sábado, 10 de noviembre de 2018

Recuperando la memoria del edificio del Pósito Municipal de Alcalá de Guadaíra, hoy abandonado


Como gran parte de nuestro patrimonio histórico, el edificio del siglo XVIII que albergaba a la institución de “El Pósito” de Alcalá de Guadaíra se encuentra hoy abandonado a su suerte o dejado de la mano de Dios, como se suele decir. Es evidente que, tanto el edificio como la institución que albergó en su día son totalmente desconocidos para la inmensa mayoría de la ciudadanía. Estas líneas pretenden aportar algunos datos de interés situarnos en una posición mejor para valorar el edificio, reivindicar su conservación y el estudio en profundidad de la institución que albergó.
Pósito de Alcalá de Guadaíra


La institución financiera del pósito jugó un papel nada despreciable en el Antiguo Régimen y, aún con posterioridad, como instrumento dedicado al ahorro y préstamo de grano y dinero “a precios más asequibles que los que regían en el mercado, con vistas a paliar el hambre y la especulación” (1). En Alcalá se dedicó al socorro de pequeños propietarios y arrendatarios o colonos.

El número de pósitos empezó a decrecer en España a principios del siglo XIX. En Alcalá de Guadaíra, en el año 1821, y ante la consulta que las autoridades provinciales realizan al Ayuntamiento sobre si convenía o no la extinción del pósito, los capitulares responden que “muchos manchoneros no podrían sembrar si no se les socorriera con los fondos” del pósito. Lo que confirmaría la importancia de la institución en esos momentos y que seguirá conservando durante gran parte del siglo XIX. Su papel decrecerá progresivamente durante la segunda mitad de dicho siglo. La mala gestión, las nuevas fuentes de crédito, otras formas de adquisición del cereal y la acumulación de préstamos impagados descapitalizaron la entidad del pósito alcalareño y propiciaron su desaparición.

En cuanto a los antecedentes históricos de nuestro pósito, una referencia la encontramos en Pedro León Serrano, “Escribano Mayor de todas las Rentas de la Villa de Alcalá de Guadaíra”. En 1705 nos dice que la población “posee grandes graneros donde se recoge el trigo del Pósito, cuya dotación es de 800 fanegas, esta cantidad era superior, pero se sacó para la guerra de Portugal en tiempos de Felipe V” (2). Según Pascual Madoz (3), la panera del pósito de Alcalá de Guadaíra tenía una capacidad de 12.000 fanegas, aunque su fondo efectivo, en los años que publica su diccionario, es de 2.600 fanegas. Los libros de escritura del pósito de los años 1.800 a 1.805 muestran que las fanegas prestadas anualmente no sobrepasan mucho las 2.000 (4), lo que supone algo más que lo reflejado en la segunda mitad siglo, etapa en la que el pósito entra en decadencia, como hemos señalado con anterioridad.

Por lo general, los destinatarios de los préstamos son pequeños agricultores. Sus explotaciones tienen de media unas seis fanegas. Como sabemos, una fanega, en la provincia de Sevilla, es igual a 5.944,7 m2. Los préstamos se facilitan a un interés del 6% anual y del 0,5% mensual, manteniéndose este porcentaje durante todo el período consultado, que va desde el ejercicio 1868-9, al ejercicio 1882-3. (5)

Los pequeños y medianos agricultores padecían con frecuencia situaciones económicamente malas. La existencia de morosos fue habitual durante todo el siglo. Unas veces se les conceden moratorias y otras, debido a la necesidad de fondos para alguna obra pública, como fue el proyecto de construcción de un puente, al inicio de la obra, y para reunir el capital necesario, se propone, entre otras fuentes de financiación para su construcción, recuperar las deudas contraídas con el pósito municipal, buscando a los deudores en paradero desconocido. (6)

En los repartos de los fondos del Pósito se da prioridad a los labradores y pegujareros. En primer lugar, a los que no sean deudores al establecimiento y en segundo lugar a los que soliciten cantidades pequeñas, como fórmula de que puedan disfrutarlos mayor número (7). Esto demuestra una cierta preocupación de las autoridades por un sector numeroso, el de los pequeños propietarios, arrendatarios o colonos, falto de recursos en la mayoría de los casos, residentes en la población, a diferencia de los grandes hacendados, que residen, mayoritariamente, en Sevilla o en otras localidades.

El pósito alcalareño, a partir de finales de la década de los sesenta, se dedica casi exclusivamente a prestar dinero, como hemos señalado, al 6% de interés anual. Estos préstamos se conceden previa hipoteca sobre fincas, casas o industrias, muchos de otorgados a personas residentes en la villa que no son agricultores.

En el ejercicio 1863-4 se reparten para la cementera mil ochocientas treinta y nueve fanegas que “corresponden a 204 obligaciones de este protocolo” (8). En los libros de actas del pósito, y concretamente en el año 1881, en sesión celebrada el 1 de diciembre, “se acuerda por unanimidad repartir a los vecinos labradores y pegujareros las existencias que resultan en las dependencias de los fondos del pósito, prefiriendo en primer lugar a los que solicitan cantidades pequeñas, por ser la manera de que puedan disfrutar mayor número”.

Los últimos deudores por granos aparecen en el ejercicio 1866-7, comenzando, a partir de ese ejercicio, a reflejarse en los libros de “Actas del Pósito” los deudores por préstamos en dinero. En el ejercicio 1866-7, la suma total de las deudas por granos es de 1.218 Hetº, correspondiendo a un total de 98 deudores, algunas contraídas durante la década de 1830. Los deudores por préstamos en dinero son un total de 203, todos a partir del ejercicio 1867-8 (9). En definitiva, esa labor de socorro y préstamo que caracteriza al pósito, y que en el año 1876-7 asciende a 78 labradores socorridos, nos demuestra que tendrá cada vez menor importancia, cualitativa y cuantitativa.

El pósito cuenta en 1867-8 con una casa valorada en 15.000 pesetas, 30 acciones en el Banco de San Fernando, por un importe de 2.820 pesetas. Además, tiene deudores por créditos facilitados a la Junta Municipal para la extinción de una plaga de langosta en el siglo anterior y para la manutención de caballos, que asciende en total a 30.397 pesetas. “Por alcances contra interventores del establecimiento, irrealizables por su antigüedad y falta de conocimiento de los individuos que los causan, 2.370 pesetas”, lo que suman un total de 50.587 pesetas. Estas deudas ascienden en el ejercicio 1882-3 a un importe total de 50.245 pesetas (10). Deudas que, tal vez, junto a otras, contribuyeron a la pérdida de importancia y extinción del Pósito.

Por otra parte, el papel que debió jugar esta institución, para paliar los efectos de la escasez de trigo en la panadería, fue exiguo. Para esta industria se traían diariamente de Sevilla 30 fanegas de trigo. Este trigo era originario de Extremadura, entre otros y esencial para el suministro de pan a la capital.

El edificio del pósito se encuentra en una de las plazas más emblemáticas de Alcalá, la “Plaza del Duque”, sirvan estas líneas como contribución a su recuperación y puesta en valor.

Referencias:
1.- Emilio Fernández de Pinedo: Coyuntura y Política Económica, en el Tomo VII de Historia de España dirigida por el Profesor Tuñón de Lara. Cp. IV, pg. 69
2.- Pedro León Serrano: Año 1705, en Joaquín González Moreno, “Aportaciones a la Historia de Alcalá de Guadaíra”. Edita Servicio Municipal de Publicaciones, año 1983.
3.- Mª de la Fuente Cordero: cita a Madoz en pg. 74. “Madoz, Diccionario Geográfico-estadístico de España y sus posesiones de ultramar”, Madrid, 1948, Tomo I, pg. 359.
4.- Idem.
5.- Archivo Municipal: Libro de Actas del Pósito, años 1868-9 a 1882-3. 
6.- Archivo Municipal: Expediente sobre construcción y financiación de un puente. Expediente sin clasificar.
7.- Archivo Municipal: Libros de actas del Pósito correspondiente al año 1881.
8.- Archivo Municipal: Libro de Actas del Pósito, año 1863-4.
9.- Archivo Municipal: Libros de Actas del Pósito, ejercicio de 1867-8.
10.- Archivo Municipal: Libros de Actas del Pósito, ejercicio de 1882-3.
Francisco José Gavira Albarrán

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