jueves, 11 de diciembre de 2025

Las Murallas del Castillo de Alcalá: Un Testimonio Fotográfico de las Décadas de 1920–1930

 


Entre las imágenes documentales más evocadoras del patrimonio arquitectónico de Alcalá de Guadaíra del primer tercio del siglo XX destaca esta fotografía monocroma en tonos azules, perteneciente al archivo de la Compañía de Tarjetas Postales Nacionales, más conocida por su sello comercial “Cliché COTÁN”, con sede en Sevilla. Este sello editorial se especializó en la reproducción masiva de postales y vistas urbanas, convirtiéndose en uno de los principales difusores visuales del paisaje monumental de la época.

Datada entre 1920 y 1930, la imagen muestra la imponente silueta del Castillo de Alcalá, una fortificación medieval entonces sumida en un acusado estado de ruina. El característico virado azulado —propio de ciertas técnicas fotográficas y de copias preparadas para imprenta— envuelve la escena con una atmósfera casi onírica, reforzando la impresión de antigüedad, deterioro y grandeza perdida.

Las murallas, robustas y almenadas, se despliegan de forma irregular sobre un terreno pedregoso. Sus muros, erosionados por siglos de intemperie, conservan las huellas de los sucesivos usos defensivos del enclave. Varias torres cuadrangulares, parcialmente derruidas, mantienen aún arcos y vanos que permiten imaginar cómo fue su estructura original.

En la zona central de la imagen se distinguen varias figuras humanas que caminan por la muralla, proporcionando una valiosa referencia de escala. En primer plano, la tierra labrada sugiere la existencia de pequeños huertos adosados al castillo, entre los que destacan grupos de chumberas que completan el carácter rural del entorno.

Esta fotografía no solo documenta el estado del monumento en las primeras décadas del siglo XX, sino que constituye también un fragmento esencial de la memoria visual de Alcalá de Guadaíra. Gracias al trabajo de “Cliché COTÁN” y a su intensa producción de postales, hoy es posible conocer y reconstruir la apariencia de estas estructuras antes de las restauraciones posteriores. Se trata, en definitiva, de un documento histórico de primer orden que preserva, en un evocador azul, la silueta desgarrada pero majestuosa de un pasado fortificado. Foto digital en la colección de Antonio Gavira Albarrán.

 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

El Castillo de Marchenilla en la Revista ALGO, 1935: una foto de Martínez.

 

La fotografía muestra el Castillo de Marchenilla tal y como lo habría visto cualquier vecino en los años treinta del siglo pasado: sobrio, dominante sobre la ladera y con claros signos del paso del tiempo. Sin restauraciones ni intervenciones modernas, la imagen revela una fortaleza que todavía conservaba su esencia defensiva medieval.

El encuadre, amplio, resalta la silueta del castillo sobre un terreno despejado. No aparecen personas ni elementos que distraigan: la protagonista absoluta es la arquitectura.

¿Quién tomó la fotografía?

En la revista ALGO, año VII – 23 de noviembre de 1935, número 328, aparece firmada por el fotógrafo “Martínez”.

En 1935 España vivía un momento de profundos cambios: la Segunda República impulsaba proyectos culturales, se comenzaban a catalogar monumentos con criterios modernos y la fotografía adquiría un papel central como herramienta de documentación y difusión.

En ese ambiente también aparecieron publicaciones ilustradas como la revista ALGO, un “semanario de buen humor” cuya historia acaba de reescribirse gracias a una investigación reciente. Todo formaba parte de la misma energía cultural: la voluntad de registrar, difundir y compartir el patrimonio y la vida cotidiana del país.

El Castillo de Marchenilla sigue en pie. Pero gracias a imágenes como esta, también tenemos datos sobre su pasado. En archivo digital de Antonio Gavira Albarrán la revista ALGO.


sábado, 22 de noviembre de 2025

Panorámica de Alcalá Ramón Almela 1890


La panorámica de Alcalá de Guadaíra captada por Ramón Almela (Sevilla, 1870-1925) alrededor de 1890 es una ventana a un pasado rural. Tomada desde la Cuesta del Águila, la actual calle Santa María, la imagen muestra un caserío blanco y compacto, surcado por calles estrechas donde la campiña se funde de forma natural con el núcleo urbano.

En el corazón de esta estampa sobresale la Iglesia de Santiago, cuya silueta, aún sin las transformaciones que experimentaría su torre años después, domina un paisaje donde todavía no existían edificios emblemáticos como la Casa Ibarra o Villa Esperanza.

El autor de este valioso testimonio visual fue un nombre esencial en la fotografía andaluza de su tiempo. Hijo del también fotógrafo Francisco Almela, Ramón se incorporó joven al negocio familiar. A partir de 1891, la firma "Almela, Fco. e Hijo" quedó bajo su dirección y orientación artística (Yáñez Polo, 1997: 226-227). Como fotógrafo itinerante y editor de postales, dedicó su carrera a documentar ciudades y monumentos de Sevilla y su provincia, empleando técnicas como la albúmina tardía o el gelatinobromuro, que otorgaban a sus imágenes el característico y cálido tono sepia.

Hoy, esta fotografía no solo es un documento histórico de incalculable valor para comprender la fisonomía de Alcalá a comienzos del siglo XX, sino también el legado de uno de los grandes documentalistas gráficos de Andalucía.

Fuente: Archivo digital de Antonio Gavira Albarrán.

sábado, 15 de noviembre de 2025

Kurt Hielscher en Alcalá de Guadaíra: un testimonio visual de 1922 que todavía nos interpela

 

Foto digital en el archivo de Antonio Gavira Albarrán. En 1922, el fotógrafo alemán Kurt Hielscher inmortalizó una escena que hoy forma parte del imaginario visual de Alcalá de Guadaíra. En la imagen, dos niñas caminan por un sendero de tierra, rodeadas de margaritas, cargando un gran cántaro. Al fondo se recorta la poderosa silueta del castillo de Alcalá, cuyos muros centenarios dominan el paisaje. La fotografía, incluida en su célebre libro Das unbekannte Spanien, no solo retrata un monumento; captura un modo de vida, un ritmo rural y humano que entonces definía la esencia de gran parte del municipio.

Hielscher llegó a España en 1914, y la guerra europea que estalló poco después lo mantuvo en la península durante años. Ese inesperado arraigo se convirtió para él en una oportunidad: recorrer el país a fondo, conocer pueblos y ciudades más allá de los circuitos consagrados y descubrir una España que, como su propio título afirmaba, permanecía “desconocida” para buena parte de Europa. Su mirada se caracterizó por un equilibrio poco común entre la intención documental y una sensibilidad estética casi poética. En Andalucía encontró un territorio fértil para esa combinación, y Alcalá de Guadaíra no pasó desapercibida ante su objetivo.

La fotografía tomada junto al castillo resume el estilo y las inquietudes del autor. Para Hielscher, los monumentos importaban tanto como las personas que vivían en su entorno. Nunca se limitó a registrar fachadas o panorámicas; buscó, ante todo, mostrar cómo los seres humanos habitaban los paisajes que habían heredado. Por eso las protagonistas no son solo las torres de piedra, sino también esas dos niñas que, con sus vestidos sencillos y su cántaro de barro, encarnan la cotidianidad del Alcalá de principios del siglo XX.

La relación entre la población y el castillo aparece en esta foto sin artificios. El sendero que asciende hacia la fortaleza, los márgenes con margaritas, la naturalidad de las niñas avanzando, revelan una convivencia orgánica entre monumento y comunidad. La imagen es a la vez un documento histórico y una composición de gran belleza: las líneas del camino conducen la mirada hasta las murallas, mientras la presencia humana aporta escala, vida y emoción.

Esta fotografía también tiene valor como registro social. En aquellos años, el transporte del agua seguía siendo una tarea habitual en la vida rural, y el cántaro que cargan las niñas remite a un modo de subsistencia que desaparecería con la modernización del siglo XX. La escena, espontánea y tranquila, condensa un mundo que ya no existe, pero que forma parte de la memoria cultural de la ciudad.

La obra de Hielscher ha sido recuperada en las últimas décadas por investigadores y aficionados que buscan revisitar los lugares que él retrató. Proyectos como In the Footsteps of Kurt Hielscher muestran el impacto duradero de sus imágenes y el interés por comparar los paisajes actuales con los que él fotografió hace un siglo. En Alcalá de Guadaíra, ese ejercicio de cotejo revela cuánto ha cambiado el entorno del castillo, pero también cuánto permanece de su identidad.

Más allá de lo puramente visual, la presencia de Hielscher en Alcalá forma parte de una historia mayor: la de un fotógrafo que, atrapado por la guerra lejos de su país, encontró en España un vasto territorio de descubrimiento. Su paso por la localidad quedó fijado en una fotografía que reúne arquitectura, naturaleza y vida cotidiana. Una imagen que, cien años después, nos recuerda que cada monumento es también un cruce de caminos humanos.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Molino de San Juan

 


Entre las antiguas imágenes que rescatan la memoria del río Guadaíra destaca el conocido “Cliché Cotán”, una serie de fotografías tomadas entre los años veinte del siglo XX. La que hoy mostramos fue tomada desde la margen derecha del río, donde se alza uno de los molinos más emblemáticos de la ribera alcalareña: el molino de San Juan, que por entonces pertenecía a la familia de La Portilla.

La instantánea, de tono azulado y marcada por el estilo fotográfico de la época, captura un instante de la vida cotidiana en torno al cauce. En primer plano, el edificio se refleja en la lámina tranquila del río, cuyas aguas fluyen hacia el espectador. Posiblemente estemos en verano, dada la escasez de agua en el río.

En la base del molino, tres hombres descansan sentados a la entrada, junto a unos aparejos de labor que sugieren tareas molineras o quizás labores de mantenimiento. La construcción, de muros encalados y cubierta a cuatro aguas, muestra claramente el paso del tiempo: la fachada presenta desconchados, manchas de humedad y vegetación trepando, posiblemente una higuera, signos inequívocos del abandono progresivo que comenzaban a sufrir muchos de estos ingenios hidráulicos.

Al fondo, sobre los cerros, se distingue una masa de pinares recortada con nitidez contra el cielo. Este detalle no es casual: los pinares del entorno de Alcalá de Guadaíra fueron objeto de repoblaciones a finales del siglo XIX y principios del XX, dentro de proyectos de regeneración forestal destinados a proteger el suelo y embellecer el paisaje.

Más allá de su valor estético, la imagen constituye un testimonio documental de un modo de vida y de trabajo ligado al agua. Los molinos del Guadaíra —harineros, de rodezno o de cubo, como el que aquí aparece— fueron durante siglos el motor económico de la comarca y conformaron un paisaje cultural de enorme riqueza, hoy en gran parte desaparecido o transformado.

Esta fotografía forma parte de la colección digital de Antonio Gavira Albarrán.

El “Cliché Cotán”, por tanto, no es solo una fotografía antigua: es un fragmento de historia. Nos permite leer el territorio desde la mirada de quien, hace un siglo, supo detener el tiempo con su cámara.


martes, 11 de noviembre de 2025

El Castillo de Alcalá de Guadaíra

El Castillo de Alcalá de Guadaíra, capturado por el emblemático cliché COTÁN.

Esta notable fotografía, que se encuentra en la colección de Antonio Gavira Albarrán, nos transporta a la Alcalá de Guadaíra de los años 20. La imagen, posiblemente tomada por el reconocido fotógrafo José Demaría López bajo su sello "Cliché COTÁN", muestra una escena llena de vida: al menos diez niños se agrupan sobre la muralla del castillo, mientras que, en un plano inferior, dos mulos descansan acompañados posiblemente por su cuidador.
La mención "Cliché COTÁN" identifica esta obra como parte del archivo de la Compañía de Tarjetas Postales Nacionales, activa entre 1910 y 1936. Lejos de ser una simple imprenta, COTÁN representó el trabajo de un fotógrafo que supo capturar con excepcional calidad tanto el patrimonio monumental como la esencia de la vida cotidiana andaluza.
Hoy, postales como esta han trascendido su función original para convertirse en documentos históricos de incalculable valor, permitiéndonos estudiar la evolución del patrimonio y la sociedad andaluza de principios del siglo XX.

 

Nicolás Jiménez Caballero Alpériz


 Posiblemente Nicolás Alpériz: El Pintor de la Escuela de Alcalá de Guadaíra

Nicolás Jiménez Caballero Alpériz (Sevilla, 1865 – Sevilla, 23 de noviembre de 1928) fue un destacado pintor costumbrista.
Alpériz no fue solo un visitante ocasional; vivió en Alcalá de Guadaíra y encontró en su entorno una fuente inagotable de inspiración. La localidad se convirtió en el protagonista de gran parte de su obra. Con su paleta, capturó la luz y los paisajes de la ribera del Guadaíra, los molinos harineros, las calles blancas y, sobre todo, las escenas cotidianas de sus gentes. Esta profunda conexión le valió ser considerado uno de los máximos representantes de la colonia de pintores que, a finales del siglo XIX y principios del XX, convirtió a Alcalá en un referente del paisajismo andaluz.
Cristal. En la colección de Antonio Gavira Albarrán.

Arco de San Miguel

 


Arco de San Miguel. Francisco Hohenleiter y Castro (Cádiz, 24 de febrero de 1889 – Sevilla, 1968) fue un destacado pintor e ilustrador, cuya trayectoria artística mantuvo una relación significativa con la localidad de Alcalá de Guadaíra. Este vínculo se forjó principalmente a través de su participación en el grupo de pintores al aire libre que, durante las primeras décadas del siglo XX, se dio cita en la localidad, atraído por la singularidad de su paisaje, sus molinos
harineros y el curso del río Guadaíra. Hohenleiter, junto a otros artistas, contribuyó a plasmar la esencia de Alcalá, capturando en sus lienzos la luz, los rincones y la atmósfera que caracterizan nuestra localidad. En la colección de Antonio Gavira Albarrán.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

El Castillo de Marchenilla en La Bética (1915)

La fotografía publicada en 1915 por la revista La Bética representa el Castillo de Marchenilla. Esta revista cultural sevillana, activa entre 1913 y 1917, se distinguió por su labor de divulgación artística y patrimonial, impulsando a comienzos del siglo XX una corriente de revalorización del patrimonio histórico andaluz y de afirmación de la identidad regional a través del arte y la historia.¹

En la imagen se aprecia la sólida estructura del castillo, con murallas almenadas y torres cilíndricas rematadas por matacanes, rasgos característicos de la arquitectura militar bajomedieval. Su origen se remonta a la época almohade (siglo XII), aunque fue reformado tras la conquista cristiana, desempeñando una importante función defensiva en el control de los caminos entre Sevilla y Morón de la Frontera. Con el paso del tiempo, la fortaleza perdió su carácter militar para transformarse en residencia señorial, integrándose plenamente en el paisaje agrícola de la campiña sevillana.

Cuando La Bética difundió esta imagen, el castillo ya mostraba signos de deterioro, aunque conservaba su imponente presencia sobre el terreno. La publicación de documentos gráficos de este tipo respondía al propósito de la revista de preservar la memoria visual de los monumentos andaluces, en un contexto de creciente conciencia sobre la conservación del patrimonio. Estas iniciativas contribuyeron a configurar un imaginario colectivo en torno al valor histórico y simbólico de la arquitectura medieval andaluza.

Notas
1. La Bética fue una revista ilustrada sevillana fundada en 1913, dedicada a la divulgación de temas artísticos, arqueológicos y literarios andaluces. Publicó numerosos artículos y fotografías sobre monumentos históricos, convirtiéndose en un referente del regionalismo cultural de principios del siglo XX. El 20 de noviembre de 1913 apareció el primer número de La Bética, una revista artística ilustrada nacida al calor de una corriente intelectual que aspiraba a la regeneración de Andalucía mediante la reivindicación de su cultura e identidad. Difusora de un andalucismo incipiente, en sus páginas participaron destacados pensadores de la época, vinculados al Ateneo de Sevilla, como Blas Infante, Alejandro Guichot, Mario Méndez Bejarano, José Gastalver, Alfonso Grosso, Martínez de León, José María Izquierdo, José Gestoso Pérez, Felipe Cortínez Murube, Javier Lasso de la Vega, Joaquín Hazañas y la Rúa y Rafael Laffón.
2. La fotografía Castillo de Marchenilla (1915) forma parte del archivo digital que coleccionaba Antonio Gavira Albarrán.

domingo, 26 de octubre de 2025

George Edward Bonsor

 


La lámina presenta dos representaciones de piezas cerámicas procedentes de los Alcores, área de notable importancia arqueológica por su continuidad de ocupación desde la Prehistoria reciente hasta la Antigüedad.

A la izquierda se muestra un vaso campaniforme atribuido al Neolítico final o Edad del Cobre (ca. 2500–2000 a.C.), caracterizado por su perfil troncocónico invertido y su decoración incisa en bandas horizontales con motivos geométricos en zigzag. La inscripción “George Bonsor, 1899” identifica al arqueólogo franco-británico George Edward Bonsor Saint Martin (1855–1930), pionero en la documentación gráfica de materiales arqueológicos andaluces.

A la derecha se observa un dibujo de ánfora de época púnica (siglos VIII–III a.C.), decorada con círculos concéntricos y provista de asas laterales. Este tipo de recipiente ilustra la influencia fenicia y cartaginesa en la región, reflejo de los contactos comerciales y culturales del sur peninsular con el Mediterráneo oriental.

El conjunto constituye un testimonio visual de la evolución tecnológica y estilística de la cerámica en el territorio de los Alcores, desde la producción doméstica neolítica hasta las manufacturas coloniales púnicas. La comparación de ambos ejemplares en una misma lámina evidencia la intención de Bonsor de establecer una secuencia cultural regional basada en la tipología cerámica.

Procedencia y autoría:

- Procedencia: los Alcores
- Autor de la lámina: George Edward Bonsor
- Fecha: 1899
- Técnica: Fotografía y dibujo sobre soporte de papel con rotulación manuscrita

Valor patrimonial:

El documento constituye una fuente primaria de gran relevancia para la historia de la arqueología andaluza, tanto por su valor gráfico como por el papel de Bonsor en la consolidación de los métodos de documentación científica a finales del siglo XIX. En la colección digital de Antonio Gavira Albarrán.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Molino de San Juan

 


Esta tarjeta postal, enviada desde Alcalá, el 23 de abril de 1920, muestra en su anverso una fotografía del Molino de San Juan entre la vegetación ribereña.

En el reverso se lee un afectuoso mensaje dirigido al señor Narciso Marcet (o Marlet), residente en Paseo Alfonso Sala 79, Rubí (Barcelona). Los remitentes, Domínguez y María, envían “cariñosos saludos para todos sus sobrinos que les quieren”.

La postal, con sello rojo de 10 céntimos y matasellos de Alcalá, no solo testimonia un lazo entre Andalucía y Cataluña, sino que también ofrece una ventana al pasado: el paisaje molinero de Alcalá de Guadaíra y la práctica de enviar postales como vehículo de afecto y memoria. En la colección de Antonio Gavira Albarrán.


domingo, 19 de octubre de 2025

Arco de San Miguel

 


Tarjeta Postal – Unión Universal de Correos – España, fechada el 13 de noviembre de 1921 y enviada, presumiblemente, desde Sevilla–Alcalá de Guadaíra con destino a Múnich (Alemania).
Destinataria: señorita Mariele Nigge, residente en Schleißheimerstraße 53.

Remitentes: W. Schmidt, y Halm (su esposa)

En el anverso se reproduce una vista del Arco de San Miguel, en Alcalá de Guadaíra. La escena muestra once niños y niñas, algunos descalzos o sentados en el suelo, en la calle San Fernando sin pavimentar por la que discurre un pequeño reguero de aguas residuales. Al fondo se distinguen tres figuras humanas y, junto al arco, una chumbera casi seca. La imagen refleja con realismo la vida cotidiana de los sectores más humildes de la localidad durante las primeras décadas del siglo XX.

Traducción del mensaje:

“Los más cordiales saludos desde una excursión.

Tu W. Schmidt, y Halm (su esposa).

La tormenta de hoy no nos dejó en paz; es el viento del Señor, realmente fuerte.

Muchos saludos a todos los conocidos: Hanna, Käthe, Elisabeth y Luni.”

Las personas mencionadas son, probablemente, amigas o conocidas de la destinataria.

En 1921, Alemania atravesaba los primeros años de la República de Weimar, mientras que España continuaba bajo el reinado de Alfonso XIII. En ese contexto, numerosos artistas y viajeros europeos recorrieron Andalucía, atraídos por su luz, arquitectura y tradición pictórica, como es el caso de Alcalá.

Aunque la identidad de los remitentes permanece anónima, el tono del mensaje y las circunstancias permiten suponer que se trataba de viajeros cultos o artistas aficionados vinculados al panorama artístico muniqués. La destinataria, Mariele Nigge, habría formado parte de dicho círculo. El apellido Halm sugiere, además, una posible relación con el grabador Peter Halm o con su entorno familiar.

Postal en la colección de Antonio Gavira Albarrán.


domingo, 28 de septiembre de 2025

Hallazgo de una Formación de Toba Calcárea en El Adufe durante Obras de EMASESA

 


Con motivo de las obras de construcción de un depósito que EMASESA está ejecutando en la zona de El Adufe, se ha puesto al descubierto un significativo afloramiento de toba calcárea. El descubrimiento fue comunicado a la Sociedad Espeleológica GEOS, que actuó como intermediaria para notificar formalmente el hallazgo tanto a la empresa constructora como a la Universidad de Sevilla, a fin de valorar la pertinencia de su estudio científico.

La toba calcárea, al igual que el travertino, es una roca sedimentaria de naturaleza carbonatada, caracterizada por su elevada porosidad y, en consecuencia, su baja densidad. Su génesis se produce típicamente a temperatura ambiente en ambientes de descarga de aguas subterráneas, como manantiales o cursos fluviales someros con pequeños saltos de agua, formando estructuras conocidas morfológicamente como "barrages" o "tufas". En el caso que nos ocupa, la hipótesis más plausible es su formación en un entorno de surgencia, dada la proximidad del yacimiento al antiguo cauce del Arroyo del Zacatín, área donde está documentada la existencia de importantes manantiales subterráneos.


El proceso litogenético de esta roca es de naturaleza biogeoquímica, involucrando tanto componentes inorgánicos como orgánicos. Inicialmente, el agua meteórica, con una mineralización baja y escaso contenido en dióxido de carbono (CO₂), se enriquece con este gas durante su percolación a través del suelo, como resultado de la actividad biológica de la microbiota edáfica y la rizosfera de la vegetación. Esta solución acidificada (ácido carbónico, H₂CO₃), al circular a través de formaciones calcáreas —en este caso, los depósitos de calcoarenitas de Los Alcores—, disuelve el carbonato cálcico (CaCO₃) de la roca, incorporando a la disolución iones calcio (Ca²⁺) y bicarbonato (HCO₃⁻).

Posteriormente, en el momento del afloramiento de estas aguas al exterior, se produce un cambio en las condiciones físico-químicas. La desgasificación del CO₂ disuelto, favorecida por la turbulencia del flujo o por la actividad metabólica de macrófitos, altera el equilibrio del sistema, provocando la precipitación del carbonato cálcico en forma de calcita. Este mineral se deposita formando una costra sobre los sustratos disponibles, que frecuentemente incluyen elementos biogénicos como hojas, tallos, briófitos o restos de microfauna, como se ha podido constatar in situ. La acreción sucesiva de estas láminas de carbonato configura la roca conocida como toba. Con el tiempo, la descomposición de la materia orgánica incluida genera un sistema de poros y oquedades que confieren a la roca su textura cavernosa característica.


El estudio pormenorizado de esta formación, incluyendo su datación absoluta y el análisis de los microfósiles e impresiones vegetales atrapados en su matriz, podría proporcionar información de gran valor paleoambiental. Dicha investigación permitiría no solo reconstruir la composición de la flora y fauna del lugar durante el periodo de su formación, sino también inferir los procesos paleogeomorfológicos y las transformaciones ambientales que han modelado este sector de Los Alcores y la llanura aluvial del río Guadaíra a lo largo del tiempo.

Antonio Gavira Albarrán

jueves, 11 de septiembre de 2025

GALERÍAS Y MINAS DE AGUAS

 

Galería de la Fuensanta

La extensa red de galerías subterráneas localizada en la comarca de Los Alcores se remonta, en su mayor parte, a la época romana (siglos I-II d.C.). Tras la ocupación visigoda, estas infraestructuras quedaron en desuso. Posteriormente, durante el periodo almohade, las crónicas de Ibn Sahid Al-Sala refieren que, en el año 1172, el califa Abu Yaqub Yusuf encomendó al ingeniero al-Hach Yaix su restauración con el fin de conducir agua desde la fuente de “Gabar”, en “Qalat Yabir”. No obstante, según la revista digital Celtiberia.net, dicha rehabilitación podría haberse llevado a cabo con anterioridad, en tiempos de Al-Mutamid (1068-1091), último rey abadí de Isbiliya.

La conquista castellana del siglo XIII no supuso la interrupción del uso de esta conducción hidráulica. A lo largo del tiempo, al igual que otras civilizaciones en épocas pretéritas, diversas entidades aprovecharon el acueducto. Entre ellas cabe destacar la compañía inglesa The Seville Water Works Company Limited a finales del siglo XIX, y más recientemente, la empresa municipal EMASESA, que mantuvo su utilización hasta la década de 1980.

En Alcalá de Guadaíra, las galerías discurren de este a oeste atravesando la ciudad y conectando con el Camino de Sevilla hasta “Torreblanca de los Caños”. Este topónimo, al igual que “La Red” y otros similares, remite directamente a dicha construcción. En ese punto, la galería emergía en forma de acueducto, alcanzando Sevilla por la “Puerta de Carmona”, de donde procede la denominación de “Caños de Carmona” para su tramo final.

Asimismo, en El Viso del Alcor, Mairena del Alcor y Carmona se documenta la existencia de galerías, siendo especialmente relevantes las de Alcaudete, en Carmona, exploradas por miembros del colectivo Solano. Por su parte, la Sociedad de Espeleología GEOS ha identificado en el término municipal de Alcalá de Guadaíra y su entorno diversas galerías pendientes aún de exploración, entre las que destacan: Dehesa Nueva, Gandul (yacimiento), Majadillas, Maestre, Cercadillos, Camino de las Aceñas, Gallegos, Nuestra Señora del Águila, Puente Viejo de Alcalá, cañada de Otívar, cañada de Fuensanta y La Retama.

En su informe más reciente, la Sociedad GEOS señala la existencia de galerías de distintos formatos y épocas de construcción, documentadas en ambas márgenes del río Guadaíra. Hasta la fecha, se han contabilizado aproximadamente 21.878 metros, aunque la cifra podría superar los 30 kilómetros una vez completada la labor de documentación, exploración y cartografía. Todo el recorrido está jalonado por decenas de lumbreras y otros elementos arquitectónicos, que confirman su valor excepcional y único en el ámbito peninsular.

Entre las infraestructuras más notables destaca la galería que se origina en las inmediaciones de la antigua ermita de Santa Lucía, junto a la ribera del Guadaíra y próxima a los molinos de “Las Aceñas”, “Cajul” y “Rabo de Zorras”, en un enclave que también conserva restos de una villa romana y un baluarte defensivo.

En este sistema subterráneo merece especial atención el molino de “La Mina”, así como los desaparecidos molinos de los Caños de Carmona, que aprovecharon la conducción hidráulica para su funcionamiento. En el término municipal de Alcalá cabe mencionar, además, los molinos de Asembril y La Aljavara.

La Sociedad GEOS plantea la urgente necesidad de reparar los daños ocasionados, liberando las aguas retenidas y retirando los escombros acumulados en el cauce. Asimismo, resulta imprescindible levantar un plano detallado de la Mina que registre con precisión la localización de cada pozo o lumbrera, incorporándolo a los archivos municipales. La elaboración de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del subsuelo se considera igualmente prioritaria. De no emprender estas acciones, se corre el riesgo de provocar, en pocos años, una de las mayores catástrofes patrimoniales, históricas y culturales de Alcalá de Guadaíra.

NOMBRE DE A GALERÍA/ MINA O LUGAR DEL ALUMBRAMIENTO

LONGITUD APROXIMADA

1º Cañada de Otivar/Huerta del Mohino/Huerta Camisón



1.800 m.

2º Hacienda de Martín Navarro

¿?

3º Galería de la Fuensanta/La Retama


470 m.

4º Galería Central de la Fuensanta/LaRetama



500 m.

5º Galería del Cerro de Villalba/La Retama



300 m.

6º Galería de la Huerta y Molino de Los Ángeles

220 m.

7º Mina Huerta de la Torrecilla/La Retama.

40 m.

8º Galería del Arroyo del Negro/La Retama

250 m.

9º Galería Fuente del Piojo

150 m.

10º Mina de Los Pilones-El Bosque-Oromana



20 m

11º Mina Camino Fábrica Portilla/Huerta de las Peñuelas

5 m.

12º Galería de Oromana



800 m.

13º Galería camino de las Aceñas/Camino del Rincón de Alcalá



50 m.

14º Galería Cajul/Huerta de las Peñuelas/Huerta de Ballestero



400 m.

15º Mina de Cajul


15 m.

16º Mina Huerta de la Alegría 1



20 m.

17º Mina Huerta de la Alegría 2



10 m.

18º Mina Cooperativa / Huerta de la Alegría.





80 m.

19º Galería Rincón de Alcalá



100 m.

20º Galería Cortijo de Maestre

450 m.

21º Galería de Cuesta de Carretilla

50 m.

22º Mina Abrevadero Zafra/La Boticaria

60 m.

23º Galería de Gallegos



150 m.

24º Galería de la Armada-Haza de las Encinas

140 m.

25º Galería de La Madre de Gandul



500 m.

26º Galería de Cañiveralejos



50 m.

27º Galería Pozo de Las Majadillas

Desaparecida

28º Galería de Zacatín



300 m.

29º Mina Fuente romana de Gandul

5 m.

30º Galería Hacienda la Montañesa Utrera-Alcalá de Guadaíra

250 m.

Antonio Gavira Albarrán