sábado, 20 de diciembre de 2025

H.C. White y la estereoscopía como ventana al mundo: Alcalá de Guadaíra a finales del siglo XIX

 


La fotografía estereoscópica de Alcalá de Guadaíra, producida por la H.C. White Co., constituye un ejemplo paradigmático del uso de la imagen tridimensional como herramienta de divulgación cultural, documental y comercial en el tránsito del siglo XIX al XX. Este artículo analiza la figura de H.C. White, el contexto histórico y técnico de la toma y el valor visual y patrimonial de la escena representada. 

La H.C. White Company, fundada en Estados Unidos por Henry C. White en la década de 1890, fue una de las principales productoras y distribuidoras de fotografías estereoscópicas a escala internacional.

White no fue únicamente un fotógrafo, sino un editor visual en el sentido moderno del término: seleccionaba temas, encargaba tomas a operadores especializados y diseñaba el producto final para ser consumido mediante visores estereoscópicos, convirtiendo la fotografía en una experiencia inmersiva antes de la era del cine.

La imagen de Alcalá de Guadaíra puede fecharse con bastante seguridad entre 1895 y 1905, un periodo clave caracterizado por:

La consolidación del proceso de gelatina de plata, que permitió mayor nitidez y estabilidad.

El auge del turismo visual: viajar sin moverse del salón.

El interés europeo y norteamericano por el sur de España como territorio “pintoresco”, heredero del imaginario romántico.

En este contexto, Andalucía se presenta como un espacio de tradición, naturaleza y pasado histórico, en contraste con la industrialización acelerada del norte de Europa y Estados Unidos. La estereoscopía reforzaba esta percepción al añadir profundidad y realismo, haciendo que el espectador “entrara” literalmente en el paisaje.

La fotografía está concebida específicamente para la visión tridimensional. La escena se estructura en tres planos muy claros:

Primer plano: vegetación autóctona (pitas o chumberas), que sobresale visualmente al mirarla con visor.

Plano medio: sendero sinuoso y arbolado, que guía la mirada.

Plano lejano: el caserío de Alcalá, con elementos arquitectónicos dominantes (iglesia, castillo o torre).

Esta disposición no es casual: maximiza el efecto estereoscópico y demuestra una planificación consciente del espacio.

Amplia profundidad de campo, fruto de diafragmas cerrados.

Exposición equilibrada, con detalle tanto en luces como en sombras.

Nitidez notable para una toma realizada con negativos de vidrio.

Todo ello evidencia un operador experimentado y un estándar de calidad elevado por parte de la editorial.

Más allá de su valor estético, la imagen es un documento histórico de primer orden:

Registra un paisaje previo a la urbanización moderna.

Muestra la relación entre núcleo urbano y entorno natural.

Refleja la importancia económica de Alcalá como centro harinero, explícitamente mencionada en el pie de foto.

La ausencia de figuras humanas refuerza la idea de un paisaje intemporal, casi arquetípico, pensado para representar “lo andaluz” ante un público extranjero.

Esta estereoscópica de H.C. White cumple una doble función:

Objeto cultural, producto de una industria visual global.

Documento territorial, hoy de gran interés para historiadores, urbanistas y estudiosos del paisaje.

Su conservación y estudio permiten comprender no solo cómo era Alcalá de Guadaíra a finales del siglo XIX, sino también cómo se construyó visualmente la imagen de Andalucía en el exterior.

La fotografía estereoscópica de Alcalá de Guadaíra producida por la H.C. White Co. es mucho más que una vista pintoresca: es el resultado de una época, de una tecnología y de una mirada concreta. A través de ella, H.C. White se consolida como un actor clave en la historia de la fotografía estereoscópica, capaz de transformar paisajes locales en experiencias visuales globales y tridimensionales.

Colección digital de Antonio Gavira Albarrán

 

jueves, 18 de diciembre de 2025

NOTA DE PRENSA La Sociedad Ecologista Alwadi-ira – Ecologistas en Acción ha solicitado formalmente a la Junta de Andalucía y a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir la realización de inspecciones administrativas urgentes en la cantera de áridos Las Majadillas, situada en el término municipal de Alcalá de Guadaíra, al objeto de garantizar que los trabajos que se desarrollan en estos momentos cumplen con el plan de restauración y con la protección del acuífero Sevilla – Carmona (MAS 05.47).

 


La explotación minera podría haber rebasado los límites autorizados, tanto en superficie como en profundidad, afectando al escarpe de Los Alcores, un enclave de alto valor paisajístico protegido por el planeamiento urbanístico por interés paisajístico y por el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Sevilla

Tras más de treinta años de actividad extractiva, no se aprecian actuaciones de restauración ambiental progresiva, tal y como exige la normativa vigente y los planes de restauración. La superficie afectada alcanza aproximadamente 82 hectáreas, muchas de las cuales podrían y deberían haber sido ya restauradas, lo que podría constituir un incumplimiento grave del Real Decreto 975/2009 sobre residuos de industrias extractivas y rehabilitación de espacios mineros

Uno de los aspectos más preocupantes señalados es la posible afección al acuífero Sevilla–Carmona (MAS 05.47), declarado oficialmente sobreexplotado desde 1992. En el interior de la cantera se han detectado varios alumbramientos de aguas subterráneas, lo que indicaría un descenso indebido de la cota de explotación y un impacto directo sobre el dominio público hidráulico

Asimismo, se advierte de la desaparición o reducción significativa de caudal en varios manantiales catalogados de la comarca de Los Alcores, como El Fontanal y Marchenilla, situados a escasa distancia de la explotación, lo que podría estar directamente relacionado con el descenso del nivel freático provocado por la actividad minera.



Ante esta situación, Alwadi-ira – Ecologistas en Acción solicita a las administraciones competentes la inspección integral inmediata de la cantera y, en su caso, la adopción de medidas cautelares, incluida la posible paralización de la actividad, y la exigencia de responsabilidades administrativas, así como la implementación de medidas correctoras y de restauración ambiental que garanticen la protección del patrimonio natural y de los recursos hídricos, bienes de dominio público y de interés general.

Alcalá de Guadaíra, 18 de diciembre de 2025

 

Contacto:
E-mail:
alwadi.ira@gmail.com. Web: www.alwadi-ira.es Alwadi-ira - Ecologistas en Acción. Apartado de Correos 226. 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

Presentación del libro "Alcalá de Guadaíra: 50 rutas de senderismo alternativas y cuatro relatos." 21 de noviembre de 2025.

 


Buenas tardes a todas y todos. 

Muchas gracias por estar hoy aquí acompañándonos. 

Este libro, Alcalá de Guadaíra: 50 rutas de senderismo alternativas y cuatro relatos, nace con el propósito de dar a conocer nuestro término municipal y la cuenca del río Guadaíra a través de las rutas que Antonio diseñó, así como de otras que tuve el privilegio de recorrer, entre 2019 y 2024, junto a un grupo de amigos.

A través de las páginas de este libro recorreremos vías pecuarias, caminos y riberas del río Guadaíra y sus arroyos, sumergiéndonos en paisajes de singular belleza y en lugares que, aunque cercanos, siguen siendo desconocidos para la mayoría. Son espacios que han sido testigos durante generaciones del paso de agricultores, ganaderos y cazadores, y que hoy son frecuentados también por senderistas y, sobre todo, ciclistas.

El libro se organiza en nueve ámbitos geográficos que van desde el Monumento Natural Riberas del Guadaíra; y las Terrazas del Guadalquivir en nuestro T.M.; hasta el curso del río Guadaíra entre el Molino del Boticario y el Molino de Ojeda, una zona que discurre ya entre los TM de Arahal y Morón de la Frontera.

Cada ruta se complementa con un mapa del itinerario donde se señalan los principales elementos patrimoniales del recorrido, lo que enriquece la experiencia tanto del lector como del caminante.

Además, muchas de estas rutas incluyen notas a pie de página que aportan datos, anécdotas y reflexiones que nos ayudan a comprender y valorar plenamente la situación actual de nuestro patrimonio. Como información práctica, cada itinerario indica de antemano su grado de dificultad —alto, medio o bajo—, el tiempo aproximado para recorrerlo y la distancia total en kilómetros. 

El libro cuenta con un prólogo compartido en el que los autores nos presentan a Antonio y al senderismo a través de sus propias vivencias junto a él en las rutas.

Joaquín Ordóñez señala que quien participaba en una ruta con Antonio sabía perfectamente que todo estaba cuidadosamente organizado; que no se caminaba con prisa para terminar antes que nadie; que se hacían las paradas necesarias tanto para reagruparse como para escuchar explicaciones; y que siempre iban a aprender algo: a conocer un camino vecinal, una vía pecuaria desconocida o a descubrir restos arqueológicos en el lugar más inesperado.

Rafael Robles dice de Antonio que su conexión con la tierra no era solo un acto de contemplación, sino un diálogo constante con el paisaje que amaba, donde cada humilde arbusto y cada sendero parecían reflejar su gratitud y cuidado.

David Cristel nos revela que cada excursión al campo con Antonio se transformaba en una lección continua. Un proceso de aprendizaje que, además, se retroalimentaba en intensos debates científicos donde el intercambio de ideas nos impulsaba a dudar, a reflexionar y, en definitiva, a no cesar en el camino del conocimiento.

Manuel López García recuerda que el senderismo va más allá del simple hecho de caminar: implica mirar con ojos renovados, redescubrir lo que creíamos conocer y atesorar cada paisaje como parte inseparable de nuestra propia historia. Lo expresa en el prólogo con las siguientes palabras: «Cuántas veces habremos recorrido el trecho entre la torre de la Membrilla y la barranca del río… y nunca fue la misma ruta». Y añade, con acierto: «No hace falta alejarse de Alcalá para disfrutar del paisaje. Aunque caminar solo tiene su encanto, una ruta siempre será más rica en compañía».

José Rodríguez destaca en Antonio la figura del auténtico descubridor de rutas. Yo me atrevería a ir más allá: Antonio no solo trazó caminos físicos, sino también simbólicos.

Pero, efectivamente, recorrió una y otra vez las veredas, trazó itinerarios, recopiló datos con meticulosidad y rescató del olvido historias y leyendas —como las de “El Bigotes de Alcalá”, “El niño ahogado en la Cruz de Otívar” o la de la Encina del Cura— que le fueron transmitidas por nuestro padre.

Curro López, a quien Antonio consideraba la persona más idónea para guiar algunas de las rutas que organizaba con tanto esmero, afirma: «Doy fe de que ser invitado a sus salidas al campo llegaba a convertirse en una auténtica experiencia, en la que se intercambiaban conocimientos, se disfrutaba con los cinco sentidos y se convivía a unos niveles poco comunes».

Félix Ventero define —con gran acierto y citando a Reyes Bernal— las rutas de Antonio como «el legado del mago».

Sin duda, poseía una mirada capaz de descubrir belleza y significado donde otros apenas veríamos un simple sendero. Ante un olivar, unos setos vivos, unas hazas de tierra o un arroyo seco la mayor parte del año, él sabía descifrar una historia completa: un paisaje que pedía ser contado y rescatado del olvido.

José Manuel Castro, biólogo, dice de Antonio que, pese a no haber estudiado Biología, contaba con una de las voluntades más firmes y apasionadas, que le permitió adquirir un enorme conocimiento sobre toda nuestra flora; no solo conocía los nombres científicos y comunes, sino que sabía si tenían un uso medicinal, tradicional o una historia asociada para contarte, por lo que siempre era un disfrute estar con él.

Antonio García Mora nos revela en su prólogo el propósito de este libro: por un lado, mostrar las rutas que Antonio diseñó y, por otro, dar a conocer otros parajes de nuestro término municipal mediante itinerarios que no forman parte de aquellas rutas originales. Explica que formamos «un grupo muy variopinto en formación, experiencia vital y conocimiento de la cuenca fluvial, pero todos coincidimos en nuestro amor por la Naturaleza y en la curiosidad por descubrir rincones ignotos del término municipal».

Bueno, pues de todas las personas que he mencionado —y de muchas otras que quedan en el tintero, a las que pido disculpas por que son muchos—, Antonio supo aprender con una humildad auténtica. 

Esta publicación quiere evidenciar también que el patrimonio de Alcalá de Guadaíra trasciende ampliamente sus emblemas más conocidos —el castillo, el Parque de Oromana o los molinos—.

Alcalá, con cerca de 290 km² de término municipal, atesora un patrimonio histórico y natural vasto y diverso: más de 30 molinos harineros, dos castillos, un palacio, iglesias y ermitas; decenas de cortijos y haciendas; innumerables yacimientos arqueológicos de distintas épocas; y un entramado hídrico compuesto por kilómetros de ríos y arroyos como La Torrecilla, Los Sastres, Zacatín, Marchenilla, Guadairilla o Gandul. A ello se suman manantiales —el Mal Nombre, El Perro, Cañiveralejos, Fontanal o Cajul— y extensas galerías subterráneas que recorren el alcor, como las del camino de las Aceñas, Gallegos, Nuestra Señora del Águila, Otívar, Fuensanta o La Retama.

Del mismo modo, más de ciento treinta kilómetros de vías pecuarias —como el Cordel del Gallego, el de Pelay Correa, la Cañada de Benagila o la Cañada Real de Morón— que conforman una amplia red que estructura el paisaje. A ellas se suman antiguos descansaderos y dehesas —Mateos Pablo, la Dehesa Nueva o la de Bucarest—, donde aún hoy es posible contemplar en invierno las bandadas de grullas, un verdadero espectáculo de naturaleza viva.

El paisaje se enriquece, además, con valiosos bosques de galería que acompañan arroyos como el Guadairilla, Rosalejos, La Madre o Gallegos.

En nuestro término prosperan más de mil especies vegetales típicamente mediterráneas, junto a otras propias de zonas serranas —fresas, orquídeas, helechos, entre muchas más—.

Como testigos silenciosos del devenir histórico, pervive un destacado conjunto de cortijos, haciendas y ranchos —La Soledad, Los Ángeles, San José, Zafra, La Piñera, Guadalupe, Majada Alta, Matallana…— que aún resisten la degradación patrimonial de las últimas décadas y relatan, con su sola presencia, el pasado agrícola y económico de estas tierras.

Finalmente, la zona de Gandul constituye uno de los paisajes culturales más valiosos de la provincia: alberga uno de los conjuntos megalíticos más relevantes de Sevilla, restos romanos, un despoblado con elementos medievales, arquitectura señorial, vestigios de infraestructuras rurales y ferroviarias, y un entorno natural singular integrado en el paisaje protegido de Los Alcores: el Toruño, la Mesa, el escarpe y su entorno. 

Hay dos momentos clave que marcaron la relación de Antonio con el senderismo.

El primero fue la primera ruta que organizó para el grupo ecologista Alwadi-ira. Aquella caminata nos llevó al corazón del Parque de Oromana y, entre sus senderos, comenzó todo. Joaquín Ordóñez formaba parte de aquel pequeño grupo —poco más de media docena de personas— que caminamos por primera vez guiados de la mano de Antonio.

El segundo momento llegó muchos años después, en 2018, nuevamente en una ruta organizada por el grupo ecologista: la que sería su última. En esta ocasión caminamos desde el paso de la Nena, junto a la base de Morón, en el término municipal de Arahal, hasta el Puente de Hornillo, sobre el río Guadaíra, ya dentro del término municipal de Morón de la Frontera. 

Para Antonio, como ya hemos visto, cada ruta era mucho más que un simple recorrido. Era, en esencia, una lección de respeto hacia nuestra tierra; una oportunidad para transmitir conocimiento; un espacio de encuentro y, al mismo tiempo, un acto de denuncia frente a su abandono.

Como bien recordaréis, muchas de las personas que estáis aquí, con voz firme y convencida reclamaba en sus rutas una acción decidida por parte de las administraciones para proteger y recuperar nuestra herencia cultural, histórica y ambiental. En cada una de sus palabras latía su filosofía más profunda: «Solo se valora lo que se conoce, y solo se protege lo que se valora».

De ese espíritu de descubrimiento, de valoración, de colaboración, de comunidad y de mirada renovada nace Alcalá de Guadaíra: 50 rutas de senderismo alternativas y cuatro relatos. En estos cuatro relatos se recogen vivencias de Antonio en la cuenca alta del río Guadaíra, un territorio aún más desconocido para quienes somos de Alcalá. 

Para concluir, como estamos viendo, este libro trasciende la mera función de una guía de senderos para convertirse también en un verdadero compendio de notas históricas, catálogo patrimonial, vivencias, reflexiones, denuncias y relatos.

Los invito no solo a leer estas páginas, sino a recorrer sus rutas, a sentirlas y a dejarse llevar por ellas, trazando nuevos itinerarios.

Deseo expresar mi gratitud a Félix Ventero y a mi familia por sus correcciones al texto, y muy especialmente a mi hija Rocío por su colaboración en la elaboración de los mapas que acompañan cada una de las rutas de este libro, así como del vídeo proyectado. Mi agradecimiento se extiende también a los prologuistas aquí presentes y a quienes, por distintas circunstancias, no han podido acompañarnos. Joaquín Ordóñez, por su colaboración en la nota de prensa y José Torres, por dirigir esta presentación.

Muchas gracias.



Inauguración del Paseo: Antonio Gavira Albarrán, ecologista 8 de noviembre




Buenos días a todas y a todos.

Señora alcaldesa, Ana Isabel;

delegada del Monumento Natural, Medio Ambiente y Sostenibilidad, Luisa;

Familiares:
Compañeras y compañeros de la Sociedad Ecologista Alwadi-ira-Ecologistas en Acción;

Amigas y amigos:

Gracias por estar hoy aquí.

En nombre de toda la familia, deseo expresar nuestro más sincero agradecimiento a la corporación municipal y a todas las personas que han hecho posible este emotivo homenaje.

Nos sentimos profundamente agradecidos por este reconocimiento a la figura de Antonio, que perpetúa su nombre y su legado en la memoria colectiva de Alcalá.

Deseo destacar igualmente la elección de este recorrido: un trazado que discurre en paralelo a la antigua vía del Tren de los Panaderos, atraviesa los terrenos que en su día acogieron la fábrica de harinas de La Portilla, se asoma a los restos del molino de La Caja y al molino de El Algarrobo, y acompaña el curso del río Guadaíra entre antiguas huertas, hasta llegar a lo que fue vivero municipal.

A lo largo del camino, el paisaje se embellece con una variada diversidad arbórea y arbustiva que convierten este sendero en un auténtico paseo botánico.

Es, sin duda, un espacio donde la historia industrial, molinera y hortelana de Alcalá se funde con la belleza del paisaje natural, invitando al paseo, al recuerdo y a la contemplación de nuestro rico patrimonio.

Antonio describió magistralmente este recorrido y su entorno a través de varias rutas interpretativas, algunas de las cuales han sido recogidas en su obra póstuma recientemente publicada: Alcalá de Guadaíra: 50 rutas de senderismo alternativas y cuatro relatos.  

Hoy es también una buena ocasión para recordar su valiosa labor en el campo de la botánica.

Junto a David Cristel, colaboró en la obra Árboles y arbustos singulares del término municipal de Alcalá de Guadaíra, que recoge ejemplares presentes en este mismo entorno; también colaboró con él en la Guía de campo de las orquídeas silvestres de Alcalá de Guadaíra. Además, junto a José Rodríguez, publicó la Guía de campo de las orquídeas silvestres de la cuenca alta del río Guadaíra.

En el apasionante mundo de las orquídeas, merece especial mención el descubrimiento que realizó, junto a sus amigos, en el entorno de este Monumento Natural, de la orquídea: Ophrys bombyliflora var. albarranii, una auténtica joya natural que lleva su nombre.

Antonio había reunido, además, una amplia colección de fotografías de plantas de la zona, resultado de un trabajo sistemático de observación y registro. Su colección constituye un valioso testimonio de la diversidad vegetal local y del rigor con que desarrollaba su labor.

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, Antonio sintió siempre una profunda pasión por la historia contemporánea de Alcalá. Su curiosidad intelectual y su compromiso con la investigación le llevaron a mantener abiertas diversas líneas de estudio. Por poner algunos ejemplos:

Fue coautor del libro El patrimonio de Los Alcores. Una propuesta de Parque Cultural, una obra que refleja la sensibilidad hacia la conservación y puesta en valor del territorio.

En el Primer Congreso de Historia y Cultura de Alcalá, presentó junto a José Rodríguez el trabajo El legado subterráneo de la Compañía Inglesa de Aguas: el caso de los depósitos, galerías y conducciones de La Fuensanta, La Judía y La Retama, un ejemplo más de su incansable interés por rescatar y divulgar el patrimonio histórico local. En el mismo congreso presentó: El Tren de los Panaderos. Primeras iniciativas y proceso de construcción visto a través de los medios de comunicación del siglo XIX.

Fruto de esa investigación, en 2023 vio la luz su obra póstuma: El tren de los panaderos. Una aproximación a la Compañía de Ferrocarriles de Sevilla a Alcalá y Carmona.

Pero no se quedaba solo en el ámbito del TM de Alcalá.

En el Aula Miguel Cala Sánchez, de Morón de la Frontera, entidad que promueve, entre otros fines, la protección de la cuenca alta del río Guadaíra, participó activamente en diversos trabajos de investigación y divulgación.

Del mismo modo, en el marco de la Sociedad Ecologista Alwadi-ira-Ecologistas en Acción, elaboró y colaboró en numerosos estudios, denuncias y propuestas que fueron presentados ante distintas administraciones públicas.

En todas estas iniciativas destacó por su entusiasmo y por la generosidad con la que compartía sus conocimientos.

Todo este legado nos habla de un hombre que supo ver en cada rincón de esta tierra una historia digna de ser contada y protegida.

Cuando Antonio llegó al grupo ecologista Alwadi-ira, a mediados de los noventa, encontró una trinchera donde proteger y dignificar nuestro patrimonio.

En un momento difícil para el grupo, trabajó con entusiasmo para darle un nuevo impulso.

Fue Antonio quien se convirtió —a través de sus rutas— en el alma de aquel renacer.

Fue la mente que dio vida a la revista Acebuche y el autor de aquel pequeño gran libro que cambió para siempre la forma de mirar los senderos más próximos a nuestro pueblo: Alcalá de Guadaíra. Diez rutas alternativas. 2003

Aquel libro no fue solo una guía de senderos: fue una verdadera declaración de amor a Alcalá. Como solía decir Antonio: “Solo se defiende y se ama lo que se conoce.”

Antonio nos abrió los ojos. Nos reveló los secretos del Parque de Oromana, del arroyo de Guadairilla, de la Dehesa Nueva o de El Acebuchal.

Nos enseñó a recorrer el Camino de Matatoros, Cañada Real de Morón, el Cordel de Gallegos o el de Pelay Correa, revelándonos en cada paso la belleza escondida de nuestro entorno más cercano y las historias y leyendas que los habitan: El Bigotes de Alcalá, el niño ahogado en la Cruz de Otívar o la Encina del Cura.

¿Quién no recuerda aquellas rutas inolvidables en las que Antonio nos guiaba por el Guadaíra, Gandul o la Torre de la Membrilla?

También nos ayudó a mirar con otros ojos las haciendas y cortijos que siempre habían estado ahí, pero que solo él sabía contar, con esa mezcla de conocimiento, respeto y cariño que lo caracterizaba.

No exagero al decir que fue uno de los mayores conocedores de nuestro término municipal. Tal vez el que mejor lo conocía.

Sintetizando su postura ante el mundo, para Antonio, los retos ambientales, patrimoniales o sociales de nuestro tiempo no eran solo un desafío técnico, sino un imperativo ético y social que encuentra su campo de acción más inmediato en lo local.

Terminando.

Confieso que, cuando se propuso esta distinción, dudé si él la hubiese aceptado. Antonio era una persona sencilla, discreta y reacia a cualquier protagonismo.

Pero comprendí que precisamente a quienes rehúyen los honores personales debemos reconocerlos más, porque representan los valores que dignifican a una comunidad.

Este homenaje me lleva inevitablemente a recordar también a los padres de Antonio, mis padres.

A Antonio le gustaba decir que fue de la mano de nuestro padre, Francisco Gavira Márquez, como conocimos el campo (el Camino de la Venta de Las Caleras, Los Pastores, Matatoros, Piedra Hincada, Palito Hincado, La Lapa, el arroyo de Las Desgreñas, Rosalejos, El Novillero, El Infierno...) Él nos enseñó a escuchar sus sonidos, a descubrir sus historias y, sobre todo, a amarlo.

Mi madre, Salud Albarrán Gallardo, fue una mujer excepcional que, en los años difíciles que nos tocó vivir, mantuvo firme el rumbo de nuestra familia. Encarnaba el equilibrio perfecto entre bondad, carácter e inteligencia, y supo transformar cada dificultad en una lección de fortaleza y esperanza.

Con su ejemplo, su temple y su incansable dedicación, nos enseñó que la dignidad y el esfuerzo son los verdaderos caminos hacia cualquier logro. A su constancia debemos, en gran medida, lo que somos. 

A mi cuñada Mercedes y a mi sobrina Laura:


Este es también el paseo de ustedes. El reconocimiento de un pueblo al hombre extraordinario que tuvisteis en casa. Él siempre estará aquí. Su amor por Alcalá queda, para siempre, inscrito en este lugar.

Este paseo no es solo un tramo de tierra con su nombre. Es un símbolo: El símbolo del camino que él nos enseñó a recorrer; de la huella que dejó en la geografía y en el corazón de Alcalá.

Y también, una invitación permanente a seguir sus pasos: a caminar, a observar, a aprender y a comprometernos.

Esta distinción la familia la recibe de la corporación municipal con profundo orgullo y gratitud.

https://www.youtube.com/watch?v=vPi0YFqXkXA

Muchas gracias.




El Periódico de Mairena, 07.12.2025. Entrevista. Sale a la luz el libro ‘Alcalá de Guadaíra, cincuenta rutas de senderismo alternativas y cuatro relatos’, firmado por Antonio y Francisco Gavira.

 


Con motivo de la edición de la obra ‘Alcalá de Guadaíra, cincuenta rutas de senderismo alternativas y cuatro relatos’, firmada por el fallecido Antonio Gavira Albarrán junto a su hermano Francisco, El Periódico de Mairena habla con Francisco, ya que Antonio falleció hace unos meses, con el propósito de conocer los pormenores de una obra de indudable interés. A ambos les avala el mérito de ser punta de lanza reivindicando y subrayando los valores medioambientales y etnológicos de Alcalá de Guadaíra, conectándolos con el entorno de la comarca natural de Los Alcores, de la que esos parajes son inseparables. Unos lugares que siguen teniendo mucho que dar y mostrar.

 

-       En principio, Paco, nos gustaría conocer la protohistoria de la obra, el contexto, las razones y los objetivos con los que se acometió. Asimismo cuándo se elaboró.

-       En principio, la protohistoria de la obra se remonta a un doble origen. Por un lado, a las rutas que mi hermano Antonio fue diseñando y recopilando a lo largo de los años, fruto de su experiencia, su curiosidad y su manera tan personal de explorar el territorio, he añadido otras que yo mismo he realizado entre 2019 y 2024 acompañado de un grupo de amigos con quienes comparto esta afición por caminar, descubrir y disfrutar del entorno.

-       El proyecto nace, por tanto, de la confluencia de estas dos miradas. La idea de reunirlas en un solo volumen surge de la voluntad de conservarlas, ordenarlas y darles un sentido unitario, con el objetivo de dar a conocer nuestro patrimonio histórico y natural más cercano, pero también de compartir aquello que hemos aprendido, experimentado y disfrutado en el camino.

-       Las razones que impulsaron la obra fueron, principalmente, documentar estas rutas antes de que el paso del tiempo las dispersara o se perdieran en la memoria, y al mismo tiempo ofrecer una guía útil para quienes quieran recorrerlas. El objetivo era crear un libro que fuese práctico, pero también emotivo; que recogiera tanto la información necesaria para caminar como el espíritu con el que fueron concebidas.

-       La elaboración del libro se desarrolló progresivamente a lo largo de esos mismos años, conforme se realizaban las rutas y se sistematizaba el material existente. La compilación final y la estructura definitiva se llevaron a cabo una vez reunidos todos los recorridos, ya con la intención clara de darles forma de obra conjunta.

-        

-       Usted aparece en la misma firmando sin su nombre específicamente, es decir, aparece como el hermano de Antonio ¿Ello obedece al deseo de dedicársela como homenaje o a que realmente él llevó la iniciativa y la ‘batuta’?¿Cuál fue el papel de cada uno?

 

-       En efecto, el hecho de que en el libro aparezca simplemente como “HNO” no es casual. Responde, ante todo, al deseo explícito de dedicar esta obra como un homenaje a Antonio, que fue —sin discusión— el verdadero impulsor del senderismo en Alcalá de Guadaíra. Él abrió el camino, en todos los sentidos: diseñó las primeras rutas, contagió su entusiasmo y creó alrededor de esta afición un espíritu de convivencia y descubrimiento que muchos hemos heredado.

-       Mi papel ha sido más el de continuar y completar su labor: recopilar, ordenar y dar forma a las rutas que él dejó, así como incorporar las que realicé posteriormente con un grupo de amigos. Pero la iniciativa original, el impulso y la “batuta”, como se dice en la pregunta, fueron siempre de Antonio.

-       Por eso decidí aparecer de ese modo en la portada: porque el libro nace y cobra sentido gracias a él, y porque quería que el lector percibiera desde el principio que esta obra es, en buena medida, un reconocimiento a su legado. Mi contribución ha sido poner orden, añadir experiencias recientes y convertir ese legado en un volumen accesible y coherente, pero la raíz y el espíritu pertenecen a Antonio. No obstante, en los créditos aparece mi nombre completo.

 

-       Según se desprende del título, el libro consta de dos partes en su estructura, una en forma de guía para recorrer itinerarios naturales y culturales, la otra en forma de narrativas breves ¿Cómo se articulan ambas?

 

-       El libro es, ante todo, una recopilación de rutas: itinerarios naturales y culturales pensados para ser recorridos y disfrutados. Unos con más y otros con menos dificultad. Esa es su columna vertebral. Sin embargo, al avanzar en su elaboración vimos que algunas jornadas vividas en la cuenca alta del río Guadaíra poseían un carácter especial, casi narrativo, que merecía recogerse de otro modo.

-       Por eso, al final del volumen se incorporan cuatro relatos cortos que funcionan como un complemento más íntimo y literario a la parte técnica de las rutas. Los tres primeros fueron escritos por Antonio, y recogen su mirada personal sobre experiencias y momentos vividos en ese entorno; el cuarto es mío, y continúa ese mismo espíritu evocador.

-       La articulación entre ambas partes es, por tanto, natural: la guía ofrece el recorrido objetivo, los datos y la orientación práctica; los relatos aportan la emoción, la memoria y la vivencia subjetiva que hay detrás de muchas de esas jornadas. De ese modo, el libro combina información útil con pequeñas piezas narrativas que ayudan a comprender mejor el paisaje humano y emocional que rodea a las rutas.

 

-       Si atendemos al título se alude a unas rutas de interés, se entiende que tanto para el paisanaje como para los visitantes ¿Hacemos un breve recorrido por ellas, o al menos algunas significativas?

 

 

-       Efectivamente, las rutas que conforman el libro pueden resultar de interés para cualquier persona, tanto si tiene la posibilidad de recorrerlas físicamente como si prefiere —o solo puede— conocerlas a través de la lectura. Más allá del componente senderista, el libro permite adentrarse en la cuenca del río Guadaíra y en su valioso patrimonio natural e histórico, que se describe con detalle. Por eso, incluso quienes no puedan caminar estos itinerarios encontrarán en sus páginas una forma de disfrutar y comprender el territorio.

-       Todas las rutas poseen un interés particular, pero quizá las más accesibles para todos los públicos sean aquellas que discurren por el Monumento Natural Riberas del Guadaíra. Son recorridos suaves, muy adecuados para cualquier edad, y en ellos el lector —o el caminante— puede descubrir la hilera de molinos harineros que acompañan al río, verdaderas joyas de nuestra historia local.

-       Además de estas, el libro incluye itinerarios que exploran parajes menos conocidos de la cuenca media del Guadaíra, Los Alcores, vías pecuarias y rincones donde el patrimonio natural y el cultural se entrelazan. Cada ruta aporta una mirada distinta: algunas destacan por su riqueza ecológica; otras, por su interés histórico o por la amplitud de sus paisajes.

-       En conjunto, el recorrido que propone el libro es amplio y variado, pensado para que cualquier ciudadano, caminante o lector, pueda descubrir la diversidad y el valor de este territorio tan cercano y, a veces, tan desconocido.

-       ¿Y los relatos breves, navegan en la misma dirección o son literarios en sentido estricto? En todo caso, ¿tienen un nexo en común? 

-       Los relatos breves se mueven en una dimensión algo distinta, más íntima y, si se quiere, más poética. No buscan describir un itinerario ni ofrecer indicaciones prácticas, sino captar sensaciones, momentos y vivencias que surgieron precisamente en esos mismos escenarios.

-       Aun así, todos comparten un nexo claro: la cuenca alta del río Guadaíra como espacio común. Son textos que nacen del disfrute del paisaje, de la observación de la naturaleza y de la conexión personal que esos lugares nos inspiran. Cada relato ofrece una mirada más subjetiva y emocional, pero todos dialogan con el territorio que recorre el libro, ampliando su sentido y mostrando la dimensión humana que hay detrás de muchas de esas jornadas.

-       ¿Cómo ha sido acogida la obra? ¿Tiene también la misión de divulgar y concienciar sobre los valores de la zona?

-       La acogida de la obra ha sido muy buena. Muchas personas han mostrado interés, no solo quienes practican senderismo, sino también lectores atraídos por el valor cultural, histórico y natural de la cuenca del río Guadaíra. De hecho, varios comentarios recibidos destacan precisamente lo útil que resulta el libro para conocer mejor este territorio, incluso para quienes no pueden recorrer físicamente las rutas.

-       Y sí, la obra tiene también una misión divulgativa y de concienciación. Pretende poner en valor la riqueza ambiental y patrimonial de la zona, mostrar la variedad de paisajes, la singularidad de su ecosistema y la importancia de elementos como los molinos harineros o las riberas del río. Todo ello con la intención de que, conociendo mejor este entorno, crezca también el compromiso colectivo por preservarlo y cuidarlo.

-       En resumen, el libro ha sido bien recibido y, al mismo tiempo, aspira a contribuir a una mayor sensibilidad hacia un patrimonio que merece ser protegido.

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-       Ustedes han sido pioneros en la reivindicación y puesta en valor de la riqueza natural y patrimonial de la comarca ¿cómo ven hoy la situación?

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-       La situación actual en nuestra comarca, la de Los Alcores, y en la cuenca del río Guadaíra es, en muchos aspectos, preocupante. Es cierto que se ha avanzado en la sensibilización y que cada vez hay más personas conscientes del valor natural y patrimonial de este entorno, pero también es evidente que persisten —e incluso se agravan— amenazas que lo deterioran.

-       Entre los problemas más visibles están los impactos derivados de la explotación de las canteras de albero, que han dejado cicatrices profundas en el paisaje; la proliferación desordenada de plantas fotovoltaicas, instaladas sin una planificación territorial que respete los valores ambientales; los vertederos incontrolados que siguen apareciendo en distintos puntos; y la usurpación de caminos públicos y vías pecuarias, que limita el acceso ciudadano y compromete corredores ecológicos esenciales. Y no son las únicas amenazas: el abandono, la presión urbanística y la falta de vigilancia también contribuyen al deterioro.

-       Por eso es fundamental que los ayuntamientos asuman un papel activo y protector. Deben incorporar en sus PGOUS la defensa clara del patrimonio natural, paisajístico y cultural de sus términos municipales, y hacerlo además contando con la ciudadanía, que debe participar en la toma de decisiones. Solo así se garantizará un equilibrio real entre desarrollo y conservación.

-       En definitiva, seguimos creyendo en el enorme potencial de nuestra comarca, pero vemos necesario un compromiso más firme y efectivo para preservar un patrimonio que es de todos y que no podemos permitirnos perder.

 

-       A través del asociacionismo también se sumaron hace años a la idea de articular la comarca de Los Alcores como Parque Cultural. Un proyecto que no acaba de articularse ¿Siguen creyendo en él? ¿Por qué no prospera si ha sido apoyado por los cuatro municipios?

 

 

-       Sí, seguimos creyendo firmemente en la necesidad de que Los Alcores sean declarados Zona Patrimonial, gestionada a través de un Parque Cultural, tal y como contempla la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía. Consideramos que es la fórmula más adecuada para proteger, gestionar y difundir de manera coherente el extraordinario patrimonio natural, histórico y paisajístico de la comarca.

-       La plataforma en defensa de Los Alcores continúa activa y comprometida. De hecho, el próximo viernes participaremos en un programa de Canal 12 TV para seguir divulgando la iniciativa. A finales de noviembre remitimos un escrito a la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía, instando a que active de una vez el expediente de declaración de Zona Patrimonial. Y ya tenemos previsto un encuentro de la plataforma para enero, precisamente para seguir impulsando el proyecto y coordinando nuevas acciones.

-       ¿Por qué no ha prosperado aún, pese al apoyo de los cuatro municipios y la Diputación Provincial? En gran parte, por falta de iniciativa y decisión de la administración autonómica, que es quien debe tramitar formalmente la declaración. También influyen la pereza de los Ayuntamientos y la complejidad legislativa, los cambios políticos y la ausencia de una planificación territorial que priorice de verdad la protección del patrimonio frente a otros intereses.

-       Aun así, seguimos convencidos de que el Parque Cultural es no solo posible, sino necesario. La comarca reúne todos los valores y requisitos, y la sociedad civil continúa respaldándolo. Nuestro compromiso sigue intacto y trabajaremos para que el proyecto avance definitivamente.

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-       ¿Creen que la riqueza natural de la comarca, tan próxima al área metropolitana a día de hoy, sigue siendo posible preservándola  como la hemos conocido?

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-       Sí, creemos que aún es posible preservar la riqueza natural de la comarca como la hemos conocido, pero únicamente si existe un compromiso real por parte de las administraciones y, al mismo tiempo, una toma de conciencia profunda por parte de la ciudadanía. Ambos elementos son imprescindibles.

-       Las administraciones deben asumir su responsabilidad en la protección del territorio mediante una planificación rigurosa, controles efectivos y políticas que prioricen el patrimonio natural y cultural frente a presiones económicas o urbanísticas. Pero ese esfuerzo institucional solo será duradero si la ciudadanía comprende lo que está en juego: no hablamos solo de conservar un paisaje bonito, sino de garantizar la salud ambiental, la identidad cultural y la calidad de vida del futuro.

-       Estamos obligados —moralmente y legalmente— a dejar a las generaciones futuras un medio ambiente y un patrimonio mejor, o al menos igual, que el que hemos recibido. Esa es la clave. Si logramos ese compromiso compartido, la preservación no solo es posible: es un deber y una oportunidad para construir un territorio más sostenible y más digno para todos.

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-       ¿Qué otra cuestiones le preocupan, inquietan, o cree que se pueden implementar para que el legado natural recibido sea transmitido en buenas condiciones a las generaciones siguientes?

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-       Además de las cuestiones estrictamente ambientales, me preocupan otros aspectos que influyen de forma directa en la manera en que transmitimos nuestro legado a las generaciones futuras. En primer lugar, vivimos un momento especialmente delicado en el que la paz y la libertad en el mundo están seriamente amenazadas, y eso repercute en todo: en la estabilidad social, en las prioridades políticas, en la capacidad de cooperación internacional y, por supuesto, en la protección del medio ambiente. Un planeta en conflicto es un planeta más vulnerable.

-       En el ámbito más cercano, necesitamos seguir avanzando en materia de educación ambiental, en la recuperación de caminos públicos y vías pecuarias, en el control de vertidos y en una ordenación del territorio que limite los impactos de actividades como las canteras o la instalación indiscriminada de plantas fotovoltaicas. También es fundamental potenciar la participación ciudadana en la toma de decisiones, porque solo un territorio con una ciudadanía informada y consciente puede defender eficazmente su patrimonio.

-       De igual modo, debemos insistir en que las administraciones integren la protección del paisaje, la biodiversidad y el patrimonio cultural en sus planes urbanísticos y estrategias de desarrollo. No se trata de frenar el progreso, sino de orientarlo para que sea compatible con la conservación.

-       En definitiva, preservar el legado natural implica acción local, responsabilidad institucional, implicación ciudadana… pero también un marco global de estabilidad y libertad que permita trabajar por un futuro digno para quienes vendrán detrás de nosotros. Sólo así podremos garantizar que reciban un entorno, y un mundo, al menos tan habitable como el que heredamos.

 

-       ¿Cómo puede hacerse con el volumen cualquier lector interesado en la obra?

 

 

-       Cualquier lector interesado en la obra puede conseguir el volumen de dos maneras: adquiriéndolo directamente en la Librería Término (Alcalá de Guadaíra), o bien solicitándolo a través del correo electrónico pacogavira@gmail.com, donde estaré encantado de facilitarlo.

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-       Es el momento de que responda a cualquier pregunta que no le hayamos formulado pero crea necesario incluir.

-       La verdad es que no se me ocurre ninguna cuestión adicional que añadir. Solo agradecerles sinceramente la entrevista y el interés mostrado por la obra y por la defensa de nuestro patrimonio. Ha sido un placer.

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-       Muchas gracias, y mucha suerte con el libro.