y de una duración de tres
horas.
Desde Alcalá de Guadaíra tomaremos la A92, dirección Arahal. Muy pronto dejaremos atrás el Arroyo del Salado. Estaremos muy pendientes para tomar la primera salida, que nos incorporará al Cordel del Término o de La Camorra. Lo seguiremos hasta llegar a la pasá de Utrera, el punto donde comienza la ruta de hoy.
El primer tramo, de un kilómetro, discurre por el Cordel de Mairena; nombre
que toma la vía pecuaria que traemos, una vez que cruza el río Guadaíra. Los
primeros cuatrocientos metros son de subida, la única de todo el recorrido.
Desde esta rampa merece la pena admirar las vistas del serpenteante río y la
figura que forma el escarpe de Los Alcores en el horizonte.
Nuestro primer contacto con la Cañada Real de Morón y la meseta de Matallana se encuentra precedido por unos olivos. Antes de continuar por la cañada nos aproximaremos a las ruinas de lo que fue el rancho de El Comandante, distante unos seiscientos metros, y que ya divisaremos frente a nosotros. Un solitario eucalipto, testigo de una hilera hoy desaparecida, nos dará paso a sus ruinas, que sobreviven abrazadas por higueras bravías y neumáticos viejos semienterrados.
Los más mayores cuentan que en el cordel de Mairena existió una choza con muros de material y techumbre vegetal habitada por una familia alcalareña de pastores. Se piensa que la construcción del rancho, a primeros de los años cuarenta del siglo pasado, a la altura de la choza, pudo ser la causa del desplazamiento de los pastores a la Barranca Alta, donde permanecieron algún tiempo hasta el abandono definitivo de la zona. También sitúan allí una coplilla atribuida a Fernando “El Gasta”, coplilla que cuestionaría que se cubriesen las necesidades proteínicas mínimas de los jornaleros que trabajaban en el rancho por un jornal y “mantenidos”:
“En el rancho El Comandante han tocado a garbanceta y aquel que no acuda pronto le cuesta cuatro pesetas.”
Desde el rancho regresaremos a la Cañada Real de Morón para continuar hasta
la Barranca Alta. En este trayecto, de aproximadamente dos kilómetros,
predominan los olivos a nuestra izquierda y la tierra calma a nuestra derecha;
una amplia zona conocida como Matallana donde se siembran girasoles, trigos y
garbanzos, aunque no siempre fue así, hasta el primer tercio del siglo XX
predominaron los palmares y las dehesas.[i]
Conviene recordar que la vía pecuaria por donde transitamos fue recuperada, parcialmente, en 2009. Se dijo que estábamos ante un corredor ecológico para conectar espacios naturales. Transcurridos más de una docena de años, continúa usurpada en todo su recorrido, ha perdido una parte importante de la repoblación que se llevó acabo y las labores de mantenimiento no han existido nunca.
Una vez en la Barranca Alta conviene saber que constituye una red de drenaje
o depresión provocada por el agua que se mueve por la acción de la gravedad
hasta desembocar en el río Guadaíra. En esta zona han aflorado materiales que
demostrarían la existencia de un ambiente de tipo palustre entre hace 48.000 y
35.000 años y que se prolongaría hacia Los Alcores.[ii]
Bajaremos con cuidado unos doscientos cincuenta metros hasta situarnos
junto al cauce del río Guadaíra. A unos cien metros, corriente abajo, el escaso
caudal, sobre todo en época de estío, nos permitirá vadearlo para continuar por
la margen derecha en el sentido de la corriente.
El predominio de los eucaliptos en este tramo de la ribera es abrumador, a
pesar de ello, también disfrutaremos de otras especies arbóreas, arbustivas y
plantas como: fresnos, tarajes, olmos, álamos, sauces, eneas, mastrantos…, que
conforman un hábitat refugio para gran número de especies animales.
Durante los primeros quinientos metros iremos flanqueados por olivos a nuestra derecha. Luego la tierra calma nos dejará ver el cortijo de Mellado, distante de nosotros unos doscientos cincuenta metros. Llegado a un punto daremos con el tributario arroyo de Las Albinas que, cubierto por una tupida e impenetrable olmeda, nos sacará al carril de servicio que discurre paralelo a la autovía.
Desde este punto podemos decidir si regresar por la pista hasta la pasá de Utrera o continuar por la margen del río sorprendiéndonos a cada paso que demos. Si hemos optado por lo segundo, conoceremos los restos de lo que fue el Cortijo de Las Lomas; un entorno en el que han prosperado imponentes higueras y que sirve de cobijo a la araña Argiope trifasciata.
Sin más dilación continuaremos hasta el punto de partida, que ya lo tenemos
a la vista, la pasá de Utrera.
Francisco José Gavira Albarrán
[i] Memorias Históricas
de la Villa de Alcalá de Guadaíra. Leandro José de Flores 1833. Matallana
perteneció al Consejo de Alcalá de Guadaíra
[ii] Medio Físico,
dinámica, geoecológica, paisaje vegetal y ordenación de los recursos naturales
de la campiña del río Guadaíra. David
Cristel Gómez Montblanch 2010. “Este al
colmatarse favoreció la instalación de la red de drenaje actual en un cambio
hacia un modelo exorreico que propició el vaciado de un gran volumen de
depósitos hacia el Guadalquivir a través de un cauce cada vez más angosto e
incidido que en la actualidad atraviesa Los Alcores.”