Mostrando entradas con la etiqueta Molino Hundido o del Rincón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Molino Hundido o del Rincón. Mostrar todas las entradas

sábado, 5 de abril de 2025

Los molinos harineros de Alcalá de Guadaíra: situación actual y propuestas de futuro.

Molino Hundido o del Rincón
 

Los molinos constituyen una de las señas de identidad más emblemáticas de Alcalá de Guadaíra y de la comarca de Los Alcores. Aunque su origen podría remontarse a la época romana, fue durante el período árabe-andalusí cuando alcanzaron su mayor desarrollo, como evidencian muchos de sus nombres: Aceña, Algarrobo, Arrabal, Cajul, Cerrajas, Benarosa, Realaje o Zacatín. Los archivos catedralicio y municipal de Sevilla, en documentos del repartimiento del siglo XIII, mencionan al menos 20 molinos (1). Sin embargo, la escasez de datos sobre sus propietarios obliga a basar gran parte de nuestro conocimiento en la interpretación de sus denominaciones actuales. Un ejemplo claro es el molino de Benarosa, cuyo nombre sugiere su vinculación al linaje de los Ibn Arúsa (1).

La relevancia histórica de estos molinos no radica únicamente en su producción o ubicación, sino también en su adjudicación a personajes cercanos a la monarquía, la nobleza y el clero (2).

Tipología de los molinos alcalareños

En Alcalá de Guadaíra pueden distinguirse tres tipos principales de molinos:

  1. Molinos de azuda: Ubicados en el río Guadaíra, utilizaban una represa para canalizar el agua hacia el interior del molino, generando la fuerza necesaria para mover el rodezno.
  2. Molinos de cao o acequia: Aprovechaban caídas de agua de arroyos o fuentes, conducidas mediante una atarjea hasta un cubo, cumpliendo la misma función.
  3. Molinos de sangre: Localizados en panaderías o casas-horno, dependían de la fuerza animal o humana. Eran esenciales durante el estío, cuando el caudal de ríos y arroyos disminuía. Según León Serrano, a principios del siglo XVIII existían 150 molinos de este tipo en la localidad (2).

Entre los siglos XV y XVI se documentan 40 molinos en Alcalá (1), mientras que, en el XIX, el Padre Flores menciona 36 "molinos de cubo, sin contar los de río" además de los de sangre (3).

Decadencia y abandono

La industrialización y las políticas franquistas de monopolio y redirección productiva marcaron el declive definitivo de los molinos. El último en funcionar fue el de Pelay Correa (1971) en el río Guadaíra (2). En el arroyo de Marchenilla algunos persistieron hasta los años 40 (4), y en el de La Madre hasta finales de los 50, mientras que el molino de Abajo fue dado de baja en 1965 (4).

Investigación y memoria

Numerosos estudios han abordado la historia de estos molinos. Destaca el trabajo antropológico de Francisco López, quien rescató la memoria de la última generación de molineros locales, aportando claves fundamentales para entender su importancia cultural (4).

Situación actual: un patrimonio en riesgo

Arroyo de La Madre o de Gandul

  • Molino de Arriba: Adosado al Palacio de Gandul, su estado es difícil de evaluar.
  • Molinos de En medio y Abajo: En ruinas, cubiertos de maleza.

Arroyo de Marchenilla (9 molinos)

  • Nuevo: Destruido en 2005 durante obras en San Juan de Dios.
  • Tragahierro: Solo restos de la atarjea y la nave, enterrados tras obras del colector de la cárcel de mujeres.
  • Pared Alta: Convertido en vivienda.
  • Cañiveralejos: Solo persiste parte de la atarjea y cubos sepultados.
  • Pasadilla: Atarjea conservada; el resto, destruido o reconvertido en cobertizos.
  • Granadillo: Vivienda habitual, con elementos originales ocultos por reformas.
  • Hornillo: Prometida su restauración, hoy en ruinas y semioculto.
  • San José (Pared Blanca): Habitado; su imponente atarjea permanece, aunque con añadidos de impacto visual.
  • La Boca o La Fortuna: En ruinas, es el más importante de la ribera. Amenazado por la vegetación y la futura circunvalación norte.

Río Guadaíra

  • Hundido o del Rincón: En ruinas.
  • Aceñas, Benarosa, San Juan, Algarrobo y Realaje: Restaurados por el Ayuntamiento (con críticas por su ejecución).
  • Arrabal, Pelay Correa y Cerrajas: En ruinas; este último próximo al Canal de Los Presos.

Fuentes cercanas al Guadaíra (8 molinos)

  • Cajul y Rabo de Zorras: En ruinas o con restos enterrados.
  • Oromana, Las Eras, La Tapada y uno de Vadalejos: Con actuaciones de restauración, destacando La Tapada.
  • Los Ángeles y otro Vadalejos: Solo vestigios ocultos.

Casco urbano

  • Molino hipogeo de la Mina: Uno de los pocos ejemplos en España, restaurado.

Algunos molinos desaparecidos

La Torrecilla (destruido por el puente de los americanos), La Caja (eliminado para la fábrica La Portilla), El Rodete (junto al puente de Carlos III), los cinco del arroyo del Zacatín (El Álamo, El Fraile, El Adufe, El Águila —parcialmente visible— y El Zacatín), y los dos de los Caños de Carmona (Asembril y La Aljavara).

Críticas a las actuaciones municipales

Las intervenciones en los espacios molineros han sido inexistentes (arroyos de La Madre, Marchenilla, Zacatín) o parciales, sin un plan integral (1). En la ribera del Guadaíra, las obras —impulsadas por movilizaciones ciudadanas— han priorizado un enfoque estético ("un pequeño Versalles cateto") sobre la preservación de la cultura molinera y hortelana, alterando el ecosistema y borrando huellas históricas.

Propuestas para la recuperación

  1. Reactivación de huertas: Asignación de lotes a jubilados y pensionistas.
  2. Plan público de gestión: Integrado en el futuro Parque Cultural de Los Alcores.
  3. Puesta en valor: Restauración y funcionamiento de al menos un molino.
  4. Rehabilitación de viviendas molineras: Cesión a familias para garantizar su conservación.
  5. Eliminación de construcciones ilegales.
  6. Estudios arqueológicos exhaustivos.
  7. Difusión cultural: Promoción de la herencia molinera entre la población local.

Reflexión final

Como señala Luis Francisco Flores Sánchez (1), urge profundizar en la investigación de estos molinos, contrastando documentación cristiana y musulmana con hallazgos arqueológicos. Su puesta en valor no solo reforzaría la identidad alcalareña, sino que enriquecería el patrimonio andaluz.


Fuentes:
(1) Flores Sánchez, L. F. Molinos Hidráulicos Medievales en Alcalá de Guadaíra.
(2) Bernal, A. M. Estudio de la industria panadera de Alcalá de Guadaíra (2003).
(3) Flores, L. J. Memorias Históricas de la Villa de Alcalá de Guadaíra.
(4) López Pérez, F. Gandul en el horizonteMemorias Molineras de la última Generación.
(5) Gavira Albarrán, A. (consulta oral/documental).
(6) Plano parcelario de 1944 (Instituto Geográfico y Catastral).

martes, 25 de abril de 2023

RUTA. DESCUBRIENDO CON LA FAMILIA EL MOLINO HUNDIDO


El domingo 2 de abril salí de ruta con mi familia. Teníamos como meta llegar al molino Hundido o del Rincón pero ampliamos el recorrido como os mostraré luego. Mis hijas habían estado de pequeñas en algún punto del tramo propuesto, aunque sus recuerdos eran de tipo flash. Así que, daba por hecho que disfrutarían de los parajes del río entre el molino de La Boca y el molino Hundido. Un recorrido apto para casi todo tipo de público que transcurre en su mayor parte por un bosque de eucaliptos. 

El invierno, la primavera y el otoño son las estacionas más apropiadas para disfrutar de esta ruta, que ofrece interesantes alternativas cuando lleguemos al molino. 

Nosotros comenzamos en la Avenida del Tren de Los Panaderos, al sobrepasar el CEIP Los Cercadillos giramos a la derecha hasta llegar al Camino de Los Molinos de Marchenilla, que lo tomamos a la izquierda. Pronto dejamos atrás el antiguo reformatorio San Francisco de Paula y la huerta de la Juaquinita. 

No teníamos ninguna prisa y nos fijábamos en todo lo que acontecía a nuestro alrededor; una palmera datilera víctima del picudo rojo, una casa aparentemente abandonada, pequeños huertos, los perros que nos ladraban al pasar… Mientras caminábamos rememorábamos historias relacionadas con esta ruta. 

Una vez pasada la urbanización de Cerro Clavijo el camino gira a la derecha. Frente a nosotros, en una curva abrimos un portillo situado en una valla, que cerramos luego, y continuamos teniendo a nuestra izquierda el molino de San José o Pared Blanca; molino que su propietario ha restaurado. En este punto, unos ladridos delataron nuestra presencia. A pesar de la advertencia canina, nos asomamos entre unos setos para poder ver el molino, consiguiendo la atención del propietario de la finca hasta el punto de entablar una breve conversación con él sobre el estado actual del ingenio hidráulico; nos dijo que, en las labores de restauración, en su interior, bajo una “torta” de cemento, ha descubierto una solera de piedras de moler que ha dejado a la vista por su elegancia. 


Continuamos hasta una casilla donde estuvo un motor de extracción de agua del río, la bordeamos, cruzamos la desembocadura del arroyo seco de Marchenilla, pasamos junto al molino de La Boca, que fotografiamos y rememoramos las limpiezas llevadas a cabo en él por el grupo ecologista Alwadiira y continuamos corriente arriba. 


El bosque de eucaliptos se presentó ante nosotros sembrado de espinos majuelos, rosales silvestres, juncos, acantos y cañas. En el río, los peces chapoteaban en busca de alimentos o de oxígeno, los ruiseñores marcaban el territorio y las tórtolas arrullaban suavemente. Las tres arroyadas que sorteamos, que en otro tiempo dificultaban el tránsito por su caudal, las vimos sin agua; las extracciones y una sequía que no cesa. 

El molino hundido apareció ante nosotros en estado ruinoso; han desaparecido varios de sus elementos y se encuentra colonizado por eucaliptos, delatando que las propuestas e informes remitidos a Ayuntamiento y Confederación Hidrográfica han caído en saco roto. 

Por un enorme tronco de eucalipto, caído en el cauce, a modo de puente, vadeamos el río con miedo y asumiendo el riesgo de un accidente. 

Continuamos hasta la desembocadura del arroyo de Guadairilla o Maestre, no sin antes asomarnos nuevamente al río Guadaíra donde antaño estuvo un motor para riego. Transitábamos con el arroyo a nuestra izquierda y unos sembrados de garbanzos y girasoles a nuestra derecha. 

La vegetación ribereña o riparia se caracteriza en el arroyo por un tipo de bosque caducifolio fundamentalmente de olmos (Olmusminor), pero también existe una gran variedad de plantas riparias entre ellas: álamo blanco (Populus alba), fresno (Fraxinus angustifolia), etcétera. Este bosque tiene un enorme valor ecológico, no sólo por su riqueza vegetal sino porque se trata de un ecosistema, que aunque en franco retroceso, constituye un oasis que sirve de refugio a gran variedad de aves, mamíferos y reptiles.  

Cuando alcanzamos el camino de Maestre lo tomamos en dirección al cortijo del mismo nombre, dejando a nuestro paso la que antaño sirvió de casa de bueyes.  Como curiosidad, el camino de Maestre tiene unos 2,5 km., comienza en el Club de Tenis Oromana y es uno de los mejor conservados de nuestro término municipal.  

En el alcor, nos paramos unos instantes en el cortijo de Maestre y continuamos hasta el de Olivera, donde torcimos a la derecha hasta encontrar el sendero que baja al molino de las Aceñas y regresar a casa. En total anduvimos unos diez kilómetros.

Francisco José Gavira Albarrán

miércoles, 17 de junio de 2020

7ª El arroyo de Guadairilla.

Arroyo de Guadaírilla

Cuando hablamos de bosques, a todos se nos viene a la mente grandes extensiones arboladas de alcornoques, de pinsapos, impresionantes hayedos y robledales, donde se pierde la vista y se echa a volar la imaginación. Pero no nos podemos esperar que a menos de cinco kilómetros del núcleo urbano de Alcalá de Guadaíra tengamos uno de los mejores ejemplos de bosque de galería o de ribera mejor conservados hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta de toda Andalucía, el bosque de galería del arroyo de Guadairilla o Maestre (por discurrir su último tramo por esta finca).

Se trata de un paraje que comprende los dos últimos kilómetros del arroyo de Guadairilla y que no hace más de cuarenta años ocupaba una extensión mucho mayor. Pero la actividad agrícola, los incendios y la grafiosis están provocando un grave deterioro sobre este tipo de formaciones.

A él podemos llegar fácilmente desde los Pinares de Oromana por dos vías:

1ª.- Camino de Maestre. Se trata de un camino que tiene unos 2,5 km. y que comienza en el Club de Tenis Oromana. Se dirige hacia el antiguo camping, pasa por la Hacienda Oromana y la Hacienda Olivera, llega al Cortijo de Maestre, que se encuentra en lo más elevado de estos alcores, y desde allí el camino desciende una pequeña pendiente de unos 500-600 m., desde donde podremos tener unas magníficas panorámicas del arroyo y de la vega del Guadairilla.

Hacienda Oromana



Cortijo de Maestre

Camino de Maestre.

Algo más adelante nos encontraremos con el arroyo, que es cruzado por este camino. Desde este punto hacia el Guadaíra, donde desemboca, hay poco más de un kilómetro. Una vez allí nos podemos acercar al famoso Molinillo Hundido, uno de los innumerables molinos harineros que funcionaron sobre el Guadaíra.

 

Arroyo Guadairilla.


El Guadairilla en invierno.

Ejemplan de eucalipto en el Guadairilla.

2ª.- Por el antiguo camino vecinal que iba de Alcalá a Utrera. Se parte desde el mismo punto, pero esta vez por la puerta del Club de Tenis Oromana, siguiendo por detrás del antiguo camping, Club de Tiro, pinares de la Boticaria hacia Cuesta Carretilla. Hasta este punto habremos recorrido un camino de unos 3 kilómetros en suave pendiente, y desde allí también podremos disfrutar de buenas panorámicas de toda la Vega y del curso del Guadairilla.

Cuesta Carretilla.

Panorámica desde Maestre.

En este cerro podemos encontrar restos de cerámica romana correspondientes al Alto y Bajo Imperio. Desde aquí se baja una cuesta de unos 200 m. de bastante pendiente, por la que transcurre una pequeña fuente que fluye hacia el arroyo, encontrándonos a menos de 100 m. a la izquierda uno de los ramales del Guadairilla.

¿Qué es un bosque de galería?

Se trata de una formación vegetal que se desarrolla gracias a la humedad de las riberas de los ríos y arroyos. La vegetación que encontramos se denomina riparia o ribereña, y se caracteriza por un tipo de bosque caducifolio, en nuestro caso fundamentalmente de olmos (Olmusminor), sobre todo en su parte alta. Pero también existe una gran variedad de plantas riparias entre ellas: álamo blanco (Populus alba), fresno (Fraxinus angustifolia), etcétera.

En el estrato arbustivo nos podemos encontrar con especies como: sauces (SalixtriandraSalixatrocineraSalixpedicelata…); tarajes (Tamarix gálica y Tamarix africana), adelfas (Neriumoleander); y una gran variedad de herbáceas: lirio amarillo (Iris Pseudacorus), menta poleo (Menthapolegium), mastranto (Mentharotumdifolia), junco común (Scirpusholoschoenus), caña (Arundodonax), carrizo común (Phragmitescommunis), unciana (Dorycniumrecdtum), salicaria o arroyuela (Lythrum salicaria), hierba de San Antonio (Epilobiumhirsutum), persicaria (Polygonum persicaria), enea (Typha angustifolia), hierba vaquera (Scruphulariasambucifolia), celidonia menor (Ranunculusficaria), botón de oro (Ranunculusacris), narciso blanco (Narcisuspapiraceus), etcétera, y otras muchas plantas que sin ser propiamente de ribera han encontrado aquí un terreno favorable para su desarrollo: espino majuelo (Crataegusmonagyna), mirto o arrayán (Mirtuscommunis), la rosa mosqueta (Rosa sempervirens), la zarza (Rubusulmifolius), zarzaparrilla (Smilaxaspera), retama loca (Osiris alba), etcétera.

Bosque de galería en el arroyo de Guadairilla.

Estos bosques tienen un enorme valor ecológico, no sólo por su riqueza vegetal, sino porque se trata de ecosistemas en franco retroceso, pequeños oasis que sirven de refugios a gran variedad de aves, mamíferos y reptiles.

A medida que nos vamos acercando a la desembocadura del arroyo podremos apreciar un aumento de las especies arbóreas y arbustivas.

Molino Hundido fuertemente intrusado por eucaliptos.

Interior del Molino Hundido o del Rincón.

La vuelta podemos hacerla por los mismos caminos o, si es posible y seguro, cruzando el río por el molino Hundido nos llevaría a la zona de Marchenilla. Desde este lugar podemos caminar, por entre los eucaliptos de este margen del Guadaíra hasta el molino de La Boca, San José y Hornillo, para dirigirnos desde aquí, por el camino de Los Cercadillos, hasta el recinto ferial y, finalmente, ascender hasta el hotel Oromana.

La época del año más apropiada para hacer el recorrido es, sin duda, el inicio de la primavera, desde principios de marzo a mayo, durante este tiempo podremos ver como las distintas especies comienzan a florecer y a desarrollar brotes nuevos, dando una variada gama de colores verdes impregnándolo todo de un agradable aroma a flores de rosales y majoletos.

 

Antonio Gavira Albarrán

Mapa de la ruta.


martes, 1 de mayo de 2018

HEMEROTECA: Andaluces de Alcalá: Diagnóstico sobre el Molino Hundido y propuestas para su conservación.

1. Introducción. 


El ingenio hidráulico conocido como Molino Hundido o del Rincón fue, junto a otros molinos como: La Torrecilla, los tres de Gandul (La Madre), Tragahierro, Pared alta, Cañiveralejo o el Hornillo, propiedad del Marquesado de Gandul [1] desde la Edad Moderna hasta la actualidad. Este molino aparece nombrado en la relación de molinos de pan que hace Pedro León Serrano a principios del siglo XVIII [2]. A pesar de que algún autor lo considera arruinado desde muy antiguo, parece ser que este molino aún funcionaba a principios del siglo XIX [3], aunque se sabe con certeza que su actividad había cesado a mediados del mismo siglo, siendo posiblemente nombrado por primera vez, como “Hundido” [4]. En sus últimos años de actividad podría haber funcionado como batán. Es posible que este ingenio, junto al de la Torrecilla, no gozara de la rentabilidad suficiente para su arrendamiento por parte de los molineros, por lo que su falta de actividad conllevó a su abandono y progresivo deterioro hasta la actualidad. 



2. Diagnóstico. 
La situación actual del Molino Hundido es crítica, se encuentra en estado ruinoso, ha perdido una de las dos naves que lo formaban y su azud también está prácticamente desaparecido. Además, la nave que aún permanece erguida se encuentra colmatada de depósitos aluviales (limo-arcillosos) debido a las crecidas ordinarias del Guadaíra. Sus muros están cubiertos de grietas de distinto tamaño cuyo daño sobre la estructura, de por sí importante, se encuentra intensificado por la proliferación de ejemplares de eucaliptos, fresnos y tarajes. (Fotografía.1). 
Fotografía 1. Vegetación afectando la estructura del Molino Hundido. 

A pesar de todo lo apuntado, el mayor problema radica en la exposición de sus cimientos a la erosión hídrica, pues la acción del flujo hidráulico del Guadaíra los está dejando al descubierto a la par que está erosionando su superficie. (Fotografía. 2). 
Fotografía 2. Detalle de la exposición de la cimentación por erosión del lecho. 

El flujo hidráulico se ha visto condicionado por distintas actuaciones de dudosa efectividad efectuadas en este sector fluvial. En este sentido cabe citar la construcción de una presa en la década de 1980 [5] o el intento de creación de una escollera -para evitar la erosión lateral de la margen derecha- que han acentuado la afección que el flujo hidráulico está generando sobre la estructura del molino. 
Para llegar a tal explicación, es necesario conocer someramente qué tipo de régimen fluvial y qué comportamiento hidrológico caracterizan a nuestro río, cuyas temibles crecidas en Sevilla eran ya descritas por D. Leandro José de Flores [6]. Este comportamiento temperamental del río Guadaíra, capaz de incrementar su caudal durante las época de lluvias hasta el punto de provocar terribles inundaciones en Sevilla, muestra un marcado régimen irregular, característico de los ríos conocidos como de régimen “pluvial mediterráneo”. 
La irregularidad de su caudal se aprecia con meridiana claridad en la serie de datos recogidos por la desaparecida estación de aforos que se ubicaba en el Parque de Oromana [7]
Al analizar la serie en cuestión, que se corresponde con los datos obtenidos entre 1970 y 1995, se aprecian dos claras tendencias temporales en cuanto a las aportaciones mensuales, pues durante la década de 1970, los mayores caudales se recogían en los meses primaverales próximos al estío –fundamentalmente entre abril y mayo-, mientras que la tendencia varía durante la década de 1980 –prolongándose hasta 1995- cuando el registro de los mayores caudales se traslada a los meses otoñales e invernales, básicamente entre noviembre y enero, y ocasionalmente a febrero. Este somero análisis temporal confirma la irregularidad del comportamiento hidrológico anual de este río en una serie de 25 años. No obstante, aún puede extraerse otra lectura más, pues los caudales máximos anuales no siempre coinciden con los meses de mayor aporte, es decir, que aunque el caudal está directamente relacionado con la cantidad de precipitación acumulada, depende aún más si cabe de “cómo llueve”. Por consiguiente, cabe afirmar que las oscilaciones anuales se relacionan con una cuestión climática (marcada irregularidad de las precipitaciones del clima mediterráneo), aunque las crecidas y por consiguiente, su afección en forma de inundaciones, se relacionan con factores estocásticos puntuales como el tipo de precipitación, lo que incrementa, no solo la irregularidad de su comportamiento, sino como bien describía el Padre Flores en sus memorias, también su temperamento. 
La aproximación al tipo de régimen del Guadaíra –y su irregular comportamiento hidrológico- unido al tipo de sustrato por el que discurre, favorecen la erosión lineal durante la mayor parte del año hidrológico. De esta manera, el cauce del Guadaíra se encuentra especialmente incidido y alberga un lecho marcadamente encajado. Con el tiempo, esta capacidad ha generado una sección transversal con una gran diferencia entre la longitud del perímetro de mojado y la de la anchura del cauce. Esta morfología del cauce favorece la concentración de energía hidráulica (cinética) en el centro de la sección transversal durante las crecidas y, consecuentemente su capacidad de arrastre –fuerza motriz- en dicho punto, justo donde se ubicaba la desaparecida nave del Molino Hundido. Por consiguiente, no se entiende la finalidad con la que se ejecutó la citada presa en la década de 1980. 
El efecto que esta construcción ha tenido en la dinámica del flujo se ha concretado en la pérdida de actividad de uno de los cauces activos –concretamente del ubicado a la izquierda del Molino Hundido- focalizando toda su actividad “hidrogeomorfológica” en el cauce que discurre a la derecha del ingenio. Esta construcción, unida a la pérdida del azud, provocó además un cambio en el tipo de flujo hidráulico y de su acción sobre el cauce y, por consiguiente, sobre el propio molino. Tal es así, que hace ya unos años se perdió una de las naves que se encontraba adosada a la estructura que aún permanece erguida. 
La afección hidráulica del Guadaíra sobre esta zona se implementa además con la incisión desarrollada en periodos de bajo caudal y baja energía (mayor parte del año), pues al concentrar su radio hidráulico sobre el fondo del lecho (perfil longitudinal), la energía de su flujo solo alberga capacidad para desarrollar una erosión lineal. Este hecho provoca que los cimientos del molino se encuentren cada año más expuestos a otros agentes, tales como el desarrollo de algunas especies vegetales que están creciendo y desintegrando los muros y cimientos de este ingenio. Por tanto, este debilitamiento progresivo que expone la estructura a la energía que desarrolla el caudal durante los episodios de crecida ordinaria –mucho peor durante periodos de crecida extraordinaria- podría hacer que la última nave que se conserva del Molino Hundido desaparezca literalmente, perdiéndose así un elemento patrimonial de gran importancia para la cultura e identidad alcalareñas. 

3. Propuestas de intervención para favorecer su conservación. 
Como propuestas relacionadas con este diagnóstico, es conveniente incidir sobre la necesidad de eliminar la presa, restituir el azud, reforzar la cimentación del molino, sanear y limpiar los muros -eliminando la vegetación que está creciendo sobre la estructura-, limpiar en el interior del molino el aluvión depositado durante las crecidas y, quizás lo más importante de cara a su conservación, restituir un cauce que permita un mayor equilibrio hidráulico creando una barra fluvial “fitoestabilizada” –colonizada por vegetación riparia- y perpendicular al sentido del flujo, aguas arriba del molino, para crear una barrera natural que actúe de defensa durante las crecidas, disipando la concentración de energía hidráulica sobre la estructura restaurada del Molino Hundido. También sería conveniente dragar el cauce colmatado –situado a la izquierda del molino- para bifurcar el cauce en este sector, con el fin de que el caudal utilice todo el lecho fluvial disponible, y así mejorar la relación entre la anchura de la sección transversal y su perímetro de mojado, y condicionar la acción erosiva lineal propia de este río. 

Notas al pié. 
[1] “El Rincón y la Torrecilla del Marqués de Gandul pagaban 50 arrobas de harina al hospital de San Lázaro de Sevilla” [sic]. Leandro José de Flores. Memorias Históricas de la Villa de Alcalá de Guadaíra. Cuaderno 2º, capítulo doce, página 69. Sevilla, 1833. 
[2] Pedro León Serrano. Compendio de la Fundación y Antigüedad de la Villa de Alcalá de Guadaíra. Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Sevilla, 1709. 
[3] “Se crian en este rio barbos, bogas y anguilas, y entran sábalos en las arriadas. Con sus aguas muelen los molinos del Rincón, la Aceña Trapera, Benaharosa, S. Juan, los dos del Algarrobo, el Arrabal, Realage, Pelay Correa, Cerrajas;”[sic]. Leandro José de Flores. Memorias Históricas de la Villa de Alcalá de Guadaíra. Cuaderno 2º, capítulo once, página 65. Sevilla, 1833. 
[4] “(...)los molinos harineros conocidos con los nombres de la Aceña, Trapera, Benaharosa , Si Juan, el Algarro bo y la Caja, el Arrabal, Realage, Pelai-correa y Cerrajas: los de la Torrecilla y del Rincón, se han arruinado. El arroyo Guadairilla nace en el térm. de Morón, y camina por vías algo tortuosas basta desaguar en el Guadaira por encima del molino hundido del Rincón,(...)”[sic]. Pascual de Madoz. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid 1846-1850. 
[5] “Si la intención era contener las crecidas para proteger al molino su efecto fue justo el contrario. Pero si la intención era contrarrestar la virulencia de las crecidas el error es aún mayor, pues en este tipo de secciones transversales estrechas y profundas propias de este río, la mejor opción para contener la energía es liberarla disminuyendo la concentración del radio hidráulico, es decir favoreciendo que la relación entre las longitudes de anchura y perímetro de mojado sea más favorable a la primera, es decir que la relación anchura/perímetro de mojado tienda a 1”. 
[6] “Este rio, único de alguna consideración en la banda izquierda del Guadalquivir, nace en las sierras de Morón, viene corriendo por entrar en las campiñas o términos de Carmona y Utrera, llega a Alcalá y la baña por el medio día (…). Esta tanto lo que se engruesa y crece en los inviernos que su corriente y entrada en los barrios de Sevilla la hace temible en sus arriadas”[sic]. Leandro José de Flores. Memorias Históricas de la Villa de Alcalá de Guadaíra. Cuaderno 2º, capítulo doce, página 69. Sevilla 1833. 
[7] Estación de Aforos nº 132. Datos de Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. 1995.

http://andalucesdealcala.blogspot.com.es/2013/05/andaluces-de-alcala-diagnostico-sobre.html

Andaluces de Alcalá, a 13 de mayo de 2013.