jueves, 19 de octubre de 2023

Rutas por el río Guadaíra: en busca del molino de Ojea

El 12 de mayo salimos de Alcalá a las 16:30 para conocer un nuevo tramo del río Guadaíra y localizar el Molino de Ojea. 

Tomamos la carretera de Morón, A-360. Al poco de pasar la urbanización de La Ramira, en la arruinada venta de San José de Campanilla, nos incorporarnos al cordel o colada de Pilares y Mancera. Cruzamos la carretera SE-5206, para continuar por la vía pecuaria hasta alcanzar el río Guadaira. Junto a la pasá, a la sombra de unos viejos e inmensos eucaliptos, dejamos uno de los coches. Con el otro regresamos a La Ramira y lo estacionamos al final de la calle Luis Manzanttini. 

De la ruta propuesta para ese día conocíamos los primeros trescientos metros. En este primer tramo el río discurre a nuestra izquierda. A la derecha dejamos la depuradora de la urbanización, aparentemente fuera de servicio. La vegetación de la ribera es aquí muy abundante, como ya hemos descrito en una ruta anterior. Sortear el río, en este punto, y en esta época del año, resultó fácil. La escasez de precipitaciones y sus efectos se hacen notar en toda la cuenca. 

Continuamos por la margen derecha, corriente arriba. Los primeros ciento veinte metros anduvimos por un eucaliptal. Los perros de la zona detectaron pronto nuestra posición. El Cortijo el Torreón se encuentra a escasos doscientos cincuenta metros de allí y estábamos desplazándonos en paralelo al núcleo de la urbanización, de la que nos separaba un escuálido cauce. 

Después de salir de los eucaliptos anduvimos entre olivos y río. En esta parte de la ribera abundaban los carrizos, rosales silvestres, fresnos, tarajes, olmos, álamos, hinojos y sobre todo cañas.  A veces, una adelfa hacía acto de presencia enseñándonos sus florecillas rosas. Tan solo escuchamos el croar de una solitaria rana. También constatamos que algunas viviendas han utilizado sus traseras, hasta el mismo cauce del río, a modo de corral. 

Cruzamos una pequeña arroyada. Dejamos atrás un pozo. Nos internamos en una antigua cantera, donde prosperaban enormes retamas henchidas con sus flores amarillas. Luego, el Guadaíra se contorsionó formando un anguloso recodo. La bóveda de olmos, rosas, cañas, fresnos, eucaliptos, zarzas y lentiscos se hizo más impenetrable, hasta ocultar el río por completo. Acceder al cauce se nos hizo casi imposible. El encajonamiento resultaba, si cabe, más impetuoso en esta zona. Desde algunos miradores pudimos ver bonitas pozas. Descubrimos un acebuche que podríamos catalogarlo como árbol singular. A nuestra derecha los trigales dorados, salpicados de margaritas y amapolas, esperaban ser cosechados.

Pronto llegamos a la carretera SE-5206, antiguo cordel o colada de El Coronil. A escasos metros de allí, oculto entre olivos, dimos por ubicado el Cortijo de La Mariscala. En este punto decidimos cambiar de margen. Durante doscientos metros anduvimos por otro eucaliptal, que nos permitió acceder al cauce sin dificultad. 

Continuamos por la margen izquierda hasta tener en el horizonte la Hacienda de Morillo. Estábamos en la zona donde los mapas topográficos de 1873 y 1918 señalaban la presencia del molino de Ojea. 

A nuestra derecha mantuvimos el Guadaíra. Equidistante entre río y hacienda, que divisábamos, se distinguían unos restos constructivos que concluimos, podrían pertenecer a un abrevadero. Entre nosotros y el potencial abrevadero, un mar de carrizos. Al fondo del encuadre la Sierra de Esparteros.


Aquí nos internamos en el cauce del Guadaíra, prácticamente seco y arenoso. Anduvimos por el lecho durante unos doscientos cincuenta metros sorteando pequeñas láminas de agua, producto de las surgencias que manan de la zona de contacto entre las margas arcillosas y las tierras más caliza y arenosa. En este tramo, los cañaverales son excesivos y monótonos. También abundan los lentiscos, acebuches, rosales y eucaliptos, pero en el lecho solo pudimos constatar la presencia de algas y las señales que dejan los jabalíes. 

Salimos como pudimos del encajonado cauce por la margen derecha. Desde allí, continuamos hasta donde teníamos estacionado el primero de los coches, distante de nosotros unos cuatrocientos metros. 

Nos paramos unos instantes en el entorno de la pasá, esperando localizar vida en el río Guadaíra. Tan solo creímos escuchar otra solitaria rana y ver algún movimiento en las escasas aguas, que pudo ser provocado por una tortuga.  En este punto dimos por concluida la jornada, regresando a Alcalá sin cumplir con nuestro objetivo, localizar el molino de Ojea.

Mapa de la ruta

Francisco José Gavira Albarrán

 

 

 

viernes, 25 de agosto de 2023

Rutas por el río Guadaíra: Una aproximación al Puente de Hornillo desde La Ramira.


El 28 de abril salimos de Alcalá a las 16:30 h. en dirección a la urbanización La Ramira acompañados de treinta grados centígrados, para, desde allí, siguiendo el curso del río Guadaíra, aproximarnos por segunda vez al Puente de Hornillo. 

Dejamos los coche al final de la calle Luis Mazanttini. Comenzamos la ruta con el río a nuestra izquierda. Al llegar a lo que parecía una depuradora, distante unos escasos cien metros de los coches, un viandante de aspecto extranjero rodeado de algunos pertrechos sesteaba a la sobra de un fresno. Agotado y desaliñado, nos transmitía que su destino era incierto. 

Una vez que dejamos atrás la depuradora y al caminante, mostramos interés por la trepadora Bryonia alba, de la familia de las Cucurbitáceas, que se entrelazaba con la Vinca major L., de pequeñas florecillas celestes. El cauce del río es en este primer tramo prácticamente invisible debido a la abrumadora presencia de tarajes, cañas y fresnos, entre los que resalta una solitaria y majestuosa encina.

El primer contacto con el cauce podríamos catalogarlo de decepcionante. Paso habitual de personas y cabras, no tiene más de medio metro de anchura. Un pequeño salto nos posicionó en la orilla opuesta. En este lugar predominan los carrizos envolviendo una aceptable lámina de agua si miramos el curso en el sentido contrario a la corriente. En dicho embolsamiento dimos por hecho la presencia de cangrejos y tortugas, que quisimos ver, pero que algunos no vimos. 

Siguiendo la corriente, un estrecho sendero nos alejó tres o cuatro metros del cauce. Los eucaliptos ya ocupaban el papel principal en la escena hasta que pronto empezaron a predominar los olmos y fresnos cerrándolo todo a modo de selva. Espesura quebrada que hizo imposible continuar junto a la orilla y nos obligaría a subir un talud de unos tres o cuatro metros hasta dar con un camino paralelo a la ribera. En este punto, a modo de padrón, unas chumberas afectadas por la cochinita del carmín acompañadas de esparragueras y pitas montaban la guardia de un naranjal. Estábamos en las tierras del Cortijo del Torrejón. 

Continuamos por el camino algo más de cien metros, ya con olivos a nuestra izquierda, hasta internarnos en un eucaliptal que nos posicionaría nuevamente junto al cauce. En esta zona, junto a los eucaliptos, pudimos distinguir algunas adelfas, cañas, tarajes, palmas, aladiernos, carrizos y fresnos. El rio no mostró señal alguna de vida, a pesar de que un compañero intentó en repetidas ocasiones que aflorase arrojando trocitos de pan al agua. Cuando nuevamente se hizo imposible continuar, un imponente acebuche constituyó el punto de arranque a la escalada de un nuevo talud, esta vez de cuatro o cinco metros de altura.

Ahora, los fresnos competían con los eucaliptos en una batalla que parecía iban ganando los primeros. En todo caso, el nuevo tramo se hizo inaccesible. Su encajonamiento y la abundante vegetación nos mantuvieron a cierta distancia del cauce. Tras sortear un retamal, llegamos a la carretera A360. En el puente innominado que cruza el río estuvimos disfrutando de las vistas. Una fugaz garza real apareció y desapareció en un instante, haciéndonos desear la presencia de peces en la lámina de agua que se atisbaba.  

Después de cruzar la carretera, bajamos al cauce sorteando una alambrada entre higueras bravías y ailantos. Bajo el puente, aparecieron los conglomerados, rocas sedimentarias de tipo detrítico formadas mayoritariamente por clastos redondeados tamaño grava, algunas de ellas nos parecieron los arranques de un desaparecido puente. 

Un requiebro de noventa grados enfiló el río en dirección al Cortijo de Hornillo. Nuevamente tuvimos que saltar una valla para continuar por la margen que traíamos, con el río a la derecha y ahora con una plantación de alcornoques a la izquierda. 

En este tramo, hasta el cortijo, el cauce se encuentra encastrado en el terreno como en ningún otro lugar lo hemos visto. En ocasiones a ocho, diez o más metros de profundidad y cinco o seis de anchura, ocultando el líquido elemento en la hendidura y la espesura de la vegetación. Este ecosistema subterráneo echó al vuelo nuestra imaginación sobre los misterios que guardaría. En el escarpe pudimos fotografiar a la Delphinium pentagynum Lam., con sus flores moradas entre abundantes palmas y retamas.

El Cortijo de Hornillo apareció ante nosotros en estado semirruinoso, sin mostrar signos de vida humana. Es muy probable que algunas de sus dependencias aún se utilicen en determinadas labores agrícolas y épocas del año. Sin duda debió de tener una gran actividad agrícola y ganadera. Al parecer, en la cartografía se le atribuye un tentadero. En esos momentos sobrevolaron sobre nuestras cabezas diferentes tipos de aves, entre ellas algunas palomas. 

Al llegar al camino de servicio, que da acceso a la finca, tuvimos que saltar otra alambrada. Desde allí, nos acercamos al río. En este lugar abundan los carrizos, fresnos y algunos eucaliptos. El agua la vimos estancada y repleta de algas, una consecuencia del bajo nivel de oxígeno y por el contrario alto nivel de nitrógeno. 

Cruzamos el río por unas piedras y nos situamos en la orilla opuesta. Después de subir un nuevo talud, continuamos por la margen derecha, teniendo una alambrada y el río a nuestra izquierda y un trigal óptimo para la cosecha a la derecha.

Este tramo de río se encuentra alambrado hasta el Puente de Hornillo. El conglomerado se muestra aquí de una forma espectacular: suelos lisos, rocas sueltas en el lecho, paredes cortadas a cuchillo … La ribera se abre en esta zona. Por el contrario, el acceso al cauce es prácticamente imposible o muy difícil por las alambradas. Solo un compañero se atrevió. En todo caso, pudimos tomar bonitas fotos en estos espacios abiertos de nuestro río. 

La línea del ferrocarril Utrera - Morón la teníamos en el horizonte cada vez más próxima. La imagen del puente comenzó imponiéndose. Alcanzar nuestro objetivo motivó numerosas fotos de grupo. Después de retratar el puente desde todos los ángulos que pudimos y descansar unos instantes en su herrumbrosa estructura continuamos nuestra marcha, ya de vuelta a La Ramira, siguiendo el balastro del ferrocarril. 

Andar por el balastro de una línea de tren no es nada fácil. En el caso que nos ocupa lo fue aún más. Lenticos, pitas, acebuches, aladiernos, esparragueras… han invadido literalmente la línea motivando que tuviésemos que apearnos de ella a cada momento. 

Después de casi un kilómetro, una cancela y una alambrada cortaban la línea férrea, privatizándola de facto e impidiéndonos concluir el itinerario propuesto. Estábamos en el cruce del camino de servidumbre que se dirige desde la carretera al Cortijo de Los Arenales, aproximadamente distante un kilómetro seiscientos metros de allí, si tomásemos el camino asfaltado a la izquierda. 

Nosotros lo tomamos a la derecha, no sin antes inmortalizar a una tacarnina en flor y sacar unas fotos de las últimas edificaciones del Cortijo de Hornillo, alguna de ellas de un trazado muy sugerente, quizás no correspondan a la arquitectura tradición andaluza. En los mapas topográficos de finales del siglo diecinueve se nombraba a este lugar como Hazas del Conde David. 

Desde allí hasta La Ramira nos separaba un kilómetro y medio, que anduvimos en paralelo a la carretera entre asfalto y girasoles. Ya diseñando el siguiente objetivo.

 

Francisco José Gavira Albarrán


Mapa de la ruta.



miércoles, 12 de julio de 2023

Rutas por el río Guadaíra: Desde el Molino del Boticario hasta el Cortijo de Cabeza Sordo


La tarde del 14 de abril, fecha en la que se conmemora la proclamación de la Segunda República española, nos lanzamos a explorar otro tramo del río Guadaíra, en esta ocasión el que va desde el Molino del Boticario al cerrado del Cortijo de Cabeza Sordo. La ruta fue de unos ocho kilómetros.

Dejamos un par de coches en la Cañada Real de Morón y nos dirigimos en otro al molino, que fue desde donde partimos, haciendo uso del ofrecimiento que disponíamos de los propietarios. No era la primera vez y, posiblemente, no será la última que lo visitemos. Después de los saludos de cortesía, partimos en dirección a la antigua vereda de Arahal a Utrera, hoy carretera A-394. Nada más cruzarla nos dirigimos al río, distante de allí poco más de cincuenta metros. Junto al puente, que permite salvar el cauce, antaño Vado de Herradura[i], se ha instalado un medidor para controlar la calidad físico-química y microbiológica de las aguas, en cumplimiento de la Directiva Marco de Agua[ii]. 

Proseguimos nuestro recorrido por la margen izquierda del río entre olivos y la ribera, este año muy afectada por la escasez de precipitaciones. 

En algunos mapas consultados, entre olivos, se encuentra el cortijo Dehesa del Conde (antiguo Gamero), edificación que no pudimos ver. Sin embargo, en los mapas topográficos de 1873 y 1918, a este cortijo se le ubica en la margen derecha, junto al río, aguas abajo. También hemos comprobado que se nombra Arroyo Manzano al Arroyo de Martinazo, un error a nuestro modo de ver[iii]. 

En algunos tramos de la ruta, el río se encuentra embovedado con una maraña vegetal compuesta por zarzales, rosales, fresnos, olmos, tarajes y cañas. En otros segmentos, las brozas y troncos muertos acompañan a los Eucalyptus, protagonistas por excelencia de la mayor parte de lo que anduvimos ese día. 

Dado su encajonamiento, acceder al cauce resultó todo un reto, que en mi caso fue mucho más que eso. En el escuchimizado curso de agua escasea la fauna acuática, formada casi en exclusividad por galápagos y cangrejos, estos últimos los dimos por presentes dadas las características que mostraban los excrementos de nutria. Aun así, este corredor verde sirve de refugio a otro tipo de fauna: jabalíes, nutrias, meloncillos, rata de agua… y una importante variedad de aves. 

Sorteamos el arroyo seco de Martinazo, con cierta dificultad, para adentrarnos en una zona húmeda donde aún verdeaban los trigales y prosperaban las acelguillas, verdolagas, achicorias, tacarninas…, Luego pasamos junto a un padrón que contenía algunas chumberas muertas, víctimas de la cochinilla del carmín[iv].   

Accedimos a un cerrado donde dimos por hecho que habían pastado reses bravas, aunque no detectamos su presencia. Allí nos dispersamos. La voz de alarma la dio uno de los compañeros que encabezaba la marcha. Creyó escuchar el gruñido de jabalíes en el rio. Lógicamente, salimos como pudimos de la empalizada y continuamos nuestra marcha hasta llegar a los dominios del cortijo de Cabeza Sordo.[v] Allí pudimos observar las reses bravas junto a sus comederos, mientras ellas también nos miraban extrañadas, preguntándose que hacíamos en un lugar tan apartado interrumpiéndoles su paz y su merecido reposo crepuscular. 

Desde el cerrado nos encaminamos a la Cañada Real de Morón entre un olivar en superintensivo y un sembrado de girasoles. 

La arboleda que se plantó en la cañada se conserva en un estado bastante aceptable, aunque no se recuperó su anchura …[vi] Este último tramo, nos conduciría de nuevo a los coches y luego al molino, y lo aprovechamos para diseñar nuevos objetivos e intercambiar impresiones y opiniones sobre temas relacionados con el medio ambiente. 


[i] Instituto Geográfico, 21 de marzo de 1873. En esa fecha no existía la carretera ni el puente y se nombra el paso del río como “Vado de Herradura”.

[ii] La Directiva marco del agua (DMA) es una norma del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea por la que se establece un marco de actuación comunitario en el ámbito de la política de aguas. Nace con la vocación de garantizar la protección de las aguas y promover un uso sostenible que garantice la disponibilidad del recurso natural a largo plazo.

[iii] En Google Maps es nombrado Arroyo Martinazo.

[iv] Cuyo depredador podría ser el Cryptolaemus montrouzieri. https://www.ideal.es/granada/salvar-chumberas-acabar-20180827144550-nt.html

[v] La zona de Cabeza Sordo fue víctima de la usurpación de tierras y derechos comunales. Mª Antonia Carmona Ruiz. Usurpación de tierras y derechos comunales en Sevilla y su “tierra” durante el siglo XV. p.165. En el siglo XVIII el cortijo pertenecía al Marqués de Paradas. En 1853 es propiedad del Conde del Águila. En 1872 de la Marquesa viuda de Villaseca. En 1976 es de Manuel Cañaveral Valdés. Con una superficie de algo más de 1000 fanegas o 680 hectáreas, estas tierras solían ser arrendadas por sus propietarios que vivían de las rentas, dedicándose fundamentalmente al cultivo de cereal y pastos. El latifundio: propiedad y explotación: ss. XVIII-XX. AUTOR/ES: M. Artola, A.M. Bernal, J. Contreras. 1978. Ministerio de Agricultura Secretaría General Técnica. pp.193-194. El marques de Paradas formó parte de la “Santa Casa de la Misericordia de Sevilla” institución que reportaba poder y prestigio a la nobleza, capitulares y maestrantes y otras personas de “distinción” de la ciudad que formaban parte de ella. XI JORNADAS DE HISTORIA Y PATRIMONIO SOBRE LA PROVINCIA DE SEVILLA. “La nobleza en el Reino de Sevilla durante el Antiguo Régimen (siglos XIII – XVIII). OSUNA. 25 de octubre de 2014. p.122. En relación con su caserío podemos consultar en Cortijos, haciendas y lagares de la provincia de Sevilla. Junta de Andalucía. Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio, págs. 738 y 739. 

[vi] El Decreto 155/1998, de 21 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de vías pecuarias de Andalucía en su artículo 5º, las cañadas reales tienen 75 metros de anchura.



Francisco José Gavira Albarrán

lunes, 12 de junio de 2023

Nota de Prensa: Homenaje/Presentación del libro “El Tren de los Panaderos. Una aproximación a la historia del ferrocarril de Sevilla a Alcalá y Carmona” de Antonio Gavira Albarrán.



El viernes 30 de junio, en la Avenida de Portugal S/N (antigua escuela), a las 21:00 h., tendrá lugar el homenaje / presentación del libro póstumo de Antonio Gavira Albarrán: “El Tren de los Panaderos. Una aproximación a la historia del ferrocarril de Sevilla a Alcalá y Carmona”, editado por Kit-book Servicios Editoriales, S.C.P. El acto está organizado por la Sociedad Ecologista Alwadi-ira – Ecologistas en Acción. A su convocatoria se han sumado los colectivos: Asociación Cultural Padre Flores, Casa de Extremadura de Alguadaíra, Colectivo Ecopacifista Solano (El Viso del Alcor) y el Aula Miguel Cala Sánchez (Morón de la Frontera). Se proyectará un vídeo, intervendrán amigos de Antonio y su hermano Paco Gavira dará unas reseñas sobre el contenido de la obra.

En 1872 se puso la primera piedra del ambicioso proyecto de los hermanos José María y Francisco López del Pino y José de Caso y Aldana, que pretendía unir Sevilla con la línea Córdoba-Málaga a través de Alcalá, Carmona, Écija y Montilla, pero que, inaugurada la primera sección, el 10 de enero 1873, únicamente llegaría hasta la estación de Carmona Baja, el 24 de noviembre de 1879; a esta línea se la conoce popularmente como El Tren de Los Panaderos.

Lo inadecuado de las inversiones condicionaron la duración de las obras, las infraestructuras y el material móvil empleado. La falta de continuidad de la línea, que le hubiera dado mayor importancia a los movimientos de mercancías y viajeros, no llegaría a materializarse; el precio del billete y la escasa circulación de trenes, ya que el servicio estaría orientado, fundamentalmente, a la industria panadera de Alcalá; la aparición, a principios del siglo XX, de otros medios de transporte que darán un servicio más adecuado a las necesidades de la población, sentenciaron la viabilidad de la empresa.

Las incautaciones se sucedieron desembocando en una explotación pública y un mantenimiento de titularidad privada hasta que, finalmente, tras la creación de RENFE, en 1941, se produjo el rescate en 1947. El tramo de 28 km, que unía las localidades de Alcalá de Guadaíra y Carmona, sería clausurado el 1 de octubre de 1965. Los últimos servicios de viajeros se realizaron entre Sevilla y Alcalá de Guadaíra en 1975. El día 6 de junio del 1976 se desmonta el primer riel del ferrocarril y el 9 tuvo lugar el acto oficial en presencia del alcalde de Sevilla y el presidente de RENFE.

                                               Alcalá de Guadaíra, 12 de junio de 2023.

Para más información sobre el evento contacta con el teléfono: 625417109

 

Sociedad Ecologista Alwadi-ira -Ecologistas en Acción-   E-mail: alwadi.ira@gmail.com.   Web: www.alwadi-ira.es      Apartado de Correos, 226. 

lunes, 5 de junio de 2023

Rutas por el río Guadaíra. Una aproximación al Puente de Hornillo desde el Paso de la Nena.

 


21 de abril de 2023

La ruta comienza en el cruce de la antigua línea del ferrocarril Utrera a Morón y Osuna [i] - que discurre en parte paralela a la A-360-, con la Cañada Real de Villamartín -hoy carretera SE 5204-, un lugar que suele elegir el movimiento pacifista para el inicio de las marchas anti OTAN y contra las bases USA en Andalucía, popularmente conocido como el Paso de la Nena. 

Dejamos estacionados los coches junto a unos ailantos. Este árbol, nombrado pestoso, árbol del cielo o de los dioses, es de origen chino y se ha propagado con gran facilidad por todo tipo de terrenos y hábitats.    

El primer tramo de la ruta, de unos ochocientos metros, discurre por la vía del ferrocarril. Los raíles y las traviesas han desaparecido, permaneciendo el duro balastro[ii] y una señal herrumbrosa donde se puede leer “P.N. Km.24/713 a 500m”. 

La línea férrea se encuentra invadida por lentiscos, pitas, aladiernos, acebuches, almendros, esparragueras, palmas … A ambos lados prospera una repoblación con alcornoques, que sufren los efectos de la sequía y lo inapropiado del suelo. En este punto, un compañero nos mostró un hinojo común con un “bicho” entre espumarajos, el Philaenius spumarius, que, según nos dijo, está propagando una bacteria que afecta a los olivos de forma bastante efectiva. 

Sortear la vegetación resultó difícil. Los lentiscos han prosperado de forma exponencial, hasta el punto de conseguir expulsarnos del carril. Continuamos en paralelo a la vía durante doscientos metros. Entramos nuevamente en la línea férrea a pocos metros de nuestro primer contacto con el río Guadaíra. 

Otra de las novedades de la ruta a la que tuvimos que hacer frente fueron las alambradas. Cuando estuvimos aquí, en 2018, de regreso de una ruta por el alto Guadaíra no existían, hoy lo invaden todo: el dominio público hidráulico, la zona de servidumbre del río y la línea del ferrocarril. 

El ferrocarril salva el accidente geográfico del río Guadaíra con un puente de piedra y metal conocido con el nombre de Hornillo, una obra de ingeniería que destaca por su grandiosidad. Desde esta atalaya se disfruta de unas bonitas vistas de la Sierra de Esparteros y de la serpenteante ribera, apreciándose en ella un pequeño salto de agua generado en el conglomerado[iii] que sobresale del cauce. Un lugar mágico donde estuvimos en modo contemplativo unos minutos tirando fotos. Después de escudriñar la estructura y los elementos constructivos del puente, sin encontrar señal alguna que nos proporcionara información sobre esta obra, proseguimos nuestra marcha. 

El río se encuentra encajonado en el tramo que anduvimos, unos tres kilómetros. El cauce se sitúa a varios metros de profundidad de la ribera, dificultando o imposibilitando el acceso. Una circunstancia que le da al río un halo de misterio, una frontera aún por traspasar. En la maraña selvática abundan los fresnos, tarajes y cañas. En los bordes las palmas, rosales, esparragueras y la trepadora bryonia alba, llamada también uva de lobo, cuyas bayas son tóxicas. Constatamos la presencia de galápagos, cangrejos, nutrias y jabalís. En los taludes que se forman en las “pasás” pudimos ver nidos de abejarucos.  Los ruiseñores amenizaron la ruta en todo el recorrido. Los insectos se hicieron notar, entre ellos el “curita” o aceitera común Berberomeloe majalis. 

En el último tramo tomaron protagonismo los eucaliptos y unos moribundos álamos que nos permitieron acceder de forma puntual al cauce. Desaparecieron los alcornoques, sustituidos por un sembrado de Vicia faba, comúnmente conocida como haba o “jaba”, en andaluz, luego un sembrado de girasoles. En la margen opuesta del río, aparentemente en desuso, divisamos un intrigante y gigantesco pozo. 

Regresamos por la Cañada Real de Villamartín, que, como hemos dicho, hoy discurre por ella la carretera SE 5204. Nos alumbraron las últimas luces del día con el objetivo cumplido.





[i]La desaparecida vía férrea entró en servicio el 12 de septiembre de 1864, en ese momento propiedad de la compañía de capital británico The Utrera and Moron Railway.

[ii]El balasto surgió como solución a un problema determinado (el hundimiento de la plataforma), actualmente sus funciones van más allá y, aunque la trasmisión de cargas quizás sigue siendo la más importante, otras también tienen una gran importancia para el correcto funcionamiento del ferrocarril.

[iii]“En geología, un conglomerado o rudita es una roca sedimentaria de tipo detrítico formada mayoritariamente por clastos redondeados de tamaño grava o mayor.”

 


Francisco José Gavira Albarrán

jueves, 25 de mayo de 2023

DENUNCIA CORTE DEL CAMINO DE SAN AGUSTÍN (Antiguo Camino de Pero Mingo)

 

El camino de San Agustín nace actualmente en el camino de Matatoros, cerca de la conocida como Cruz de Otivar y, con más de tres kilómetros trescientos metros de longitud finaliza, finalizaba, en el cordel de Pero Mingo, vía pecuaria que sirve de término entre los municipios de Alcalá, Sevilla y Mairena del Alcor, en un punto cercano a la hacienda de San Agustín y las ruinas de la ermita de Belén. Hoy día el camino se encuentra cortado a 645 metros desde su cruce con la carretera de Mairena a Torreblanca, la A-8026, mediante cancela, una vez pasada la Hacienda de Santa Ana o de La Viuda, a la altura de las tierras de la Hacienda de Las Beatas, igualmente se encuentra cortado en su unión al cordel de Pero Mingo, habiéndose construido sobre el mismo camino una gran balsa. Junto a la cancela se encuentra un expeditivo cartel en el que se puede leer “PROHIBIDO EL PASO A TODA PERSONA AJENA A ESTA FINCA”.

Este camino es uno de los muchos que aparecen recogidos en el Inventario de Clasificación de Caminos* que se elaboró por la Delegación de Medio Ambiente de Alcalá de Guadaíra hace ya más de diez años. En el propio Inventario se describe el camino que:

“Tiene su comienzo en el camino de Matatoros, transcurre entre parcelas ilegales a ambos lados, con una anchura de 2 m. y en muy mal estado; continua con vallado a la derecha y olivar a la izquierda hasta su cruce con la carretera de Torreblanca a Mairena y una vez cruzada la carretera el camino se encuentra cerrado por cancela de la Hacienda de las Beatas y posteriormente por vallados de la Hacienda de san Agustín, hasta su terminación en el Ramal de Pero-Mingo.” 

Desgraciadamente después de más de diez años el camino de San Agustín sigue cortado, al igual que decenas de otros caminos públicos que eran recogidos por el Inventario de Caminos, a pesar en el propio Inventario se nos diga que: 

“La realización del Inventario Clasificación viene motivada por los graves problemas planteados ante la progresiva desaparición de muchos de estos elementos de carácter territorial, estructurante y de uso tradicional en aras de su preservación en el ámbito del término municipal de Alcalá de Guadaira.”. 

El camino de San Agustín fue uno de los viarios tradicionales que unía Alcalá de Guadaíra con Mairena del Alcor y Carmona a través de las terrazas del Guadalquivir. 

Tras el asfaltado del camino de Pero Mingo, camino de Torre Palma, y su conversión en peligrosa carretera por su sinuosidad, estrechez y falta de arcén, la recuperación del camino público de San Agustín supondría la puesta en valor del que, a día de hoy, puede ser el viario más adecuado para acceder desde Alcalá a los términos municipales de Mairena y Carmona, ya que su conexión con el cordel de Pero Migo permitiría el acceso por parte de ciclistas, senderistas, personas a caballo… a una amplia red de caminos y vías pecuarias que recorren las terrazas del Guadalquivir como el Cordel de Ronquera, la Vereda del Término, el Camino de Sevilla, el de San Agustín a Mairena del Alcor…, que a su vez permiten acercar al ciudadano, sin necesidad de utilizar carreteras, a uno de los patrimonios más interesantes de la Comarca de Los Alcores como son las haciendas de olivar. 

Creemos necesario que el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira tome urgentemente las medidas necesarias para su recuperación, al igual que el de todos aquellos caminos que reconoce como públicos en el Inventario de Clasificación de Caminos y se encuentran en la misma situación, y tantos otros, que, en el mismo inventario, ya se reconocía la imposibilidad del disfrute público pues se encontraban cortados o simplemente habían desaparecido. 

ANEXOS 

* “II OBJETIVOS:

El presente Inventario Clasificación de los Caminos en el Término Municipal de Alcalá de Guadaira, se realiza en base al acuerdo adoptado por la Comisión Municipal de Gobierno, en sesión Ordinaria celebrada el día 17 de Octubre de 1.999, conforme a lo estipulado en el artículo 86 del R.D.L. 781/1986, de 18 de Abril, texto refundido de las disposiciones legales vigentes en materia de Régimen Local.

“Las Entidades Locales están obligadas a formar inventario valorado de todos los bienes y derechos que les pertenecen, del que se remitirá copia a las Administraciones del Estado y de la Comunidad Autónoma y que se rectificará anualmente, comprobándose siempre que se renueve la Corporación”.

Con la elaboración del presente Inventario Clasificación se pretende contar con un documento necesario para el mantenimiento y consolidación de los caminos de uso público, tanto como vías de comunicación rural como para ocio y usos recreativos, dentro del amplio término municipal con el que cuenta el municipio.

La realización del Inventario Clasificación viene motivada por los graves problemas planteados ante la progresiva desaparición de muchos de estos elementos de carácter territorial, estructurante y de uso tradicional en aras de su preservación en el ámbito del término municipal de Alcalá de Guadaira.

Durante la última década los cambios de uso del suelo y de propiedad del mismo se han acelerado, con numerosas parcelaciones y compras de tierras por ciudadanos no dedicados a la agricultura. Estos cambios de propiedad y de uso de los caminos, junto con la falta de información sistematizada sobre su titularidad y trazado, hacen que su gestión sea objeto, actualmente de una fuerte polémica. En muchos casos se impide el paso por caminos considerados tradicionalmente, llegándose en el peor de los casos a la desaparición del mismo.

El Inventario Clasificación de los Caminos del término municipal de Alcalá de Guadaira se propone los siguientes objetivos:

-        Documento legal que garantice el carácter como bien de uso público por parte del Ayuntamiento en función de sus competencias.

-        Recopilación de la documentación existente sobre los caminos, que permita esclarecer su titularidad.

-        Recogida de información sobre el estado actual y trazado de cada uno de los caminos, con especial incidencia en el aspecto etnológico y cultural.

-        Documento medioambiental para posterior recuperación mediante actuaciones de acondicionamiento y señalización.

-        Sistematización de la información, de tal manera que ésta sea aprovechable para la elaboración del planeamiento urbanístico y del Inventario de Bienes de la Entidad Local.

Este Inventario Clasificación servirá adecuadamente para la realización de futuras infraestructuras dotacionales con arreglo a los usos que se propongan, contando para ello con las determinaciones que se establecen en:

-        Plan Especial de Protección del Medio Físico y Catálogo de la provincia de Sevilla.

-        P.G.O.U. de Sevilla.

-        P.G.O.U. de Alcalá de Guadaira.

-        Programa Coordinado de Recuperación del Río Guadaira.

-        Proyecto de Parque lineal del Guadaira.








FERNANDO CASAL OLIVER

DELEGACIÓN DE MEDIO AMBIENTE DE ALCALÁ DE GUADAIRA

INVENTARIO DE CLASIFICACIÓN DE CAMINOS

En el inventario de clasificación de caminos de Alcalá de Guadaira aparecen recogidos: 

- 117 Caminos

- 11 Servidumbres

- 10 Disfrutes

- 3 Hijuelas

- 2 Carril

- 1 Callejón

- 2 Senda

- 1 Cañada

En total 147 elementos del viario rural cuyas competencias corresponden al ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra. 

De ellos un total de 74, es decir aproximadamente un 50 %, se encontraban cortados o desaparecidos en todo o en parte, esto sin contar que un buen número habían pasado a ser, hoy días aún más, viario público.

 Antonio Gavira Albarrán