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sábado, 4 de diciembre de 2021

EL MEDIO FÍSICO EN ALCALÁ DE GUADAÍRA

Vistas de La Mesa desde la vereda de Angorrilla.

        El municipio de Alcalá de Guadaíra cuenta con una extensión de 287 km. cuadrados y una población de derecho de 75.533 habitantes. Se enclava en el área metropolitana de Sevilla y limita, además de con la capital de la provincia, de la que dista 16 km., con los términos municipales de Mairena del Alcor, a 7 km., Carmona, a 24 km., El Arahal, a 33 km., Utrera, a 21 km., Dos Hermanas, a 8 km., Los Molares y Los Palacios y Villafranca. 

        El gran atractivo original del territorio de Alcalá de Guadaíra consistió en la gran diversidad ecológica y de recursos derivados de ella. El término municipal se enmarca en la gran unidad de relieve que representa la depresión del Guadalquivir, antiguo brazo de mar colmatado progresivamente durante el Mioceno, a finales del Terciario. El resultado de este relleno en el curso bajo del actual Guadalquivir es una topografía de pendientes poco pronunciadas y una impresión general de planitud. A partir de Alcalá del Río la margen izquierda del río estaba, en principio, determinada por dos unidades geográficas fundamentales: el valle del Guadalquivir y la campiña. Sin embargo, este sencillo esquema se vería trastocado por una tercera unidad que vendría a surgir extendiéndose desde Dos Hermanas hasta Carmona, Los Alcores. De estas tres unidades participa el territorio de Alcalá y de ahí su diversidad. 

        El Valle del Guadalquivir se divide en el cauce actual del río y las terrazas fluviales, que se diferencian por su distinta altitud topográfica, producto del encajamiento del río en sus propios depósitos. En lo que respecta a nuestro municipio, las terrazas del Guadalquivir que caen dentro de su territorio corresponden, por su altitud topográfica y distancia relativa al cauce actual, a los periodos más antiguos en la configuración de la red fluvial. 

Arroyo de Guadairilla. 

La otra gran unidad geográfica por extensión junto al valle del Guadalquivir es la campiña, que aquí cabe individualizar como Vega del Guadaíra y que, manteniendo la planitud topográfica de las terrazas, presenta una génesis y características no asociadas el Guadalquivir. 

        Se trata de terrenos con una elevada proporción de arcillas, que cometidos a la acción de la arroyada, producen un relieve suave en torno a los 70 m.s.n.m.., con una red de avenamiento muy ramificada lo que apunta a la escasa resistencia de estos terrenos a la acción de la erosión. Hacia el este se produce un cierto acolinamiento aunque de pendientes suaves, donde predominan las margas y margo arcillas y que reciben el nombre de Albarizas. 

           En principio el resultado de la colmatación de la depresión del Guadalquivir en este tramo habría sido una amplia superficie de topografía muy llana desde el cauce del río hasta las estribaciones de las Serranías Subbéticas. Sin embargo la dinámica orogénica postpliocénica, con diversos basculamientos y rupturas, condujo en nuestro ámbito a la aparición de los Alcores, un bloque que, arrancando desde el SW de nuestro término municipal, se proyecta a lo largo de treinta kilómetros hacia el NE, hasta Carmona, donde muestra su cota máxima, 248 m.s.n.m.., constituyendo el verdadero eje del paisaje, no sólo por su evidencia topográfica que resalta sobre el entorno, sino también por la variedad y el contraste que introduce en el medio natural. 

              Los Alcores se componen litológicamente de dos materiales bien diferenciados: en la base se encuentran las margas azules de datación miocénica, muy deleznables. En el techo aparecen las calcarenitas, sedimento calizo, conchífero, formado durante el Plioceno, en un mar poco profundo, con elementos orgánicos muy groseros e inorgánicos, cementados en un todo constituyendo una roca sedimentaria compacta, que alcanza una potencia de 80 metros. 

Dehesa Nueva.

              El conjunto presenta una morfología típica de cuesta, con un frente que mira hacia la vega del Guadaíra, definiendo un escarpe nítido, en el que las margas que afloran son atacadas fácilmente por la erosión frente a las calcarenitas, más resistentes, generando una erosión diferencial del bloque. A partir del límite del escarpe y hacia el Guadalquivir se encuentra el dorso de la cuesta, con un pendiente suave que se extiende hasta las terrazas más alejadas del río, bajo las que finalmente queda fosilizada. El frente de la cuesta muestra la línea de falla resultante tras el levantamiento de todo el bloque ya en el Cuaternario.         

El Alcor marca un claro límite entre las terrazas del Guadalquivir y la campiña o vega del Guadaíra. El bloque es cortado por el río Guadaíra. Según Díaz del Olmo, una vez fijado el nivel de base que constituye el Guadalquivir y establecida la red fluvial de segundo orden, el río Guadaíra, con su trazado básico ya definido, se habría ido encajando en los estratos del Alcor a medida que este emergía durante el Cuaternario. 

La aparición de los Alcores amplia la variedad morfológica y litológica del municipio de Alcalá y, lo que es más importante, la variedad de ámbitos ecológicos que ofrecen recursos para su explotación por el hombre. No resulta ocioso resaltar como los núcleos principales de cuatro municipios: Carmona, El Viso, Mairena y el propio Alcalá, se sitúan sobre el Alcor, en concreto en el límite del dorso con el frente y ello es así desde los primeros pobladores, cuyos abundantes vestigios dan fe de una tendencia continuada. La localización en los Alcores maximiza el acceso a los recursos representados por el mismo y por las otras dos unidades que tienen aquí su límite: terrazas fluviales y campiña. Así mismo ofrece diversos recursos de los que carecen las tierras del entorno: en primer lugar, una ventaja de localización, libre de inundaciones y lugar ideal como oteadero en un principio en el que el hombre dependía de la caza para sobrevivir. Más adelante, con la sedentarización, se añadiría una ventaja defensiva que queda de manifiesto en nuestro municipio no sólo en el castillo de Alcalá, sino también en los restos encontrados en Gandul. Para la construcción de estas obras defensivas que, en todo caso, aprovechaban ya la ventaja que el terreno accidentado ofrecía, se precisaban sillares cuyo material se encontraba en el propio Alcor, esto es, fuente de material constructivo sólido, de lo que dan fe las numerosas canteras, hasta la actualidad. Un material que de no existir esta fuente habría que buscar en las Subbéticas o en Sierra Morena, a una considerable distancia. No se agota aquí la importancia estratégica de esta formación, dado que el aprovechamiento de un enclave defensivo estaba ligado a un acceso relativamente fácil al agua, lo que en este caso estaba más que garantizado, teniendo en cuenta que el paquete de calcarenitas de los Alcores constituyen la mayor parte del acuífero nº 28 Carmona-Cuaternario Antiguo del Guadalquivir. Los múltiples manantiales permiten un aprovechamiento a lo largo de todo el Alcor, más continuo que los cursos de agua alimentados exclusivamente por las precipitaciones, puesto que los acuíferos ejercen un efecto regulatorio en los caudales, atenuando sensiblemente sus oscilaciones. Los molinos instalados al pie o en el carpe de los Alcores son una muestra patente del aprovechamiento de este recurso desde hace siglos. 

           Sobre la superficie del Alcor se desarrollan suelos rojos, resultado de la descalcificación de las calcarenitas y la oxidación de sus elementos férricos. Pobres en materia orgánica, han sido ocupados sobre todo por plantaciones de árboles frutales o puestos en regadío en el marco de pequeñas huertas que aprovechaban los recursos hídricos del acuífero. La puesta en cultivo de los suelos y la eliminación de la vegetación original es una constante en las tres unidades geográficas que hemos individualizado, tanto más en el caso de las terrazas y de la vega, donde la feracidad y el rendimiento de los suelos es muy superior a los Alcores. Hoy en día resulta difícil proponer una vegetación climácica para toda ésta área, aquella que correspondería a estos diversos suelos si no se hubiera interpuesto la acción antrópica. 

        La presión humana, que desde la prehistoria se hizo patente, fue transformando la vegetación, clareándola o eliminándola directamente para dar paso a los cultivos seleccionados por el hombre. De esta manera los restos de vegetación que quedan, bien escasos, distan mucho de representar la vegetación climácica y son resultado de la degradación progresiva de aquella. Como ejemplo de ello baste decir que la dehesa, que en sí representa una simplificación y empobrecimiento del bosque original, no deja de ser hoy una "rara avis", conservada en muy puntuales localizaciones, último refugio de las especies autóctonas, sobre todo de porte arbóreo y bajo creciente amenaza de desaparecer definitivamente en un matorral sin árboles. 

La vegetación climácica de la mayor parte de nuestro municipio corresponde a un encinar termomediterráneo de Quercus rotundifolia. Se trata a de un bosque esclerófilo, de hojas pequeñas, endurecidas y coriáceas, adaptadas a la sequía estival para minimizar la transpiración. El otro rasgo característico de esta formación vegetal, tanto en el estrato arbóreo como en el arbustivo es la perennifolia, posibilitada por unas temperaturas medias suaves. En su estado climácico el encinar muestra una densidad impenetrable por la malla que forman el sotobosque y la abundancia de plantas trepadoras: zarzas, espinos, rosales, hiedras, madreselvas, zarzaparrillas, aristoloquias, etc. La condición termófila del encinar de esta zona permite la presencia en su sotobosque de multitud de especies, que van desapareciendo a medida que las condiciones se hacen más rigurosas. Entre ellas se encuentran el lentisco (pistacia lentiscus), el algarrobo (ceratonia siliqua), el mirto (Myrtus communis), el acebuche (Olea europaea), la zarzaparrilla (Smilax aspera), y allí donde la humedad aumenta aparece el madroño (Arbutus unedo), la cornicabra (Pistacia terebintus) o el labiernago (Phillyrea angustifolia). La primera etapa de degradación significa el paso del bosque al matorral preforestal, en el que la encina puede jugar un papel dominante si bien con porte arbustivo (carrasca), aunque lo normal es que su lugar sea asumido por la coscoja (Quercus coccifera). En un grado mayor de degradación empiezan a dominar los matorrales espinosos con diversas especies del género Rhamnus (Lycioides y Oleoides). La siguiente fase en la regresión vegetal viene marcada por matorrales heliófilos, en este caso sobre sustrato calcáreo, sobre todo por tomillares. Aunque el tomillo (diversas especies del género Thymus) da nombre a la formación, no necesariamente es la especie dominante, combinándose con leguminosas como la retama (Retama sphaerocarpa) y la aulaga (Genista hirsuta) o con el palmito (Chamaerops humilis).En las pocas zonas no dedicadas al cultivo de nuestro municipio, fundamentalmente en el Alcor, no es infrecuente encontrar la piedra que aflora, sin ningún tipo de recubrimiento edáfico y cubierta sólo por pequeñas herbáceas durante el invierno. 

Sobre los pesados suelos de bujeo de la vega algunos autores señalan como formación climácica un bosque de acebuches (Olea europaea), desaparecido en su totalidad por la presión agrícola al tratarse de suelos muy aptos y que dan paso en las fases de degradación a un matorral de palmito (Chamaerops humilis), coscoja y rosales (rosa mosqueta, canina, ...) y en una fase más avanzada incluye aulagas (Genista hirsuta) y matagallos (Phlomis purpurea).             

Por último, no debemos dejar de mencionar una última formación vegetal, de menor desarrollo en extensión, pero de gran importancia por la diversidad específica que introduce: los bosques de ribera. En su conjunto se trata de especies con unos requerimientos hídricos que harían incompatible su presencia en nuestro medio climático, de no ser porque la cercanía a la fuente de humedad que representan los cursos de agua las libera de las exigencias hídricas de cada una y de su resistencia a las crecidas. En contraste con la vegetación climácica se trata de especies caducifolias. La disposición teórica se compone de tres bandas: saucedas, choperas o fresnedas y olmedas. Junto a estas especies aparecen en nuestro ámbito un árbol, generalmente de porte arbustivo, el taraje (género Tamarix) que, entremezclado con las otras especies descritas, se adaptan mejor a las condiciones de acusado estiaje de muchos de nuestros cursos de agua. Al igual que la vegetación climácica también los bosques de ribera han sido progresivamente eliminados, al localizarse sobre suelos fértiles, de fácil acceso y ofrecer una fuente óptima de madera. El río Guadaíra es un claro ejemplo de esta degradación. En todo su discurrir por nuestro municipio son contados los tramos donde pueden contemplarse ejemplares de porte arbóreo. Muestras de bosque de ribera que aún merezcan tal denominación se localizan también en arroyos de cierta entidad o difícil acceso (Maestre, Gandul o Gallegos), donde el abarrancamiento del terreno imposibilita el laboreo de la tierra. La pérdida de esta vegetación, como la de los setos vivos, supone el golpe final al medio natural. Con ella se pierde el último vestigio de la diversidad vegetal que un día pobló esta tierra y acaba con los restos de fauna que a duras penas sobreviven en estas zonas de refugio, cada vez más aisladas y acosadas. 

         Para terminar esta semblanza del medio físico volvemos brevemente al Guadaíra, verdadero eje estructurador del territorio de nuestro pueblo, conectando las tres unidades geográficas descritas en su discurrir longitudinalmente a través del término municipal. El Guadaíra adquiere su condición de río en Alcalá, donde aumenta su caudal con los aportes de los distintos arroyos y manantiales: Gandul, Marchenilla, Cajul, Oromana, Vista Alegre, La Pañuela, San Francisco, El Negro, El Zacatín, etc. Hoy en día simboliza perfectamente, para nuestro pesar, el estado del medio ambiente en nuestro pueblo. Los aportes provenientes de los Alcores han disminuido por la explotación intensiva del acuífero, así como por la desaparición física del mismo, sobre todo en Alcalá, donde las numerosas canteras destruyen el Alcor, en un proceso que de forma natural requeriría millones de años. Por otra parte, sus aguas bajan contaminadas por los vertidos de los diversos municipios de la cuenca y muy especialmente por los alpechines, verdadera bestia negra de la calidad de sus aguas. El proceso es tanto más impactante cuanto que se ha concretado en un periodo relativamente corto de tiempo, de suerte que todavía muchas personas guardan en su memoria una imagen prácticamente idílica del río, que se confirma por la atención prestada por pintores y escritores a lo que un día fue un paisaje espléndido y pintoresco. Observando el paisaje actual cabe maravillarse de ello y preguntarse cómo en tan breve espacio de tiempo se pudo malbaratar ese capital y qué hemos obtenido de su venta. Los últimos vestigios de lo que un día fue un paisaje lleno de vida se encuentran en las páginas siguientes.



Antonio Gavira Albarrán.

martes, 18 de agosto de 2020

LA BOTICARIA, UN PROYECTO INSOSTENIBLE

 

El 8 de febrero de 2002, la Comisión de Gobierno Municipal declaró de utilidad pública e interés social una superficie de 21,85 ha., en plena cornisa de Los Alcores, para uso turístico recreativo, en la conocida como Hacienda de La Boticaria. Allí se construiría un hotel de 100 habitaciones e instalaciones de todo tipo, con la excusa de la hípica como motor de un negocio que se decía seguro y generador de riqueza para Alcalá. Todo fueron festejos, apoyos institucionales y respaldo económico de las cajas de ahorros. 

Esto fue lo que nos dijeron en el proyecto de actuación, pero comenzaron construyendo un campo de golf de 18 hoyos de forma ilegal; intentaron captar agua en varios pozos de un acuífero contaminado y sobreexplotado; se construyó un helipuerto, que ahora tienen que demoler; las habitaciones pasaron de 100 a 133, excediendo las obras de lo calificado y aprobado legalmente en 6.457,65 m2…, unas minucias que no supusieron ningún obstáculo para conceder y mantener una licencia de apertura que, aún hoy, sigue vigente. 

Por aquel entonces, la onda expansiva de la cultura del pelotazo tuvo sus efectos en urbanizaciones extractivistas, un ejemplo lo tuvimos junto al club de tiro o en el mismo proyecto de La Boticaria, como así lo confirma Rafael Camps, administrador concursal de Sansan Hoteles, empresa que fue propietaria del inmueble, en ABC de 21 de abril de 2018. La Boticaria fue “parte de un proceso inmobiliario más ambicioso”, en una zona paisajísticamente privilegiada, con un campo de golf como reclamo. 

Sin embargo, los beneficios prometidos se convirtieron en deudas por importe de 84 millones de euros que, según se publica, formaron en parte de un paquete tóxico de créditos hipotecarios de CaixaBank adquirido por el fondo estadounidense Apolo Global Management. Las deudas cuantificadas se extendieron a la Seguridad Social, la Hacienda Pública y otras entidades. Aunque nunca se han cuantificado y valoraron las horas y recursos empleados desde las administraciones local, provincial y autonómica.  

Finalmente, la entidad SPV REOCO 30 S.L., se hizo con la propiedad de La Boticaria por 500.000 euros., presentando el 20 de mayo de 2019, un proyecto de actuación con una doble finalidad, por una parte, legalizar el exceso de edificabilidad y, por otra, ampliar la superficie calificada de utilidad pública e interés social para adaptarse, según dicen, a las nuevas “necesidades de la explotación”. Con esta ampliación alcanzan las 49,96 ha, límite que le permite escabullirse de la obligación de redactar un Plan Especial más garantista, según el art. 42.4.d), de la LOUA, que así lo exige cuando se rebasen las 50 ha. 

Y, a pesar de que los informes sectoriales observaron incoherencia entre las superficies de las fincas registrales y las catastrales, en la superficie que corresponde a las fincas declaradas por el Ayuntamiento de utilidad pública e interés social; de que la titularidad de todas las parcelas, excepto una, corresponde a otra persona jurídica diferente a la promotora de la actividad; que justifican deficientemente la no inducción a nuevos asentamientos, ya que proponen actuaciones en otros 15.000 m2; de que deberán disponer de un aljibe para garantizar el abastecimiento de agua potable al hotel, al detectarse problemas relacionados con las posibilidades de suministro de Emasesa y las necesidades de La Boticaria; de que aún no tienen del todo decidido dónde se verterán las aguas residuales, si a la red o al arroyo del Guadairilla…, el 10 de marzo de 2020, el Delegado de Urbanismo firmó para su aprobación en el Pleno, el proyecto de actuación condicionado, aún a nombre de la entidad SPV REOCO 30 SL., concediéndoles también la petición de la cualificación urbanística de los terrenos por 100 años. 

Encima de la mesa se encuentran los escarpes de Los Alcores, un suelo clasificado en el POTAUS como No Urbanizable de Especial Protección por Planificación Territorial o Urbanística por Interés Paisajístico, de otra, un proyecto que aportará, a las arcas municipales muy pocos beneficios y, según el propio promotor, se estima que se amortizará dentro de 29 años. 

Ya es hora de cortar los flujos de recursos públicos a sectores privados insostenibles. Hoy más que nunca, desde lo público, se deben fomentar los proyectos transformadores, participativos, que combatan la pobreza, fomenten la igualdad y respeten el medioambiente. 

Francisco Gavira Albarrán

miércoles, 17 de junio de 2020

7ª El arroyo de Guadairilla.

Arroyo de Guadaírilla

Cuando hablamos de bosques, a todos se nos viene a la mente grandes extensiones arboladas de alcornoques, de pinsapos, impresionantes hayedos y robledales, donde se pierde la vista y se echa a volar la imaginación. Pero no nos podemos esperar que a menos de cinco kilómetros del núcleo urbano de Alcalá de Guadaíra tengamos uno de los mejores ejemplos de bosque de galería o de ribera mejor conservados hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta de toda Andalucía, el bosque de galería del arroyo de Guadairilla o Maestre (por discurrir su último tramo por esta finca).

Se trata de un paraje que comprende los dos últimos kilómetros del arroyo de Guadairilla y que no hace más de cuarenta años ocupaba una extensión mucho mayor. Pero la actividad agrícola, los incendios y la grafiosis están provocando un grave deterioro sobre este tipo de formaciones.

A él podemos llegar fácilmente desde los Pinares de Oromana por dos vías:

1ª.- Camino de Maestre. Se trata de un camino que tiene unos 2,5 km. y que comienza en el Club de Tenis Oromana. Se dirige hacia el antiguo camping, pasa por la Hacienda Oromana y la Hacienda Olivera, llega al Cortijo de Maestre, que se encuentra en lo más elevado de estos alcores, y desde allí el camino desciende una pequeña pendiente de unos 500-600 m., desde donde podremos tener unas magníficas panorámicas del arroyo y de la vega del Guadairilla.

Hacienda Oromana



Cortijo de Maestre

Camino de Maestre.

Algo más adelante nos encontraremos con el arroyo, que es cruzado por este camino. Desde este punto hacia el Guadaíra, donde desemboca, hay poco más de un kilómetro. Una vez allí nos podemos acercar al famoso Molinillo Hundido, uno de los innumerables molinos harineros que funcionaron sobre el Guadaíra.

 

Arroyo Guadairilla.


El Guadairilla en invierno.

Ejemplan de eucalipto en el Guadairilla.

2ª.- Por el antiguo camino vecinal que iba de Alcalá a Utrera. Se parte desde el mismo punto, pero esta vez por la puerta del Club de Tenis Oromana, siguiendo por detrás del antiguo camping, Club de Tiro, pinares de la Boticaria hacia Cuesta Carretilla. Hasta este punto habremos recorrido un camino de unos 3 kilómetros en suave pendiente, y desde allí también podremos disfrutar de buenas panorámicas de toda la Vega y del curso del Guadairilla.

Cuesta Carretilla.

Panorámica desde Maestre.

En este cerro podemos encontrar restos de cerámica romana correspondientes al Alto y Bajo Imperio. Desde aquí se baja una cuesta de unos 200 m. de bastante pendiente, por la que transcurre una pequeña fuente que fluye hacia el arroyo, encontrándonos a menos de 100 m. a la izquierda uno de los ramales del Guadairilla.

¿Qué es un bosque de galería?

Se trata de una formación vegetal que se desarrolla gracias a la humedad de las riberas de los ríos y arroyos. La vegetación que encontramos se denomina riparia o ribereña, y se caracteriza por un tipo de bosque caducifolio, en nuestro caso fundamentalmente de olmos (Olmusminor), sobre todo en su parte alta. Pero también existe una gran variedad de plantas riparias entre ellas: álamo blanco (Populus alba), fresno (Fraxinus angustifolia), etcétera.

En el estrato arbustivo nos podemos encontrar con especies como: sauces (SalixtriandraSalixatrocineraSalixpedicelata…); tarajes (Tamarix gálica y Tamarix africana), adelfas (Neriumoleander); y una gran variedad de herbáceas: lirio amarillo (Iris Pseudacorus), menta poleo (Menthapolegium), mastranto (Mentharotumdifolia), junco común (Scirpusholoschoenus), caña (Arundodonax), carrizo común (Phragmitescommunis), unciana (Dorycniumrecdtum), salicaria o arroyuela (Lythrum salicaria), hierba de San Antonio (Epilobiumhirsutum), persicaria (Polygonum persicaria), enea (Typha angustifolia), hierba vaquera (Scruphulariasambucifolia), celidonia menor (Ranunculusficaria), botón de oro (Ranunculusacris), narciso blanco (Narcisuspapiraceus), etcétera, y otras muchas plantas que sin ser propiamente de ribera han encontrado aquí un terreno favorable para su desarrollo: espino majuelo (Crataegusmonagyna), mirto o arrayán (Mirtuscommunis), la rosa mosqueta (Rosa sempervirens), la zarza (Rubusulmifolius), zarzaparrilla (Smilaxaspera), retama loca (Osiris alba), etcétera.

Bosque de galería en el arroyo de Guadairilla.

Estos bosques tienen un enorme valor ecológico, no sólo por su riqueza vegetal, sino porque se trata de ecosistemas en franco retroceso, pequeños oasis que sirven de refugios a gran variedad de aves, mamíferos y reptiles.

A medida que nos vamos acercando a la desembocadura del arroyo podremos apreciar un aumento de las especies arbóreas y arbustivas.

Molino Hundido fuertemente intrusado por eucaliptos.

Interior del Molino Hundido o del Rincón.

La vuelta podemos hacerla por los mismos caminos o, si es posible y seguro, cruzando el río por el molino Hundido nos llevaría a la zona de Marchenilla. Desde este lugar podemos caminar, por entre los eucaliptos de este margen del Guadaíra hasta el molino de La Boca, San José y Hornillo, para dirigirnos desde aquí, por el camino de Los Cercadillos, hasta el recinto ferial y, finalmente, ascender hasta el hotel Oromana.

La época del año más apropiada para hacer el recorrido es, sin duda, el inicio de la primavera, desde principios de marzo a mayo, durante este tiempo podremos ver como las distintas especies comienzan a florecer y a desarrollar brotes nuevos, dando una variada gama de colores verdes impregnándolo todo de un agradable aroma a flores de rosales y majoletos.

 

Antonio Gavira Albarrán

Mapa de la ruta.


jueves, 9 de agosto de 2018

El paisaje de Los Alcores.

"Cuesta Carretilla", con el "Cortijo de Maestre" al fondo.
El "Catálogo de paisajes de la provincia de Sevilla"1 describe Los Alcores de la siguiente manera:

“Los Alcores constituyen un escarpe alargado a lo largo de unos 30 km de noreste a suroeste entre Carmona y Alcalá de Guadaíra, comúnmente conocido como los Alcores (alcor en árabe significa colina o pequeña elevación). Constituye un relieve tabular de anchura desigual (1 a 10 km), de origen neógeno, compuesto por materiales deleznables que permite la incisión de los ríos Corbones y Guadaíra, que lo atraviesan en su sector septentrional y meridional respectivamente. En efecto, los roquedos predominantes son blandos, margas, arenas y gravas en su mayor parte, lo que condiciona además los suelos –de tipo arenoso-arcillo– y la ocupación que éstos sostienen.” 

El paisaje característico de Los Alcores se nutre de elementos sobresalientes "pautas", como los define López F. (2008). Y, efectivamente, en Los Alcores, podemos distinguir con facilidad:  acebuchales, lentiscales, miradores, túmulos, núcleos urbanos, restos arqueológicos y patrimoniales ... elementos que se asoman, desde una cornisa, a una vega extensa. Para dicho autor, sólo estaremos en condiciones de afirmar que hemos visto el paisaje en la medida en que podamos descubrir, en el confuso panorama, algunos elementos que sobresalgan por su forma o su tamaño, algunos colores y texturas o algunas direcciones especialmente significativas que nos den una pauta a seguir.”  Puntualiza Simmel G. (1913), que el paisaje no podemos formarlo encadenando elementos aislados "... nuestra conciencia debe tener un nuevo todo, unitario, por encima de los elementos, no ligado a su significación aislada y no compuesto mecánicamente a partir de ellos: esto es el paisaje." Y, enfatiza Arenas F. (2016), que el paisaje no solo puede ser "un hecho físico", también hay que entenderlo como una "representación cultural, una construcción estética, una categoría política…". 
Espinos majuelos plantados por Alwadi-ira EeA

Por tanto, cuando nos situamos frente al paisaje de Los Alcores no solo estaremos contemplando un cuadro coloreado por las fuerzas de la naturaleza. La intervención del ser humano a lo largo de la historia es claramente visible. Hoy, determinante para que permanezca el paisaje de Los Alcores que almacenamos en la retina. 

En las últimas décadas, la acción o inacción política de las administraciones, en especial la local, dejando hacer y deshacer a antojo, ha tenido un contra punto, en la labor de los grupos ecologistas que, en desigual batalla, han contribuido a preservar el paisaje de Los Alcores que aún podemos reconocer como tal y disfrutar. 

Recordemos algunas de las más significativas luchas que han contribuido a conservar el paisaje de Los Alcores: Río Guadaíra, Parque Cultural, AVE, canteras, plantaciones, limpiezas, denuncias ... En las fotos, zona de "Cuesta Carretilla", donde el 27 de octubre de 2007 se realizó una plantación organizada por Alwadi-ira - Ecologistas en Acción, participando en la acción unas 300 personas. Se plantaron unas 900 plantas, entre árboles y arbustos, quedando la zona transformada, como podemos ver en las imágenes.





Zona central de la plantación de 2007.
https://alwadi-ira.es/html/boletin_alwadi-ira/boletin24.pdf

Francisco J. Gavira Albarrán