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domingo, 10 de julio de 2022

Ruta por la cañada de Pero Mingo hasta el pino de Los Buques.

 

El viernes de feria de Alcalá salimos de ruta para conocer un tramo de la cañada real de Pero Mingo y Palmete. El coche lo estacionamos junto a la hacienda de San Agustín, en el cordel de La Camorra; llamado también del Término o ramal de Pero-Mingo. En esta zona desembocaba el camino de San Agustín, una hijuela de otro camino bautizado con el nombre de Pero-Mingo, que a su vez nace en el de Matatoros, inmediatamente que se pasa la huerta de El Negro, si venimos a esta parte desde Alcalá.

El camino de San Agustín, nada más nacer, cruza la carretera de Torreblanca a Mairena entre la hacienda de la Soledad o Nueva y lo que se conoce popularmente como «cuesta la ligera». Allí lo veremos cortado con una verja y aquí lo vimos con una alambrada. Entre ambos puntos tenemos dos haciendas de interés: Las Viudas y las Beatas; de esta última dice el Padre Flores, en sus memorias, que «pertenece a Doña Nicolasa Montero, viuda de D. Juan de Saavedra».

Con este pensamiento anduvimos los primeros seiscientos metros de la ruta escoltados por una gavia con presencia de olmos, higueras, acebuches, lentiscos, palmas y vitis silvestre, entre acantos, y un padrón cargado de hinojos (Foeniculum vulgare), que resguardaba una tierra calma recién cosechada. Este sector, al igual que el olivar que habíamos dejado atrás, lo veremos muy pronto cubierto con un manto de placas fotovoltaicas.

En la primera bifurcación, dejamos a la derecha el cordel de Sevilla a El Viso del Alcor y a la izquierda intuíamos el desaparecido carril de la Raya, que delimitaba los términos municipales entre Alcalá y Carmona. Las fuentes orales dicen que existió allí una gran piedra testigo de delimitación de términos municipales y que se podía acceder hasta la hacienda de El Lavadero, lo que hoy es imposible.

Desde donde estábamos divisábamos los higuerones que cubren la ermita de Belén y un solitario olmo superviviente de una frondosa olmeda, que fue conocida con el mismo nombre que la ermita, alamea de Belén, y que fue talada en los años ochenta.

La gavia cambió de margen, haciéndose más profunda, frondosa y ancha. Ya transitábamos por la cañada real de Pero Mingo.

Seiscientos metros más adelante, dejábamos a la derecha la vereda de Ronquera o de Sevilla a Carmona y, al poco, otra vereda nombrada del Término, que pasa muy próxima a la hacienda de Torrepalma, que la divisábamos a lo lejos. En esta zona confluyen los términos municipales de Alcalá, Carmona y Sevilla.

En el arroyo comprobamos la presencia de abundante zarzamora (rubus ulmifolius), higueras bravías, olmos, lentiscos y cardos borriqueros, posiblemente Onopordum nervosum Boiss, que nos acompañaría durante toda la ruta.

Cuando llegamos al camino de Pero Mingo, que como hemos dicho nace en el de Matatoros, tuvimos cuidado en cruzarlo. Se encuentra asfaltado, aunque el tráfico es mínimo. Hubiésemos podido acercarnos a las haciendas de San José y el Lavadero de Santa Teresa, dado que se encuentran a doscientos metros a la izquierda del camino, pero continuamos de frente.

La hacienda de San José es un edificio del siglo XVIII, que se desamortizó durante el Trienio Liberal (1820-1823) y que hasta entonces había perteneció al sevillano convento de San Basilio el Magno.

La hacienda el Lavadero de Santa Teresa se la nombra de Pero Mingo en algunos mapas topográficos y en la publicación de la Junta de Andalucía Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla, donde se dice de ella lo siguiente:

Lo más interesante de ella es la portada, que mantiene su original decoración esgrafiada y una inscripción que la fecha en 1761. Como referencia histórica diremos que, Pero Mingo fue comprada en 1741 por don Francisco Gómez de Barreda, del Consejo de Su Majestad y superintendente de las Reales Fábricas de Tabacos de Sevilla. Este importante personaje, que compró en la zona otras fincas, cabe identificarlo con el propietario de la hacienda de la Soledad, también en Alcalá de Guadaíra.

Nuestro Padre Flores, en sus memorias, la denomina de otra forma:

El Lavadero de Santa Bárbara, conocida como el Tonelero, de D. Antonio Blomaert tuvo capilla en lo antiguo, y en 1797 construyó otra dicho D. Antonio con altar a la romana, y un lavadero de lanas: se visitó dicha capilla por el Vicario comisionado por el Sr Arzobispo en 6 de abril, y en atención a estar cuasi a una legua de Alcalá, más de un cuarto de la capilla pública de Belén y oratorio de Torre-palma, término de Carmona, más de media de la capilla pública de San Bartolomé del Monte, término de La Rinconada, y como un cuarto del oratorio de la hacienda de la Soledad, todos los cuales cuatro oratorios y capillas estaban en uso; informó ser de urgente necesidad se concediese licencia para celebrar Misa los días festivos para los trabajadores de ella, las ventas y haciendas inmediatas, y los muchos pasajeros y transeúntes.

En otro mapa topográfico, levantado por el topógrafo Manuel González, en 1872, aparece otra hacienda con el nombre de Pero Mingo junto a la vía pecuaria, distinta a la de San José o El Lavadero, de la que hoy no quedaría ni rastro. En otros se añade una cuarta, la hacienda de Santa Teresa, por detrás de El Lavadero, junto a una olmeda desaparecida en los años ochenta del pasado siglo, y de la que sí aparece algún vestigio en fotos aéreas de los años cincuenta. Sobre esta hacienda dice Padre Flores en sus memorias lo siguiente:

La de Santa Teresa con heredad de viñas en Peromingo Bajo; la vendió Agustín Farfan al convento de este título junto a la Cruz del Campo de Sevilla (que hoy está en los Humeros) ante Domingo de Castro en 10 de agosto de 1665. Después fue de Doña María Josefa Rodríguez.

En este punto conviene recordar que en el término municipal de Carmona, relativamente cerca de donde estamos, tenemos las haciendas de Pero Mingo Alto y la de Pero Mingo Bajo.

La concentración de haciendas en tan poco espacio merecería una investigación en profundidad; en todo caso, se constata la presencia de edificaciones desde el siglo XVII, continuos cambios de propiedad, la utilización del nombre de Pero Mingo como comodín y posibles errores en la cartografía.

Continuamos nuestra marcha flanqueados por olivares, en general de goteo. Tres pinos se sucedieron, que nos permitimos calificarlos como pinos testigos de término. Un milano negro hizo acto de presencia.

En algún punto desembocaba el camino de Matatoros, en dirección a la hacienda del Hoyo, que, desde la carretera hasta donde nos encontramos, también ha quedado privatizado.

En el último tramo, unos restos cerámicos señalaban la presencia de un yacimiento arqueológico, posiblemente de origen romano. En la parte derecha de la vía pecuaria sobrevive un importante núcleo arbóreo compuesto por coscojas, lentiscos, alguna encina, cornicabras, higueras y abundantes herbáceas y a la izquierda olivos. Luego tierra calma y la cárcel Sevilla 2, y frente a nosotros divisábamos la hacienda de Guadalupe.

En Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla se dice que: «en 1730 la finca era propiedad de los hermanos Juan Bautista y Francisco van der Wilde, seguramente mercaderes flamencos…»; el Padre Flores dice que la hacienda de Guadalupe es conocida como Buque, «que fue de D. Juan de Ochoa, y después de Doña María del Carmen Morera». En la información que facilita la propia hacienda en su página web se dice lo siguiente:

«La hacienda de nuestra señora de Guadalupe perteneció a una familia mexicana asentada en Sevilla que principalmente se dedicaba al cultivo del olivar. Hace tres generaciones que la hacienda llegó a nuestras manos y quisimos conservar su nombre y la devoción por la Virgen de Guadalupe de México».

En las proximidades de la hacienda existió un famoso pino, conocido como el pino de los Buques, del que se dice pudo ser el de mayor tamaño de Alcalá, y puede que sea así, el tamaño de su copa parece confirmarlo, si consultamos las fotografías aéreas de los años ochenta, década en la que fue cortado.

Detrás de la hacienda, en el camino de Las Caleras, se encontraba la casilla de Los Barrios. En algún mapa se la confunde con la hacienda de Guadalupe. Frente a la hacienda aún se conserva la venta de Las Caleras, de la que el Padre Flores dice lo siguiente: «las ventas de las Caleras y de Peromingo de Don Gaspar Ponze». En sus memorias, señala como posible origen del prolífico topónimo, Pero Mingo, al momento del repartimiento, segunda mitad del siglo XIII, donde «se habla de Mingo Neguillo, Pero y Domingo Juan de Agreda…».

Regresamos a nuestro coche comentando lo fácil que sería la recuperación de esta importante vía pecuaria para el uso y disfrute de la ciudadanía y la vida natural, de la poca voluntad política al respecto y lo desconocida que es esta parte de nuestro municipio para la inmensa mayoría de los alcalareños.

Francisco José Gavira Albarrán





La ruta es apta para todos los públicos. Tiene diez kilómetros, entre ida y vuelta.


miércoles, 15 de abril de 2020

RUTA: EL CORDEL DE LA CAMORRA


Cordel de la Camorra
La ruta que proponemos tiene una longitud de 11 kilómetros (ida y vuelta) y su tiempo estimado son tres horas.

El sendero comienza en la urbanización de Las Encinas o El Torreón. Cuando estemos en la entrada de la urbanización tenemos que coger por la primera calle a la derecha, de nombre Orégano. Cuando lleguemos al final torceremos a la izquierda por la calle Clavo, donde dejaremos el coche lo más al fondo que podamos.

Ya estamos paseando por una vía pecuaria, en este caso un cordel, que delimita los términos municipales entre Mairena del Alcor y Alcalá de Guadaíra. Los cordeles pueden tener un máximo de 37,5 metros de anchura. Otros tipos de vías pecuarias son: las cañadas, 75 metros, las veredas, 20 metros y las coladas, que son cualquier vía de menor anchura que las anteriores. Estas, junto a los abrevaderos, descansaderos y majadas, constituían los caminos de paso y lugares de parada y descanso del ganado en la llamada trashumancia. Estos espacios de dominio público se han visto fuertemente intrusados por actividades de todo tipo, también ha ocurrido con el cordel que conoceremos hoy. [1]

Cordel de la Camorra
Si es la primera vez que caminas por el cordel de la Camorra, buscando liberarte del estrés o como actividad deportiva, con seguridad conservarás un grato recuerdo y verás cumplidas tus expectativas. En todo caso, ya que cualquier camino ha sido testigo de acontecimientos a lo largo del tiempo, a pie de página señalo algunos vividos en primera persona o que me han transmitido. Unas pinceladas de vida que ilustran el recorrido y que pretenden conseguir su permanencia en la memoria.

El primer tramo, hasta la carretera de Sevilla a Mairena del Alcor, tiene un kilómetro y medio. A nuestra izquierda, durante todo el tramo, disfrutaremos de la dehesa Nueva o de Martín Navarro. En ocasiones las panorámicas de las encinas, acebuches, lentiscos y otras especies arbóreas son extraordinarias. El avistamiento de aves rapaces: ratonero, milano, águila culebrera, cernícalo común y primilla se encuentra garantizado.[2] En la parte derecha marcharemos junto a un eucaliptal, al que le sigue una amplia zona de pastizal. Las vistas, en dirección a Alcalá, son únicas. [3]

Cordel de la Camorra
Mientras disfrutamos de la naturaleza podemos poner en orden las ideas, conocer nuestro entorno y reflexionar sobre el por qué los caminos atraen tanto a las personas o sobre el sentido del camino del que nos habla el poeta Antonio Machado, caminante son tus huellas el camino y nada más… Así, disfrutando del camino y el paisaje, con nuestros pensamientos, llegaremos al cruce de la vía pecuaria con la carretera Sevilla – Mairena del Alcor. Estamos en una zona con historial de bandolerismo, que tenía a la cuesta de La Ligera, que le precede, como el epicentro de su actividad. Uno de los hechos que más repercusión tuvo fue un robo perpetrado  en la Hacienda Nueva o Soledad en la en 1897. [4]

Ya hemos cruzado la carretera y a un kilómetro de distancia, a nuestra derecha, encontraremos la hacienda de San Agustín. En el libro Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla se describe como una de las más importantes haciendas del término municipal de Mairena del Alcor y se dice que su estado de conservación es bueno, aunque acusa diversas reformas y considerables añadidos para adaptarla a su nueva funcionalidad, fundamentalmente residencial y dedicada a la cría de caballos, y que responde a las pautas que definen la tipología de la hacienda, aunque en este caso se articula de forma anárquica en torno a un patio principal irregular. En esta ocasión no cuenta con una sola almazara sino con dos, de las que sobresalen las macizas torres de contrapeso, que son los elementos más significativos del edificio histórico. [5]
Hacienda de San Agustín. Foto: En "Cortijos, haciendas
y lagares de la provincia de Sevilla" 


Una vez que hemos pasado la hacienda de San Agustín, a nuestra izquierda finalizaba el camino de Pero Migo o de San Agustín, que nace en el de Matatoros, cerca de la conocida como Cruz de Otivar, y que cuenta con más de tres kilómetros trescientos metros de longitud. Este camino aparece en el Inventario de Caminos de Alcalá de Guadaíra, pero no lo podemos recorrer en su totalidad, ya que se encuentra cortado. [6]

Continuaremos de frente y a unos quinientos metros nos saldrá un camino a nuestra derecha que inmediatamente se divide en dos, cogeremos el de la izquierda para visitar las ruinas de la Ermita de Belén. [7] La zona también se conoce como la alamea Belén.  Se encuentra dentro del término municipal de Carmona, a unos doscientos metros del cordel de la Camorra por el que venimos transitando. El Padre Flores, en sus memorias, al referirse a las capillas con culto en los alrededores de la hacienda del Lavadero, que veremos más adelante, la nombra.
Ermita de Belén. Foto: Enrique J. Cuevas, agosto de 2016.
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Devuelta sobre nuestros pasos, continuaremos por el cordel de la Camorra, unos quinientos metros, hasta enlazar con la Cañada Real de Pero Mingo y Palmete, que cogeremos a la izquierda. Quinientos metros más adelante nos encontraremos con el camino de Matallana, que cruza la cañada, y que lo tomaremos a la izquierda. Hay que tener cuidado, ya que se encuentra asfaltado, aunque el tráfico es mínimo. A doscientos metros de allí estaremos ante la entrada a la hacienda de San José. Edificio del siglo XVIII, que se desamortizó durante el Trienio Liberal (1820-1823) y que hasta entonces había perteneció al sevillano convento de San Basilio el Magno.


Hacienda de San José. Foto: En "Cortijos, haciendas y lagares
de la provincia de Sevilla."
A doscientos cincuenta metros de la hacienda de San José, a nuestra derecha, continuando por el camino de Matallana, encontraremos la hacienda de El Lavadero de Santa Teresa. El Padre Flores nos habla en sus memorias de la hacienda del Lavadero de Santa Bárbara, conocida como el Tonelero, de D. Antonio Blomaert.[8]

Desde allí regresaremos sobre nuestros pasos al punto de partida, tal vez, con una mirada diferente sobre los caminos, en todo caso, ya verás cómo la jornada se te hace corta y con ganas de emprender una nueva ruta para conocer nuestro patrimonio histórico y natural.



Mapa de la ruta




 Francisco José Gavira Albarrán



[1] En 2007, Alwadi-ira – Ecologistas en Acción denunció, en apoyo de los vecinos de la urbanización, la ausencia de un paso elevado o subterráneo que diese continuidad a la vía pecuaria. En el proyecto de desdoble de la carretera A-398., se olvidaron de facilitar el paso y continuidad del cordel. En 2013 se puso en conocimiento del SEPRONA, Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra y Delegación de Agricultura, Pesca y Medioambiente de Cultura de la Junta de Andalucía la usurpación del cordel, junto a la misma urbanización, donde se había intrusado con la instalación un campo de futbito.

[2] En 2017, en respuesta a una llamada de los vecinos de la zona, el grupo ecologista denunció una corta de árboles en la dehesa Nueva. Estuvimos en el cordel, como atalaya para intentar comprobar la corta de árboles en el interior de la dehesa y recibir a los agentes del Seprona.

[3] Mi padre me cuenta que, en 1945, en plena posguerra, con doce años, junto con mi abuelo y una burra, estuvieron haciendo cisco al lado del eucaliptal. Mi abuelo que había perdido su medio de vida, una calera, tenía que buscarse las habichuelas como podía. Como almuerzo llevaban hojas de coles esparragadas elaboradas con pimiento molido, aceite y ajos. El hambre perduró en amplios sectores de la población durante mucho tiempo después del golpe de estado perpetrado contra la república.

[4] En el Diario de Córdoba, de fecha 27 de agosto de 1897, entre otros medios, se hizo eco de la siguiente noticia: Robo escandaloso.- En la Hacienda Nueva, término de Alcalá de Guadaíra, se ha cometido un robo que recuerda á aquellos que hicieron tristemente célebres á los Juan Palomo y José María, terribles habitantes de Sierra Morena. En las primeras horas de la noche se presentaron en la finca referida cuatro hombres pobremente vestidos, pidiendo agua al capataz para calmar la sed. El capataz, sin sospechar nada de aquellos hombres, fue á darles de beber, cuando repentinamente uno de ellos le colocó un revólver junto al pecho, amenazando con disparar si profería la menor palabra ó articulaba un grito. Sorprendido el capataz por tan brusca é inesperada agresión, nada pudo hacer en su defensa, y otro tanto ocurrió á su mujer, á quien amenazaron con un puñal los ladrones. Estos les intimidaron para que entregaran cuanto dinero tuvieran consigo, recibiendo la llave de un mueble donde los colonos guardaban 8.000 reales, dispuestos para pagar los jornales de los operarios de la finca. Después de apoderarse del dinero, los ladrones cerraron la puerta de la casa para impedir que los robados pudieran perseguirlos, y se pusieron en precipitada fuga.

[5] En Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla. Tomo 1, pg. 860 y 861. Junta de Andalucía. Consejería de Obras Públicas.

[6] El corte del camino de Matatoros fue denunciado por la Sociedad Ecologista Alwadi-ira.

[7] Según me cuentan, la ermita se encontraba habitada a mediados del siglo pasado por un guarda de nombre Juan de Dios, al que llamaban Pata Palo, por su minusvalía, que ejercía la guardería para varias fincas de los alrededores.

[8] Memorias históricas de la villa de Alcalá de Guadaíra. D. Leandro José de Flores. Sevilla, 1833. Cuaderno 5º pg. 9